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Año 5 221 – 7 de Agosto de 2011 

GEBALDO JOSÉ DE SOUSA          
gebaldojose@uol.com.br        
Goiânia, Goiás (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Suicidio - ¿por qué evitarlo?

 “Los propios Espíritus de suicidas son unánimes en declarar la intensidad de los sufrimientos que experimentan (...), afirman que el hambre, la desilusión, la pobreza, la deshonra, la enfermedad, la ceguera, cualquier situación, por más angustiosa que sea, sobre la Tierra, aún sería una excelente condición comparada a lo que de mejor se pueda alcanzar por los desvíos del suicidio.” 1
 

Narra Hilário Silva 2 que Allan Kardec, en abril de 1860, pasaba por momento de desánimo. Le sobrevenían dificultades de todo orden: críticas, injurias, mofas y falta de recursos.

En esa ocasión, recibió, con un ejemplar de “El Libro de los Espíritus” bellamente encuadernado, una carta de gratitud de un desconocido. Relataba él que iba a tirarse al Río Sena. Al coger una muralla de un puente, percibe allí un libro. Era “El Libro de los Espíritus”. La muerte de la mujer amada lo hube llevado a la desesperación. Esa era la razón de su desencanto con la vida. Registra que leyó, entre irritado y curioso, en el frontispicio del libro: “Esta obra me salvó la vida. Léala con atención y haga buen provecho. — A. Laurent.”

Bucea en su lectura y no más en las aguas. Abandona la idea fatídica. Reformula la vida. Al encaminarlo a Kardec, añade:

“Me salvó también. Dios bendiga a las almas que cooperan en su publicación. – Joseph Terrier.”

Y estimula a Allan Kardec a “proseguir en sus tareas de esclarecimiento de la Humanidad”.

Llega el testimonio cuando el Misionero sentía todo el peso de su tarea y lo reanima, encorajándolo a proseguir en el trabajo de la Codificación del Espiritismo.

El Codificador, al leerla, se emocionó. Llevó el pañuelo a los ojos, enjugando discretas lágrimas…

El estudio del Espiritismo ha liberado al ser humano de caídas

Como se ve, a partir de su origen, el siglo pasado, el estudio de la Doctrina Espírita – la comprensión de sus postulados – ha liberado el ser humano de caídas a que lo conduce la ignorancia de la realidad espiritual.

Le da certeza de la supervivencia del Espíritu a la muerte del cuerpo físico; lo esclarece acerca de la responsabilidad por sus actos, por el conocimiento de la Ley de Causa y Efecto; y de la inutilidad del gesto extremo, he ahí que, Espíritus eternos, nos es imposible renunciar a la vida.

Esclarecidos, candidatos a la auto-destrucción, desisten de ese acto, fruto de la incredulidad, de la desesperación y del materialismo, cuando leen testimonios de Espíritus de suicidas: la vida continúa; sufrimientos inenarrables sobreviene a las víctimas de esa inútil tentativa de fuga; sus consecuencias se prolongan por siglos de sufrimientos, en la recuperación del equilibrio, a través de reencarnaciones en que expían las consecuencias de esa grave falta.

Es lo que contiene la abundante literatura Espírita, a partir del lanzamiento, por Allan Kardec, del libro “El Cielo y el Infierno” 3, el 1º de agosto de 1865. Allí se leen testimonios de suicidas; estudios y observaciones del Codificador, sobre el tema, en el Cap. V de la 2ª Parte.

El suicidio voluntario importa en una trasgresión
de la ley de Dios

Nos orienta, aún, acerca de lo que muchos de nosotros ignorábamos: excesos de toda naturaleza constituyen variedades de suicidios, aunque lentos e indirectos, pero también graves, aunque inconscientes:

- Exceso de alimentos y de trabajo;

- El hábito de la irritación y de la cólera;

- El uso de bebidas alcohólicas;

- El hábito de fumar;

- El uso de tóxicos;

- Los excesos, en fin, de todos los vicios, físicos o morales.

Es lo que se lee en la obra “Nuestro Hogar” 4.

En “El Libro de los Espíritus” 5 las cuestiones 943 a 957 tocan los asuntos: Disgusto de la Vida. Suicidio. De entre ellas, destacamos:

 “994. ¿Tiene el hombre el derecho de disponer de su vida?

– No; sólo a Dios asiste ese derecho. El suicidio voluntario importa en una trasgresión de esta ley”.

a) — ¿No es siempre voluntario el suicidio?

– “El loco que se mata no sabe lo que hace.”

“950. ¿Qué pensar de aquel que se mata, en la esperanza de llegar más deprisa a una vida mejor?

– ¡Otra locura! Que haga el bien y más cierto estará de allá llegar, pues, matándose, retarda su entrada en un mundo mejor y tendrá que pedir le sea permitido volver, para concluir la vida a que puso término bajo el influjo de una idea falsa. Una falta, sea cuál sea, jamás abre a nadie el santuario de los elegidos.”

 “957. ¿Cuáles, en general, con relación al estado del Espíritu, son las consecuencias del suicidio?

 “Que haga el bien y más cierto estará de allá llegar”, es la sabia sugestión del Espíritu.

– Muy diversas son las consecuencias del suicidio. No hay penas determinadas y, en todos los casos, corresponden siempre a las causas que lo produjeron. Hay, sin embargo, una consecuencia a que el suicida no puede escapar: es la decepción. Pero la suerte no es la misma para todos; depende de las circunstancias. Algunos expían la falta inmediatamente, otros en nueva existencia, que será peor que aquella cuyo curso interrumpieron.”

No podemos, de manera alguna, huir de nosotros mismos

Veamos, sobre el asunto, dos valiosas lecciones.

De Herminio C. Miranda (Joâo Marcus):

 “En verdad, el suicidio es, básicamente, una fuga. El suicida quiere huir de situaciones embarazosas, de disgustos, de personas que detesta, de amarguras que no se siente con fuerzas para soportar; desea, a fin de cuentas, huir de sí mismo. Es ahí que está la génesis de su fatal desengaño: no podemos, de manera alguna huir de nosotros mismos. (…)

Y aquel que reventó sus propios oídos, con un tiro asesino, renace con el mecanismo de la audición destruido; no pudiendo oír, no aprende a hablar. Y qué atraviesa una existencia entera, aislado en la soledad forzada, a fin de que su Espíritu comprenda, en el silencio, el verdadero sentido de la vida y el valor inestimable de los dones que recibimos al nacer. El que tomó venenos corrosivos vuelve a la carne con las vísceras deficientes, sujetas a misteriosas e incurables enfermedades. (...)

Luego, el suicidio es el mayor, el más trágico y lamentable equívoco que el ser humano puede cometer.” 6. (Acentuamos.)

De Emmanuel:

“154 - ¿Cuáles son las primeras impresiones de los que desencarnan por suicidio?

— La primera decepción que los aguarda es la realidad de la vida que no se extingue con las transiciones de la muerte del cuerpo físico, vida esa agravada por tormentos pavorosos, en virtud de su decisión tocada de suprema rebeldía.

Suicidas hay que continúan experimentando los padecimientos físicos de la última hora terrestre, en su cuerpo somático, indefinidamente. (...) la peor emoción del suicida es la de acompañar, minuto a minuto, el proceso de la descomposición del cuerpo abandonado en el seno de la tierra, roído por gusanos y corrompido”. 7

Esposas celosas que recurrieron al suicidio vieron que sus maridos se casaron justamente con aquellas de quienes se encelaba. Pasaron al propio esposo y a sus hijos a las manos de que huían. Y aún a deberle favores, pues que cumplían tareas que les cabían junto a los entes amados.

Empresarios sin perspectiva ven que los problemas que enfrentaban fueron superados. Y así por delante

En caso algunos, el suicida queda exento de la consecuencia de su falta

De testimonios de los propios suicidas; de respuestas de Espíritus Superiores o de observaciones de Allan Kardec, en las cuestiones citadas, se concluye que:

- El suicidio agrava los sufrimientos del Espíritu;

- Es culpable aquel que abrevia por algunos instantes sus sufrimientos, apresurando voluntariamente su muerte;

– Se alejan los suicidas de aquellos a quienes aman: “En vez de reunirse al que era objeto de sus afectos, de él se alejan por largo tiempo, pues no es posible que Dios recompense un acto de cobardía (...)” (L. E. q. 956);

– Hay persistencia prolongada, tenaz, del lazo que une el Espíritu al cuerpo, acarreando perturbación espiritual y muchos sufrimientos;

- Ven, incesantemente, el propio aniquilamiento;

- Sienten los efectos de la descomposición;

– Esa sensación puede durar por el tiempo que debía durar la vida que sufrió interrupción. En un comentario a la cuestión 957 de “El Libro de los Espíritus”, observa Kardec: “No es general este efecto; pero, en caso alguno, el suicida queda redimido de las consecuencias de su falta de coraje y, tarde o temprano, expía, de un modo o de otro, la culpa en que incurrió. Así es que ciertos Espíritus, que fueron muy desgraciados en la Tierra, dijeron haberse suicidado en la existencia precedente y sometido voluntariamente a nuevas pruebas, para intentar soportarlas con más resignación. (…) La mayor parte de ellos sufre el pesar de haber hecho una cosa inútil, pues sólo decepciones encuentran.”

Ahora, si nada de positivo deriva del suicidio; si conduce a decepciones, a sufrimientos prolongados para sí y para otros, las reparaciones dolorosas, a lo largo de muchas encarnaciones; si sólo maleficios acarrea, ¿por qué recurrir a él?

Es nuestro deber evitarlo y de él alejar a los incautos, prestos a caer en un abismo de dolores, recurriendo a la plegaria, al tratamiento espiritual en los Centros Espíritas, al tratamiento médico, al trabajo en beneficio del prójimo, donde, donando de nosotros mismos a los más necesitados, alejamos Espíritus obsesores e higienizamos la mente.  

Y orar siempre por aquellos que, frágiles, se rendieron a la fuga imposible. 

 

Referências bibliográficas: 

1 - FREDERICO FRANCISCO. O estranho mundo dos suicidas. REFORMADOR, Rio de Janeiro, v. 82, n. 3, p 70, mar. 1964. Republicado no REFORMADOR, v. 112, n. 1980, pp. 88-89, mar. 1994;

2 - SILVA, Hilário. O Espírito da Verdade. 3 ed. Rio de Janeiro: FEB, 1977. 236p. pp. 125-128: Cap. 52.

3 - KARDEC, Allan. O Céu e o Inferno. 37 ed. Rio de Janeiro: FEB, 1991. 425p. pp. 295-327: 2ª Parte, Cap. V;

4 - XAVIER, Francisco C. Xavier. Nosso Lar, pelo Espírito André Luiz. 25 ed. Rio de Janeiro: FEB, 1982. 281p. pp. 31-35. Cap. 4;

5 - KARDEC, Allan. O Livro dos Espíritos. 75 ed. Rio de Janeiro: FEB, 1994. 494p. pp. 439-444: 4ª Parte, Cap. I;

6 - JOÃO MARCUS. Vale a pena suicidar-se?  REFORMADOR, Rio de Janeiro, v. 81, n. 3, mar. 1963, republicado em REFORMADOR, Rio de Janeiro, v. 111, n. 1.976, pp. 340-1, nov. 1993;

7 - XAVIER, Francisco C. O Consolador, pelo Espírito Emmanuel. 7 ed. Rio de Janeiro: FEB, 1977. 96.
 




 


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