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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 224 – 28 de Agosto de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 16)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. El instante en que el Espíritu debe encarnar ¿constituye para él un momento solemne? ¿Siente alguna aflicción en esa ocasión?

B. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?

C. ¿Cuál es la posición espírita sobre el aborto provocado?

D. ¿Cuál es el objetivo de la Providencia al crear seres como los cretinos e idiotas que, como se sabe, presentan un grado acentuado de retardo de las facultades mentales?

E. ¿Qué utilidad tiene el período de infancia para los Espíritus que reencarnan?

Texto para la lectura

190. A menudo, la muerte de un niño a tierna edad constituye una prueba para los padres. (L.E., 347)

191. Cuando una encarnación se frustra, debido a una causa cualquiera, el Espíritu no reencarna inmediatamente: necesita tiempo para escoger de nuevo, a menos que la reencarnación instantánea provenga de una determinación anterior. (L.E., 349)

192. El Espíritu, una vez encarnado, no puede lamentar la elección que ha hecho porque no tiene conciencia de eso; pero puede encontrar la carga muy pesada y, si la considera superior a sus fuerzas, entonces recurre al suicidio. (L.E., 350)

193. En el intervalo que va de la concepción al nacimiento, el Espíritu goza más o menos de sus facultades, porque todavía no está encarnado, pero sí unido al cuerpo. Desde el instante de la concepción, la turbación comienza a envolverlo y va aumentando hasta el nacimiento. (L.E., 351)

194. Hablando con propiedad, el feto no posee un alma, puesto que la encarnación está sólo en vías de realizarse; pero está unido al alma que lo animará. (L.E., 353)

195. Hay niños que desde el seno materno no tienen posibilidades de vivir. Esto sucede con frecuencia, y Dios lo permite como prueba, sea para los padres o bien para el Espíritu destinado a encarnar. (L.E., 355)

196. Hay niños nacidos muertos que jamás tuvieron un Espíritu destinado a sus cuerpos. En esos casos, es sólo por los padres que ellos nacen. (L.E., 356, 356-a y 356-b)

197. La materia no es más que la envoltura del Espíritu, como la ropa es la envoltura del cuerpo. Al unirse al cuerpo, el Espíritu conserva los atributos de la naturaleza espiritual. El ejercicio de las facultades depende, sin embargo, de los órganos que le sirven de instrumento. Los órganos son los instrumentos de manifestación de las facultades del alma. (L.E., 367 a 370)

198. Nunca decimos que los órganos no ejercen influencia. Influyen, y mucho, sobre la manifestación de las facultades, pero no producen las facultades. He aquí la diferencia. Un buen músico con un instrumento malo no hará buena música, lo que no le impide ser un buen músico. Hay casos en que la materia ofrece tal resistencia, que las manifestaciones son entorpecidas o desnaturalizadas, como en la idiotez y la locura. (L.E., 372-a)

199. El idiota, en estado de Espíritu, a menudo tiene conciencia de su estado mental. Comprende entonces, que las cadenas que traban su desarrollo son una prueba y una expiación. (L.E., 374)

200. En la locura, es el cuerpo el que está desorganizado, no el Espíritu; pero es necesario no olvidar que, de la misma manera que el Espíritu actúa sobre la materia, ésta reacciona sobre el Espíritu en cierta medida, y que él puede encontrarse momentáneamente impresionado por las alteraciones de los órganos a través de los cuales se manifiesta y recibe las impresiones. Cuando la locura dura mucho tiempo, puede suceder que la repetición de los mismos actos termine por ejercer sobre el Espíritu una influencia de la cual éste no se librará sino hasta después de su completa separación de toda impresión material. (L.E., 375 y 375-a)

201. Muchas veces, la locura arrastra al individuo al suicidio, porque sufriendo por el constreñimiento al que está sometido y la impotencia para manifestarse libremente, busca liberarse por medio de la muerte. (L.E., 376)

202. Después de la muerte, el Espíritu puede resentirse durante algún tiempo de la perturbación que lo afectó en la vida corporal, hasta que esté completamente desligado de la materia. (L.E., 377)

203. El Espíritu que anima el cuerpo de un niño puede ser más desarrollado que el de un adulto si progresó más, pues son sólo los órganos imperfectos los que le impiden manifestarse. Él actúa de acuerdo al instrumento del cual se vale. (L.E., 379)

204. La turbación que acompaña a la encarnación no cesa súbitamente con el nacimiento del niño, y sólo se disipa gradualmente con el desarrollo de los órganos. Así, el Espíritu piensa y actúa como un niño, aunque sea muy antiguo como Espíritu. Es por eso que los sueños de un niño no tienen el carácter de los de un adulto; su tema es casi siempre pueril. (L.E., 380)

205. Con la muerte del cuerpo, el Espíritu del niño recobra su lucidez primitiva, pero solamente cuando la separación estuviera completa, es decir, cuando ya no exista ningún lazo entre el Espíritu y el cuerpo. (L.E., 381)

Respuestas a las preguntas propuestas 

A. El instante en que el Espíritu debe encarnar ¿constituye para él un momento solemne? ¿Siente alguna aflicción en esa ocasión?

Sí. En ese momento el Espíritu actúa como el viajero que se embarca para una travesía peligrosa y no sabe si encontrará, o no, la muerte en las olas que decide afrontar. Por eso, su ansiedad es muy grande, pues sabe que las pruebas de su existencia lo retrasarán o lo harán avanzar, según las soporte. (El Libro de los Espíritus, preguntas 339, 340, 341 y 342.)

B. ¿En qué momento se une el alma al cuerpo?

La unión comienza en la concepción, pero sólo es completa en el momento del nacimiento. Desde el instante de la concepción, el Espíritu designado para habitar determinado cuerpo, se une a éste por un lazo fluídico que se va estrechando cada vez más, hasta el instante en que el niño es dado a luz. (Obra citada, preguntas 344, 345 y 346.)

C. ¿Cuál es la posición espírita sobre el aborto provocado?

El aborto significa para el Espíritu reencarnante una existencia nula que tendrá que recomenzar. Existe crimen siempre que transgredimos la ley de Dios. Una madre, o quien quiera que sea, cometerá siempre un crimen al quitar la vida a un niño antes de su nacimiento, porque impide a un alma pasar por las pruebas a las que serviría de instrumento el cuerpo que se estaba formando. En el caso de que la continuidad de la gestación coloque en peligro la vida de la gestante, no habrá crimen al realizar el aborto, porque es preferible que se sacrifique al ser que todavía no existe a sacrificar el que ya existe. (Obra citada, preguntas 357, 358 y 359.)

D. ¿Cuál es el objetivo de la Providencia al crear seres como los cretinos e idiotas que, como se sabe, presentan un grado acentuado de retardo de las facultades mentales?

Los que habitan cuerpos de idiotas son Espíritus sujetos a un castigo, que sufren por el constreñimiento que experimentan y por la imposibilidad de manifestarse mediante órganos no desarrollados o defectuosos. Las condiciones en que se encuentran constituyen una expiación derivada del abuso que hicieron de ciertas facultades en el pasado. (Obra citada, preguntas 371, 372, 373, 373-a y 374.)

E. ¿Qué utilidad tiene el período de infancia para los Espíritus que reencarnan?

Al encarnar el Espíritu, con el objetivo de perfeccionarse, es más accesible durante la infancia a las impresiones que recibe, capaces de auxiliarle en su progreso, a lo que deben contribuir los encargados de educarle. Los Espíritus sólo entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorar. La delicadeza de la edad infantil los vuelve dóciles, accesibles a los consejos de la experiencia y de los que deban hacerlos progresar, pues es en esa fase que se les puede reformar los caracteres y reprimir las malas inclinaciones. (Obra citada, preguntas 379, 382, 383, 384 y 385.)

 

 

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