WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 289 – 2 de Diciembre de 2012

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 

 

Lilico, el egoísta

 

Lilico era un niño muy egoísta. En todas las situaciones, sólo pensaba en sí mismo.

Cierto día, en la escuela, la profesora dio un texto para que los alumnos leyesen y después explicaran lo que habían entendido.

Lilico vio una palabra que no conocía y preguntó:

— Profesora, ¿qué es egoísmo?

La profesora pasó los ojos por el grupo e indagó:

— ¿Alguien sabe lo que significa egoísmo? 
   

Lúcio, uno de los alumnos, levantó la mano:

— ¡Yo lo sé, profesora! Mi madre me explicó que egoísmo es la cualidad de la persona que sólo piensa en sí misma. Ella sólo ve sus propios intereses y voluntades.

— ¡Felicidades, Lúcio! Es eso mismo. Egoísta es la persona que no divide nada con nadie;  y, si tuviera

que dividir, cogerá siempre la parte mejor o mayor para sí.

Todo el grupo tocó las palmas, jugueteando con Lúcio, que era el alumno más experto de la sala.

Lilico, sin embargo, bajó la cabeza, preocupado, pensando: ¡¿Entonces yo soy egoísta?!...

Otra alumna, Margarida, quiso saber:

— ¿Profesora, pero por qué ser egoísta es malo?

— Porque la persona se hace muy infeliz. Como sólo piensa en ella, acaba no teniendo amigos y, cuando los tiene, con el tiempo ellos se alejan. ¡A nadie le gusta la gente que sólo piensa en sí, pues acaban percibiendo que ella no le gusta a nadie, sólo de ella misma!

Sonó la señal y los alumnos salieron rápidamente de la sala, con prisa para llegar a casa.

Lilico arregló sus cosas y salió también. Aún recordando lo que la profesora había dicho, percibió que sus compañeros salieron en grupos, y ni se acordaron de él, que quedó para atrás.

Él llegó a casa serio y pensativo. La madrecita quiso saber lo que había ocurrido.

— Nada, mamá. No ocurrió nada.
 

— Entonces venga a almorzar, hijo mío. Tu padre y tu hermana ya llegaron.

Sentado a la mesa, Lilico continuaba preocupado y preguntó:

— Papá, si alguien no está satisfecho consigo mismo, ¿puede cambiar?

— ¡Claro, hijo mío! Podemos cambiar en cualquier momento. Basta tener voluntad de cambiar y perseverancia para mantener nuestras buenas intenciones.

Oyendo eso, Lilico pensó: Mañana voy a comenzar a cambiar. No quiero ser más egoísta.

En ese momento, la pequeña Kátia, su hermanita, le pidió a él que colocase el zumo en el vaso de ella. Lilico cogió la jarra e iba a servirse en primer lugar, llenando el vaso. Recordando de su voluntad de cambiar, decidió comenzar en aquella hora.

Entonces, entregó aquel vaso a la hermana, y sólo entonces puso zumo para sí mismo.

Terminado el almuerzo, la madre trajo la sobremesa. ¡Era un pudín que Lilico adoraba! Como no quedaba mucho, él cogió su plato y avanzó, pensando en colocar todo para sí. Sin embargo, una luz se encendió en la cabecita de él y, acordándose del egoísmo, se sirvió  una pequeña porción. La madre, que lo conocía bien, comento:

— ¡Felicidades, Lilico! Tú actuaste muy bien. Pensaste no sólo en ti, sino en todos los de la familia.

Lilico quedó satisfecho. La hermana lo miraba con otros ojos, sonriendo admirada para él. 

Más tarde, la hermanita pidió un juguete prestado de Lilico. Él iba a rechazar, sin embargo pensó mejor y fue personalmente a su cuarto a buscar el juguete, que entregó a la hermana. Contento, ella le dio un abrazo apretado y lleno de afecto, diciendo:

— ¡Me gustas mucho, mi hermano querido!

El corazón de Lilico pareció aumentar de tamaño de tanta alegría.

En aquel momento, él entendió por qué quién es egoísta aleja a las personas. Nadie le gusta gente que sólo piensa en sí misma. Mientras que el amor aproxima a las personas, haciéndolas felices con ese cambio de sentimientos buenos.

Al día siguiente, Lilico fue a la escuela sintiéndose más satisfecho consigo mismo. Aquella cosa buena que él tenía en el corazón, parece que envolvía a todos sus compañeros, pues ellos fueron acercándose a él para charlar.

En cierto momento, Toninho se aproximó y pidió:

— Lilico, ¿tú puedes prestarme tu pluma? La mía se estropeó y no tengo otra.

Inmediatamente, Lilico la entregó para el compañero, afirmando:

— Puedes quedarte con ella, Toninho. Tengo otra en la mochila.  

Los compañeros intercambiaron una mirada llena de admiración, pues Lilico no era de hacer gentilezas, y Lúcio preguntó:

— Tú estás diferente hoy, Lilico. ¿Qué pasó?

— Descubrí que ser egoísta es muy triste. Aleja a las personas. Sólo el amor nos aproxima a unos de los otros. De ese modo, entendí por qué Jesús dijo que debemos hacer a los otros lo que queremos que los otros nos hagan. ¡Esa es la receta de la felicidad!

Los colegas se abrazaron contentos. Un sentimiento diferente los unía. Ahora no eran sólo compañeros. ¡Eran amigos!


                                                                 
MEIMEI


(Recebida por Célia X. de Camargo em Rolândia-PR, aos 12/11/2012.)       

 


                                                                                   



O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita