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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 262 – 27 de Mayo de 2012     

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 12)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. ¿Hay inconveniente en ver a los Espíritus todo el tiempo?

B. ¿Cómo pueden los Espíritus hacerse visibles?

C. ¿Por qué no vemos a los Espíritus que deseamos ver?

D. ¿Cuál es el principio de las manifestaciones visuales?

Texto para leitura

111. Una propiedad inherente a la naturaleza etérea del periespíritu es la penetrabilidad. Ninguna materia le hace obstáculo: las atraviesa todas, como la luz atraviesa los cuerpos transparentes. (Ítem 106)

112. El periespíritu, como ya fue dicho, es el principio de todas las manifestaciones. Su conocimiento fue la llave de la explicación de una gran cantidad de fenómenos y permitió que la Ciencia Espírita dé ese largo paso, quitándole todo el sello de maravillosa. (Ítem 109)

113. ¿Cómo puede el cuerpo vivir mientras el Espíritu está ausente? El cuerpo vive la vida orgánica, que es independiente del Espíritu, y la prueba es que las plantas viven y no tienen Espíritu. Pero es preciso agregar que, durante la vida, el Espíritu nunca se encuentra completamente separado del cuerpo. Los médiums videntes y los Espíritus reconocen el Espíritu de una persona viva por una estela luminosa, que termina en el cuerpo, fenómeno que no se da en absoluto cuando éste está muerto, porque entonces la separación es completa. (Ítem 118)

114. Aislado del cuerpo, el Espíritu de una persona viva puede, como el de un muerto, mostrarse con todas las apariencias de la realidad y hasta adquirir una tangibilidad momentánea. Es el fenómeno conocido por el nombre de bicorporeidad. (Ítem 119)

115. San Alfonso de Ligorio fue canonizado antes del tiempo requerido, por haberse mostrado simultáneamente en dos lugares diferentes, lo que se consideró como milagro. San Antonio de Padua se encontraba predicando en Italia, cuando su padre en Lisboa iba al suplicio. En el momento de la ejecución, San Antonio apareció y demostró la inocencia del acusado. Se comprobó que en aquél instante San Antonio predicaba en Padua. (Ítem 119)

116. El Espíritu de San Alfonso, interrogado por Kardec, explicó que el Espíritu al encontrarse desprendido de la materia, según su grado de elevación, puede hacerse tangible. (Ítem 119, pregunta 2)

117. Tácito refiere que Vespasiano recibió en Alejandría la visita de Basilide, uno de los más eminentes egipcios de su época, que él sabía que se estaba enfermo en un lugar distante de Alejandría. En el momento de la visita de Basilide, éste se encontraba a ochenta millas de distancia, según pudo ser comprobado después por los emisarios de Vespasiano. (Ítem 120)

118. Tiene, pues, dos cuerpos el individuo que se muestra simultáneamente en dos lugares diferentes. Pero sólo uno de ellos es real, el otro es una simple apariencia. El primero tiene la vida orgánica, el segundo tiene la vida del alma. De ahí resulta que el cuerpo aparente no podría ser muerto, porque no es orgánico, no está formado de carne y hueso. Desaparecería en el momento en que lo quisieran matar. (Ítem 121)

119. El Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias y, mediante una modificación en la disposición molecular, puede darle la visibilidad, la tangibilidad y la opacidad. El periespíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, es susceptible de experimentar las mismas transformaciones. Ese cambio de estado se opera por la combinación de los fluidos. (Ítem 123)

120. La diferencia de peso que se observa a veces en los fenómenos de transfiguración, se explica así: El peso intrínseco del cuerpo no varía porque no aumenta en él la cantidad de materia. Sufre, sin embargo, la influencia de un agente exterior que puede aumentar o disminuir su peso relativo. (Ítem 123)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Hay inconveniente en ver a los Espíritus todo el tiempo?

Habría tanto inconveniente en vernos constantemente en presencia de los Espíritus como en ver el aire que respiramos, o las miríadas de animales microscópicos que pululan a nuestro alrededor y sobre nosotros. Al estar en todo momento rodeado de Espíritus, el hombre quedaría perturbado con su visión incesante, lo que dificultaría sus acciones y le quitaría la iniciativa en la mayor parte de los casos, mientras que juzgándose solo, actúa  con más libertad. Dios sabe mejor que nosotros lo que nos conviene y, si permite que veamos a los Espíritus en ciertos casos, es para dar una prueba de que no todo muere con el cuerpo y de que el alma conserva su individualidad después de la muerte. (Ítem 100, preguntas 7 y 8)

B. ¿Cómo pueden los Espíritus hacerse visibles?

El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones; se debe a las propiedades del periespíritu, que puede sufrir diversas modificaciones, a voluntad del Espíritu. En nuestro mundo, los Espíritus sólo pueden manifestarse con la ayuda de su envoltura semimaterial y es así que aparecen algunas veces con la forma humana u otra diferente, ya sea en los sueños, ya sea incluso en el estado de vigilia. Por la combinación de los fluidos del médium y de él mismo, se produce en el periespíritu del desencarnado una disposición particular que no tiene analogía para nosotros y que lo hace perceptible. (Ítem 100, preguntas 21 a 23)

C. ¿Por qué no vemos a los Espíritus que deseamos ver?

Los Espíritus no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, ni siquiera en sueños, a pesar del deseo que los encarnados tienen de verlos. Causas independientes de su voluntad pueden impedirlo. Muchas veces es también una prueba cuyo más ardiente deseo no puede apartar. (Ítem, 100, pregunta 15)

D. ¿Cuál es el principio de las manifestaciones visuales?

El periespíritu, como ya vimos, es el principio de todas las manifestaciones; su conocimiento nos dio la llave de una porción de fenómenos e hizo dar un paso inmenso a la Ciencia Espírita, quitándole todo el carácter maravilloso. Por su naturaleza y en su estado normal, el periespíritu es invisible y tiene esto en común con diversos fluidos que sabemos que existen y que sin embargo jamás hemos visto; pero puede también, como ciertos fluidos, sufrir modificaciones que lo vuelvan perceptible a la vista, ya sea por una especie de condensación, o bien por un cambio en su disposición molecular; es entonces que se nos aparece bajo una forma vaporosa. La condensación (es necesario no tomar esa palabra al pie de la letra puesto que la empleamos sólo a falta de otra y a título de comparación) puede ser tal que el periespíritu adquiere las propiedades de un cuerpo sólido y tangible, retomando instantáneamente su estado etéreo e invisible. Podemos comprender tal cambio de estado por lo que se pasa con el vapor, que puede pasar de la invisibilidad al estado brumoso, luego líquido, después sólido y viceversa. Esos diferentes estados del periespíritu son el resultado de la voluntad del Espíritu y no de una causa física exterior, como en los gases. Cuando se nos aparece, es porque pone su periespíritu en el estado necesario para volverse visible, pero para ello no es suficiente sólo su voluntad, porque la modificación del periespíritu se opera por su combinación con el fluido propio del médium; ahora bien, esa combinación no siempre es posible, lo que explica por qué la visibilidad de los Espíritus no es general. Así, no basta que el Espíritu quiera mostrase, y tampoco es suficiente que una persona quiera verlo; es necesario que los dos fluidos puedan combinarse, que haya entre ellos una especie de afinidad, que la emisión del fluido de la persona sea suficiente para operar la transformación del periespíritu y, por último, que el Espíritu tenga permiso de mostrarse a una determinada persona. (Ítems 105 y 109)

 

 


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