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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 – Nº 275 – 26 de Agosto de 2012

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 25)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. Cuál es el mayor escollo de la mediumnidad?

B. ¿Cuáles son las principales variedades de obsesión?

C. ¿Cómo podemos reconocer la presencia de la obsesión?

D. ¿Cuáles son las causas de la obsesión?

Texto para la lectura

232. Los Espíritus superiores pueden vencer la mala voluntad del Espíritu encarnado que les sirve de intérprete y de los que le rodean, pero no asisten a las reuniones donde su presencia es inútil. En los ambientes poco instruidos, pero donde existe sinceridad, se hacen presentes de buena gana, pero no en los medios instruidos donde domina la ironía. En tales medios, es necesario que se hable a los oídos y a los ojos: ése es el papel de los Espíritus golpeadores y burlones. Conviene que aquellos que se enorgullecen de su ciencia sean humillados por los Espíritus menos instruidos y menos adelantados. (Ítem 231, preguntas 2 y 3) 

233. A los Espíritus inferiores les es permitido el acceso a las reuniones serias, para que aprovechen las enseñanzas que allí se dan; pero se mantienen silenciosos en ellas, como atolondrados en una asamblea de gente ponderada. (Ítem 231, pregunta 4)

234. Donde quiera que haya una reunión de hombres, hay alrededor de ellos una asamblea oculta, que simpatiza con sus cualidades o con sus defectos, independientemente de toda idea de evocación. (Ítem 232)

235. No siempre es suficiente que una asamblea sea seria para recibir comunicaciones de un orden elevado. Hay personas que nunca ríen y no por eso su corazón es puro. Ahora bien, es el corazón sobre todo el que atrae a los buenos Espíritus. Por allí se ve la enorme influencia que el medio ejerce sobre la naturaleza de las comunicaciones espíritas inteligentes. Podemos decir, pues, de manera resumida, que las condiciones del medio serán tanto mejores cuanta más homogeneidad hubiera para el bien, más sentimientos puros y elevados, más deseo sincero de instrucción, sin ideas preconcebidas. (Ítem 233)

236. Entre los escollos que presenta la práctica del Espiritismo es necesario colocar en primera línea, a la obsesión. (Ítem 237)

237. En la obsesión simple, el médium sabe muy bien que se encuentra preso de un Espíritu mentiroso y éste no se disfraza, no disimula de ninguna manera sus malas intenciones y su propósito de contrariar. El médium reconoce sin dificultad la fechoría y, como se mantiene en guardia, rara vez es engañado. (Ítem 238)

238. La fascinación tiene consecuencias mucho más graves, pues es una ilusión producida por la acción directa del Espíritu sobre el pensamiento del médium y que, de cierta manera, le paraliza el razonamiento en relación a las comunicaciones. El médium fascinado no cree que lo estén engañando: el Espíritu tiene el arte de inspirarle una confianza ciega. (Ítem 239)

239. La subyugación es una constricción que paraliza la voluntad de aquél que la sufre y le hace actuar a pesar suyo. El paciente queda bajo un verdadero yugo, que puede ser moral o corporal. En la subyugación moral, el subyugado es obligado a tomar resoluciones muchas veces absurdas que, por una especie de ilusión, juzga sensatas; es como una fascinación. En la corporal, el Espíritu actúa sobre los órganos materiales y provoca movimientos involuntarios. (Ítem 240)

240. Antiguamente se daba el nombre de posesión al dominio ejercido por los malos Espíritus, cuando la influencia llegaba hasta la aberración de las facultades de la víctima. La posesión sería, para nosotros, sinónimo de la subyugación, pero esta última palabra expresa mejor la idea. Así, para nosotros, no hay poseídos, en el sentido vulgar del término, hay sólo obsesos, subyugados y fascinados. (Ítem 241) (1)  

Respuestas a las preguntas propuestas

A. Cuál es el mayor escollo de la mediumnidad?

Entre las dificultades que presenta la práctica del Espiritismo es necesario poner en primera línea a la obsesión, esto es, el dominio que algunos Espíritus saben ejercer sobre ciertas personas. La obsesión sucede por el deseo de los Espíritus inferiores, que quieren dominar. Los buenos Espíritus no hacen ninguna imposición; aconsejan, combaten la influencia de los malos, y si no son escuchados, se retiran. Los malos, por el contrario, se aferran al que le ofrece facilidades; si logran dominar a alguien, se identifican con su Espíritu y lo conducen como a un verdadero niño. (El Libro de los Médiums, ítem 237.)

B. ¿Cuáles son las principales variedades de obsesión?

Son la obsesión simple, la fascinación y la subyugación. La obsesión simple tiene lugar cuando un Espíritu malo se impone a un médium, se inmiscuye contra su voluntad en las comunicaciones que recibe, impidiéndole comunicarse con otros Espíritus y sustituye a los que son evocados. La fascinación es una ilusión producida por la acción directa del Espíritu sobre el pensamiento del médium y que de alguna manera paraliza su juicio con respecto a las comunicaciones. El médium fascinado no se cree engañado: el Espíritu tiene el arte de inspirarle una confianza ciega que le impide ver el engaño y comprender lo absurdo de lo que escribe, incluso, aunque sea evidente a los ojos de todos; la ilusión puede hasta hacerle ver lo sublime en el lenguaje más ridículo. La subyugación es una presión que paraliza la voluntad de quien la sufre y le hace actuar contra su voluntad. La persona queda bajo un verdadero yugo, que puede ser moral o corporal, llevando a veces a la persona obsesa a realizar los actos más ridículos. (Obra citada, ítems 238 a 240.) 

C. ¿Cómo podemos reconocer la presencia de la obsesión?

La obsesión presenta las características siguientes: 1º - Persistencia de un Espíritu en comunicarse, lo quiera el médium o no, a través de la escritura, la audición, la tiptología, etc., impidiendo que otros Espíritus puedan hacerlo; 2º - La ilusión que, no obstante la inteligencia del médium, le impide reconocer la falsedad y el ridículo de las comunicaciones recibidas; 3º - Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas; 4º - Confianza del médium en los elogios que le hacen los Espíritus que se comunican por su intermedio; 5º - Predisposición a alejarse de las personas que pueden darle advertencias útiles; 6º - Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que recibe; 7º - Necesidad incesante e inoportuna de escribir; 8º - Cualquier sujeción física que domine la voluntad y fuerce al médium a actuar o hablar contra su voluntad; 9º - Ruidos y movimientos persistentes a su alrededor, y de los cuales él es la causa o el objeto. (Obra citada, ítem 243.)

D. ¿Cuáles son las causas de la obsesión?

Las causas de la obsesión varían según el carácter del Espíritu: a veces es una venganza que él ejerce sobre un individuo del cual tuvo motivos de queja durante su vida o en otra existencia; con frecuencia el motivo es sólo el deseo de hacer mal, porque si él sufre, experimenta una especie de gozo en hacer sufrir a los demás, en atormentarlos, en vejarlos. Así, la impaciencia que la víctima demuestra lo estimula, por cuanto irritándolo y demostrando despecho, la víctima hace exactamente lo que el Espíritu quiere. Otros actúan por odio y envidia al bien; he ahí por qué dirigen sus miras maléficas sobre las personas honradas. Hay, finalmente, los que así actúan movidos por un sentimiento de cobardía, que los lleva a aprovecharse de la debilidad moral de ciertos individuos que saben que son incapaces de resistirles. Se debe agregar a esa lista los Espíritus obsesores sin maldad, que incluso poseen algo de bondad, pero que tienen el orgullo del falso saber, y debido a esto, buscan médiums bastante crédulos para aceptarlos a ojos cerrados, a quienes fascinan impidiéndoles discernir lo verdadero de lo falso. La venganza constituye, sin embargo, la causa más común de los fenómenos obsesivos. (Obra citada, ítems 245 y 246.)
 

(1)  Kardec modificó posteriormente su pensamiento sobre el tema posesión, cuya existencia él admite y explica. Vea al respecto el libro La Génesis, cap. XIV, ítems 45 y siguientes.

 

 

 


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