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Año 5 237 – 27 de Noviembre de 2011 
ROGÉRIO COELHO
rcoelho47@yahoo.com.br 
Muriaé, Minas Gerais (Brasil)
Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Lo que enseña el Espiritismo

El Espiritismo nos abre el santuario
del conocimiento
 

“La finalidad esencial del Espiritismo es el mejoramiento de las criaturas.” - Allan Kardec

 
Sin hablar de las notables enseñanzas morales ofrecidas por el Espiritismo, el nos lleva, aún, a considerables resultados. Por todo lo que hace por la Humanidad no es exageración decir que la Doctrina Espírita se constituye en la mayor bendición de los Cielos vertida para la Tierra, por la bondad
de Dios. Por lo tanto, no es sin motivo que Jesús lo profetizó, mencionando el advenimiento del Consolador para el futuro. Pues bien, en agosto de 1865, en el año VIII de la Revue Spirite, Allan Kardec trajo una publicación (1), que realza muy bien nuestra afirmación, en la cual relataba: “Hay criaturas que preguntan cuáles son las conquistas nuevas que debemos al Espiritismo. Desde que no dotó al mundo con una nueva industria productiva, como el vapor, concluyen que nada produjo... Ya en otro orden de ideas, algunos hallan la marcha del Espiritismo muy lenta para el grado de su impaciencia. Se admiran de que aún no haya sondado todos los misterios de la Naturaleza, ni abordado todas las cuestiones que parecen ser de su supremacía; querían verlo diariamente enseñar cosas nuevas, o enriquecerse con algún descubrimiento. Y, desde que aún no resolvió la cuestión del origen de los seres, del principio y del fin de las cosas, de la esencia divina y quejándose, concluyen que no salió del a, b, c  y que aún no entró en la verdadera vía filosófica, y se arrastra en los lugares comunes, porque predica incesantemente la humildad y la caridad. Dicen ellos: ‘Hasta hoy nada de nuevo nos enseñaron, porque la reencarnación, la negación de las penas eternas, la inmortalidad del alma, la graduación a través de períodos de la vitalidad intelectual, el periespíritu no son descubrimientos espíritas propiamente dichos; entonces, es necesito marchar para descubrimientos más verdaderos y sólidos.”

“A tal respecto juzgamos deber presentar algunas observaciones, que tampoco no serán novedades; pero hay cosas que deben ser repetidas por formas diversas: Es verdad que el Espiritismo nada inventó de todo esto, porque no hay verdades sino las que son eternas y que, por eso mismo, deben haber germinado en todas las épocas. ¿Pero no es alguna cosa haberlas cogido, sino de la nada, al menos del olvido; de un germen haber hecho una planta vivaz; de una idea individual, perdida en la noche de los tiempos, o ahogada por los prejuicios, haber hecho una creencia general; haber probado lo que estaba en estado de hipótesis; haber demostrado la existencia de una ley en el que parecía excepcional y fortuito; de una teoría vaga haber hecho una cosa práctica; de una idea improductiva haber cogido aplicaciones útiles?   Realmente es verdadero el proverbio: ‘Nada de nuevo debajo del Sol’. Así, no hay descubrimiento del cual no se encuentren, en alguna parte, vestigios y el principio. Por cuenta de esto, Copérnico no tendría el mérito de su sistema, porque el movimiento de la Tierra había sido sospechado antes de la era cristiana. Si era cosa tan simple, entonces, era preciso encontrarla. La historia del huevo de Colón será siempre una eterna verdad. Además  de eso, es incontestable que el Espiritismo aún tiene mucho que enseñarnos. Es lo que incesantemente hemos repetido, pues jamás pretendemos que el haya dicho la última palabra. ¿Pero, de lo que aún resta que hacer, se sigue que aún no haya salido del a, b, c?  Su a, b, c  fueron las mesas giratorias; y, desde entonces, a lo que nos parece, ha dado algunos pasos; parece aunque tales pasos fueron grandes algunos años, si lo comparáramos a las otras ciencias que llevaron siglos para llegar al punto en que están.  Pero, a falta de nuevos descubrimientos, ¿los hombres de ciencia nada tendrán que hacer? ¿La química no será más química si diariamente no descubre nuevos cuerpos? ¿Los astrónomos serán condenados a cruzar los brazos por no encontrar nuevos planetas? Y así en todos los ramos de las ciencias y de las industrias.

Cabe a Dios dirigir la enseñanza de sus mensajeros

“¿Antes de buscar cosas nuevas, no se tiene que hacer aplicación de aquello que se sabe? Es precisamente para dar a los hombres tiempo de asimilar, aplicar y difundir lo que saben, que la Providencia pone un compás de espera en la marcha para el frente. Ahí  está la Historia para demostrarnos que las ciencias no siguen una marcha ascendente continua, al menos ostensivamente. Los grandes movimientos que revolucionan una idea sólo se operan en intervalos más o menos distanciados. Por esto no hay estacionamiento, sino elaboración,  aplicación de aquello que se sabe, lo que siempre es progreso...

“¿Podrá el Espíritu humano absorber incesantemente nuevas ideas? ¿La propia tierra no necesita de un tiempo de reposo antes de producir? ¿Que dirían de un profesor que diariamente enseñara nuevas reglas a sus alumnos, sin darles tiempo para ejercitarse en las que aprendieron, con ellas identificarse y de aplicarlas? En todas las cosas las ideas nuevas deben encajarse en las ideas adquiridas. Si estas no son suficientemente elaboradas y consolidadas en el cerebro, si el Espíritu no las asimiló, las que ahí se quieren implantar no crean raíces: se siembra en el vacío. ¡Pues bien! Se da lo mismo con relación al Espiritismo. ¿Los adeptos de tal modo aprovecharon lo que el enseñó que nada más tengan que hacer? Son de tal modo caritativos, desprovistos de orgullo, desinteresados, benevolentes para los sus semejantes; moderaron tanto sus pasiones, renunciar al odio, la envidia y los celos; ¿finalmente, son tan perfectos que de ahora en delante sea superfluo predicarles la caridad, la humildad, la abnegación, en una palabra, la moral? Esa pretensión, por sí sola, probaría cuanto aún necesitan de esas lecciones elementales, que algunos consideran fastidiosas y tediosa.

“El Espiritismo tiende para la regeneración de la Humanidad: esto es un hecho positivo. Ahora, no pudiendo esa regeneración operarse sino por el progreso moral, de ahí resulta que su objetivo esencial, providencial, es el mejoramiento de cada uno. Los misterios que nos puede revelar son el accesorio, porque nos abre el santuario de todos los conocimientos.  Adelantamos a la medida que nos mejoramos. Es, pues, en su mejoramiento individual que todo espírita sincero debe trabajar, antes de todo. Sólo aquel que domina sus malas inclinaciones aprovechó realmente el Espiritismo y recibirá  su recompensa. Es por esto que los buenos Espíritus, por orden expresa de Dios, multiplican sus instrucciones y las repiten a la saciedad. Sólo Dios sabe cuando aquellas serán útiles y sólo a él cabe dirigir la enseñanza de Sus mensajeros y de proporcionarlo a nuestro adelantamiento.

Son notables los resultados del Espiritismo

“Pero, fuera de la enseñanza puramente moral, los resultados del Espiritismo son notables:

1º. – El da la prueba patente de la existencia y de la inmortalidad del alma. Es verdad que no es un descubrimiento, pero es por falta de pruebas sobre este punto que hay tantos incrédulos o indiferentes en cuanto al futuro; es probando lo que no pasaba de teoría que en el triunfa sobre el materialismo y evita las funestas consecuencias de este sobre la sociedad;

2º. – Por la firme creencia que desarrolla, ejerce una acción poderosa sobre lo moral del hombre; lo lleva al bien, lo consuela en las aflicciones, le da fuerza y coraje en las pruebas de la vida y lo desvía del pensamiento del suicidio;

3º. – Rectifica todas las ideas falsas que se tuviesen sobre el futuro del Alma, sobre el Cielo, el Infierno, las penas y recompensas; destruye radicalmente, por la irresistible lógica de los hechos, los dogmas de las penas eternas y de los demonios; en una palabra, nos desvela la vida Futura y nos la muestra racional y conforme la justicia y misericordia de Dios;

4º.- Da a conocer lo que pasa en el momento de la muerte; este fenómeno, hasta hoy insondable, no tienen más misterios; las menores particularidades de ese tan temido pasaje son hoy conocidas. Ahora, como todo el mundo muere, tal conocimiento interesa a todo el mundo;

5º. – Por la ley de la pluralidad de las existencias, abre un nuevo campo en la filosofía; el hombre sabe de dónde viene, con qué objetivo está en la Tierra, para dónde va después del deceso corporal. Explica la causa de todas las miserias humanas, de todas las desigualdades sociales. En fin, lanza la luz sobre las cuestiones más arduas de la metafísica, de la psicología y de la moral;

