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Año 6 285 – 4 de Noviembre de 2012
AMERICO DOMINGOS NUNES FILHO     
amecgs@gmail.com      
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)
 
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 
 


Americo Domingos Nunes Filho

El profeta Daniel y la crisis europea


Daniel, en sus profecías, alude a la nueva Tierra transformada
en un mundo de regeneración, bajo la égida de Jesús,
nuestro maestro y guía

 
La presciencia de algunos hechos del futuro es tema relevante, enseñando a los que niegan su paternidad divina momentos de intensa reflexión. Algunos hechos previstos por médiums de presentimientos, una variedad de los médiums inspirados (“El Libro de los Médiums”, cap. XV, nº 184), avalan fuertemente las convicciones materialistas.

Es importante acentuar, con todo, que acerca de la previsión del futuro no debemos aceptar la posibilidad que los fenómenos de la Historia anden con antecedencia programados, ya que, en ese caso, estaríamos delante de la fatalidad, hiriendo abiertamente nuestro libre albedrío.

Creemos que entidades situadas en escalones de alta jerarquía espiritual, dotadas de gran conocimiento psicológico, pueden, por la experiencia y por el conocimiento ya adquiridos en milenios por la experiencia de las reencarnaciones, antever el futuro de la humanidad terrestre, sin que los destinos estén trazados, así como un padre puede prever la reacción de algunos de sus hijos.

Un Espíritu superior, alejado de los parámetros del mundo físico, viviendo en la Quinta Dimensión, dentro de la Eternidad, un tiempo real que no existe, tiene la capacidad de saber si determinada criatura será feliz en su tarea en la vida somática. De ahí poder prever el futuro de los que viven en la Tierra; si él no lo hace, es porque el conocimiento del futuro será nocivo para el hombre; trabara su libre albedrío; paralizará al hombre en su trabajo, que debe efectuar para su progreso; el bien y el mal que espera, estando en lo desconocido, son, para él, la prueba”. (“La Génesis”, página 307, Ed. Lake.)

Allan Kardec, en la misma obra, dice que “el tiempo no es sino una medida relativa de la sucesión de las cosas transitorias; la eternidad no es susceptible de ninguna medida, del punto de vista de su duración; para ella, no hay comienzo ni fin: para ella, todo es el presente”. Continúa el Codificador: ¡¿Si siglos y siglos son menos que un segundo en relación a la eternidad, qué será entonces la duración de la vida humana?!” (Obra cit., cap. VI, pág. 90.)

Los Espíritus desmaterializados son como el hombre de la montaña; el espacio y la duración no existen para ellos

Continuando en el estudio, ahora en el capítulo XVI de “La Génesis”, el insigne maestro lionés hace una comparación bien ilustrada: “Supongamos un hombre colocado en lo alto de una montaña, para observar la vasta extensión de la llanura. En esa situación, el espacio de una legua será poca cosa para él, y podrá fácilmente abarcar en un sólo golpe de vista todos los accidentes del terreno, desde el comienzo hasta el fin del camino. El viajero que sigue este camino por primera vez sabe que, caminando, llegará al fin de el; he ahí una previsión simple de la consecuencia de su marcha; sin embargo los accidentes del terreno, las subidas y los descensos, los ríos que vencer, los bosques a atravesar, los precipicios en los cuales podrá caer, los salteadores escondidos para saquearle los equipajes, las casas hospederas en las cuales podrá reposar, todo eso es independiente de su persona; es para él el desconocido, el futuro, pues su vista no se extiende más allá del pequeño círculo que la rodea. En cuanto a la duración, él la mide por el tiempo que consume en recorrer el camino; retiradle los puntos de referencia, y la duración se borra. Para el hombre que está en lo alto de la montaña y que acompaña su viaje, todo eso es el presente. Supongamos que el observador descienda cerca del viajero y le diga: “En tal momento encontraréis tal cosa, seréis atacado y socorrido”; estará previendo el futuro. El futuro existe para el viajero; para quien está en lo alto de la montaña, ese futuro es el presente. (“La Génesis”, Ed. Lake, página 306.)

“Si saliéramos del círculo de las cosas puramente materiales, y si por el pensamiento entráramos en el dominio de la vida espiritual, veremos ese fenómeno producirse en una escala mayor. Los Espíritus desmaterializados son como el hombre de la montaña; el espacio y la duración no existen para ellos. Pero la extensión y la penetración de la vista son proporcionadas a la depuración de ellos y a la elevación que alcanzaron en la jerarquía espiritual. Con relación a los Espíritus inferiores, aquellos son como hombres abastecidos de fuertes telescopios, al lado de otros que sólo disponen de los ojos. En los Espíritus inferiores, la visión es circunscrita, no sólo porque ellos difícilmente pueden alejarse del globo a que se hallan prendidos, como también porque la grosería de sus periespíritus les vela las cosas distantes, de igual manera que una niebla las oculta a los ojos del cuerpo”. (“La Génesis”, Ed. FEB.)

En el Antiguo Testamento, como sabemos, el Libro de Daniel hace referencia a algunos eventos futuros

Aunque los Espíritus Superiores puedan tomar conocimiento del futuro, debido al hecho de que los habitantes terrenos estén subordinados a su libre albedrío, ignoran las fechas precisas de los acontecimientos, desde que el hombre ejerce la libertad de elección y de la ejecución de sus tareas, adelantándose o atrasándose en esa aspiración. El Maestro Jesús dice, acerca de su vuelta a la Tierra, que “acerca de aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el hijo, sino solamente el Padre”. (Mateo 24:36.)

En realidad, el futuro no está predeterminado, ya que el fatalismo no existe. El hombre es responsable por lo que piensa y hace. A través de la libertad de acción, él representa, en el escenario de la vida, el actor que desarrolla el tema de acuerdo con su voluntad.

En efecto, sabemos que seres dotados de gran potencial de liderazgo piden, en la vida espiritual, otra oportunidad, una nueva oportunidad, para reencarnar y rectificar un grave error cometido en el pasado. Y nuevamente fallan. Fracasan, a pesar de la misión bien significativa que lograron alcanzar. No hubo fatalidad y, sí, respeto al libre albedrío. Es claro que Espíritus elevadísimos con facilidad pueden prever el mal éxito de esas tareas y saben que “el escándalo es necesario” (Mateo 18:7), para servir como medio de crecimiento espiritual para muchos otros seres.

En el Antiguo Testamento, el Libro de Daniel hace referencias a algunos eventos futuros, logrando el profeta, a través del desdoblamiento o proyección de la conciencia, o sea, liberándose por la noche de su cuerpo físico, certificarse, en la dimensión espiritual, del sueño del rey Nabuconodosor y de su explicación

En verdad, el profeta reveló, en pocas palabras, acontecimientos futuros de más de dos mil  quinientos años, hablando acerca del Imperio Babilónico (“tú eres la cabeza de oro”) (Daniel 2:38), después el predominio persa, la “monarquía de plata” (“se levantará otro reino...”) (Daniel 2:39), después desveló eltercer reino de bronce” (Daniel 2: 39), dominio de Alejandro III, el Grande, el precursor del helenismo, comandando los soldados griegos, los cuales utilizaban vestimentas y armaduras de bronce.

No por la diplomacia, ni por el casamiento entre
los nobles de los diferentes reinos, hubo
la fusión de los europeos

A continuación, reveló el cuarto reino, que sería “fuerte como el hierro; pues el hierro todo quiebra y desmenuza” (Daniel 2:40), previendo la aparición de la monarquía romana, mucho más poderosa que las citadas anteriormente. Los romanos usaban el hierro para la confección de espadas y otros armamentos, como en la fabricación de ruedas y escudos.

Después, el vidente prevé el desmoronamiento del Imperio Romano, siendo uno de los factores principales las invasiones de los bárbaros, surgiendo, entonces, la creación de varios reinos, como los anglo-sajones, los visigodos, los lombardos, dando formación a algunas naciones europeas: “como la que viste de los pies y de los dedos en parte de barro y de hierro, eso será un reino dividido” (Daniel 2:41). A continuación, vaticinó que ese reino fragmentado tiene “alguna cosa de la firmeza del hierro” (Daniel 2:41), aunque estuviera el hierro mezclado con el barro. Realmente, el responsable principal por todo eso fue el Cristianismo, que ocupó un papel preponderante en la integración de los bárbaros, ya que estos fueron convertidos al Catolicismo. A la vez, los bárbaros respetaban a los romanos, por cuanto deseaban tener vida semejante a la de ellos.

Aunque sea, actualmente, por algunos historiadores, cuestionadas la autoría y algunas predicciones relacionadas a los babilónicos y griegos, argumentando que el libro de Daniel había sido escrito después, llama la atención el relato final cuando lo advenimiento judío, en la interpretación del sueño, acerca de la destrucción de los pies del monumento formado de barro e hierro, así profetizó: “En cuanto al que viste de hierro mezclado con barro, se mezclarán mediante boda, pero no se conectarán uno al otro, así como el hierro no se mezcla con el barro” (Daniel 2:43).

Impresionante esa predicción, por cuanto ni por la fuerza, a través de Carlos Magno, Carlos V, Luís XIV y Napoleón, se consiguió amalgamar los reinos en un sólo imperio. Ni por la diplomacia, ni por la boda entre los nobles de los diferentes reinos, hubo la fusión de los europeos.

Europa pasa por momentos muy preocupantes con el desánimo de la economía y la crisis de ahí deriva

Daniel previó la falta de unidad de los países de Europa, comprobado mucho después por la aparición del nazismo, del comunismo, de las dictaduras en Grecia, Portugal y España, como también la intensa división que ocurrió en la Unión Soviética, en Checoslovaquia y, de forma especialmente violenta, en Yugoslavia, resaltando, en la actualidad, la falta de coordinación política para resolver la grave crisis socioeconómica actual, alcanzando a la Unión Europea, acarreando endeudamiento público elevado de las naciones del bloque, principalmente de Grecia, Portugal, España, Italia e Irlanda.

Europa pasa por momentos muy preocupantes con el desánimo de la economía, la fuga de capitales de inversores, el aumento acentuado del desempleo, la escasez de crédito, el intenso descontento popular con el corte de salarios, el congelamiento de beneficios sociales, las medidas de reducción de gastos y la caída o el pequeño crecimiento del PIB de los países europeos. Importa enfatizar también el fenómeno profético, considerando que no todas las naciones de la Unión Europea utilizan el euro como moneda oficial. Otro dato a ser considerado actualmente es el movimiento que busca la separación del territorio Vasco de España.

Terminando la profecía, Daniel dijo que después “el Dios del Cielo suscitará un reino que no será jamás destruido...” (Daniel 2:44), por cuanto “la piedra, que hirió la estatua, se hizo en una gran montaña que llenó toda la tierra” (Daniel  2:35.)

Jesús es denominado “la piedra angular” (Efesios 2:20 y 1ª Pedro 2:6) y, ciertamente, Daniel alude a la nueva Tierra transformada en mundo de regeneración, bajo la égida del Maestro. Ese reino de paz estará destinado a los que sigan en espíritu y en verdad a Cristo, practicando sus enseñanzas y siendo recibidos en el mundo transformado, con el título de servidor del bien.


Américo Domingos Nunes Filho, del Rio de Janeiro-RJ, es médico.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita