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Año 6 259 – 6 de Mayo de 2012 
RICARDO BAESSO DE OLIVEIRA    
kargabrl@uol.com.br    
Juiz de Fora, Minas Gerais (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org
 


Ricardo Baesso de Oliveira

Del átomo al ángel: la evolución del principio inteligente
 

(Parte 1)


Nace nuestro Universo

Hay 13,7 billones de años, todo lo que existía estaba concentrado en un sólo punto, que un científico denominó de átomo primitivo o huevo cósmico. Su tamaño era trillones y trillones de veces más pequeña que la cabeza de un alfiler; era rico en energía altamente condensada, a punto de su calor ser de billones y billones de grados Celsius.

De repente, sin que se pueda saber por qué, él se infraccionó al tamaño de una manzana. Y entonces explotó, expulsando violentamente en todas las direcciones la energía y los contenidos en él contenidos.

Esa energía se condensó fuertemente y produjo las partículas elementales de la materia. En los primeros tres minutos, esas partículas formaron los átomos y de ahí el hidrógeno y el helio, los elementos químicos más simples y los más abundantes del universo.

Mientras eso, la energía expulsada, junto con las partículas elementales, formó una inconmensurable nube que se expandió más y más. Lentamente, tras un gran expulsión en todas las direcciones, ella comenzó a enfriarse y ganar densidad. De este proceso se formaron las grandes estrellas rojas.

Ellas funcionaron por algunos billones de años, como hornos ardientes dentro de las cuales ocurrieron explosiones atómicas de magnitud extraordinaria. Allá se forjaron los principales elementos que están presentes en todos los seres: el hierro, el carbono, el oro, finalmente los 92 elementos básicos que componen todos los seres y cada uno de nosotros. De la muerte de una de esas estrellas se formaron nuestra galaxia, y nuestro Sol y el planeta Tierra.

Lo expuesto arriba es lo que los científicos denominaron el Big-Bang, o sea, la gran explosión.

¿Y Dios con eso?

El problema de Dios aparece cuando se colocan las siguientes cuestiones: ¿Qué había antes del comienzo? ¿Quién dio el impulso inicial? ¿Quién sostiene el Universo como un todo y todos los seres para que continúen existiendo y desarrollándose?

¿Nada? Más de la nada, nada puede venir.

Antes del Big-Bang, existía Dios, que existe de toda la eternidad.

Existieron también muchos otros universos, pues Dios jamás estuvo inactivo. Esos universos fueron creados por su voluntad, cumplieron su papel (campo de desarrollo del Espíritu) y tuvieron su materia colapsada, para resurgir después, cual la legendaria ave mitológica, Fénix, que renacía de las propias cenizas. Pues un mundo formado desaparece y la materia que lo compone se renueva.

Esa teoría encuentra resonancia en el pensamiento del Espíritu André Luiz: Semejantes mundos sirven a la finalidad a que se destinan, por largas eras consagradas a la evolución del Espíritu, hasta que, por la sobre-presión sistemática, sufran el colapso atómico por el cual se transmutan en astros cadaverizados. Esas esferas muertas, sino vuelven la nuevas directrices de los Agentes Divinos, que disponen sobre la desintegración de los materiales de superficie, dando ensayo a que los elementos comprimidos se liberen a través de una explosión ordenada, surgiendo nuevo acervo corpuscular para la reconstrucción de las viviendas celestes, en las cuales la obra de Dios se extiende y perpetua, en su gloria creativa.

Pronto el universo, el principio espiritual podrá iniciar la larga marcha rumbo a la perfección relativa que le es destinada.

Al tiempo que viene creando, desde toda la eternidad, mundos materiales, Dios hay creado, desde toda la eternidad, seres espirituales. Si así no fuera, los mundos materiales carecerían de finalidad.

Los mundos materiales tendrían que suministrar a los seres espirituales elementos de actividad para el desarrollo de sus inteligencias.

Nace el principio inteligente

La razón de ser del Universo es el desarrollo del Espíritu humano. Pronto el Universo, el principio inteligente podrá iniciar su larga marcha rumbo a la perfección relativa que le es destinada.

Dios renueva a los seres vivos como renueva los mundos.

Indestructible, el principio espiritual se elabora en las diferentes metamorfosis que sufre, estacionando en los reinos mineral, vegetal y animal, antes de adquirir la razón e identificarse con la humanidad.

En cuanto al origen del principio inteligente nada sabemos.

Según algunos, se trata de una emanación de la Divinidad.

Las propiedades sui generis que se reconocen al principio espiritual prueban que él tiene existencia propia, pues que si su origen estuviera en la materia, aquellas propiedades le faltarían, desde que la inteligencia y el pensamiento no pueden ser atributos de la materia.

A nuestros ojos no tiene una forma determinada, puede ser comparado a una llama, una claridad o una centella etérea, cuyo color varía del oscuro al brillo del rubí, conforme su pureza; con alta capacidad de proporcionar impulsos y abrigar experiencias que se transforman en estructuras definitivas y cada vez más complejas.

Fue creado simple, ignorante, pero dotado de perfectibilidad. Simple, porque único, formado de una sola parte, homogéneo. Ignorante porque sin conocimiento, experiencia y adquisiciones. Perfectible porque dotado de la potencialidad del progreso, de un proyecto íntimo de desarrollo, de un propósito en el sentido de haber un movimiento en la dirección de más diversidad, complejidad y cooperación.

El principio inteligente se viste de materia

Creado, debería conectarse la materia, lazo que prende el Espíritu e instrumento de que este se sirve y sobre el cual, a la vez, ejerce su acción. Esa conexión se da a través de la formación de un campo de influencia no física. Semejante al campo gravitacional, o al campo electromagnético (el imán atrayendo las virutas del hierro), el campo creado por el principio inteligente será una zona de influencia donde él irá a comandar la unificación de los átomos y la elaboración de la vida en los diferentes reinos de la naturaleza. Pero el elemento espiritual es un ser indefinido, abstracto, que no puede tener acción directa sobre la materia, siéndole indispensable un intermediario. Con el principio inteligente, por lo tanto, nace un envoltorio sutil, fluídico, el cual, de cierto modo, forma parte integrante de él. Como toda materia, ese campo de energías sutilísimas es extraído del fluido cósmico universal, la energía primitiva del universo, que, en esa circunstancia, sufre una modificación especial.

Ese envoltorio fluídico va a perfeccionarse paso a paso con el principio inteligente, constituyéndose, oportunamente en el cuerpo espiritual (periespíritu).

En el reino mineral, la atracción

El principio inteligente, se conecta, entonces, a través de su envoltorio de energías sutiles, la materia recién formada, a los átomos, y partículas subatómicas, preparándose para elaborar en sí mismo el principio de la atracción, primera adquisición del principio inteligente, mientras aún no es el reino mineral.

La Ley de atracción rige los elementos intra-atómicos, fuerzas muy poderosas, mantienen unidas las sub-partículas atómicas. En ese largo estadio junto al reino mineral, el principio inteligente adquiere la capacidad de unir, aglutinar, atraer, que le será de inestimable valor en el futuro.

La vida surge en la Tierra

El largo estadio junto al reino mineral capacitó al principio inteligente en el arte de unir, aglutinar, agregar. Él se encontraba, ahora, apto a avanzar en su auto-elaboración, adquiriendo otras propiedades: irritabilidad, sensibilidad, memoria, instinto, etc. Él haría eso en los millones de años en que iría a estacionar en el reino vegetal y animal.

El planeta se encontraba listo para recibir la vida y el principio inteligente apto a actuar en la reunión de los elementos químicos que daría nacimiento a las primeras formas de vida en la Tierra.

La Tierra se había formado de la condensación de la materia diseminada en el espacio. La explosión de una estrella roja (supernova) lanzó una nube de gas y de elementos por doquier. Lentamente, esos gases ganaron consistencia por fuerza de la gravedad. Nació el Sol que consiguió atraer a su alrededor los planetas que se formaron a partir de los detritos de la explosión anterior. Uno de esos planetas era la Tierra. Eso fue hace cerca de 4,6 billones de años.

Por 800 millones de años la Tierra permaneció como un mar de fuego debido a su origen estelar y a los meteoros que caían brutalmente sobre ella, pero poco a poco fue creando una superficie que le facilitó el enfriamiento. La distancia adecuada del Sol y el equilibrio creado por la gravedad que retenía los líquidos crearon las condiciones del surgimiento de una atmósfera, capaz de acoger la vida.

Según una hipótesis, hace 3,8 billones de años, gases de la atmósfera primitiva (metano, amonio, Hidrógeno, y vapor de agua), en un ambiente donde predominaban descargas eléctricas y rayos ultravioletas, culminaron en la formación de los aminoácidos y bases nitrogenadas, unidades básicas de las proteínas y de los ácidos nucleicos (ADN y RNA). Con las moléculas esenciales a la vida, envueltas por delicada capa lupídica nacían las bacterias primitivas.

Los cuerpos de los seres vivos se formaron por la reunión de las moléculas elementales, en virtud de la ley de afinidad, a medida que las condiciones de la vitalidad del globo fueron propicias a esta o a aquella especie.

De acuerdo con otra hipótesis, las primeras formas de vida, o las moléculas químicas esenciales a la vida, vinieron para la Tierra, de otras regiones del universo.

Sea correcta una u otra hipótesis, eso no se dio por fuerzas ciegas del acaso. El principio inteligente allí se encontraba, con su poderoso campo magnético, creando las condiciones para que las reacciones químicas se verificaran de forma a permitir la eclosión de la vida.

El Divino Escultor

En la dirección de todos los fenómenos de nuestro sistema existe una comunidad de Espíritus Puros, en cuyas manos se conservan las poderosas directoras de la vida. Jesus es uno de los miembros de esa comunidad.

Con sus ejércitos de trabajadores dedicados estatuyó las normativas de los fenómenos físicos de la Tierra, organizándole el equilibrio futuro en la base de los cuerpos simples de materia, Organizó el escenario de la vida, creando lo indispensable a la existencia de los seres del porvenir. Hizo la presión atmosférica adecuada al hombre, estableció la capa de ozono, para que filtrase convenientemente los rayos solares.

Y finalmente, los artistas y técnicos de la espiritualidad mayor, bajo la asistencia amorosa de Cristo, colaboraron en la edificación del mundo de las células, la construcción de las formas organizadas e inteligentes de los siglos venideros, culminando con la aparición de los primeros homínidos, con el córtex cerebral complejo hombre hace 3 millones de años. 

(O presente artigo será concluído no próximo número desta revista.)
 

Referências:

  1. A Caminho da Luz, cap. I, Emmanuel/Chico Xavier.
  2. A Evolução Anímica, Gabriel Delanne.
  3. A Gênese, cap. XI.
  4. Breve história de quase tudo, Bill Bryson.
  5. Criação Imperfeita, Marcelo Gleiser.
  6. Evolução em dois mundos, André Luiz/Chico Xavier.
  7. Iluminação Interior, Joanna de Ângelis, cap. I.
  8. O Consolador, Emmanuel/Chico Xavier, pergunta 79.
  9. O Livro dos Espíritos, itens 8, 21, 22-a, 25, 38, 39, 41, 88, 88-a, 115, 540, 728-a.
  10. O Relojoeiro Cego, Richard Dawkins.
  11. O Tao da Libertação, Mark Hathaway e Leonardo Boff.

 

 


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