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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 250 – 4 de Marzo de 2012  

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 42 e final)

Termina en esta edición el estudio d’ El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, desarrollado en esta revista en 42 módulos.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. El progreso real de la Humanidad tiene su principio en la aplicación de una de las leyes naturales. ¿Cuál es esa ley?

B. Kardec dice que el desarrollo de las ideas espíritas presentaría tres períodos distintos. ¿Cuáles son?

C. La fuerza del Espiritismo ¿viene de la práctica de las manifestaciones materiales?

D. El Espiritismo se presenta bajo tres diferentes aspectos: el de las manifestaciones, el de los principios y de la filosofía de ellas derivan, y el de la aplicación de esos principios. De esto resultarían tres clases de espíritas. ¿Cuáles son?

E. Tres efectos se verifican en la vida de las personas que llegan a comprender el Espiritismo filosófico y ven en él algo más que sólo fenómenos más o menos curiosos. ¿Cuáles son esos efectos?  

Texto para la lectura

648. En buena lógica, la crítica sólo tiene valor cuando el crítico conoce aquello de lo que habla. Burlarse de una cosa que no se conoce no es criticar: es dar prueba de liviandad y de falta de criterio. (Conclusión, ítem I)

649. El Espiritismo es el más terrible antagonista del materialismo. No es, pues, de admirar que tenga por adversarios a los materialistas. (Conclusión, ítem II)

650. La religión se funda en la revelación y en los milagros. Ahora bien, ¿qué es la revelación sino un conjunto de comunicaciones extraterrenales? Todos los autores sagrados, desde Moisés, han hablado de ese tipo de comunicaciones. (Conclusión, ítem II)

651. El Espiritismo dice y prueba que los fenómenos en que se basa, sólo tienen la apariencia de sobrenaturales.  (…) Todos los fenómenos espíritas, sin excepción, son el resultado de leyes generales. (Conclusión, ítem II)

652. ¿A qué se debe atribuir el relajamiento de los lazos de familia y la mayor parte de los desórdenes que corroen a la sociedad, sino a la ausencia de toda creencia? Al demostrar la existencia y la inmortalidad del alma, el Espiritismo reaviva la fe en el porvenir, levanta los ánimos abatidos, hace soportar con resignación las vicisitudes de la vida. ¿Osaríais llamar a esto un mal? (Conclusión, ítem III)

653. La fraternidad supone desinterés, el sacrificio de la propia personalidad. Donde hay verdadera fraternidad, el orgullo es una anomalía. (Conclusión, ítem III)

654. El Espiritismo es fuerte porque se apoya sobre las mismas bases de la religión: Dios, el alma, las penas y las recompensas futuras; sobre todo, porque muestra que esas penas y recompensas son consecuencias naturales de la vida terrestre y, más aún, porque en el cuadro que presenta del porvenir no hay nada que la razón más exigente pueda rechazar. (Conclusión, ítem V)

655. Muy falsa sería la idea que se formaría del Espiritismo quien juzgase que su fuerza proviene viene de la práctica de las manifestaciones materiales y que, por lo tanto, poniendo obstáculos a tales manifestaciones, se pueda minar sus bases. Su fuerza está en su filosofía, en el llamamiento que dirige a la razón, al sentido común. (Conclusión, ítem VI)

656. El Espiritismo no es obra de un hombre. Nadie puede llamarse su creador, porque es tan antiguo como la Creación. Lo encontramos por todas apartes, en todas las religiones, principalmente en la religión católica y allí con más autoridad que en todas las otras, porque  ella nos presenta el principio de todo lo que hay en él: los Espíritus de todos los grados de elevación, sus relaciones ocultas y ostensivas con los hombres, los ángeles de la guarda, la reencarnación, la emancipación del alma durante la vida, la doble vista, todos los tipos de manifestaciones, las apariciones y hasta las apariciones tangibles. (Conclusión, ítem VI)

657. Las comunicaciones con los seres de ultratumba dieron como resultado hacernos comprender la vida futura, hacérnosla ver, iniciarnos en el conocimiento de las penas y goces que nos esperan, según nuestros méritos, y de esta manera, encaminar al espiritualismo a aquellos que en el hombre sólo veían la materia. Así pues, tuvimos razón al  decir que el Espiritismo, con los hechos, mató al materialismo. Si éste fuese el único resultado producido por él, ya mucha gratitud le debería el orden social. Pero hace más: muestra los inevitables efectos del mal, y por consiguiente, la necesidad del bien. El número de personas a quienes ha llevado a mejorar sus sentimientos, y neutralizado sus malas tendencias desviándolos del mal, es mayor de lo que se cree y crece todos los días. (Conclusión, ítem VIII)

658. Los Espíritus buenos sólo predican la unión y el amor al prójimo, y nunca un pensamiento malévolo o contrario a la caridad puede venir de una fuente pura. (Conclusión, ítem IX)

659. Por mucho tiempo, los hombres se han destrozado y anatematizado mutuamente en nombre de un Dios de paz y misericordia, ofendiéndolo con semejante sacrilegio. El Espiritismo es el lazo que un día los unirá, porque les mostrará dónde está la verdad y dónde el error. Pero durante mucho tiempo, habrá todavía escribas y fariseos, que lo negarán, como negaron a Cristo. ¿Queréis saber bajo la influencia de qué Espíritus están las diversas sectas que entre sí se repartieron el mundo? Juzgadlo por sus obras y por sus principios. Jamás los Espíritus buenos fueron los instigadores del mal; jamás aconsejaron o legitimaron el asesinato y la violencia; jamás estimularon los odios de los partidos, ni la sed de las riquezas y los honores, ni la avidez de los bienes de la Tierra. Los que son buenos, humanitarios y benévolos para con todos, son sus predilectos y los predilectos de Jesús, porque siguen el camino que les señaló para llegar hasta Él. (Conclusión, ítem IX, mensaje de San Agustín)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. El progreso real de la Humanidad tiene su principio en la aplicación de una de las leyes naturales. ¿Cuál es esa ley?

Es la ley de justicia, amor y caridad, ley que se basa en la certeza del porvenir. De esa ley derivan todas las otras, porque encierra todas las condiciones de la felicidad del hombre. Sólo ella puede curar las llagas de la sociedad. Comparando las edades y los pueblos, se puede evaluar cuánto mejora su condición a medida que esa ley va siendo mejor comprendida y practicada. Ahora bien, si su aplicación parcial e incompleta produce en el hombre tanto bien, ¡qué no conseguirá cuando haga de ella la base de todas sus instituciones sociales! ¿Será eso posible? Sí, porque si ya dio diez pasos, puede dar veinte y así sucesivamente. (El Libro de los Espíritus, Conclusión, ítem IV.)

B. Kardec dice que el desarrollo de las ideas espíritas presentaría tres períodos distintos. ¿Cuáles son?

El primero es el de la curiosidad, que despierta la singularidad de los fenómenos producidos. El segundo, el del razonamiento y de la filosofía. El tercero, el de la aplicación y de las consecuencias. El período de la curiosidad dura poco. Una vez satisfecha, cambia de objeto. No sucede lo mismo con lo que desafía a la reflexión seria y al razonamiento. Comenzó el segundo período, el tercero vendrá inevitablemente. El Espiritismo progresó principalmente desde que se fue comprendiendo mejor su esencia íntima, después que se percibió su alcance, porque toca la cuerda más sensible del hombre: la de su felicidad, aún en este mundo. Allí está la causa de su propagación, el secreto de la fuerza que lo hará triunfar. Va haciendo felices a quienes lo comprenden, mientras su influencia no se extiende a las masas. Aún los que no han sido testigos de ningún fenómeno, dicen: “Fuera de esos fenómenos, hay una filosofía, que me explica lo que NINGUNA OTRA me había explicado. En ella encuentro, sólo por medio del razonamiento, una solución racional a los problemas que interesan en el más alto grado a mi futuro. Ella me da la calma, firmeza, confianza; me libra del tormento de la incertidumbre”. Al lado de todo esto, la cuestión de los hechos materiales es secundaria.  (Obra citada, Conclusión, ítem V.)

C. La fuerza del Espiritismo ¿viene de la práctica de las manifestaciones materiales?

No. Su fuerza está en su filosofía, en el llamamiento que hace a la razón, al sentido común. En la antigüedad era objeto de los estudios misteriosos, que cuidadosamente se ocultaban al vulgo. Hoy no tiene secretos para nadie. Habla en un lenguaje claro y sin ambigüedades. Nada místico hay en él, nada de alegorías susceptibles de falsas interpretaciones. Quiere ser comprendido por todos, porque han llegado los tiempos de hacer que los hombres conozcan la verdad. El Espiritismo no es obra de un hombre. Nadie puede llamarse su creador, porque es tan antiguo como la Creación. Lo encontramos por todas partes, en todas las religiones, principalmente en la religión católica y allí con más autoridad que en todas las otras, porque en ella se nos ofrece el principio de todo lo que hay en él: los Espíritus de todos los grados de elevación, sus relaciones ocultas y ostensivas con los hombres, los ángeles de la guarda, la reencarnación, la emancipación del alma durante la vida, la doble vista, todos los tipos de manifestaciones, las apariciones y hasta las apariciones tangibles. (Obra citada, Conclusión, ítem VI.)

D. El Espiritismo se presenta bajo tres diferentes aspectos: el de las manifestaciones, el de los principios y de la filosofía de ellas derivan, y el de la aplicación de esos principios. De esto resultarían tres clases de espíritas. ¿Cuáles son?

Éstas son: 1ª. Los que creen en las manifestaciones y se limitan a comprobarlas; para éstos, el Espiritismo es una ciencia experimental; 2ª. los que perciben en ella las consecuencias morales; 3ª. los que practican o se esfuerzan por practicar esa moral. (Obra citada, Conclusión, ítem VII.)

E. Tres efectos se verifican en la vida de las personas que llegan a comprender el Espiritismo filosófico y ven en él algo más que sólo fenómenos más o menos curiosos. ¿Cuáles son esos efectos?

El primer efecto y más general consiste en desarrollar el sentimiento religioso hasta en aquél que, sin ser materialista, mira con absoluta indiferencia las cuestiones espirituales. De allí le viene el desprecio a la muerte. No decimos el deseo de morir; nada más lejano que eso, porque el espírita defenderá su vida como cualquier otro, pero hay una indiferencia que lo lleva a aceptar, sin quejas ni pesar, una muerte inevitable, como algo más de alegrar que de temer, por la certeza que tiene del estado que seguirá.

El segundo efecto, casi tan general como el primero, es la resignación ante las vicisitudes de la vida. El Espiritismo hace ver las cosas desde tan alto que, al perder la vida terrenal las tres cuartas partes de su importancia, el hombre no se aflige tanto con las tribulaciones que la acompañan. De allí que tenga más coraje en las aflicciones, más moderación en los deseos. De allí también el rechazo de la idea de abreviar los días de la existencia, porque la Ciencia Espírita enseña que por el suicidio siempre se pierde lo que se quería ganar. La seguridad de un futuro, al cual tenemos la facultad de hacer feliz, la posibilidad de establecer relaciones con entidades que nos son queridas, ofrecen al espírita el supremo consuelo.

El tercer efecto es el de estimular en el hombre la indulgencia para con los defectos ajenos. Sin embargo, cabe decirlo, el principio egoísta y todo lo que de él deriva, son lo más tenaz que hay en el hombre y, por consiguiente, más difícil de desarraigar. Todas las personas hacen sacrificios voluntariamente, siempre que nada les cueste y de nada les prive. Para la mayoría de los hombres el dinero todavía tiene un atractivo irresistible y muy pocos comprenden la palabra superfluo cuando se trata de su propia persona. Por eso mismo, la abnegación de la personalidad constituye una señal de gran progreso. (Obra citada, Conclusión, ítem VII.)

FIN
 

 

 

 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita