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Ano 5 - N° 217 – 10 de Julio de 2011

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO  
aoofilho@gmail.com      
Londrina, Paraná (Brasil)  

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

La asistencia social a la luz de las enseñanzas espíritas

 
Nos dice Emmanuel: "El Espiritismo, sin Evangelio, puede alcanzar las mejores expresiones de nobleza, pero no pasará de una actividad destinada a modificarse o desaparecer, como todos los elementos transitorios del mundo. Y el espírita, que no meditó de su iluminación con Jesucristo,
puede ser un científico y un filósofo, con las más elevadas adquisiciones intelectuales, pero estará sin timón y sin guión en el instante de la tempestad inevitable de las pruebas y de la experiencia, porque sólo el sentimiento divino de la fe puede arrebatar al hombre de las preocupaciones inferiores de la Tierra para los caminos supremos de los páramos espirituales” (El Consolador, ítem 236)

Aludiendo a la enseñanza moral contenida en el Evangelio, Allan Kardec pondera: "Delante de ese código divino, la propia incredulidad se curva. Es el terreno en que todos los cultos pueden encontrarse, la bandera bajo la cual todos pueden abrigarse, por más diferentes que sean sus creencias. Porque nunca fue objeto de disputas religiosas, siempre y por todas partes provocadas por los dogmas. Si lo discutieran, las sectas habrían, de hecho, encontrado en el su propia condena, porque la mayoría de ellas se apegó más a la parte mística que a la parte moral, que exige la reforma de cada uno. Para los hombres, en particular, es una regla de conducta, que comprende todas las circunstancias de la vida privada y pública, el principio de todas las relaciones sociales fundadas en la más rigurosa justicia. Es, por fin, y por encima de todo, el camino infalible de la felicidad a conquistar, una punta del velo erguida sobre la vida futura” (El Evangelio según el Espiritismo, Introducción, ítem I).

Delante de tales enseñanzas, no se concibe hablar de asistencia social espírita sin evangelización, por cuanto enseñar la Doctrina Espírita dirigiendo al individuo para la práctica de las enseñanzas de Cristo es favorecerle el camino de la felicidad. ¿Existe objetivo más noble que ese? El objetivo de la asistencia social espírita no es, por lo tanto, como muchos piensan, tan solamente saciar cuerpos perecederos, sino iluminar conciencias, formar individuos saludables del punto de vista físico, psicológico y espiritual, hacer hombres de bien, porque "el hombre que se ilumina conquista el orden y la armonía para sí mismo” (El Consolador, ítem 234).

El Servicio Social en el plano espiritual

La asistencia social espírita, que constituye, en la historia del movimiento espírita brasileño, uno de los capítulos más fecundos, no se limita al plano de los encarnados, porque esa preocupación es frecuente también en las provincias espirituales adyacentes a la Superficie. Dice Lúcia Loureiro (in "Colonias Espirituales", pág. 43): "En las Colonias Espirituales, el Servicio Social posee un vasto campo de acción en el desarrollo de las actividades. Desde las entrevistas iniciales hasta el encaminamiento en excursiones para estudio y observación. Los Espíritus instructores emplean fórmulas variadas con los recién desencarnados a depender de sus características y reacciones. El Amor y la Tolerancia son fundamentales, y el Espíritu que recibe al que llega emplea toda la habilidad psicológica para que este se sienta seguro y aceptado, a pesar de sus imperfecciones. El Espíritu recepcionista tiene mucha precaución en los contactos con el recién desencarnado, atentando para su sensibilidad al comentar errores pasados, estimulándolo sin presión".

Lúcia Loureiro añade: "Esos Asistentes Sociales del Espacio integran las Caravanas Socorristas y son elementos preparados para hacer la aproximación de aquellos que ya se hallan en condiciones razonables para recibir socorro. Otros hay que hacen las visitas periódicas al ’enfermo', a fin de estimularlo a elevar el patrón vibratorio, a esclarecerlo... Ellos acompañan a los asistidos por toda su estancia en las Colonias, observado el progreso espiritual de cada uno".

Las tareas auxiliares del Servicio Social son el socorro espiritual y la rehabilitación:

Socorro espiritual: "Por ocasión de las visitas de las Caravanas Socorristas a la zonas inferiores, la primera ayuda ofrecida a los Espíritus necesitados es su retirada del lugar y el transporte para las instituciones hospitalarias de las Colonias. Después de la fase de perturbación, los Espíritus, aún cansados, no tienen fuerzas para moverse ni el sentido de la dirección, de ahí la necesidad de transportarlos en hamacas, de la misma forma que nuestros enfermos terrestres." Esa providencia equivaldría, en nuestro medio, a dar el pez a quién tiene hambre.

Rehabilitación: "En las Colonias, el valioso instrumento de rehabilitación del Espíritu es el trabajo, utilizado, también, como terapia ocupacional. A medida que el Espíritu convaleciente se interesa por el servicio de la comunidad, dedicándose a cualquier tarea, aunque la más simple, va de la misma forma, concretando su cura. Los Espíritus comunicantes son unánimes en cuanto a esas declaraciones.”

En "La Vida Más Allá del Velo”, el Rev. G. Vale Owen habla de esas actividades, y André  Luiz describe en "Nuestro Hogar" su propia experiencia: "Narcisa hacía lo posible por atender listamente a la tarea de limpieza, pero de balde. Gran número de ellos dejaba escapar la misma sustancia negra y fétida. Fue entonces que, instintivamente, me agarré a los pertrechos de higiene y me lancé al trabajo con ardor. La servidora parecía contenta con el auxilio humilde del nuevo hermano, mientras que Tobías me dispensaba miradas satisfechas y agradecidas. El servicio continuó por todo el día, costándose bendecido sudor, y ningún amigo del mundo podría evaluar la alegría sublime del médico que recomenzaba la educación de sí mismo, en la enfermería rudimentaria" ("Nuestro Hogar", cap. 27, pág. 151).

Otília Gonçalves (Espíritu), en "Más Allá de la Muerte", relata: “Aclimatada, en la Tierra, a las labores humildes de limpieza y aseo, me ofrecía la hermana Zélia, en un día de gran movimiento, para contribuir de algún modo con los deberes de mantenimiento de la Enfermería donde me encontraba, experimentando, con su aquiescencia, indecible júbilo. A la medida que era atraída para ese servicio sencillo, extraño vigor tomaba cuerpo dentro de mí, entusiasmándome y haciéndome olvidar las preocupaciones y angustias lacerantes que quedaron en el espíritu, con la distancia colocada por la muerte”. Adrián le dijo entonces que "el trabajo es el poderoso elixir de larga vida que fortifica todas las esperanzas y esponja que borra todas las preocupaciones. El alma que labora no es cogida por las mallas de las tentaciones de la duda y del miedo, quedando distante del barco débil de los recelos”.

Las organizaciones socorristas de la erraticidad

Se verifica, así, que en el Más Allá la ociosidad y la inercia no tienen lugar para aquellos que sienten la necesidad de progresar. Sólo la dedicación abnegada al bienestar general hace  que se ascienda a los Planos Superiores. Los demás allá llegarán también, pero sólo por el dolor.

La serie "Nuestro Hogar", escrita por André Luiz, nos permitió conocer incontables de esas organizaciones socorristas existentes en los planos espirituales inmediatos a la Superficie de la Tierra, de que habla Lúcia Loureiro

El “Samaritano” es una de ellas, con notable actividad junto al Umbral (“Nuestro Hogar”, cap. 28, pág. 152).

El Puesto de Socorro vinculado a la colonia "Campo de la Paz", administrado por Alfredo, con cerca de 500 cooperadores, es otra ("Los Mensajeros", cap. 15 y 16).

En “Obreros de la Vida Eterna” (cap. IV), André alude a la Casa Transitoria de Fabiano y sus congéneres Oratorio de Anatilde y Fundación Cristo.

En el libro "En el Mundo Mayor" (cap. 20) nos habla del Hogar de Cipriana y de los incontables Puestos de Socorro y Escuelas (cap. 17) que atienden a la entidades sufridoras situadas en una planicie de extensión inmensa localizada en el umbral de las cavernas, donde "vastas cantidades de desventurados yacían tirados en el suelo, como aves desdichadas, con las alas partidas.”

En la obra "Entre la Tierra y el Cielo" (cap. XI) describe el Hogar de la Bendición, donde más de 2.000 niños desencarnados son asistidos por madres substitutas, la mayoría a la espera de una nueva oportunidad en el plano terrestre.

Y en "Acción y Reacción" (cap. 1) André nos presenta la "Mansión Paz", institución socorrista vinculada a la colonia Nuestro Hogar, fundada hace más de tres siglos para atender a entidades infelices y enfermas que se preparan para nueva incursión en la experiencia terrestre.  

Cinco puntos fundamentales del Servicio Social espírita

De las experiencias y relatos constantes de la serie Nuestro Hogar, de André Luiz, podemos extraer los siguientes puntos, que nos parecen fundamentales a un trabajo de asistencia social espírita:

1º.) La práctica del bien es mero deber: "El Evangelio de Jesús (dijo a André aquella que fue su madre terrena) nos recuerda que hay mayor alegría en dar que en recibir. (...) Da siempre, hijo mío. Sobre todo, jamás olvides dar de ti mismo, en tolerancia constructiva, en amor fraternal y divina comprensión. La práctica del bien exterior es una enseñanza y un llamamiento, para que lleguemos a la práctica del bien interior. Jesús dio más de sí, para el engrandecimiento de los hombres, que todos los millonarios de la Tierra congregados en el servicio, sublime aunque, de la caridad material. No te avergüences de amparar a los que tenían llagas y esclarecer a los locos que penetren las Cámaras de Rectificación (...). Trabaja, mi hijo, haciendo el bien. Siempre que puedas, olvida el entretenimiento y busca el servicio útil." (Nuestro Hogar, cap. 36, pág. 198.)

2º.) El bien que hacemos jamás queda olvidado: "En los círculos inferiores, mi hijo (le dijo su madre), el plato de sopa al hambriento, el bálsamo al leproso, el gesto de amor al desilusionado, son servicios divinos que nunca quedarán olvidados en la Casa de Nuestro Padre." (Ídem, pág. 197.)

3º.) No se concibe el trabajo de ayuda al prójimo sin el espíritu de fraternidad: "Aún hay poco tiempo (le dijo Laura, madre de Lísias) oí un grande instructor en el Ministerio de la Elevación asegurar que, si pudiera, iría a materializarse en los planos carnales, a fin de decir a los religiosos, en general, que toda caridad, para ser divina, precisa apoyarse en la fraternidad.” (Nuestro Hogar, cap. 39, pág. 218.)

4º.) El patrón de la obra socorrista en el mundo será siempre Jesús: "Jesús (le dijo Vicente, que también fuera médico en la Tierra) no fue solamente el Maestro, fue Médico también. Dejó en el mundo el patrón de la cura para el Reino de Dios. Él proporcionaba socorro al cuerpo y suministraba fe al alma. Nosotros, sin embargo, mi querido André, en muchos casos terrestres, no siempre aliviamos el cuerpo y casi siempre matamos la fe." (Los Mensajeros, cap. 13, pág. 74.)

5º.) Debemos dar el pan que alimente el cuerpo, sin olvidar la luz que ilumine el espíritu: "En los principios del Cristianismo (le dijo Irene), la mayoría de los necesitados entraría en contacto con Jesús a través de la sopa humilde o del techo acogedor. Lavando leprosos, tratando locos asistiendo huérfanos y viejitos desamparados, los continuadores de Cristo daban trabajo a sí mismos, se dedicaban a los infelices, esclareciéndoles la mente, y ofrecían lecciones de sustancial interés a los laicos de la fe viva. Como no ignoran, estamos haciendo en el Espiritismo evangélico la recapitulación del Cristianismo.” (Obreros de la Vida Eterna, cap. XII, pág.190.)

La recomendación de San Francisco Xavier        

Nos relata Manoel Philomeno de Miranda (in "Tramas del Destino", cap. 21, págs. 196 a 199, obra psicografiada por Divaldo P. Franco) que, cuando el Centro Espírita "Francisco Xavier", de Salvador (BA), tuvo su edificación planeada, el dirigente espiritual Natércio, profundo admirador y discípulo de San Francisco Xavier, que fuera en la Tierra incansable propagandista de la fe cristiana, habiéndola llevado a Japón, China e India, en los idos del sec. XVI, recurrió al fiel Apóstol de Jesús, suplicando su patrocinio espiritual para la Casa que sería erguida. Recibido por el Mensajero del Señor, Natércio le expuso el programa que buscaba realizar. Su gran meta era incrementar entre los hombres el ardor de la fe y la pureza de los principios morales, conforme las reglas simples de los "seguidores del Camino", sin los atavíos del dogmatismo, de la apariencia y de los formalismos.

Terminado su relato, el instructor recibió el aval del insigne Misionero, con una condición: que se preservara allí el Evangelio en sus líneas puras y simples, en un clima de austeridad moral y servicios iluminativos disciplinados, con los resultantes dispositivos para la caridad en  sus múltiples expresiones, habiéndose, sin embargo, en vista que los socorros materiales serían derivación natural del servicio espiritual, prioritario, inmediato, y no los preferenciales...  "No deberían olvidarse de que la mayor carencia aún es la de el pan de luz de la consolación moral, que el Libro de la Vida propicia hartamente...”

Comentando el episodio, asevera Manoel Philomeno de Miranda (obra citada, págs. 198 y 199):

"Se piensa mucho en estómagos a saciar, cuerpos para cubrir, enfermedades que curar... Sin menospreciarles la urgencia, el Consolador tiene por meta principal el espíritu, el ser en su realidad inmortal, donde proceden todas las coyunturas y situaciones, que se exteriorizan por el cuerpo y mediante los contingentes humanos, sociales, terrenos, por tanto…

"La asistencia social en el Espiritismo es valiosa, sin embargo, se prevengan los `trabajadores de la última hora' contra los excesos, a fin de que la extenuación con las labores externas no agota las fuerzas del entusiasmo ni derrumbe las fortalezas de la fe, al peso de la extenuación y del desencanto en los servicios de fuera.

"Evangelizar, instruir, guiar, colocando el aceite en la lámpara del corazón, para que la claridad del espíritu luzca en la noche del sufrimiento, son tareas urgentes, basicas en la reconstrucción del Cristianismo."

No basta dar el pan que alimente apenas el cuerpo

Es por eso que Joanna de Ângelis nos propone (in “Dimensiones de la Verdad”, pág. 123):

"La caridad tiene régimen de urgencia, pero también el esclarecimiento a su lado tiene tarea prioritaria, funcionando como combustible de sustentación.

"Pan al hambriento como deber inmediato, y luz de la enseñanza espírita, para que la angustia del hambre sea dirimida por el servicio dignificante.

"Tejidos al cuerpo frío como tarea improrrogable; sin embargo, orientación espírita para agasajar el alma en la esperanza, librándola, en definitiva, del frío.

"Medicamento al cuerpo enfermo como recurso urgente; sin embargo, directriz espírita para que el espíritu comprenda las razones profundas del dolor y pueda revitalizarse.

"Socorro al afligido en los brazos de la desesperación como obligación irresistible; pero guión espírita para que el conocimiento lo libere de toda tiniebla y agitación.

"Amparo al huérfano, en el propio hogar, como lección viva de amor; sin embargo, conducta espírita delante de él, como línea de seguridad para su engrandecimiento.

"Asistencia a la mujer viuda y auxilio a la miseria como impositivo de la acción cristiana; sin embargo, oferta de la Doctrina Espírita a fin de que la revolución de la verdad conceda luz y vida, para que nuevos engaños sean evitados, liberando las mentes de las conexiones poderosas con el mal.”

Y la noble mártir del Cristianismo naciente, hoy orientadora espiritual del trabajo de Divaldo P. Franco, remata (obra citada, pág. 50):

"Ni Espiritismo sin asistencia social, ni asistencia social sin Espiritismo, para nosotros espiritistas encarnados y desencarnados.

"Y guardemos la certeza de que, al lado de la asistencia material que podamos donar, la asistencia moral y espiritual debe tener primacía."



 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita