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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 223 – 21 de Agosto de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 15)

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. Las almas que deben unirse ¿están predestinadas a esa unión desde su origen? ¿Tiene cada uno de nosotros, en algún lugar del Universo, su mitad, a la cual se unirá algún día inevitablemente?

B. ¿Puede el Espíritu acordarse de todo lo que hizo en la existencia corporal, así como de sus existencias anteriores?

C. ¿Se modifican las ideas de los Espíritus en la vida espiritual?

D. El día de la conmemoración de los difuntos ¿significa algo especial para los Espíritus? ¿Van ellos también a los cementerios ese día?

E. La unión de un Espíritu con determinado cuerpo ¿es decidida antes o sólo en el último momento?

Texto para la lectura

166. El afecto que dos seres mantuvieron en la Tierra continúa en el mundo de los Espíritus, si se basa en una verdadera simpatía. Los afectos entre los Espíritus son más sólidos y duraderos que en la Tierra, porque no están subordinadas al capricho de los intereses materiales y del amor propio. (L.E., 297)

167. La igualdad de los grados de elevación propicia la afinidad necesaria para la simpatía perfecta entre los Espíritus. (L.E., 302)

168. Los Espíritus que hoy no son simpáticos lo serán algún día. Al perfeccionarse, el Espíritu que hoy se encuentra en una esfera inferior llegará a la esfera donde se encuentra el otro. (L.E., 303)

169. Dos Espíritus simpáticos pueden dejar de serlo, si uno de ellos es perezoso.(L.E.,303-a)

170. Es necesario rechazar la idea de que dos Espíritus creados el uno para el otro, deben reunirse inevitablemente un día en la eternidad, después de haber permanecido separados durante un espacio de tiempo más o menos largo. (L.E., 303-a, comentario de Kardec)

171. El Espíritu ve y comprende mucho mejor que cuando vivía en el cuerpo, la finalidad de la vida terrena. Entiende la necesidad de purificarse para llegar al infinito y sabe que en cada existencia se libera de algunas impurezas.  (L.E., 306-b)

172. El sentimiento que el Espíritu experimenta al mirar su cuerpo en descomposición, es casi siempre de indiferencia, como por una cosa a la que ya no da importancia. (L.E., 309-a)

173. El Espíritu se siente feliz por ser recordado, pero es el pensamiento el que lo atrae hacia nosotros y no los objetos que de él conservamos. (L.E., 311)

174. Los Espíritus conservan el recuerdo de los sufrimientos que soportaron durante su última existencia, y ese recuerdo les hace apreciar mejor la felicidad que pueden disfrutar como Espíritus. (L.E., 312)

175. Sólo los Espíritus inferiores añoran los gozos que perdieron al dejar la Tierra. Para los Espíritus elevados, la felicidad eterna es mil veces preferible a los placeres efímeros del planeta. (L.E., 313)

176. Aquél que en la Tierra inició grandes trabajos con una finalidad útil, y fueron interrumpidos por la muerte, no lamenta haberlos dejado sin acabar porque ve que otros están destinados a concluirlos. (L.E., 314)

177. Los Espíritus juzgan bajo otro punto de vista los trabajos de arte y literatura producidos por ellos en la existencia corporal y, según su elevación, a menudo censuran lo que más admiraban. (L.E., 315)

178. Para los Espíritus elevados, la patria es el Universo. En la Tierra, es aquella donde tienen mayor número de personas que les son simpáticas. (L.E., 317)

179. Los Espíritus de un orden elevado, por lo general, hacen en la Tierra estadías de corta duración. Los Espíritus de un orden intermedio, pasan con más frecuencia por aquí, aunque consideran las cosas desde un punto de vista más elevado que durante la encarnación. Los Espíritus vulgares son en cierta manera los que permanecen aquí, y constituyen la masa  de la población del entorno del Mundo Invisible. Conservan, con poca diferencia, las mismas ideas, los mismos gustos, y las mismas tendencias que tenían cuando encarnados; toman parte en nuestras reuniones, asuntos y diversiones. Al no poder satisfacer sus pasiones, disfrutan con quienes se entregan a ellas, y las incitan en esas personas. (L.E., 317, comentarios de Kardec)

180. Las ideas de los Espíritus se modifican mucho en la vida espiritual, a medida que ellos se desmaterializan. Poco a poco, la influencia de la materia disminuye, y ven las cosas con más claridad; es entonces cuando buscan los medios para mejorarse. (L.E., 318)

181. El asombro que el Espíritu manifiesta al reingresar al mundo espiritual es efecto del primer momento de la turbación que sigue al despertar. Más tarde, reconoce perfectamente su estado, a medida que recupera el recuerdo del pasado y se borra la impresión de la vida terrestre. (L.E., 319)

182. Cuando el Espíritu llega a cierto grado de perfección, ya no tiene la vanidad terrestre y comprende la futilidad de todas esas cosas. Es de esa manera que ellos ven los honores que les tributan en la Tierra. (L.E., 326)

183. El Espíritu, con mucha frecuencia, asiste a su propio entierro; pero algunas veces no se da cuenta de lo que pasa, si todavía se encuentra en estado de turbación. (L.E., 327)

184. Casi siempre el Espíritu asiste a las reuniones de sus herederos. Es entonces cuando ve cuánto valían las muestras de consideración que le hacían. (L.E., 328)

185. Los Espíritus presienten la época de su reencarnación como el ciego siente el fuego al que se aproxima. Saben que deben volver a tomar un cuerpo, como sabemos que debemos morir un día, pero ignoran cuándo sucederá. (L.E., 330)

186. Con seguridad, la reencarnación es una necesidad de la vida espírita, como la muerte es una necesidad de la vida corporal. (L.E., 330-a)

187. Hay Espíritus que no piensan en su reencarnación, ni la comprenden; esto depende de la elevación de cada uno. Para algunos, la incertidumbre en que se encuentran en relación al futuro es un castigo. (L.E., 331)

188. El Espíritu puede adelantar el momento de la reencarnación solicitándolo, y puede también retrasarlo si retrocede ante la prueba, porque entre los Espíritus también existen los indiferentes y cobardes. (L.E., 332)

189.  El Espíritu, aunque se sintiese feliz en la erraticidad, no puede prolongar indefinidamente este estado. Tarde o temprano, siente la necesidad de progresar; todos deben elevarse, puesto que éste es el destino de todos. (L.E., 333)

Respuestas a las preguntas propuestas 

A. Las almas que deben unirse ¿están predestinadas a esa unión desde su origen? ¿Tiene cada uno de nosotros, en algún lugar del Universo, su mitad, a la cual se unirá algún día inevitablemente?

No. No existe unión particular y predestinada entre dos almas. La unión que existe es la de todos los Espíritus pero en grados diferentes, según la categoría que ocupan, es decir, según la perfección que hayan adquirido. Cuanto más perfectos son, más unidos están. La expresión mitades eternas es inexacta. Si un Espíritu fuese la mitad de otro, separados los dos, estarían ambos incompletos. (El Libro de los Espíritus, preguntas 297, 298, 299, 300 y 301.)

B. ¿Puede el Espíritu acordarse de todo lo que hizo en la existencia corporal, así como de sus existencias anteriores?

Sí. Habiendo vivido muchas veces en la Tierra, recuerda lo que fue como hombre y muchas veces se ríe con pena de sí mismo. Pero este recuerdo del pasado le viene poco a poco, cual imagen que surge gradualmente de la bruma, a medida que fija su atención en él. El Espíritu se acuerda de las cosas según las consecuencias que de ellas resultan para su estado como Espíritu errante. Con respecto a las existencias anteriores, todo su pasado transcurre ante su vista, como a un viajero los trechos del camino que recorrió. Pero no se acuerda, de ninguna manera, de todos sus actos. Los recuerda conforme a la influencia que tuvieron en la creación de su estado actual. (Obra citada, preguntas 304, 305, 306, 307 y 308.)

C. ¿Se modifican las ideas de los Espíritus en la vida espiritual?

Sí. Sufren grandes modificaciones, a medida que el Espíritu se desmaterializa. Algunas veces, puede permanecer largo tiempo imbuido en las ideas de la Tierra; pero poco a poco la influencia de la materia disminuye y ve las cosas con más claridad. Es entonces cuando busca los medios para mejorarse. (Obra citada, preguntas 317 a 319.)

D. El día de la conmemoración de los difuntos ¿significa algo especial para los Espíritus? ¿Van ellos también a los cementerios ese día?

Los Espíritus acuden al llamado de los que les dirigen sus pensamientos desde la Tierra, tanto ese día como en otro día cualquiera. En ese día, en mayor número, se reúnen en los camposantos, porque también es mayor el número de personas que los llaman con el pensamiento en tales lugares. Pero cada Espíritu va allá sólo por sus amigos y no por la multitud de los indiferentes. (Obra citada, preguntas 320, 321, 322 e 323.)

E. La unión de un Espíritu con determinado cuerpo ¿es decidida antes o sólo en el último momento?

El Espíritu reencarnante es siempre designado de antemano. Habiendo escogido la prueba a la que quiere someterse, pide reencarnar. Como resultado de esta elección, puede también escoger el cuerpo que tendrá, por cuanto las imperfecciones que éste presente serán pruebas para el Espíritu, que le ayudarán en su progreso si vence los obstáculos que le opongan. Sin embrago, no siempre le es permitida esta elección. (Obra citada, preguntas 334, 335, 336, 337 e 338.)

 

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita