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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 240 – 18 de Diciembre de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 32)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. Según el Espiritismo, la igualdad absoluta de las riquezas no es posible debido a la diversidad de los caracteres y de las facultades humanas. En vista de ello, ¿por qué Dios concedió a unos las riquezas y el poder, y a otros la miseria?

B. Los hombres y las mujeres ¿tienen los mismos derechos?

C. ¿Será respetable toda y cualquier creencia, aún cuando fuese notoriamente falsa?

D. ¿Tiene el hombre el libre albedrío de sus actos?

E. ¿Ejerce el organismo alguna influencia sobre los actos de la vida? En caso afirmativo, ¿no perjudica esto el ejercicio del libre albedrío?

Texto para la lectura

472. El rico está sujeto a más tentaciones, pero también dispone de más medios para hacer el bien. Sin embargo, es precisamente eso lo que no siempre hace. Con su fortuna, aumentan sus necesidades y considera que nunca posee lo suficiente para sí. (L.E., 816)

473. La alta posición del hombre en este mundo y la autoridad sobre sus semejantes son pruebas tan grandes y tan escurridizas como la desgracia, porque cuanto más rico y poderoso es, más obligaciones tiene que cumplir, y mayores son los medios de los que dispone para hacer el bien o el mal. Dios prueba al pobre con la resignación y al rico mediante el uso que hace de sus bienes y de su poder. La riqueza y el poder engendran  todas las pasiones que nos atan a la materia y nos alejan de la perfección espiritual. (L.E., 816, comentario de Kardec.) 

474. Las funciones a las que la mujer está destinada por la Naturaleza tienen una importancia tan grande como las asignadas al hombre, y hasta mayor. La mujer es quien le da las primeras nociones de la vida. (L.E., 821)

475. El primer principio de la justicia es éste: No hagáis a los demás lo que no que no quisierais que os hiciesen. La legislación humana, para ser equitativa, debe consagrar la igualdad de los derechos del hombre y de la mujer. De los derechos, no de las funciones. Es necesario que cada uno esté en el lugar que le corresponde. Que se ocupe el hombre de lo exterior y la mujer de lo interior, cada cual según su aptitud. Todo privilegio concedido a uno o a otro es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer acompaña el progreso de la civilización. Los sexos, por otra parte, sólo existen en la organización física. Puesto que los Espíritus pueden encarnar en uno y en otro, bajo ese aspecto no existe ninguna diferencia entre ellos. Deben, por ello, gozar de los mismos derechos. (L.E., 822 y 822-a)

476. Erigir monumentos fúnebres para perpetuar la memoria constituye un último acto de orgullo. No siempre se hacen esas demostraciones por el muerto: son hechas por amor propio y para el mundo, así como por ostentación de riqueza.  (L.E., 823 y 823-a)

477. No se reprueba la pompa de los funerales cuando se tiene en cuenta honrar la memoria de un hombre de bien, pues eso es justo y de buen ejemplo. (L.E., 824)

478. El hombre no puede disfrutar en el mundo de libertad absoluta porque todos necesitan los unos de los otros, así los pequeños como los grandes. Desde el momento en que dos hombres están juntos, hay entre ellos derechos recíprocos que deben respetar y, por lo tanto, ninguno de ellos goza de libertad absoluta. (L.E., 825 y 826)

479. ¿Cómo conciliar las opiniones liberales de ciertos hombres con el despotismo que acostumbran ejercer en su casa o sobre sus subordinados? Tales hombres tienen compresión de la ley natural, la que contrarrestan por el orgullo y el egoísmo. Cuando no representan una comedia sustentando principios liberales, comprenden cómo las cosas deben ser, pero no las hacen así. (L.E., 828)

480. Cuanto más inteligencia tiene el hombre para comprender un principio, tanto menos disculpable es de no aplicarla a sí mismo. El hombre simple, pero sincero, está más adelantado en el camino de Dios que un hombre que pretenda parecer lo que no es. (L.E., 828-a)

481. Es contraria a la ley de Dios toda sujeción absoluta de un hombre a otro. La esclavitud es un abuso de la fuerza. Desaparece con el progreso, como desaparecerán gradualmente todos los abusos. (L.E., 829)

482. El mal siempre es el mal y no hay sofisma que haga que una mala acción se torne buena. Pero la responsabilidad del mal es relativa a los medios de los que el hombre disponga para comprenderlo. Aquél que saca provecho de la ley de esclavitud es siempre culpable de violación de la ley natural. Pero allí, como en todo, la culpabilidad es relativa. Esclarecida por las luces del Cristianismo, la razón mostró al hombre que el esclavo era igual a él ante Dios, y en ese caso, no tiene más disculpas. (L.E., 830)

483. La desigualdad natural de las aptitudes coloca ciertas razas humanas bajo la dependencia de razas más inteligentes, para que éstas se eleven, no para embrutecerlas aún más con la esclavitud. (L.E., 831)

484. Los hombres que tratan a sus esclavos con humanidad no son tan culpables como los que los maltratan, pero no por eso dejan de disponer de ellos como una mercadería, privándolos del derecho de pertenecerse a sí mismos. (L.E., 832)

485. Por el pensamiento goza el hombre de libertad ilimitada, puesto que no hay cómo ponerle obstáculos. Se le puede detener en su vuelo, pero no aniquilarlo. (L.E., 833)

486. Ante Dios, el hombre es responsable de su pensamiento. Y sólo a Dios le corresponde condenarlo o absolverlo, según su justicia. (L.E., 834)

487. La conciencia es un pensamiento íntimo, que pertenece al hombre, como todos los demás pensamientos. La libertad de conciencia es una de las características de la verdadera civilización y del progreso, y sólo a Dios le corresponde juzgarla. (L.E., 835 a 837)

488. ¿Será reprensible aquél que escandalice con su creencia a otro que no piense como él? Sí, porque hacer eso es faltar a la caridad y atentar contra la libertad de pensamiento. (L.E., 839)

489. Atenta contra la libertad de conciencia quien pone obstáculos a creencias capaces de causar perturbaciones a la sociedad. Se pueden reprimir los actos, pero la creencia íntima es inaccesible. (L.E., 840)

490. Enseñad, a ejemplo de Jesús, sirviéndose de la dulzura y la persuasión, no de la fuerza, lo cual sería peor que la creencia de aquél a quien deseareis convencer. La convicción no se impone. (L.E., 841)

491. La doctrina más próxima a la verdad será aquella que haga más hombres de bien y menos hipócritas. Esa es la señal por la cual reconoceréis que una doctrina es buena, puesto que toda doctrina que tiene como resultado sembrar la desunión y establecer una línea de separación entre los hijos de Dios no puede ser sino falsa y perniciosa. (L.E., 842)

492. Las predisposiciones instintivas que el hombre trae al renacer son las del Espíritu antes de encarnar. Según su adelantamiento, ellas pueden arrastrarlo a la práctica de actos reprensibles, en lo cual será secundado por Espíritus simpáticos a esas tendencias. Por lo tanto, no existe atracción irresistible cuando se tiene voluntad de resistir. Recordad que querer es poder. (L.E., 845)

493. Aquél cuya inteligencia se encuentre perturbada por cualquier causa no es dueño de su pensamiento, y por lo tanto, ya no tiene libertad. La alteración de las facultades mentales es muchas veces un castigo para el Espíritu que, en otra existencia, haya sido frívolo y orgulloso, o haya hecho mal uso de sus facultades. En tal caso, ese Espíritu puede renacer en el cuerpo de un idiota, como el déspota en el de un esclavo y el mal rico en el de un mendigo. El Espíritu sufre por efecto de ese constreñimiento, del que tiene perfecta conciencia. Tal es la acción de la materia. (L.E., 847)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. Según el Espiritismo, la igualdad absoluta de las riquezas no es posible, debido a la diversidad de los caracteres y de las facultades humanas. En vista de ello, ¿por qué Dios concedió a unos las riquezas y el poder, y a otros la miseria?

Para probarlos de maneras diferentes. Además, como sabemos, tales pruebas fueron escogidas por los mismos Espíritus, en las cuales, aún así, sucumben con frecuencia. (El Libro de los Espíritus, preguntas 814 a 816).

B. Los hombres y las mujeres ¿tienen los mismos derechos?

Sí. ¿No otorgó Dios a ambos la inteligencia del bien y del mal y la facultad de progresar? (Obra citada, preguntas 817 a 820.)

C. ¿Será respetable toda y cualquier creencia, aún cuando fuese notoriamente falsa?

Sí. Toda creencia es respetable, cuando es sincera y conduce a la práctica del bien. Condenables son las creencias que conducen al mal. (Obra citada, pregunta 838.)

D. ¿Tiene el hombre el libre albedrío de sus actos?

Evidentemente. Puesto que tiene la libertad de pensar, tiene igualmente la de obrar. Sin el libre albedrío, el hombre sería una máquina. (Obra citada, preguntas 843 e 844.)

E. ¿Ejerce el organismo alguna influencia sobre los actos de la vida? En caso afirmativo, ¿no perjudica esto el ejercicio del libre albedrío?

Es innegable que la materia ejerce influencia sobre el Espíritu, y eso puede hasta entorpecerle las manifestaciones y el ejercicio del libre albedrío. (Obra citada, pregunta 846.)

 

 

 


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