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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 6 277 – 9 de Septiembre de 2012

 
                                                            
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

La lechuza miedosa

 

En medio del bosque, entre árboles frondosos y flores silvestres, vivía una pequeña lechuza llamada Cacá.

Aunque hubiera nacido en aquel ambiente y crecido entre animales amigos y bondadosos, Cacá vivía atormentada por el miedo. Veía peligro en todos los lugares, detrás de cada árbol y un enemigo bajo cada piedra.

Durante el día, andaba tropezando con las cosas, como todos los de su especie, incapaz de ver. Pero cuando la noche caía, el sufrimiento de Cacá era mayor.

Temiendo moverse, permanecía en la rama del árbol que le servía de abrigo, temblando de los pies a la cabeza, con aquellos grandes ojos abiertos que el Señor le había concedido.  

Al más pequeño ruido, escondía la cabeza entre las alas y quedaba allí, escondida y trémula.

Un día, el maestro Lechuza, que era muy inteligente y sabido, se aproximó a Cacá e invitó:

— ¿Vamos a dar una vuelta?

Cacá levantó la cabeza, temerosa:

— Me gustaría mucho, maestro Lechuza, pero no puedo. ¡Oh! ¡Como sufro yo! — y echó a llorar.
 

Abriendo aún más los ojos, el maestro lechuza exclamó:

— ¡Ahora con esa! ¿Por qué no puedes?

Mirando para todos los lados, Cacá murmuró con miedo:

— ¿El Maestro no oye el ruido del monstruo que se aproxima?

— ¿Monstruo? ¡Pero, Cacá, no existe monstruo ninguno!

— ¿Cómo no? ¡Oiga el ruido! ¿Y el lobo feroz que me acecha, aguardando una oportunidad para comerme?
 

— ¿Lobo? ¡Pero no existen lobos en este bosque! ¿Tú ya los viste?

— No necesito verlo para saber que existe. Oígo siempre sus aullidos.

— ¡Es el miedo que te hace ver cosas, Cacá!

— Sabía que el maestro Lechuza no iba a creer en mí. ¡Ah! ¡Y tiene aún un fantasma que me espía entre los árboles con sus ojos fulgurantes!

Moviendo la cabeza, el maestro Lechuza le afirmó con calma y delicadeza:

— Cacá, yo creo que tú oigas todo lo que dices. Pero tu miedo hace que interpretes errado todo lo que oyes y ve.

Y, tomando una decisión, le ordenó: — Ven conmigo.

— ¡No! ¡Tengo miedo! — exclamaba la miedosa lechucita.

— No tengas recelos. Verás que todo tiene una explicación muy simple. Bien, ¿por dónde comenzamos? ¿De que lado dices tú que venía el monstruo?

— ¡De aquel!

Volaron, con cuidado y atención, en la dirección que Cacá apuntó. Al lleguen cerca del lugar de donde venía el ruido, el maestro Lechuza alejó algunas ramas y encontró los tiernos ojos de Doña Corza y sus hijitos.

— ¡Ah, Maestro Lechuza! Mis hijitos no quieren acomodarse esta noche. Ya se hace tan tarde y ellos no duermen — se justificó la mamá Corza.

Al verlos, Cacá respiró aliviada.

— ¿Estás más tranquila ahora? ¡El ruido del “monstruo” era simplemente el ruido de los venaditos agitándose en el suelo de hojas secas!

— Está bien! Pero, y el lobo? — dijo Cacá.

Volaron en la dirección que Cacá había afirmado haber oído aullidos, hasta llegar a una cueva. El ruido parecía venir de allá.

Cacá quedó escondida, pues solamente el Maestro Lechuza tuvo coraje de aproximarse. Entró en la cueva e inmediatamente salió dando una carcajada.

— ¡No tiene lobo ninguno, Cacá!... ¿Sabes lo que hace ese ruido? El viento pasa por una abertura de la cueva y silba, produciendo ese sonido, semejante al de un aterrador aullido. Veamos ahora el fantasma.

Volaron para el lugar donde Cacá afirmó haber visto dos ojos fulgurantes que la miraban. ¿Sabes lo que era? Sólo el reflexo de la luz de la luna en los salientes de una piedra.

Avergonzada, Cacá bajó la cabeza.

— ¿Está viendo? El miedo está en nuestra cabeza, Cacá. Tenemos miedo de todo lo que no vemos y de todo lo que no conocemos. En verdad, necesitamos aprender a confiar en Dios, que nunca abandona a sus hijos — le habló el amigo.

Cacá estuvo de acuerdo con el Maestro Lechuza y, de aquel día en adelante, se hizo una lechucita mucho más tranquila y feliz.

¡Y nunca más vio peligro donde no existía!
 

                                                                           TIA CÉLIA



                                                                                   



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Revista Semanal de Divulgación Espirita