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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Ano 5 - N° 216 – 3 de Julio de 2011

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 8)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Quiénes son los seres a los que llamamos ángeles y demonios?

B. ¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?

C. ¿El alma y el Espíritu son la misma cosa?

D. ¿Cuál es, en el cuerpo material, la sede del alma?

E. ¿Cómo comprueba el Espíritu su individualidad después de la muerte, si ya no posee un cuerpo material?  

Texto para la lectura 

77. Aquellos a quienes llamamos ángeles también recorrieron todos los grados de la evolución. Unos aceptaron su misión sin murmurar y llegaron más pronto; a otros les tomó más tiempo. (L.E., 129)

78. No existen demonios. Si hubiese demonios, ellos serían obra de Dios. Y ¿sería Dios justo y bueno creando seres infelices, consagrados eternamente al mal? (L.E., 131)

79. Los hombres hicieron con los demonios lo mismo que con los ángeles. De la misma manera en que creyeron en la existencia de seres perfectos desde toda la eternidad, tomaron también a los Espíritus inferiores por seres perpetuamente malos. (L.E., 131)

80. Los Espíritus  son creados simples e ignorantes y se instruyen a través de las luchas y tribulaciones de la vida corporal. (L.E., 133)

81. Las penas de la vida son frecuentemente la consecuencia de la imperfección del Espíritu. Cuanto menos imperfecto él fuera, menos tormentos sufrirá. Aquél que no sea envidioso, celoso, avaro o ambicioso, no sufrirá los tormentos que se originan de estos defectos. (L.E., 133-a)

82. Antes del nacimiento, no hay una unión definitiva entre el alma y el cuerpo; luego de esta unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma y ésta lo abandona. (L.E., 136-a)

83. Un cuerpo sin alma sería una masa de carne sin inteligencia; sería todo lo que quisiéramos imaginar, menos un hombre. (L.E., 136-b)

84. El espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos criaturas diferentes. (L.E., 137)

85. El alma no está encerrada en el cuerpo como un pájaro en la jaula. Ella irradia y se manifiesta en el exterior, como la luz a través de un globo de vidrio. (L.E., 141)

86. El alma tiene, de esta manera, dos envolturas: la primera, sutil y ligera, que es llamada periespíritu; la otra grosera, material y pesada, que es el cuerpo. El alma es el centro de esas envolturas, como la almendra dentro de la cáscara. (L.E., 141)

87. Los Espíritus no definen el alma de la misma manera, porque no están igualmente esclarecidos sobre estos asuntos. (L.E., 143)

88. Felizmente, las ideas materialistas están lejos de ser generales. Constituyen opiniones individuales, porque en ningún lugar han sido erigidas en doctrina. Una sociedad fundada sobre tal base, llevaría en sí misma los gérmenes de su disolución. (L.E., 148)

89. La misión del Espiritismo es precisamente la de esclarecernos sobre la existencia futura, de hacer que, hasta cierto punto, la veamos y toquemos, no mediante el razonamiento sino por medio de los hechos. (L.E., 148)

90. Gracias a las comunicaciones espíritas, esto no es más una presunción o una probabilidad. Son los mismos seres de ultratumba quienes nos vienen a contar su situación y a decirnos lo que hacen. Es Espiritismo es, por lo tanto, el auxiliar más poderoso de la religión. (L.E., 148)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Quiénes son los seres a quienes llamamos ángeles y demonios?

Los seres a quienes llamamos ángeles, arcángeles, serafines no forman una categoría especial, de naturaleza diferente a la de los otros Espíritus. Ellos son los Espíritus puros, los que se encuentran en el grado más alto de la escala y reúnen todas las perfecciones, después de haber recorrido todos los grados de la escala evolutiva.

No existen demonios. Si existiesen, ellos serían obra de Dios, pero ¿sería Dios justo y bueno si hubiese creado seres destinados eternamente al mal y a permanecer eternamente desgraciados? Los seres que llamamos demonios son Espíritus inferiores que un día también llegarán a lo más alto de la escala, tal como los Espíritus puros. (El Libro de los Espíritus, preguntas 128, 129, 130 y 131.)

B. ¿Cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus?

Dios impone la encarnación a los Espíritus con la finalidad de hacerlos llegar a la perfección. Para unos, es una expiación; para otros, una misión. Pero para alcanzar esa perfección, deben sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal. La encarnación también tiene otro propósito: el de poner al Espíritu en condiciones de afrontar la parte que le corresponde en la obra de la Creación. Para ejecutarla, toma en cada mundo un instrumento en armonía con la materia esencial de ese mundo, a fin de cumplir, desde ese punto de vista, las órdenes de Dios. De esta manera, colaborando con la obra general, progresa él mismo. Todos los Espíritus, sin excepción, son creados simples e ignorantes y se instruyen en las luchas y tribulaciones de la vida corporal. Dios, que es justo, no podía hacer felices a unos, sin fatigas y ni trabajos, y por lo tanto sin mérito. (Obra citada, preguntas 132 y 133.)

C. ¿El alma y el Espíritu son la misma cosa?

Sí. Las almas no son sino los Espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, los cuales temporalmente se revisten de una envoltura carnal para purificarse y esclarecerse. (Obra citada, preguntas 134 a 136)

D. ¿Cuál es, en el cuerpo material, la sede del alma?

El alma no tiene una sede determinada y circunscrita en el cuerpo. No obstante, en los grandes genios y en todos los que piensan mucho, reside más particularmente en la cabeza, mientras que ocupa principalmente el corazón en aquellos que sienten mucho y cuyas acciones tienen, todas ellas, por objeto la Humanidad. Debe entenderse sin embargo que el alma no se encuentra encerrada en el cuerpo, como un pájaro en una jaula.  Irradia y se manifiesta exteriormente, como la luz a través de un globo de vidrio, o como el sonido alrededor de un centro sonoro.  (Obra citada, preguntas 141 y 146.)

E. ¿Cómo comprueba el Espíritu su individualidad después de la muerte, si ya no posee un cuerpo material?

Aunque haya perdido el cuerpo material que utilizaba durante la encarnación, el Espíritu continúa teniendo un fluido que le es propio, extraído de la atmósfera de su planeta, y que tiene la apariencia de su última encarnación: el periespíritu. (Obra citada, preguntas 149 y 150.)
 


 

 

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