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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 239 – 11 de Diciembre de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 31)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Por cuáles indicios podemos reconocer a una civilización completa?

B. ¿Cuál es la causa de la inestabilidad de las leyes humanas?

C. ¿Llegará el Espiritismo a ser una creencia general en la Tierra algún día?

D. ¿Cómo puede el Espiritismo contribuir al progreso de la Humanidad?

E. La desigualdad de las condiciones sociales, ¿constituye una ley natural?

Texto para la lectura

456. La sociedad podría regirse únicamente por las leyes naturales si todos las comprendieran bien y las quisiesen practicar. Pero la sociedad tiene sus exigencias. Necesita leyes especiales. (L.E., 794)

457. Las ideas sólo se modifican poco a poco, según los individuos, y es necesario que algunas generaciones pasen para que se borren totalmente los vestigios de los viejos hábitos La transformación, pues, sólo puede operarse con el tiempo, gradual y progresivamente. En cada generación se disipa una parte del velo. El Espiritismo viene a rasgarlo todo, de arriba a abajo. (L.E., 800)

458. No se enseña a los niños lo que se enseña a los adultos, ni se da al recién nacido un alimento que no pueda digerir. Cada cosa a su tiempo. Los Espíritus enseñaron muchas cosas que los hombres no comprendieron o tergiversaron, pero que ahora pueden comprender. (L.E., 801)

459. ¿Por qué los Espíritus no apresuran el progreso de la Humanidad por medio de manifestaciones generales y evidentes? Los que formulan esa pregunta desearían, seguramente, milagros; pero Dios los esparce a manos llenas y, sin embargo hay hombres que todavía así le niegan. Ni el mismo Cristo convenció a sus contemporáneos. No; no es por medio de los prodigios que Dios quiere guiar a los hombres. En su bondad, Él les deja el mérito de que se convenzan por la razón. (L.E., 802)

460. Dios creó iguales a todos los Espíritus, pero cada uno de ellos ha vivido más o menos tiempo y, por consiguiente, ha hecho mayor o menor suma de adquisiciones. La diferencia entre ellos está en la diversidad de los grados de experiencia alcanzada y de la voluntad con que obran, voluntad que es su libre albedrío. De ahí que unos se perfeccionen con más rapidez que otros, lo que les da aptitudes diversas. (L.E., 804)

461. Es necesaria la variedad de aptitudes, a fin de que cada uno pueda colaborar en la ejecución de los designios de la Providencia. Lo que uno no hace, lo hace el otro. Así, cada cual tiene su papel útil a desempeñar. Además, al ser todos los mundos solidarios entre sí, se hace necesario que los habitantes de los mundos superiores – que en su mayoría fueron creados antes que el vuestro – vengan a habitar éste para daros el ejemplo. (L.E., 804)

462. Al pasar el Espíritu de un mundo a otro, conserva la integridad de las facultades adquiridas: El Espíritu que progresó no retrocede. Podrá escoger, cuando esté desencarnado, una envoltura más grosera o una posición más precaria que las que tuvo, pero todo eso para que le sirva de enseñanza y le ayude a progresar. (L.E., 805)

463. Los que abusan de la superioridad de sus posiciones sociales para oprimir a los débiles, merecen el anatema. ¡Ay de ellos! Serán oprimidos a su vez: renacerán en una existencia en la que sufrirán todo lo que hayan hecho sufrir a los demás. (L.E., 807)

464. La desigualdad de las riquezas ¿se origina en la desigualdad de las facultades? “Sí y no”, respondieron los Espíritus, y en seguida agregaron: “De la astucia y del robo, ¿qué me dices?” (L.E., 808)

465. Kardec reflexiona: “Pero la riqueza heredada no es fruto de las malas pasiones”. Respuesta: “¿Qué sabes al respecto? Busca la fuente de tal riqueza y verás que no siempre es pura. (…) ¿Crees que la codicia de la riqueza, aún siendo bien adquirida, los deseos secretos de poseerla lo más pronto posible, sean sentimientos loables? Eso es lo que Dios juzga y te aseguro que su juicio es más severo que el de los hombres”. (L.E., 808-a)

466. Los que heredan una fortuna mal habida en su origen no son responsables del mal que otros hayan hecho, sobre todo si lo ignoran. Pero muchas veces la riqueza sólo llega a las manos de un hombre para proporcionarle la ocasión de reparar una injusticia. ¡Dichoso él si así lo comprende! Si lo hace en nombre de aquél que cometió la injusticia, la reparación les será tomada en cuenta a ambos, porque a menudo es este último quien la provoca. (L.E., 809)

467. Toda acción produce sus frutos; dulces son los de las buenas acciones; siempre amargos los de las otras. Siempre, entendedlo bien. (L.E., 810)

468. Jamás existió la igualdad absoluta de las riquezas, ni es posible. A ello se opone la diversidad de las facultades y de los caracteres. (…) Los que juzgan que ése es el remedio para los males de la sociedad no comprenden que la igualdad sería destruida a corto plazo por la fuerza de las cosas. Combatid el egoísmo, que es vuestra llaga social, y no corráis tras quimeras. (L.E., 811)

469. El bienestar es relativo y todos podrían gozar de él si se entendiesen convenientemente, porque el verdadero bienestar consiste en que cada uno emplee su tiempo como le plazca y no en la ejecución de trabajos por los cuales no siente ninguna satisfacción. (…) En todo existe el equilibrio; el hombre es quien lo altera. (L.E., 812)

470. Los hombres se entenderán cuando practiquen la ley de Justicia. (L.E., 812-a)

471. Ya dijimos que la sociedad es muchas veces la principal culpable cuando alguien, por su propia culpa, cae en la miseria. ¿No debe ella velar por la educación moral de sus miembros? Casi siempre es la mala educación la que les falsea el juicio, en vez de reprimir sus tendencias perniciosas. (L.E., 813)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Por cuáles indicios podemos reconocer a una civilización completa?

Se reconoce a una civilización por su desarrollo moral. Una sociedad tiene derecho de llamarse civilizada solamente cuando hayan sido desterrados de ella los vicios que la deshonran y cuando sus componentes vivan como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, habrá recorrido apenas la primera fase de la civilización. De dos naciones que hayan llegado a la cima de la escala social, únicamente puede considerarse la más civilizada, en la verdadera acepción del término, aquella donde exista menos egoísmo, menos codicia y menos orgullo; donde los hábitos sean más intelectuales y morales que materiales; donde la inteligencia pueda desarrollarse con mayor libertad; donde haya más bondad, buena fe, benevolencia y generosidad recíprocas; donde menos arraigados se muestren los prejuicios de casta y de nacimiento; donde las leyes no consagren ningún privilegio y sean las mismas tanto para el último como para el primero; donde con menos parcialidad se ejerza la justicia; donde el débil encuentre siempre amparo contra el fuerte; donde la vida del hombre, sus creencias y opiniones sean mejor respetadas; donde exista el menor número de desdichados; en fin, donde todo hombre de buena voluntad esté seguro de que no le falte lo necesario. (El Libro de los Espíritus, pregunta 793.)  

B. ¿Cuál es la causa de la inestabilidad de las leyes humanas?

En épocas de barbarie eran los más fuertes los que hacían las leyes, y las hicieron para ellos. A medida que los hombres fueron comprendiendo mejor la justicia, se hizo indispensable modificarlas. Cuanto más se aproximan a la verdadera justicia, menos inestables son las leyes humanas, esto es, se vuelven más estables conforme van siendo hechas para todos y se identifican con la ley natural. (Obra citada, preguntas 795 a 797.)

C. ¿Llegará el Espiritismo a ser una creencia general en la Tierra algún día?

Sí. Llegará a ser una creencia general y marcará una nueva era en la Historia de la Humanidad, porque está en la Naturaleza y ha llegado el tiempo en que ocupe un lugar entre los conocimientos humanos. Sin embargo, tendrá que sostener grandes luchas, más contra los intereses que contra la convicción, puesto que no hay cómo disimular la existencia de personas interesadas en combatirlo, unas por amor propio y otras por causas enteramente materiales. Su marcha, sin embargo, será más rápida que la del Cristianismo, porque el mismo Cristianismo le abre el camino y le sirve de apoyo. El Cristianismo tenía que destruir; el Espiritismo sólo tiene que edificar. (Obra citada, pregunta 798.)

D. ¿Cómo puede el Espiritismo contribuir al progreso de la Humanidad?

Al combatir y destruir el materialismo, que es una de las llagas de la sociedad, el Espiritismo hace que los hombres comprendan dónde se encuentran sus verdaderos intereses. Al no estar la vida futura velada por la duda, el hombre percibe mejor que por medio del presente puede preparar su futuro. Al destruir los prejuicios de sectas, castas y colores, enseña a los hombres la gran solidaridad que los ha de unir como hermanos. (Obra citada, preguntas 798 a 800.)

E. La desigualdad de las condiciones sociales, ¿constituye una ley natural?

No. Es obra del hombre y no de Dios. Siendo obra humana, desaparecerá algún día, pero sólo cuando el egoísmo y el orgullo dejen de predominar. Entonces, quedará sólo la desigualdad del mérito. (Obra citada, preguntas 806 e 807.)

 

 

 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita