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Editorial Português   Inglês    
Año 5 224 – 28 de Agosto de 2011 


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 


Es necesario cautela cuando el asunto es transición planetaria


Los recientes disturbios ocurridos en Inglaterra y en Chile, así como la confusión que la llamada primavera de Asia ha producido nos recomiendan cautela cuando el asunto sea la transición del planeta Tierra para el llamado Mundo de Regeneración.

Se volvió, en nuestro medio, a hablarse en fechas y para eso hacen los cálculos más absurdos, hasta mismo atribuyendo a la duración de una generación el periodo de 70 años, una tontería que no encuentra respaldo en ningún estudio llevado en serio.

Los más crédulos – que seguramente no acompañan los noticiarios de la Tele ni leen los periódicos diarios – apelan para Chico Xavier o para Divaldo Franco, con el propósito de conferir a sus ideas un respaldo que ellas no tienen y ni jamás tuvieron.

En el libro Obras Póstumas, obra formada con textos de Kardec, por lo tanto escritos de 1869 para atrás, haya visto que el Codificador desencarnó en 31 de Marzo de 1869, leímos lo que él, fundamentado en las informaciones de los Espíritus, escribió acerca de la generación nueva que inauguraría la nueva era o nueva fase planetaria.

Uno de sus caracteres distintivos, aseveró el Codificador, sería la fe innata; no la fe exclusiva y ciega que divide los hombres, pero la fe raciocinada que esclarece y fortalece, que los une y los confunde en un sentimiento común de amor a Dios y al prójimo. 

Con la generación que entonces se extinguiría desaparecerían los últimos vestigios de la incredulidad y del fanatismo, que son igualmente contrarios al progreso moral y social.

El Espiritismo tendría, en ese sentido, un papel importante, porque las ideas espiritas, confirmadas por los hechos, arruinan exactamente los dos mayores obstáculos que se oponen al verdadero progreso, eso es, la incredulidad y el fanatismo, además de contribuir para que se desarrollan todos los sentimientos y todas las ideas que corresponden a los objetivos de la nueva generación.

La nueva era lo vería, por lo tanto, progresar por la propia fuerza de las cosas, con eso se tornaría él la base de todas las creencias, el punto de apoyo de todas las instituciones. Sin embargo, muchas serían las luchas que tendría que sustentar, hasta que, sobre las ruinas del viejo mundo egoísta, fuese erigida la bandera que debe reunir todos los pueblos – Fuera de la caridad no hay salvación – por cuanto ella es el símbolo de la nueva alianza fraternal proclamada por Cristo.

En el libro de Kardec arriba mencionado, podemos leer el primer mensaje pertinente a la llamada transición planetaria, recibido en la ciudad de Lyón en 30 de Enero de 1866, hace más de 145 años.   

El mensaje fue recibido en el grupo Villon y dice, inicialmente, que la Tierra vibraba de alegría porque el día del Señor se aproximaba. De acuerdo con el texto, el reino del oro  daría lugar a un reino más puro; el pensamiento sería entonces soberano, y los Espíritus de élite, que vinieron, desde las épocas retrocedidas, iluminar su siglo y servir de referencia a los siglos futuros, vendrían encarnarse entre nosotros.

En ese mensaje es dicho también que los padres del progreso del espíritu humano dejaron, unos las moradas divinas, otros los grandes trabajos donde la felicidad se juntaba al placer de instruirse, para venir a retomar el bastón de peregrino que no habían sino depositado en la entrada del templo de la ciencia, y, de los cuatro rincones del globo, luego los sabios oficiales irían oír, con pavor, jóvenes personas imberbes, que vendrían, en un lenguaje profundo, contradecir sus argumentos que creían irrefutables. El viejo mundo carcomido estallaría, entonces, en todos los sentidos; el viejo mundo acabaría, y con él todos sus viejos dogmas.

Concluyendo, dice el mensaje: ¡“Regocijad, pues, todos vosotros que aspiráis la felicidad, y que queréis que vuestros hermanos de ella participen como vosotros, el día es llegado! La Tierra salta de alegría, porque vais a ver el comienzo del reino de paz prometido por Cristo, el Divino Mesías, reino en lo cual vino a colocar los fundamentos”.

Después de ese primer mensaje, varios otros fueron recibidos tratando del tema regeneración de la Humanidad, como los que fueron transmitidos en el día 25 de Abril de 1866 en Paris, reproducidos igualmente en Obras Póstumas.

He aquí un resumen del contenido de esos mensajes:

Los acontecimientos se precipitan con rapidez; no decimos más, como antaño:”Los tiempos están próximos”, pero “Los tiempos son llegados.” Por estas palabras no debemos entender un nuevo diluvio, ni un cataclismo, ni un trastorno general. Convulsiones parciales del globo ocurren en todas las épocas, y aún se producen, porque se unen a su constitución, pero esos no son las señales de los tiempos. Sin embargo, todo lo que está predicho en el Evangelio debe cumplirse y se cumple en este momento, así como lo veremos más tarde; pero no tomemos las señales anunciadas sino como figuras, de las cuales es necesario aprehender el espíritu y no la letra. Todas las Escrituras encierran grandes verdades bajo el velo de la alegoría, y es porque los comentaristas se unieron a la letra que se desviaron. Les faltó la llave para que de ella comprendieran el verdadero sentido. Esa llave está en las descubiertas de la ciencia y en las leyes del mundo invisible, que el Espiritismo vino a revelarnos.

Todo sigue el orden natural de las cosas, y las leyes inmutables de Dios no serán nunca invertidas. No veremos, pues, ni milagros, ni prodigios, ni nada de sobrenatural en el sentido vulgar unido a esas palabras. No miremos para el cielo para en él buscar las señales precursoras, porque en él nada veremos, y aquellos que lo anunciaron nos engañaron; pero miremos alrededor de nosotros, entre los hombres; ahí será que las encontraremos.

No debemos creer, sin embargo, en el fin del mundo material. La Tierra progresó desde su transformación y aún debe progresar, no ser destruida. Pero la Humanidad llegó a un de sus periodos de transformación en que la Tierra va a elevarse en la jerarquía de los mundos.

No es, pues, el fin del mundo material que se prepara, pero el fin del mundo moral: es el viejo mundo, el mundo de los prejuicios, del egoísmo, del orgullo y del fanatismo que desmorona.

Todo se acabará para él con la generación que de él se va, y la generación nueva elevará el nuevo edificio que las generaciones siguientes consolidarán y completarán.

                                                          *

Se percibe por el tono de los mensajes arriba y de las que están siendo divulgadas actualmente un optimismo exagerado que, infelizmente, contrasta con la situación actual del planeta, aunque se tengan pasado más de 145 años del primer mensaje pertinente al asunto.

Según algunos estudiosos espiritas, la transición del mundo de expiación y pruebas para el mundo de regeneración ya se inició, sí, pero estamos todavía en los primeros pasos y falta mucho a recurrir para que lleguemos al final de la caminata.

Basta, para comprenderlo, leer la lección firmada por San Agustín, constante del ítem 17 del cap. III d´El Evangelio según el Espiritismo, y  compararla con la coyuntura que se presenta en ese momento en el planeta en que vivimos, lo cual, más que nunca, se asemeja a una “casa en reforma”, como Emmanuel cierta vez lo describió en memorable mensaje psicografada por Chico Xavier.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita