WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Especial Português Inglês    
Año 5 248 – 19 de Febrero de 2012  
DAVILSON SILVA          
davsilva.sp@gmail.com     
São Paulo, SP (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 


Davilson Silva

El escepticismo humanista-cristiano y la mediumnidad
de cura
 


La mediumnidad de cura sigue el orden regular de las cosas; como afirmó Kardec, está en la naturaleza y prueba que hay un ser espiritual en el hombre

¿Las enfermedades del hombre tienen aún que ver con “castigos divinos” a causa de “pecados cometidos”, conforme los teólogos? ¿No sería un despropósito grave, un absurdo, tamaña blasfemia? ¿Es lícito a alguien, una vez estando enfermo, buscar un médium curador para librarlo o para, al menos, aliviarlo de alguna enfermedad?

A partir de tiempos remotos, se sabe que el hombre es mucho más que un ser existente, animado. En el que abonaran la creencia en castigos divinos, causaron inmensos sufrimientos a incontables personas. Enfermedades... ¡¿Castigo de Dios?! Eso no pasa de un ultraje, consecuencia de obsesiones de culpa que han causado incontables disturbios de orden psicológico.

Ahora, con la última de las tres preguntas arriba expuestas no transigiremos en responder inmediatamente de inicio: es tan justo buscar un médium de cura como buscar un médico. Si la mediumnidad de cura existe, Dios permite que ella exista; si Dios la permite, hay razones sabias y magnánimas. La cura espiritual representa uno de los generosos expedientes de la juiciosa misericordia divina a fin de el hombre no hacer caso de su condición de Espíritu encarnado.

El Creador de todo cuanto existe nunca descuidó su creación aquí en la Tierra. A partir de los primeros periodos, accidentes y enfermedades, en todos los tiempos, formaron parte de lo cotidiano de nuestro planeta. En el jurásico, los dinosaurios tenían tumores óseos; el hombre del paleolítico, tuberculosis de la espina; en el neolítico, se practicaba la trepanación (a causa del descubrimiento de cráneos perforados), tal vez buscando la cura de la epilepsia. Dios jamás dejó de proveer recursos para que pudiéramos enfrentar los problemas de la existencia. En ningún tiempo, la solicitud divina estuvo ausente de las cosas de este mundo, sobre todo del hombre, Alma, o Espíritu encarnado, aún cuando en formas rudimentales, por desenvolverse.

Percepciones independientes - El Espíritu restringido por determinado tiempo a un cuerpo físico perecedero es, antes de nada, un ser dotado de percepciones independientes de su formato espeso. Su forma sólida no pasa de espejo de la propia forma espiritual. El Apóstol Pablo (I Color., 15:40) se refirió a “cuerpo terrestre” y a “cuerpo celestial”, diciendo que, “sin duda, una es la gloria de los celestiales y otras la de los terrestres”.

El Ser Espiritual, activo en su “cuerpo terrestre”, es decir, en su cuerpo físico, por medio de los fenómenos naturales, tiene el poder de cambiar la composición química de un órgano enfermo, lo que la ciencia se limita a dar por inexplicable. Desde que el hombre surgió en el mundo, recursos de cura siempre existieron, desde el sistema de cura automática - por ejemplo, un corte en el dedo inmediatamente comienza a cicatrizar —, hasta la concienciación de la necesidad de un equilibrio emocional para conseguir una salud perfecta. El doctor en medicina Michael Wynne Parker resaltó que una parcela considerable de médicos ya admite que tal vez el 80% de todos los pacientes sufran de dolencias provocadas por el estrés emocional y por ideas irreprimibles.

Pues bien. Para el Dr. Parker, que inclusive es protestante y también poseedor de la mediumnidad curadora, es inadmisible el prejuicio, el escepticismo de la Ciencia y de la Iglesia acerca de los médiums y de la cura espiritual.1 Escribió el Dr. Parker en su obra: Healing And The Wholeness And Man: “La afirmación de que no es el curandero que cura está en absoluta contradicción con el concepto de la autosuficiencia completa del hombre” (comillas para decir que damos preferencia al término médium en vez de “curandero”, porque presenta connotación peyorativa y revela intolerancia por no distinguir la impostura de la verdad).

Para el médico, al instituir el desarrollo humanista en la Iglesia, los teólogos acabaron chocándose con la diferencia que sabemos existe entre el principio espiritual y el material. Entiéndase por humanismo cristiano la creencia del hombre en su propia y completa autosuficiencia, creyendo él sólo en aquello que experimentó, testificó y en lo que es capaz, siendo, del resto, escéptico en todo. De ese modo, el humanismo de la Iglesia, decurrente del Cristianismo Occidental, ha subestimado la espiritualidad humana, a través de los siglos, análogo al materialismo ateo de especialistas en ciencia. 

Exclusión del aspecto filosófico-espiritual — Al desear llevar a cabo la democracia en el Occidente, la Iglesia (la Católica y la Protestante) dio exagerado valor a asuntos respectos a la materia, al físico, y no al espíritu. Preocupada con el materialismo, pensando en expandir el Cristianismo con el propósito de civilizar ciertas regiones de Europa, dándoles cultura y educación, la Iglesia empeñó toda su fuerza en la política y en la sociología. Al participar de sectores inconciliables con el propósito del verdadero vínculo de la criatura al Creador, los teólogos dieron énfasis a la ruptura del hombre con Dios. Así, el desarrollo humanista declinó lo que sería una efectiva aproximación con la Espiritualidad, excluyendo la parte filosófico-espiritual, dando comienzo al choque y completa autosuficiencia del hombre.

Hasta los días de ahora, permanece el reflejo de esa “mentalidad reaccionaria”, según el Dr. Parker, que, en su opinión, hizo generar los llamados movimientos carismáticos y psíquicos. Sea dicho de pasada: es que los fenómenos mediúmnicos se verificaron en el propio ámbito sacerdotal y no tuvieron cómo evitarlo. Debido a su constancia, el modo fue  encubrirlos astutamente bajo la niebla dogmática del Espíritu Santo. Ese declive de la Iglesia para lo físico y los intereses particulares y precipuos de sus actos surgió a partir de esa preocupación de “civilizar” a la mayor parte del continente europeo.

Una vez la Iglesia identificándose sobremodo con el desarrollo material, desde la Reforma, se dejó conducir, hasta el presente, por su Humanismo Cristiano, malogrando el imprescindible concurso mediúmnico. Tal es el motivo de la Iglesia perseguir, prender, quemar paranormales y médiums en hogueras, subestimando la ilimitada potencialidad mental de la condición humana y sus fortísimas consecuencias, que le incomodan y, por qué no decir, sacuden su estructura pragmática por ser algo libre y fuera de su dependencia. Sin embargo, a pesar del antiguo escepticismo materialista de parte de la Ciencia y de la Iglesia Occidental, 2 las manifestaciones ocurren y siempre continuarán ocurriendo dentro o fuera del medio académico o al margen de la empresa eclesiástica y hasta incluso en el propio ámbito de ella.

Científicos y teólogos no han marchado en pro del mismo ideal; pero una cosa en común hay entre ellos: siempre negaron las diversas manifestaciones mediúmnico-paranormales. Especialmente, en lo que concierne a la Iglesia, aunque de modo reservado, cauteloso, ella acepte a los propios paranormales, sus médiums y lleguen a exclamar: “fuera de la Iglesia no hay verdad”, los fenómenos mediúmnicos nunca le serán un privilegio. Nada impedirá de que los Espíritus actúen en todos los tiempos en cualquier otro ambiente, por medio de cualquier uno: sea joven o anciano, pobre o rico, sabio o ignorante, tenga esta o aquella creencia o no tenga ninguna.

Médiums y médicos juntos — Por ejemplo, muchos hospitales funcionan (cerca de 1.500 de ellos), dispersos por toda Inglaterra, donde se permite que médiums curadores de todo tipo de creencia trabajen en conjunto con la medicina no natural. Probablemente, sólo en un país como este (¡y de mayoría protestante!) se tenga un programa más bien organizado de cura del mundo, bajo apoyo de la respetable Federación Nacional de Curanderos Espirituales.3 Esa federación existe desde 1950, acepta en la cualidad de miembro corporativo en la Asociación de las Naciones Unidas.

¡Por señal, vea sólo! El maestro Allan Kardec, en el siglo 19, ya escribía:

Dijimos que la mediumnidad curadora no matará la medicina ni los médicos, pero no puede dejar de modificar profundamente la ciencia médica. A buen seguro habrá siempre médiums curadores, porque siempre los hubo, y esta facultad está en la naturaleza, pero serán menos numerosos y menos a medida que aumentara el número de médicos-médiums, y cuando la ciencia y la mediumnidad se presten mutuo apoyo, se tendrá más confianza en los médicos cuando sean médiums, y más confianza en los médiums cuando sean médicos. 4

Concluyendo: la mediumnidad de cura sigue la orden regular de las cosas; como afirmó el maestro Kardec, está en la naturaleza, y prueba que hay un ser espiritual en el hombre, al tiempo que le es útil. Enfermedades no hablan al respeto de castigo divino, a pesar de que los teólogos hayan hecho creer en ese absurdo. Nuestro Padre jamás deseó ver a nadie enfermo, y curas mediúmnicas no son privilegio de cualquier denominación religiosa ni de cualquier secta. Y vale decir que el padre espiritual de la medicina no fue Hipócrates, de las Islas de Cos, y sí Jesús, de la ciudad de Nazaret. En nombre de Dios, Jesús realizaba curas sin alarde, sin aparato suntuoso y sin circunscribir ese procedimiento sublime a lugares especiales (en total, el Médico de los Médicos realizó 26 curas individuales y 27 en grupos, fueran nueve curas hechas por los Apóstoles).

Es justo sí que busquemos un médium, pero un médium que no prometa supuestos milagros, curas instantáneas, una vez que, según palabras de mi fraterno amigo, el prof. Edvaldo Kulcheski, “no es obra de improvisto, a imponerse de fuera para dentro”. El médium ideal sería, por lo tanto, aquel que es comprobadamente idóneo, discreto, caritativo. 

 

Notas:
 

1 - El médico Michel Wynne Parker fue ministro de la Iglesia Metodista, y abandonó esa Institución por divergencias teológicas con los líderes que lo perseguían a causa de los intereses e implicación con curas espirituales.
 

2 - Cuando nos referimos a la Iglesia Occidental, estamos haciendo ver la distinción que hay entre ella y la de el Oriente, la llamada Iglesia Ortodoxa, que para la occidental es “poco ortodoxa”, naturalmente por no haberle seguido los pasos humanistas cristianos, siendo volcada para los fenómenos de las curas espirituales.


3 - No podemos dejar de registrar que la Federación Nacional de Curanderos Espirituales posee una ética, no cobra por servicios prestados, y sus integrantes hacen el juramento hipocrático. También, la existencia de la Academia Americana de Parapsicología y Medicina de Estados Unidos, con cerca de 1.400 miembros, todos médicos, no podría dejar de ser mencionada.


4 -      
KARDEC, Allan. Revista Espírita, Jornal de Estudos Psicológicos, Vol. 10, outubro de 1867, S/ed. São Paulo, Edicel Editora Cultural Espírita Ltda., s/d, p. 304. 

Visite Pensamento&Espiritualidade http://pensesp.blogspot.com



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita