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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 264 – 10 de Junio de 2012    

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 14)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. ¿Puede el cuerpo morir durante la ausencia del alma?

B. ¿Qué es la transfiguración?

C. ¿Qué son los agéneres?

D. ¿Pueden los Espíritus fabricar sustancias apropiadas para curar a las personas?

Texto para la lectura

131. La voluntad es atributo esencial del Espíritu. Con la ayuda de esa palanca, él actúa sobre la materia elemental y, por una acción consecutiva, reacciona sobre sus componentes, cuyas propiedades íntimas pueden así ser transformadas. (Ítem 131)

132. Algunos Espíritus pueden apegarse a los objetos terrestres. Los avaros, por ejemplo, que escondieron sus tesoros y que todavía no están lo bastante desmaterializados, muchas veces se obstinan en vigilarlos y custodiarlos. (Ítem 132, pregunta 1)

133. Es un error pensar que los Espíritus tienen preferencia por habitar en ruinas. A ellos les gusta la presencia de los hombres; de allí que prefieran los lugares habitados a los lugares desiertos. (Ítem 132, pregunta 4)

134. No existen, para los Espíritus que acostumbran reunirse, días y horas preferidos. Los días y horas son medidas del tiempo para uso de los hombres. (Ítem 132, pregunta 6)

135. No se debe considerar absolutamente falsa la creencia en los lugares encantados. Ciertos Espíritus pueden sentirse atraídos por cosas materiales. Puede suceder esto con determinados lugares, donde parecen establecer su domicilio, hasta que desaparecen las circunstancias que los hacen buscar tales lugares. (Ítem 132, pregunta 9)

136. Diversas circunstancias pueden inducirlos a buscar esos lugares: a) la simpatía por algunas personas que los frecuentan o el deseo de comunicarse con ellas; b) si son malos, el deseo de tomar venganza contra las personas de las que tienen quejas; c) un castigo que se les inflige, sobre todo si allí cometieron un crimen. (Ítem 132, pregunta 9-a)

137. No es racional temer a los lugares encantados, porque los Espíritus que los frecuentan quieren, antes que nada, divertirse a costa de la credulidad y del miedo de los hombres, que hacerles mal. (Ítem 132, pregunta 12)

138. Hay medios de expulsar a esos Espíritus; sin embargo, la mayoría de las veces el proceso utilizado los atrae más, en vez de alejarlos. El mejor medio de expulsar a los malos Espíritus consiste en atraer a los buenos, lo que se consigue practicando todo el bien que esté a nuestro alcance. Siendo siempre buenos, tendremos solamente Espíritus buenos a nuestro lado. (Ítem 132, pregunta 13)

139. Todo efecto que revela en su causalidad, un acto – aunque sea insignificante – de libre voluntad, atestigua por esa circunstancia, la existencia de una causa inteligente. (Ítem 133)

140. En lo referente a las comunicaciones serias, es necesario distinguir las verdaderas de las falsas, lo que no siempre es fácil, por cuanto ciertos Espíritus presuntuosos o pseudo sabios tratan de imponer, exactamente a la sombra de la elevación de su lenguaje, las ideas más falsas y los sistemas más absurdos. (Ítem 136)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Puede el cuerpo morir durante la ausencia del alma?

Durante la vida corporal, el alma no está jamás completamente desligada del cuerpo. Los Espíritus y los videntes reconocen al Espíritu de una persona encarnada por una estela luminosa que termina en su cuerpo, hecho que nunca ocurre cuando el cuerpo está muerto, porque entonces la separación es completa. Es por este lazo que el Espíritu es advertido, instantáneamente, cualquiera que sea la distancia en que estuviera, de la necesidad que el cuerpo tiene de su presencia, y entonces vuelve con la rapidez del relámpago. De allí resulta que el cuerpo jamás puede morir durante la ausencia del alma y que jamás puede suceder que ésta, a su regreso, encuentre la puerta cerrada, como ciertas novelas fantasiosas relatan. (El Libro de los Médiums, ítem 118.)

B. ¿Qué es la transfiguración?

La transfiguración consiste en el cambio de aspecto de un cuerpo vivo. El hecho puede tener por causa, en ciertos casos, una simple contracción muscular que da a la fisonomía una expresión diferente, al punto de volver a la persona casi irreconocible. Pero eso no explica todo. El Espíritu puede dar a su periespíritu, como ya vimos, todas las apariencias y, por efecto de una modificación en la disposición molecular, darle visibilidad, tangibilidad y, en consecuencia, opacidad. Ese cambio de estado se opera por la combinación de fluidos. Imaginemos el periespíritu de una persona viva, no aislado, sino irradiando alrededor del cuerpo envolviéndolo como en una especie de vapor. Al perder el periespíritu su transparencia, el cuerpo puede desaparecer volviéndose invisible, como si estuviese sumergido en la niebla. Podrá cambiar de aspecto, y volverse brillante. Otro Espíritu, combinando su fluido con el del primero, puede imprimir allí su propia apariencia, de tal manera que el cuerpo físico desaparece bajo una envoltura fluídica exterior cuya apariencia varía según la voluntad del Espíritu. (Obra citada, ítems 122 y 123.)

C. ¿Qué son los agéneres?

Se trata de una especie de aparición tangible: es el estado de ciertos Espíritus que pueden tomar momentáneamente las formas de una persona viva, al punto de causar una ilusión completa. El vocablo, original del griego, significa “aquél que no fue generado”, aplicándose por lo tanto a los llamados Espíritus materializados, denominación incorrecta que designa a los seres cuyo periespíritu se volvió tangible, visible, fotografiable, como si fuese una persona viva. (Obra citada, ítem 125.)

D. ¿Pueden los Espíritus fabricar sustancias apropiadas para curar a las personas?

Sí, y ese hecho es muy frecuente. (Obra citada, ítem 128, párrafo 12 y 13.)
 

 


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