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Año 5 254 – 1 de Abril de 2012    
GEBALDO JOSÉ DE SOUSA     
gebaldojose@uol.com.br      
Goiânia, Goiás (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 


Gebaldo José de Sousa

Vicios: instrumentos de la tinieblas 

 “Nunca te permitas la asimilación de la adicción, en la suposición de que de el te liberarás cuando quieras, pues que si los viciosos pudieran querer no estarían bajo esa violenta dominación.” 1

 
Adicción: “s.m. deformidad, imperfección, defecto físico o moral.” (Caldas Aulete). Ya el Aurélio, lo define también como “(...) inclinación para el mal (En esta acepción, se opone la virtud)”.

Las adicciones pueden ser físicas o morales. Entre los primeros están: fumar, beber, tomar drogas, la gula, el juego, el sexo. Entre los segundos, egoísmo, orgullo, vanidad, envidia, celos, avaricia, odio, personalismo, maledicencia, intolerancia, impaciencia, negligencia, ociosidad.

Muchos, tenidos por virtudes, son tolerados y estimulados por la sociedad, tal el retraso moral en que nos encontramos. En el libro “Cartas y Crónicas” (capítulo 18), el Espíritu Hermano X, por la psicografia de Francisco Cândido Xavier, nos habla de la bebida como VENENO LIBRE. La cobra es perseguida por todos los medios, pero el alcohol...2

En los domingos y festivos, o en ciertas horas de la noche, no conseguimos adquirir leche o medicamentos, por no encontrar panaderías y farmacias abiertas, pero un bar... siempre lo hallamos rápidamente.

Estos hechos corrientes dicen de la miseria moral de nuestra sociedad dicha “civilizada”.

Otro ejemplo elevado: para el carnaval hay recursos inmensos (hasta gubernamentales, de las tres esferas), mientras que para habitaciones, escuelas y hospitales escasean los presupuestos...

Muchos pasan hambre, por no encontrar quién les de trabajo o alimentos. Pero, para que otros tantos sacien sus pasiones por las adicciones, hay siempre quién les favorezca la adquisición de la bebida, del tabaco, del tóxico. Para el mal, hay una conveniente condescendencia. Y quién no acepta la bebida, el cigarrillo, está mal visto e ironizado, como si los anormales fuesen los abstemios, los que cultivan hábitos saludables, en una increíble inversión de valores.

El papel del materialismo en los vicios

De ahí los superllenos en las penitenciarias, en los sanatorios, en los hospitales... Además de la agresión al propio cuerpo, ocasión de los accidentes en el trabajo, en el tráfico; las enfermedades crónicas; los malos ejemplos; las humillaciones y sufrimientos atroces; la deshonra; el embrutecimiento; las privaciones propias y de familiares; la desestructuración de los hogares; el abandono del hogar, de los hijos; la pérdida del empleo, si es empleado; la dificultad en obtener otro trabajo; las secuelas para los descendientes (sobre todo en el caso de las madres); el elevado coste para la sociedad; los robos y los asesinatos...

Es un rosario interminable de angustias. Sin hablar en el crimen organizado, en las cuadrillas que se entre devoran y en los negocios oscuros que mueven billones por todo el mundo, pues el mal es universal y el hombre es el mismo en todas partes.

La dolorosa enumeración contiene razones suficientes para que se eduque el hombre, para liberarlo de todas las adicciones que lo esclavizan al dolor, a la penuria material y moral. Y nadie lo hará por nosotros. Es tarea de la sociedad como un todo. Pero a los padres y a los educadores cabe la parcela mayor, pues a ellos compite moldearles el carácter.

El materialismo favorece la diseminación de los vicios, sean por la ignorancia de las responsabilidades personales e colectivas que generan, sea por el atraso moral de las criaturas. Las consecuencias de ahí derivadas recaen sobre la sociedad como un todo, por muchas generaciones, cobrando elevados costes, sean financiados, sean de dolores morales inenarrables, no sólo para las víctimas, sino para familiares y amigos.

Muchos de ellos llevan a la prisión, a la alcantarilla, a la muerte prematura, a la pérdida de la dignidad, a las tragedias. Pero todos, sin excepción, conducen sus víctimas a la infelicidad, a la enfermedad, al sufrimiento, a la angustia, a la amargura. Y, casi siempre, a los familiares, he ahí que algunos siguen los malos ejemplos observados. Hay, en el caso, un proceso de no educación, aunque inconsciente. El egoísmo de quien busca saciar sus pasiones no lo deja percibir los daños que causa a los circunstantes.

Cuando el ejemplo viene de los padres

Hay padres que dan bebidas a los hijos, muchos de ellos alcohólicos en otras vidas y que volvieron al campo físico en búsqueda de regeneración... y son empujados para la caída, aún en la infancia, y, lo que es más grave, por las manos de aquellos que se propusieron recibirlos en el hogar, para reeducarlos. Y hay padres que los ponen a encender cigarros, viciándolos poco a poco. Además del mal ejemplo, el impulso al error.

Los obsesores, que los quieren perder, para mantenerlos bajo el dominio del mal, cuentan, en esos casos, con la colaboración de padres ignorantes o no vigilantes.

Los padres, en esos casos, asumen responsabilidades gravísimas y pagarán inmensa cuota de dolores por esos fallos clamorosos. Para otros, la esclavización a la adicción supera el amor a los propios hijos: sabemos de padres que los privan de alimentos, para comprar el tabaco o el aguardiente. Y hay otros que venden los alimentos que les son donados por instituciones benéficas, para obtener el recurso que les satisfagan los deseos malsanos.

Supimos de un caso en que los hijitos dormían en el suelo húmedo, porque la cama fue vendida, para saciar la torpeza de los padres. Cuántos móviles recibieron, cuantos vendían, para el mismo fin. Y los niños, en el suelo mojado, sujetos a las enfermedades y al ataque de gusanos y de otros insectos.

Los Espíritus nos advierten y orientan en muchas obras, en las cuales se narra el trabajo de socorro que desarrollan en favor de los sufridores. Algunos pasajes:

HEREDITARIEDAD:

 El dipsómano no adquiere el hábito desajustado de los padres, pero sí, casi siempre, él mismo ya se confiaba a la adicción del alcohol, antes de renacer. Y hay bebedores desencarnados que se adhieren a aquellos que se hacen instrumentos de ellos mismos. 3

RECUPERACIÓN:

En la cuestión 909 de “El Libro de los Espíritus”, Allan Kardec propone a los Espíritus: “¿Podría siempre el hombre, por sus esfuerzos, vencer sus malas inclinaciones? – Sí, y, frecuentemente, haciendo esfuerzos muy insignificantes. Lo que le falta es la voluntad. ¡Ah! “¡cuán pocos de entre vosotros hacen esfuerzos!” (Negritas).

Y en la cuestión 913: “(...) Estudiad todas las adicciones y veréis que en el fondo de todos existe egoísmo. Por más que luchéis contra ellos, no llegaréis a extirparlos mientras no los ataquéis por la raíz, mientras no les hayáis destruido la causa. Que todos vuestros esfuerzos tiendan para ese fin, porque en él  se encuentra la verdadera llaga de la sociedad “4

André Luiz nos informa que “(...) el alcohol (...) embriaga y aniquila los centros de la vida física.”  5 Y añade que la Naturaleza vaciará el cáliz de las ilusiones de las criaturas, pues hay mil procesos de reajuste para todos: la aflicción, el desencanto, el cansancio, el tedio, el sufrimiento, la cárcel y otros. 

Cuando no surten efectos, hay “la prisión regeneradora”: “Hay dolorosas reencarnaciones que significan tremenda lucha expiatoria para las almas necrosadas en la adicción. Tenemos, por ejemplo, el mongolismo, la hidrocefalia, la parálisis, la ceguera, la epilepsia secundaria, el idiotismo, el invalido de nacimiento y muchos otros recursos, angustiosos, pero necesarios, y que pueden funcionar, en beneficio de la mente desequilibrada, desde la cuna, en plena fase infantil. En la mayoría de las veces, semejantes procesos de cura prodigan buenos resultados por las pruebas obligatorias que ofrecen (...)”

VICIOS Y OBSESIÓN:

Desencarnados, esclavos de los más variados tóxicos, sacian sus deseos a través de los encarnados, vampirizándolos, cuando estos creen que están bebiendo, a fumar, o a usar drogas sólo para sí. Lo hacen para multitudes invisibles a nuestros ojos: “Junto a fumadores y bebedores inveterados, criaturas desencarnadas de triste aspecto se demoraban expectantes. Algunos sorbían las bocanadas de tabaco echadas al aire (...) Otras aspiraban el hálito de alcohólicos impenitentes.” 6

FUGA:

Hablando de Espíritus desencarnados perturbadores que vampirizam las criaturas invigilantes que se entregan a las más extravagantes pasiones y vicios, André Luiz registra lo que dice el mentor Calderaro: “¿En cuanto a estos infortunados, que hacer sino recomendarlos al Divino Poder? Intentan igualmente la fuga imposible de sí mismos. Alucinados, sólo aplazan el terrible minuto de auto reconocimiento, que llega siempre, cuando menos esperan, a través de los mil procesos del dolor, agotados los recursos del amor divino, que el Supremo Padre nos ofrece a todos. La mente de ellos también está apegada a los instintos primitivos, y, frágiles y dudosos, recelan la responsabilidad del trabajo de la regeneración.” 7

“Delante de los propios conflictos, no intente beber o doparse, buscando huir de la propia mente, porque de toda ausencia indebida usted volverá a los estragos o necesidades que haya creado en el mundo íntimo, a fin de sanarlos.” 8 (Destacamos.)

La oración y su importancia

El consumo de drogas asume proporciones gigantescas, los días actuales. La adicción enorme tanto en países ricos como en los pobres; en medio de las más diversas capas sociales. Parece no haber fronteras para el mal, que moviliza recursos grandes, en todo el mundo. La insensatez y la osadía de traficantes no tienen límites. Diariamente periódicos e informativos de la televisión centran sus acciones y las de la policía. Y a esa tragedia humana, vino a sumarse el Sida.

Sólo la concienciación, sobre todo de los jóvenes, podrá liberarlos de ese flagelo, mal aparentemente indomable.

La oración es otro medio eficaz, aunque lento – en la evaluación de nuestro inmediatismo – para la cura de todas las adicciones. No sólo beneficia las víctimas, como fortalece las familias, sea concediéndoles paciencia, sea inspirándolas en los caminos a continuación, el día a día, para que se hagan sostén de los caídos, a ellos vinculados.

En el libro “Voces del Gran Más Allá”, en el capítulo titulado Alcohólico, un Espíritu compara el alcoholismo a un incendio devastador y da su testimonio de las tragedias que vivió, de los sufrimientos que experimenta en la propia recuperación, y habla de las plegarias, recursos extraordinarios que le permitieron despertar para la vida:

“(...) hasta que manos fraternas me trajeron a la bendición de la oración (...) (...) por los talentos de la plegaria, me aplacaron la sed, ofreciéndome agua pura (...)”.

Y dice aún:

(...) os ofrezco el triste ejemplo de mi caso particular para escarmiento de aquellos que comienzan de copa a copa, en el aperitivo inocente, en la hora de recreo o en la noche festiva, descendiendo desprevenidos para el desequilibrio y para la muerte (...)” 9

El Evangelio en el Hogar es otro recurso valioso

El estudio del Evangelio en el Hogar es un recurso importante en esa campaña en favor de la libertad espiritual, por los reconocidos beneficios que de él resultan para Espíritus de los dos planos de la vida. A él se debe sumar otras acciones que busquen recuperar a los caídos.

La acción educativa y moralizadora que la Doctrina Espírita puede ejercer sobre las familias, máxime sobre la juventud, es instrumento liberador que está en las manos del Movimiento Espírita. Y el Centro Espírita, como célula viva de ese movimiento, detiene la parcela mayor de esas responsabilidades. Y a nosotros, que mucho hemos sido beneficiados por esa Doctrina de Amor, nos cabe una actitud vigilante de esclarecimiento permanente a la comunidad, sobre todo de la juventud, además de apoyar las familias que ya sufran los efectos maléficos de todas las drogas.

Esa tragedia que ahora envuelve la parcela elevada de los Espíritus vinculados a la Tierra es fruto de la polución invisible a los ojos desatentos, provocada por mentes enfermas de encarnados y desencarnados, a prender en sus horribles tentáculos criaturas invigilantes, inconscientes de los efectos perversos de sus acciones, sobre todo del elevado precio a pagar, en el largo camino de la vuelta al reequilibrio, que un día, pronto o tarde, a costa de muchas lágrimas, tendrán todos que recorrer. 

 

Referências bibliográficas:  

1. Repositório de Sabedoria, do livro Após a Tempestade, Joanna de Ângelis/Divaldo P. Franco, 57, 1ª ed. Livraria Espírita Alvorada, Salvador, 1980.

2. Cartas e Crônicas, Irmão X/Francisco C. Xavier, 7ª ed. FEB, Rio, 1988.

3. Entre a Terra e o Céu, André Luiz/Francisco C. Xavier, pág. 78, 6ª ed. FEB, Rio, 1978.

4. O Livro dos Espíritos, Allan Kardec, 50ª ed. FEB, Rio, 1980;

5. Missionários da Luz, André Luiz/Francisco C. Xavier, pág. 102, 12 ed. FEB, Rio, 1979.

6. Nos Domínios da Mediunidade, André Luiz/Francisco C. Xavier, págs. 139/40 e 138, 9ª ed., FEB, Rio, 1979.

7. No Mundo Maior, André Luiz/Francisco C. Xavier, pág. 195, 8ª ed. FEB, Rio, 1979.

8. Coragem, André Luiz/Francisco C. Xavier, pág. 52, 19ª ed. CEC, Uberaba, 1990.

9. Vozes do Grande Além, Diversos Espíritos/Francisco C.Xavier, pág. 125, 2ª ed. FEB, Rio, 1974.
 


 


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