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Año 6 264 – 10 de Junio de 2012     
PAULO NETO
paulosnetos@gmail.com
Belo Horizonte, MG (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 


Paulo Neto

Astrología: ¿se puede creer en sus presagios?


Consultado acerca de lo que la Doctrina Espírita dice sobre la Astrología, fuimos a la investigación y levantamos algunos puntos sobre este asunto.

Debemos, ante todo, saber lo que significa este término. Recurrimos a la Enciclopedia Encarta que trae lo siguiente:

Astrología, disciplina que observa, analiza y estudia las posiciones y movimientos de los astros, relacionándolos con fenómenos ocurridos en la Tierra. Los astrólogos afirman que la posición de los astros en la hora exacta del nacimiento de las personas — además de los movimientos astrales posteriores — influyen en el carácter y destino de los seres humanos. Los científicos niegan los principios de la astrología, pero millones de personas creen y la practican.

Los astrólogos hacen mapas astrales, también llamados horóscopos, localizando la posición de los astros en un momento determinado. En el mapa astral se encuentra la eclíptica — trayectoria aparente del sol, a través del cielo, durante el año — con las doce casas de los signos del zodíaco: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. A cada planeta (incluyendo el Sol y la Luna) se prestan características, dependiendo del lugar de la elíptica y del momento en que el horóscopo es hecho. El horóscopo también se divide en doce casas, relativas a las 24 horas gastadas por la Tierra para dar una vuelta completa en torno a su eje. Cada una de estas casas se relaciona con situaciones de la vida. Los astrólogos hacen sus previsiones interpretando la posición de los astros dentro de los signos y de las casas del horóscopo.

Sabiendo lo que es la Astrología podemos ver, ahora, lo que sobre ella encontramos en la Codificación Espírita. Vamos, inicialmente, a ver lo que tenemos en El Libro de los Espíritus (KARDEC, 1987, p. 326-332), primera obra publicada por Kardec:

867 – De dónde viene la expresión: ¿Nacer bajo una feliz estrella?

- Vieja superstición que conectaba las estrellas al destino de cada hombre; alegoría que ciertas personas tienen la tontería de tomar al pie de la letra.

Así, la respuesta de los Espíritus Superiores a Kardec coloca la influencia de los astros simplemente como mera superstición.

El conocimiento del futuro no es dado al hombre penetrar

859b – ¿Hay hechos que, forzosamente, deban ocurrir y que la voluntad de los Espíritus no pueda evitar?

- Sí, pero tú, cuando en estado de Espíritu, viste y presentiste, al hacer tu elección. Sin embargo no creáis que todo lo que ocurre esté escrito, como se dice. Un acontecimiento es, frecuentemente, la consecuencia de una cosa que hiciste por un acto de tu libre voluntad, de tal suerte que si no hubieras hecho esa cosa, el acontecimiento no ocurriría. Si te quemas el dedo, eso no es nada; es el resultado de tu imprudencia y la consecuencia de la materia. No hay sino los grandes dolores, los acontecimientos importantes que pueden influir sobre lo moral, que son previstos por Dios, porque son útiles a tu depuración y a tu instrucción.

Comprendemos, entonces, que ciertos acontecimientos ocurren en nuestra vida como consecuencia de actos que nosotros mismos practicamos. Si existe alguna influencia, es por cuenta de nuestras acciones y no de los astros. Además de que, las acciones son totalmente individuales, mientras que la que quieren decir que los astros poseen es colectivo, pues alcanza miles de personas a la vez. Por otro lado, ¿dónde quedaría nuestro libre albedrío si todo para nosotros estuviera predeterminado por los astros?

860 – El hombre, por su voluntad y por sus actos, ¿puede hacer que los acontecimientos que deberían ocurrir no ocurran, y viceversa?

- Él lo puede, desde que ese desvío aparente pueda  armonizarse con la vida que escogió. Además, para hacer el bien, como el debe ser, y como eso es el único objetivo de la vida, puede impedir el mal, sobre todo aquel que podría contribuir para un mal mayor.

Queda claro que si podemos cambiar algún acontecimiento es porque él no es fatal o un destino riguroso, que debemos cumplir o soportar. En virtud de eso, no tiene él cómo estar definido por posición o influencia de los astros.

868 – ¿El futuro puede ser revelado al hombre?

- En principio, el futuro le es oculto y no es sino en casos raros y excepcionales que Dios permite la revelación.

Si nuestro futuro estuviera determinado por la posición de los astros, ya no sería caso raro y excepcional, quedando, por lo tanto, en contradicción con la respuesta de los Espíritus.

La fatalidad es, de hecho, resultado de la elección que hizo el Espíritu

869 – ¿Con qué objetivo el futuro está oculto al hombre?

- Si el hombre conociera el futuro, descuidaría el presente y no actuaría con la misma libertad, porque sería dominado por el pensamiento de que, si una cosa debe ocurrir, no tendría que ocuparse de ella, o entonces, buscaría dificultarla. Dios no quiso que fuera así, a fin de que cada uno concursara para la realización de las cosas, aún a las cuales les gustaría de oponerse. Así, tú mismo, frecuentemente, preparas, sin desconfiar de eso, los acontecimientos que sobrevivirán en el curso de tu vida.

Es esta la explicación de los Espíritus por qué el futuro no nos es revelado. La muerte es un hecho que ocurrirá a todos nosotros, quiere decir, que todos nosotros conocemos ese hecho futuro; sin embargo nadie se prepara para él; así confirma lo que dijeron los Espíritus a Kardec.

851 – ¿Hay una fatalidad en los acontecimientos de la vida, según el sentido conectado a esa palabra, quiere decir, todos los acontecimientos son predeterminados? ¿En ese caso, en qué se vuelve el libre albedrío?

- La fatalidad no existe sino por la elección que hizo el Espíritu, encarnándose, de soportar tal o tal prueba. Escogiendo, él se hace una especie de destino que es la consecuencia misma de la posición en que se encuentra. Hablo de las pruebas físicas, porque para lo que es prueba moral y tentaciones, el Espíritu, conservando su libre albedrío sobre el bien y sobre el mal, es siempre señor de ceder o resistir. Un buen Espíritu, viéndolo flaquear, puede venir en su ayuda, pero no puede influir sobre él de manera a dominar su voluntad. Un Espíritu malo, quiere decir, inferior, mostrándole, exagerándole un peligro físico, puede sacudirlo y asustarlo; pero la voluntad del Espíritu encarnado no queda menos libre de todos los obstáculos.

¿Si un Espíritu bueno no puede influir de manera a dominar la voluntad de alguien, cómo un astro podría? Y si la fatalidad existe sólo por lo que nosotros escogemos, ¿dónde entra la influencia de los astros?

852 – Hay personas que una fatalidad parece perseguir independientemente de su manera de actuar; ¿la infelicidad no está en su destino?

- Puede ser que sean pruebas que ellas deben soportar y que escogieron. Pero, aún una vez, vosotros achacáis al destino lo que no es, lo que a menudo no es más que una consecuencia de vuestra propia falta. Cuando te aflijan los males, procura que tu conciencia esté pura, y estará medio consolado en parte.

Las llamadas constelaciones son agregados aparentes, no reales

Nuevamente confirmando que lo que queremos denominar como destino es sólo un reflejo de nuestras acciones y no por cualquier otro tipo de influencia.

En La Génesis, última obra publicada por Kardec, iremos a encontrar algunas consideraciones que sirven a nuestro estudio:

Los grupos que tomaron el nombre de constelaciones más no son que agregados aparentes, causados por la distancia; sus figuras no pasan de efectos de perspectiva, como las que las luces esparcidas por una vasta llanura, o los árboles de una selva forman, a los ojos de quienes las observa colocado en un punto fijo. En la realidad, sin embargo, tales agrupaciones no existen. Si nos pudiéramos transportar para la reunión de una de esas constelaciones, a medida que nos aproximáramos a ella, su forma se desharía y nuevos grupos se nos diseñarían a la vista.

Ahora, no existiendo esas agrupaciones sino en la apariencia, es ilusoria la significación que una supersticiosa creencia vulgar le atribuye y solamente en la imaginación puede existir.

Para distinguirse las constelaciones, se les dieron nombres como estos: Leo, Tauro, Géminis, Virgo, Libra, Capricornio, Cáncer, Orión, Hércules,  Osa mayor o Carro de David, Osa Menor, Lira, etc., y, para representarlas, atribuyéndoles las formas que esos nombres recuerdan, fantasiosas en su mayoría y, en ningún caso, guardando cualquier relación con los grupos de estrellas así llamados. Fuera, pues, es inútil buscar en el cielo tales formas.

La creencia en la influencia de las constelaciones, sobre todo de las que constituyen los doce signos del zodíaco, provino de la idea conectada a los nombres que ellas traen. Si a la que se llama leo fuera dado el nombre de asno o de oveja, ciertamente le habrían atribuido otra influencia. (KARDEC, 1995, p. 100-101) (grifo nuestro).

Siendo así las agrupaciones de estrellas sólo son efectos de perspectiva, no son reales; por lo tanto, influenciar o determinar el carácter de una persona se hace algo completamente insensato. Además de eso, está la cuestión del movimiento de los astros, cuya inestabilidad produce diferentes localizaciones de esas agrupaciones, tomados como símbolo del Zodiaco.

Efectos del fenómeno llamado como procedencia de los equinoccios

Veamos, por ejemplo, la cuestión de la precesión de los equinoccios, en un análisis de Kardec:

6. - Además de su movimiento anual en torno al Sol, origen de las estaciones, de su movimiento de rotación sobre sí misma en 24 horas, origen del día y de la noche, tiene la Tierra un tercer movimiento que se completa en cerca de 25.000 años, o, más exactamente, en 25.868 años, y que produce el fenómeno denominado, en astronomía, procedencia de los equinoccios (cap. V, nº 11). Este movimiento, que no se puede explicar en pocas palabras, sin el auxilio de figuras y sin una demostración geométrica, consiste en una especie de oscilación circular, que se ha comparado a la de un trompo perdiendo fuerzas, y por virtud de la cual el eje de la Tierra, cambiando de inclinación, describe un doble cono, cuyo vértice está en el centro del planeta, comprendiendo las bases de esos conos la superficie circunscrita por los círculos polares, es decir, una amplitud de 23 y ½ grados de rayo.

7. - El equinoccio es el instante en que el Sol, pasando de un hemisferio a otro, se encuentra perpendicular al ecuador, lo que ocurre dos veces por año, el 21 de marzo, cuando el Sol pasa para el hemisferio boreal, y el 22 de septiembre, cuando vuelve al hemisferio austral.

Pero, a consecuencia del gradual cambio en la oblicuidad del eje, lo que acarrea otro cambio en la oblicuidad del ecuador sobre la eclíptica, el momento del equinoccio avanza cada año de algunos minutos (25 minutos y 7 segundos). A ese avance es que se dio el nombre de precedencia de los equinoccios (del latín “proecedere”, caminar para adelante, compuesto de “proe”, adelante y “cederé”, irse).

Con el tiempo, esos pocos minutos hacen horas, días, meses y años, resultando de ahí que el equinoccio de la primavera, que ahora se verifica el mes de marzo, en un tiempo se verificará en febrero, después en enero, después en diciembre. Entonces el mes de diciembre tendrá la temperatura de marzo y marzo la de junio y así por delante, hasta que, volviendo al mes de marzo, las cosas se encontrarán de nuevo en el estado actual, lo que se dará al cabo de 25.868 años, para recomenzar indefinidamente la misma revolución. (1)

8. - De ese movimiento cónico del eje, resulta que los polos de la Tierra no miran constantemente los mismos puntos del cielo; que la Estrella Polar no será Siempre estrella polar; que los polos gradualmente se inclinan más o menos para el Sol y reciben de él rayos más o menos directos, de donde se sigue que Islandia y Laponia, por ejemplo, localizadas bajo el círculo polar, podrán, en un tiempo, recibir rayos solares como si estuvieran en la latitud de España y de Italia y que, en la posición del extremo opuesto, España e Italia podrán tener la temperatura de  Islandia y de Laponia, y así por delante, cada renovación del periodo de 25.000 años. (2)

La influencia de los astros en el complejo celular del hombre físico

Si solamente “al cabo de 25.868 años” vuelven al punto inicial “para recomenzar indefinidamente la misma revolución”, entonces, dentro de ese periodo, las agrupaciones se mueven constantemente. Ahora, no siendo puntos fijos, no hay que hablar que quién nació en la hora tal de determinado día está bajo influencia de determinado astro, pues ese movimiento no permite ninguna precisión para que podamos evaluar y establecer su influencia sobre el individuo.

Emmanuel, por la psicografía de Chico Xavier, nos dice en el libro El Consolador (p. 89):

140 – ¿Los astros influyen igualmente en la vida del hombre?

- Las antiguas afirmaciones astrológicas tienen su razón de ser. El campo magnético y las conjunciones de los planetas influyen en el complejo celular del hombre físico, en su formación orgánica y en su nacimiento en la Tierra: sin embargo, la existencia planetaria es sinónimo de lucha. Si las influencias astrales no favorecen a determinadas criaturas, urge que estas luchen contra los elementos perturbadores, porque, por encima de todas las verdades astrológicas, tenemos el Evangelio, y el Evangelio nos enseña que cada cuál recibirá por sus obras, hallándose cada hombre bajo las influencias que merece.

De la respuesta de Emmanuel concluimos: la influencia de los astros existe solamente en el complejo celular del hombre físico, o sea, no existe influencia en el carácter o en el destino del hombre, sino solamente en el físico. En cuanto a esa influencia nadie podrá negar. Si hiciéramos una investigación, fatalmente, íbamos a comprobar que en las noches de Luna llena ocurre un mayor número de partos en los animales; ahí también incluimos al hombre (animal racional). La influencia de la luna en las mareas es otro ejemplo.

No podremos afirmar con absoluta certeza, pero, en algunas situaciones, nuestro comportamiento podrá sufrir ciertas alteraciones, tales como el estado de mal humor o de tristeza causados por las condiciones ambientales, como los días nubosos o lluviosos. Pero,  todo indica, que esas alteraciones no llegan a punto de moldear nuestro carácter o nuestro destino. Si eso ocurriera, tendríamos forzosamente que aceptar que todas las personas que nacen un mismo día y horario serán exactamente iguales en su carácter y destino.

141 - ¿Hay influencias espirituales entre el ser humano y su nombre, tanto en la Tierra, como en el Espacio?

- En la Tierra o en el plano invisible, tenemos la simbología sagrada de las palabras; sin embargo, el estudio de esas influencias requiere un gran volumen de consideraciones especializadas y, como nuestro trabajo humilde es una apología al esfuerzo de cada uno, aún aquí tenemos que reconocer que cada hombre recibe las influencias a que hizo merecedor, compitiendo a cada corazón renovar sus propios valores, en marcha para realizaciones cada vez más altas, pues el determinismo de Dios es del bien, y todos los que se entregan realmente al bien, triunfarán de todos los óbices del mundo.

LA NASA y su experiencia sobre el comportamiento humano

Aquí, el pensamiento de Emmanuel, si bien entendemos, es que determinados nombres pueden tener para nosotros un significado especial y eso acaba por ejercer algún tipo de influencia sobre aquellos que recibieron este nombre. Años atrás, el mundo quedó chocado con la muerte trágica de la princesa Diana. Este nombre se hizo venerado por muchas personas, primero porque la princesa era una persona que se empeñaba en ayudar a los necesitados, y segundo por la propia tragedia de su muerte.

Veamos otro ejemplo: el nombre Hitler. ¿Qué piensa usted? Sólo de hablar de él ya nos trae un enorme sentimiento de repulsa, ¿no es así? Diferentemente del nombre de Diana, nos trae recuerdos malos; por eso, raramente vemos a alguien con ese nombre.

Recientemente escuchábamos un programa de la Radio Buena Nueva, en el cual fue dicho que la NASA estaba haciendo una investigación sobre el comportamiento humano. El equipo de investigadores colocó en una sala muchas botellas llenas de agua coloreada del color del güisqui. Buscaron varios voluntarios y les dijeron que en aquella sala había muchas botellas de güisqui y que cada uno podría tomar cuanto quisiera o aguantara; dicho eso, salieron, para dejar a los voluntarios más a voluntad. Pasado algún tiempo, volvieron y observaron que, por más extraño que parezca, algunos de ellos estaban completamente borrachos, apurándose hasta incluso, en las pruebas de laboratorio, la presencia de alcohol en la sangre de ellos. Así, como lo sucedido en esa experiencia, puede ocurrir en mil y una situaciones que la “fuerza del pensamiento” provoque los hechos de determinada circunstancia o situación, sugestionada por la propia o por otra persona. ¿No podría ser ese el caso de las informaciones pasadas a una persona por un astrólogo? Por el resultado de la experiencia realizada por la NASA, creemos que sí.

Podremos concluir, de todo eso, que los astros, por las energías que emiten, innegablemente ejercen influencia unos sobre otros, vía de consecuencia, aquí en la Tierra, determinados fenómenos naturales y determinadas materias absorben también tales radiaciones de energía. Pero nuestra manera de ser, nuestro carácter y nuestro destino son frutos de nuestras adquisiciones o acciones pasadas, o sea, recibimos influencias de nosotros mismos o, a lo sumo, de un ser humano como nosotros; no de los astros. Pero eso no nos da el derecho de perseguir o condenar los que en ella creen, pues es nuestro deber cristiano respetarnos unos a los otros, y si hoy algunos ya encontraron la luz, todos nosotros, algún día, la encontraremos. 


Notas:
 

(1) La precedencia de los equinoccios ocasiona otro cambio: a que se opera en la posición de los signos del zodíaco. Girando la Tierra alrededor del Sol un año, a medida que ella avanza, el Sol, cada mes, se encuentra delante de una constelación. Estas son en número de doce, a saber: Aries, Tauro,  Géminis, Cáncer, el León, Virgen, Libra,  Escorpión,  Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis. Son llamadas constelaciones zodiacales, o signos del zodíaco, y forman un círculo en el plan del ecuador terrestre. Conforme el mes del nacimiento de un individuo se decía que él hube nacido bajo tal o tal signo; de ahí los pronósticos de la Astrología. Pero, en virtud de la precedencia de los equinoccios, acontece que los meses ya no corresponden a las mismas constelaciones. Uno que nazca el mes de julio ya no está en el signo del León, sin embargo en el del Cáncer. Cae así la idea supersticiosa de la influencia de los signos. (Cap. V, nº 12.) 

(2) El desplazamiento gradual de las líneas isotérmicas, fenómeno que la Ciencia reconoce de modo tan positivo como lo del desplazamiento del mar, es un hecho material que apoya esta teoría. (KARDEC, 1995, p. 181-183)

(Os grifos são nossos, à exceção dos nomes dos signos.)

 

Referências bibliográficas: 

KARDEC, A. A Gênese. Rio de Janeiro: FEB, 1995.

KARDEC, A. O Livro dos Espíritos. Araras, SP: IDE, 1987.

XAVIER, F. C. O Consolador. Rio de Janeiro: FEB, 1986.

CD-ROM - Enciclopédia Microsoft Encarta. 1993-1999.


 

 


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