WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português   Inglês    
Año 6 290 – 9 de Diciembre de 2012
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Como deben actuar los que
se dicen cristianos


Algo que nos sorprende a todos en Brasil es la falta de compromiso con la causa del Evangelio, por parte de un número expresivo de personas que en nuestro país se dicen cristianas, un contingente que alcanza cerca de 90% de la población brasileña. Los números del Censo que enseñan ese porcentaje pueden ser averiguados en un reportaje publicado en la edición 246 de esta revista. He aquí el link:
http://www.oconsolador.com.br/ano5/246/especial2.html   

Es seguramente esa falta de compromiso que explica el nivel de violencia, corrupción y decadencia moral, de que la prensa brasileña nos da cuenta diariamente. 

En un país con un porcentaje tan elevado de personas supuestamente cristianas, el cuadro social y económico debería ser, necesariamente, diferente. Pero no es lo que se ve, una vez que los hechos demuestran que la sociedad brasileña se encuentra, en sus más variados sectores, distanciada de aquello que se puede considerar una vivencia cristiana legitima. “Mis discípulos serán conocidos por mucho que se amen”, he aquí una frase de Jesús que nadie ignora. ¿Llegaremos un día a verla plenamente realizada?  

La vivencia cristiana legítima, como es fácil deducir meditando en las lecciones del Evangelio, implica en un clima de convivencia social en que la fraternidad impera y en la cual todos se ayudan y se socorren, buscando dirimir, solidariamente, sus dificultades y problemas.  

Vivir el mensaje del Evangelio es convivir con el prójimo, aceptándolo tal cual es, con sus defectos e imperfecciones, sin la pretensión de corregirlo. El cristiano de verdad inspira el semejante con bondad, para que él mismo despierte y cambie de conducta por decisión propia, jamás por imposición de terceros. 

Aislarse del mundo, a pretexto de crecer espiritualmente, no pasa de una experiencia ya intentada en el pasado, donde el egoísmo predomina, porque aparta la persona de la lucha que forja héroes y construye los santos de la abnegación y de la caridad.  

De acuerdo con lo que aprendemos en la doctrina espirita, tal procedimiento es un equívoco, y que no puede agradar a Dios una vida en que el individuo, deliberadamente, decide no ser útil a nadie. Es evidente que no nos referimos aquí a los que se apartan del nuestro medio para buscar en el retiro la tranquilidad exigida por ciertas ocupaciones, ni a los que se recogen a determinadas instituciones cerradas para dedicarse, amorosamente, al socorro de los desgraciados.    

Esos, a pesar de apartados de la convivencia social, prestan, indiscutiblemente, excelentes trabajos a la sociedad y adquieren doble mérito porque tienen a su favor, además de la renuncia a las satisfacciones mundanas, la práctica de las leyes del trabajo y de la caridad cristiana.  

Según Joanna de Ângelis, al bajar de las Regiones Felices al valle de las aflicciones para ayudarnos, Jesús nos enseñó como deben actuar los que se dicen cristianos. Él no convocó a sí los privilegiados, pero los infelices, los rebeldes, los rechazados, soportando sus inmoralidades y amándolos.  

Recordando el ejemplo del Maestro, la mentora espiritual de Divaldo P. Franco nos recomienda (Leyes morales de la Vida, cap.31):  

“Atesta tu confianza en el Señor y la excelencia de tu fe mediante la convivencia con los hermanos más desventurados que tú mismo. 

Seles la lámpara encendida a clarificarles la marcha. 

Nada esperes de los otros. 

Sé tú quien ayuda, disculpa, comprende. 

Si ellos te engañan o te traicionan, si te censuran o te exigen lo que no te dan, amaos más, sufríos más, una vez que son más carentes de socorro y de amor de que lo supones.   

Si consiguieras convivir pacíficamente con los amigos difíciles y hacerlos compañeros, tendrás logrado éxito, luego Jesús en tu corazón estará siempre reflexionado en el trato, en el intercambio social con los que te buscan y con los cuales asciendes en la dirección a Dios.”  



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita