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Año 5 218 – 17 de Julio de 2011 

LEONARDO MARMO MOREIRA        
leonardomarmo@gmail.com    
São José dos Campos, SP (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

La homosexualidad y
la orientación sexual suministrada a los niños
y a los adolescentes

El tema homosexualidad (y no homosexualismo, pues el sufijo "ismo" significa enfermedad, lo que definitivamente no corresponde a la homosexualidad) es multifacético y, obviamente, en un único texto o en un abordaje más sucinto, no sería posible agotar tan complejo asunto, si es que es posible agotarlo. Siendo así, cualquier estudioso mínimamente sensato no tendría la pretensión de aclarar esa delicada cuestión en uno o dos artículos, sólo. Sin embargo, el tema, así como todos los demás asuntos relevantes y de difícil asimilación, necesita ser debatido a la luz de la Doctrina Espírita. Necesitamos estudiar, lo que implica reflejar y muchas veces discordar para que la profundidad de nuestra conciencia espírita crezca gradualmente.

La problemática de las obsesiones ha acentuado una serie de dificultades humanas, inclusive las asociadas al comportamiento sexual. Las obsesiones constituyen un gravísimo problema, aún no conocido en todas sus formas, y poseen gravísimas implicaciones. En este contexto, las llamadas “obsesiones sexuales” merecen destacarse, pues han generado cuadros de grandes perturbaciones.

El admirable médium y orador espírita Divaldo Pereira Franco ya abordó con mucho énfasis ese tema. De hecho, él es el instrumento mediúmnico de la obra de Manoel Philomeno de Miranda de contundente título "Sexo y Obsesión". Vale resaltar también, en lo tocante al asunto, los trabajos oriundos de la mediumnidad misionera de Chico Xavier por los autores espirituales André Luiz, con sus obras “Sexo y Destino”, “En el Mundo Mayor” y “Acción y Reacción”, y Emmanuel, autor espiritual de “Vida y Sexo”.

Así como ocurre con los heterosexuales, el homosexual tiene el derecho de asumir su opción homosexual, desde que presente una postura digna ante su homosexualidad, condición esa que se aplica igualmente al heterosexual.  

Cada individuo es un universo en sí mismo, con características propias

De manera ninguna, la Doctrina Espírita restringe esa libertad personal. Por el contrario, las sucesivas reencarnaciones, muchas veces en diferentes sexos, ayudan a explicar los diferenciados comportamientos en ese área.

Esta comprensión, profundamente basada en las enseñanzas de Jesús, no es algo común en la mayoría de las religiones dichas cristianas, pero, indiscutiblemente, es una realidad de la Doctrina Espírita.

Por otro lado, en lo que se refiere a la orientación educacional proporcionada por padres, profesores y psicólogos, hay que tener mucha cautela, para que comportamientos sin raíces más sólidas en el pasado no sean estimuladas sin ninguna necesidad. Muchas niños y pre-adolescentes viven una fase de conflictos en esas respectivas fases de la vida, incluyendo dificultades en el campo sexual, sin, sin embargo, presenten necesariamente tendencias homosexuales efectivas.

En esos casos, la postura de algunos padres y psicólogos de apoyo inmediato a la opción homosexual puede fomentar una elección que no siempre está sostenida verdaderamente en las vivencias e inclinaciones del Espíritu. Eso ocurre porque cada individuo es un universo en sí mismo, con características únicas.

Partiéndose, por lo tanto, del presupuesto de que ninguna persona, por más habilitada que sea, tiene comprensión total del universo íntimo del otro, tenemos que admitir que cualquier estímulo a determinado comportamiento homosexual consiste en actitud de gravísima responsabilidad, sobre todo cuando se trate de niños, pre-adolescentes y adolescentes, los cuales están formando aún su personalidad para la presente reencarnación.

En nuestro estadio, el conflicto psicológico-comportamental del adolescente es natural

El instructor espiritual André Luiz en “Misioneros de la Luz”, al discutir el papel de la epífisis en nuestra vida mental, afirma que en torno a los 14 años de edad ocurre un proceso de conflicto entre el equipaje espiritual de las reencarnaciones anteriores y la educación y formación personal de la presente encarnación. De ese modo, en nuestro nivel evolutivo, más que común, el conflicto psicológico-comportamental del adolescente es natural. Lógicamente, además de los cambios fisiológicos y de la adquisición de los caracteres sexuales secundarios, tal información del benefactor espiritual nos muestra que la transición de la juventud es mucho más profunda, compleja y general de lo que podríamos suponer en un primer momento, partiéndose de un abordaje puramente materialista.

Ahora, si el conflicto del presente con el pasado, en torno a los 14 años de edad, es prácticamente una regla para todos nosotros que estamos reencarnando en el planeta Tierra, se deduce que solamente de esa “lucha íntima” surgirá un adulto más consciente, más espiritualizado y más maduro para la vida, que es exactamente el objetivo del proceso reencarnatorio.

Se concluye que sólo con el tiempo tendremos una definición de la personalidad en todas las áreas, sobre todo en ese intrincado sector que constituye el campo sexual. En esta área del comportamiento humano, es común la coexistencia de tendencias contradictorias para la formación de una personalidad más equilibrada y espiritualizada. Indiscutiblemente, dentro de este contexto, la educación moral espírita presenta profunda relevancia, para que los Espíritus que comienzan una nueva jornada tengan, desde la GESTACIÓN, orientación evangélica, ejemplos éticos sabios y apoyo emocional para guiarse por el camino del bien, de lo bello, de lo útil y de lo verdadero.

Nuestra sociedad permite y hasta estimula una excesiva “sexualidad” de la infancia

Ahora, en principio, en casos en que las tendencias homosexuales no sean tan explícitas, la orientación heterosexual”, es decir, una orientación sexual convencional, en concordancia con la morfología física del cuerpo material del individuo, debería ser el comportamiento de praxis, hasta para preservar a los niños y jóvenes de un estímulo a determinadas experiencias precipitadas para la faja etária de ellos.

De hecho, vivimos un momento histórico en que nuestra sociedad permite y hasta estimula una excesiva “sexualidad” de la infancia, siendo que profundas perturbaciones han derivado de esa realidad. A partir del momento en que el individuo sea más maduro física y psicológicamente, él tendrá condiciones de realmente ecuacionar sus tendencias. De esta forma, si las características homosexuales se manifiestan efectivamente, él podrá asumir esa condición en un momento más apropiado, con más madurez y, si no fuera el caso, habrá evitado mayores problemas por no haber sido estimulado tal actitud.

Jesús nos enseña: “Es necesario que haya escándalos, pero ay de quienes los escándalos vengan”. En el libro “El Evangelio según el Espiritismo” recibimos una interesante orientación que dice que “en caso de duda, debemos abstenernos”. Corroborando tal afirmación, el Espíritu Erasto, en “El Libro de los Médiums”, afirma que “Es preferible rechazar 10 verdades que aceptar una única mentira”.

Ahora, si el individuo sea realmente homosexual, él no perderá nada por haber aplazado el momento de asumir tal condición, acordándonos siempre de que estamos refiriéndonos principalmente a los niños y pre-adolescentes. Y si no fuera homosexual, habremos evitado fomentar graves perturbaciones en el mundo íntimo y en la historia personal de aquellos con quienes deberíamos contribuir para la educación moral y para el equilibrio espiritual. Una orientación sexual dicha convencional, sobre todo en la infancia y en la pre-adolescencia, busca justamente minimizar las perturbaciones acentuadas descuidadamente por padres, amigos y orientadores, y no lo contrario.




 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita