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Año 6 293 – 6 de Enero de 2013
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

El papel de la moral cristiana en la reconstrucción del mundo


Estamos iniciando un año nuevo y, como siempre ocurre, existe una expectativa muy grande de que él sea mejor que los anteriores. Salud, armonía, paz social, fin de la corrupción, extinción de los prejuicios, solución para el problema de la violencia y de la criminalidad, el cierre de los conflictos bélicos, he aquí algunas aspiraciones con que todos soñamos.

La pregunta que entonces se hace es si la moral evangélica podrá, de alguna manera, contribuir para que esos propósitos sean alcanzados.

El tema fue enfocado en esta revista en por lo menos dos oportunidades: en el Especial de la edición 36 – http://www.oconsolador.com.br/36/especial.html
y en el Editorial de la edición 136:
http:/www.oconsolador.com.br/ano3/136/editorial.html.

La moral evangélica, como los espiritas no ignoran, recibió con la Doctrina Espirita no sólo la sanción, pero la certeza de su expansión en todo el mundo para la concretización de una conocida profecía trasmitida por Jesús en el llamado sermón profético: “Se levantarán muchos falsos profetas que seducirán a muchas personas; y porque abundará la iniquidad, la caridad de muchos enfriará; pero aquél que perseverar hasta el fin será salvo. Y este Evangelio del reino será pregonado en toda la Tierra, para servir de testimonio a todas las naciones”. (Mateos,24:11 a 14.)

Enfocando directamente la contribución del Espiritismo para la diseminación y una mejor comprensión de las enseñanzas evangélicas, Kardec escribió: “Gracias a las comunicaciones establecidas de ahora adelante y permanentemente entre los hombres y el mundo invisible, la ley evangélica, enseñada a todos los pueblos por los propios Espíritus, no será letra muerta, porque cada uno la comprenderá y será insistentemente solicitado a ponerla en práctica, delante de los consejos de sus guías espirituales. Las instrucciones de los espíritus son realmente las voces del Cielo que vienen esclarecer los hombres e invitarlos a la práctica del Evangelio”. (El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, ítem I.)

La reconstrucción del mundo es, sin embargo, tarea para varias generaciones, porque la caridad y la fraternidad son sentimientos que tienen de nacer y fructificar en el corazón de las personas. Ellos no surgen por decreto ni por imposición, como Kardec recordó en conferencia registrada en el libro “Viaje espirita de 1862”, pág. 83: “La fraternidad, así como la caridad, no se impone ni se decreta, es algo que existe en el corazón y no será un sistema que la hará nacer, si ella ahí ya no se encuentra alojada. (…) Antes de hacer la cosa para los hombres, es necesario formar los hombres para la cosa, como se forman trabajadores, antes de confiarles un trabajo”. Y el camino para eso, en el entendimiento espirita, se encuentra en la aplicación de la parte moral de las enseñanzas del Cristo, “por ser la única que puede tornar mejores los hombres”. “Cuando marchen bajo esa bandera, los hombres se darán las manos fraternalmente, en lugar de anatematizarse y maldecirse, por cuestiones que casi nunca comprenden”. (Obras Póstumas, pág.140.)

Alguien por cierto preguntará: ¿Por qué tanta énfasis a la enseñanza moral de Jesús? La respuesta es sencilla: es que ella, la enseñanza moral, constituye una fuerza viva cuyo poder moralizador no somos capaces de evaluar, como el Codificador del Espiritismo enfatizó muy bien.

En el texto que abajo transcribimos:

“Delante de ese código divino se inclinan los propios incrédulos. Ése es un terreno donde todos los cultos pueden congregarse, la bandera bajo la cual todos podrán abrigarse, cualesquiera que sean sus credos, porque él nunca fue objeto de contiendas religiosas, siempre y en toda parte suscitadas por cuestiones dogmáticas.

“Para los hombres, especialmente, la enseñanza moral de Jesús constituye una regla de conducta que abarca todas las circunstancias de la vida pública o privada, los preceptos de todas las relaciones sociales basadas en la más rigurosa justicia; y es, en fin, y arriba de todo, el camino infalible de la felicidad venidera…” (“El Evangelio según el Espiritismo”, Introducción, ítem 1.) 



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita