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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 6 256 – 15 de Abril de 2012       

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Médiums 

Allan Kardec 

 (Parte 6)
 

Continuamos con el estudio metódico de “El Libro de los Médiums”, de Allan Kardec, la segunda de las obras que componen el Pentateuco Kardeciano, cuya primera edición fue publicada en 1861. Las respuestas a las preguntas sugeridas para debatir se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir 

A. ¿Cuál es la naturaleza del periespíritu?

B. ¿Cómo puede el Espíritu, que es inmaterial, actuar sobre la materia?

C. ¿Cómo es el fenómeno designado con el nombre de “mesas giratorias”?

D. ¿Cómo se produce el fenómeno de las mesas giratorias?

Texto para la lectura

51. ¿Cuál es la necesidad de contar con un médium? ¿No podría el Espíritu actuar solo? Los Espíritus dieron una explicación muy diferente de la imaginada por Kardec, mostrando que su teoría no tenía nada que ver con la opinión del Codificador. (Ítems 72 y 73.)

52. El fluido no es una emanación de la Divinidad: es una creación de Dios. (Ítem 74, preguntas Nº 1 y 2)

53. El fluido universal es el principio elemental de todas las cosas. Es, pues, la fuente de la vida, pero no de la inteligencia. (Ítem 74, preguntas Nº 3 y 6)

54. El estado en el cual el fluido universal se presenta en su mayor simplicidad es el que se encuentra en el ambiente de los Espíritus puros. En la Tierra está más o menos modificado para formar la materia compacta que nos rodea. El fluido magnético animal es el estado que más se acerca a la simplicidad encontrada junto a los Espíritus puros. (Ítem 74, pregunta Nº 5)

55. El fluido universal compone el periespíritu. (Ítem 74, pregunta Nº 7)

56. Para ejecutar el movimiento de un objeto sólido, el Espíritu combina una parte del fluido universal con el fluido que el médium exterioriza, apropiado para lograr ese efecto. (Ítem 74, pregunta Nº 8)

57. Cuando una mesa se mueve por acción del Espíritu, sucede que él toma del fluido universal el elemento que anima a la misma con una vida artificial. Al estar la mesa preparada así, la atrae y la mueve bajo la influencia de su propio fluido irradiado por su voluntad. (Ítem 74, pregunta Nº 9)

58. Esta clase de fenómenos siempre es producido por Espíritus inferiores que todavía no están completamente liberados de la influencia material. (Ítem 74, pregunta Nº 11)

59. ¿Podrían los Espíritus superiores producir tales fenómenos, si así lo quisiesen? Ellos poseen la fuerza moral, como los otros tienen la fuerza física. Ahora bien, cuando necesitan de esta última, se sirven de los Espíritus que la poseen. De esta manera, utilizan a los Espíritus inferiores como nosotros nos valemos de los cargadores. (Ítem 74, pregunta Nº 12)

60. La densidad del periespíritu varía según el estado del planeta; y parece que varía también en un mismo planeta según los individuos. Entre los Espíritus moralmente adelantados, éste es más sutil y se acerca al periespíritu de los Espíritus elevados. Entre los Espíritus inferiores, al contrario, se aproxima a la materia, y esto hace que tales Espíritus conserven por tanto tiempo las ilusiones de la vida terrestre. Piensan y actúan como si estuviesen encarnados; tienen los mismos deseos y, hasta podríamos decir, la misma sensualidad. (Ítem 74, pregunta Nº 12) 

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Cuál es la naturaleza del periespíritu?

También llamado fluido nervioso, el periespíritu se eteriza a medida que el Espíritu se purifica y se eleva en la jerarquía espiritual. Constituido por el fluido peculiar a la atmósfera del globo al que esté vinculado, está en el conocimiento de esa envoltura la llave de una porción de problemas hasta ahora no explicados. Su naturaleza es fluídica, pero es también una especie de materia, hecho comprobado por las apariciones tangibles de los Espíritus. Se vieron en efecto, bajo la influencia de ciertos médiums, aparecer manos con todas las propiedades de las manos vivas, que tenían calor, que podían ser palpadas, que ofrecían la resistencia de un cuerpo sólido, que sujetaban y que, de repente, se desvanecían como una sombra. La acción inteligente de esas manos, que evidentemente obedecen a una voluntad cuando ejecutan ciertos movimientos, hasta tocar melodías en un instrumento, prueba que son la parte visible de un Ser inteligente invisible. Su tangibilidad, su temperatura, la impresión que causan sobre los sentidos prueban que son de alguna materia. Su desaparición instantánea prueba, por otro lado, que esa materia es eminentemente sutil y se comporta como ciertas sustancias que pueden, de manera alternada, pasar del estado sólido al estado fluídico, y a la inversa. (El Libro de los Médiums, ítem 57.)

B. ¿Cómo puede el Espíritu, que es inmaterial, actuar sobre la materia?

La acción del Espíritu sobre la materia se concibe fácilmente cuando se conoce la existencia del periespíritu. El Espíritu se vale de su envoltura sutil, que es también de naturaleza material, como el hombre se vale de su cuerpo. El instrumento directo de la acción del Espíritu es, por lo tanto, su periespíritu. Tiene también por agente intermediario al fluido universal, especie de vehículo sobre el cual actúa como nosotros actuamos sobre el aire para producir algunos efectos con la ayuda de la dilatación, de la compresión, de la propulsión o de las vibraciones. Los efectos de esa acción, que antes parecían sobrenaturales, entran en el orden de los hechos naturales, cuya causa reside completamente en las propiedades semimateriales del periespíritu. (Obra citada, ítem 58.)

C. ¿Cómo es el fenómeno designado con el nombre de “mesas giratorias”?

Se da el nombre de manifestaciones físicas a aquellas que se traducen en efectos sensibles, tales como los ruidos, el movimiento y el desplazamiento de cuerpos sólidos. Algunos son espontáneos, es decir, independientes de la voluntad de los hombres; otros son provocados. El efecto más sencillo, y uno de los primeros que fueron observados, consiste en el movimiento circular impreso a una mesa. Este efecto se produce igualmente con cualquier objeto, pero al haber sido practicado más con la mesa, porque era más cómodo, el nombre de mesas giratorias prevaleció para la designación de este tipo de fenómenos. Es necesario explicar, sin embargo, que tal fenómeno ya se producía antes de la llegada del Espiritismo. Tertuliano habla en términos explícitos de las mesas giratorias y parlantes, lo que demuestra la antigüedad del hecho. (Obra citada, ítem 60.)

D. ¿Cómo se produce el fenómeno de las mesas giratorias?

Antes que nada, es necesario que haya uno o más médiums dotados de la aptitud especial para la producción de efectos físicos. Las personas se sientan alrededor de una mesa y colocan encima la palma de sus manos, sin presión y sin tensión muscular. Es necesario que haya recogimiento, un silencio absoluto y paciencia, si el efecto demora en producirse. Puede suceder que éste se produzca en unos pocos minutos, como puede tardar media o una hora; esto dependerá de la fuerza mediúmnica de los participantes. Cuando el efecto comienza a manifestarse, se oye generalmente un crujido en la mesa; se siente un temblor que es el preludio del movimiento; la mesa parece hacer esfuerzos para desamarrarse; el movimiento de rotación se acentúa y se acelera hasta el punto de adquirir tal velocidad, que los asistentes experimentan serias dificultades para seguirlo. Una vez que el movimiento se ha establecido, pueden apartarse de la mesa, que continúa moviéndose en diferentes sentidos y sin contacto. En otras circunstancias, la mesa se levanta y se apoya primero en una pata, luego en otra, después vuelve con suavidad a su posición natural. Otras veces, se balancea imitando el movimiento oscilatorio de un barco. Otras veces, en fin, se eleva completamente del suelo y se mantiene en equilibrio en el espacio, sin punto de apoyo; después, desciende lentamente balanceándose como si fuera una hoja de papel, o bien cae violentamente y se rompe, lo que prueba de una manera evidente que no se trata de una ilusión óptica. (Obra citada, ítem 61 a 63.)

 

 


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