6º. – Por la teoría de los fluidos periespirituales, da a conocer el mecanismo de las sensaciones y de las percepciones del Alma; explica los fenómenos de la doble vista, de la visión a distancia, del sonambulismo, del éxtasis, de los sueños, de las visiones, de las apariciones etc.;

7º. – Probando las relaciones existentes entre los mundos corporal y espiritual, muestra en este último una de las fuerzas activas de la Naturaleza, un poder inteligente, y da la razón de una porción de efectos atribuidos a causas sobrenaturales, y que alimentaban la mayoría de las ideas supersticiosas;

8º. – Revelando el hecho de las obsesiones, hace conocer la causa hasta aquí desconocida de numerosas afecciones, sobre las cuales la ciencia se había equivocado, en detrimento de los dolientes, y da los medios de curarlos;

9º. – No da a conocer las verdaderas condiciones de la oración y su modo de acción; revelándonos la influencia reciproca de los Espíritus encarnados y desencarnados, nos enseña el poder del hombre sobre los Espíritus imperfectos, para moralizarlos y librarlos de los sufrimientos inherentes a su inferioridad;

10º. – Llevándonos a conocer la magnetización espiritual, que era desconocida, abre al magnetismo una nueva vía y le traza un nuevo y poderoso elemento de cura.”

El Espiritismo lapida el diamante bruto

El mérito de una invención no está en el descubrimiento de un principio, casi siempre anteriormente conocido, sino en la aplicación de ese principio. La reencarnación no es una idea nueva, como tampoco no lo es el periespíritu, descrito por Pablo bajo el nombre de “cuerpo espiritual”, ni aún la comunicación de los Espíritus, de que la propia Biblia es pródiga en ejemplos. El Espiritismo, que no se jacta de haber descubierto la Naturaleza, busca cuidadosamente todos los trazos que puede encontrar de la anterioridad de sus ideas, y, cuando los encuentra, se apresura en proclamarlo, como prueba en apoyo a lo que afirma.  Aquellos, pues, que invocan esa anterioridad buscando depreciar lo que el hace, van contra su objetivo y actúan incorrectamente.

El descubrimiento de la reencarnación y del periespíritu no pertenece, pues, al Espiritismo. Es  una cosa sabida.  ¿Pero, hasta el, que aprovechó la ciencia, la moral, la religión habían retirado de esos dos principios, ignorados por las masas, en estado de letra muerta? El Espiritismo no sólo los pone a la luz, sino los probó y los hizo reconocer como ley de la Naturaleza, los desarrolló y los hizo fructificar. Desde que esos dos principios eran conocidos, ¿por qué quedaron tanto tiempo improductivos? ¿Por qué, durante siglos, todas las filosofías se chocaron contra tantos problemas insolubles?  Es que eran diamantes brutos, que debían ser lapidados: Es lo que hace el Espiritismo. El abrió una nueva vía a la filosofía, o, con otras palabras, creó una nueva filosofía que, diariamente, ocupa su lugar en el mundo.

(...) Dicen que los espíritas sólo saben el “a, b, c” del Espiritismo. Sea. Para comenzar, entonces aprendamos a deletrear ese alfabeto, lo que no es problema de un día, porque, reducido aún a sólo estas proporciones, pasará mucho tiempo antes de haber agotado todas las combinaciones y recogido todos los frutos. ¿No restan más hechos qué explicar? ¿Además, los espíritas no tienen que enseñar ese alfabeto a los que lo ignoran? ¿Ya lanzaron la semilla en todas partes donde podrían hacerlo? ¿No restan más incrédulos a convertir, obsesados que  curar, consolaciones a prodigar, lágrimas a enjugar?  Hay razón para decir que si no tiene más nada que hacer, ¿cuando aún no se terminó la tarea, cuando aún restan tantas llagas que cerrar?  

Sepamos, pues deletrear nuestro alfabeto antes de querer leer correctamente el gran libro de la Naturaleza. Dios sabrá bien abrirlo, a la medida que avanzamos, pero no depende de ningún mortal hacer Su Voluntad, anticipando el tiempo para cada cosa.

Si el árbol de la ciencia es muy alto para que podamos alcanzarlo, esperemos para volar sobre el, que nuestras alas estén crecidas y solidamente plegadas, para no tener la misma triste señal de Ícaro.
    
  

 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita