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Año 6 292 – 23 de Diciembre de 2012
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Como vemos Jesús


Cinco años atrás, en vísperas de la Navidad de 2007, publicamos en esta revista el Especial titulado “Como el Espiritismo ve Jesús y la moral cristiana” -  http://www.oconsolador.com.br/36/especial.html -, un texto que vale la pena acordarnos siempre, para enseñar al lector la reverencia con que el Espiritismo trata la persona de Jesús y sus enseñanzas. 

En los ítems 6 y 7 del capítulo I d’ El Evangelio según el Espiritismo, Kardec escribió: 

“La ley del Antiguo Testamento tuvo en Moisés su personificación; la del Nuevo Testamento la tiene en Cristo. El Espiritismo es la tercera revelación de la ley de Dios, pero no tiene como personificación ninguna individualidad, porque es fruto de la enseñanza dada, no por un hombre, pero sí por los Espíritus, que son las voces del Cielo, en todos los puntos de la Tierra, con el concurso de una multitud innumerable de intermediarios. Es, de cierta manera, un ser colectivo, formado por el conjunto de los seres del mundo espiritual, cada uno de los cuales trae el tributo de sus luces a los hombres, para tornarles conocido ese mundo y la suerte que los espera.  

“Así como el Cristo dice: ‘No vine destruir la ley, pero cumplirla’, también el Espiritismo dice: ‘No vengo destruir la ley cristiana, pero darle ejecución’. Nada enseña en contrario a lo que enseñó el Cristo; pero desarrolla, completa y explica, en términos claros y para toda gente, lo que fue dicho apenas bajo forma alegórica. Viene cumplir, en los tiempos predichos, lo que el Cristo anunció y preparar la realización de las cosas futuras. Él es, pues, obra del Cristo, que preside, como igualmente lo anunció, a la regeneración que se opera y prepara el reino de Dios en la Tierra”.  

Analizando el texto arriba en la Introducción al Libro de los Espíritus (LAKE, 3ª edición, págs. 11 y 12), Herculano Pires afirma, con la autoridad intelectual que conocemos, que la Biblia es la codificación de la primera revelación cristiana, el Espiritismo, la codificación de la tercera revelación, y el Evangelio representa la segunda revelación, “la que brilla en el centro de la tríada de esas revelaciones”, teniendo en la figura del Cristo el sol que ilumina las dos otras, una como que “intervención directa del Alto para la reorientación del pensamiento terreno”.  

¡Sol que ilumina las dos otras! Herculano no podría haber sido más feliz al escribir tales palabras y, no obstante, apenas confirmaba lo que, mucho antes de él, Léon Denis y Emmanuel habían escrito a respecto del amigo espiritual cuyo aniversario de nacimiento se conmemorará de aquí dos días. 

El “gobernador espiritual” de nuestro planeta, de acuerdo con las palabras de Léon Denis, tuvo realmente, y continua teniendo, un papel fundamental en la organización y el rumbo del mundo donde vivimos, como podemos inferir leyendo este pequeño texto que Emmanuel insirió en el cap. 1 del libro A Camino de la Luz.   

“Pregonan las tradiciones del mundo espiritual que en la dirección de todos los fenómenos, del nuestro sistema, existe una Comunidad de Espíritus Puros y Electos por el Señor Supremo del Universo, en cuyas manos se conservan las riendas directivas de la vida de todas las colectividades planetarias. Esa Comunidad de seres angélicos y perfectos, de la cual es Jesús uno de los miembros divinos, a lo que nos fue dado saber, apenas ya se reunió, en las proximidades de la Tierra, para solución de problemas decisivos de la organización y del rumbo de nuestro planeta, por dos veces en el curso de los milenios conocidos. La primera se averiguó cuando el orbe terrestre se desprendía de la nebulosa solar, a fin de que se lanzasen, en el Tiempo y en el Espacio, las balizas del nuestro sistema cosmogónico y los pródromos de la vida en la materia en ignición, del planeta, y la segunda, cuando se decidió la venida del Señor a la faz de la Tierra, trayendo a la familia humana la lección inmortal de su Evangelio de amor y redención.”   

No fue, por lo tanto, sin razón que Allan Kardec, al comentar la respuesta dada por los inmortales a la pregunta 625 d’ El Libro de los Espíritus, escribió: “Jesús es para el hombre el tipo de la perfección moral a que puede aspirar la humanidad en la Tierra. Dios nos lo ofrece como el más perfecto modelo, y la doctrina que él enseñó es la más pura expresión de su ley, porque él estaba poseído del espíritu divino y fue el ser más puro que ya apareció sobre la Tierra”.



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita