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Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano Português   Inglês

Año 5 215 – 26 de Junio de 2011 

ASTOLFO O. DE OLIVEIRA FILHO                    
aoofilho@gmail.com
                                      
Londrina,
Paraná (Brasil)  
Traducción
Maria Reyna - mreyna.morante@gmail.com
 

 

El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

(Parte 7)
 

Continuamos con el Estudio Metódico del Pentateuco Kardeciano, que focalizará las cinco principales obras de la Doctrina Espírita, en el orden en que fueron inicialmente publicadas por Allan Kardec, el Codificador del Espiritismo.

Las respuestas a las preguntas presentadas, fundamentadas en la 76ª edición publicada por la FEB, basadas en la traducción de Guillon Ribeiro, se encuentran al final del texto.

Preguntas para debatir

A. ¿Posee el Espíritu alguna envoltura que pueda ayudar en su identificación personal?

B. ¿Son todos los Espíritus iguales, o existe entre ellos alguna jerarquía?

C. ¿Está el progreso espiritual al alcance de todos los Espíritus, o sólo de los escogidos del Señor?

D. ¿Tienen los Espíritus, desde su origen, la libertad de escoger entre el bien y el mal?

E. ¿De dónde provienen las influencias que se ejercen sobre los Espíritus?

Texto para la lectura

67. Los Espíritus son rápidos como el pensamiento. Y pueden penetrar todo: el aire, el agua, la tierra y hasta el fuego. (L.E., 89 y 91)

68. El Espíritu no puede estar en dos lugares al mismo tiempo, pero cada uno de ellos es un centro que irradia hacia diferentes lados, y es por eso que parecen estar en varios lugares al mismo tiempo. Es como el sol que, sin dividirse, irradia a todo su alrededor. (L.E., 92)

69. Los Espíritus no irradian con el mismo poder. La potencia de irradiación depende del grado de pureza de cada uno. (L.E., 92-A)

70. Los Espíritus pueden ser clasificados en tres órdenes principales. En el primer orden, podemos ubicar a aquellos que han llegado a la perfección: los Espíritus puros, que ya no sufren ninguna influencia de la materia y revelan superioridad intelectual y moral absoluta, en relación a los demás Espíritus. Habiendo recorrido todos los grados de la escala, no están ya sujetos a la reencarnación en cuerpos perecederos. En el segundo orden, los que alcanzaron la mitad de la escala: los Espíritus buenos, en los cuales el deseo del bien es su preocupación. En el tercer orden, los que están todavía en el principio de la escala: los Espíritus imperfectos, que se caracterizan por la ignorancia, el deseo del mal y todas las malas pasiones que les retardan en su desarrollo. (L.E., 97, 112 y 113)

71. En el segundo orden (los Espíritus buenos) encontramos 4 clases: Espíritus benévolos, sabios, prudentes y superiores. Unos poseen la ciencia, otros la sabiduría y la bondad. Todos, sin embargo, todavía tienen pruebas que sufrir. (L.E., 98, 107 a 111)

72. En el tercer orden (los Espíritus imperfectos) encontramos 5 clases: Espíritus impuros, ligeros, pseudo-sabios, neutros y golpeadores o perturbadores. Unos no hacen ni el bien ni el mal; otros, por el contrario, se complacen en el mal y quedan satisfechos cuando encuentran la oportunidad de hacerlo. Y hay además los ligeros o atolondrados, más traviesos que malvados, que encuentran placer en engañar y causar pequeñas contrariedades, de las cuales se ríen.  (L.E., 99, 101 a 106)

73. Depende de los Espíritus apresurar su progreso hacia la perfección. Ellos llegan más o menos pronto, según su deseo y su sumisión a la voluntad de Dios. (L.E., 117)

74. Todos los Espíritus, para llegar al bien, pasan por las pruebas de la ignorancia. Dotados del libre albedrío y creados simples e ignorantes, son en su origen aptos tanto para el bien como para el mal. Los que son malos llegaron a serlo por su propia voluntad. (L.E., 120 y 121)

75. El libre albedrío se desarrolla a medida que el Espíritu adquiere conciencia de sí mismo. Pudiendo seguir en la dirección que deseen, unos ceden a la tentación y otros resisten. Ese es el gran símbolo de la caída del hombre y del pecado original. (L.E., 122)

76. Los Espíritus imperfectos buscan envolver al Espíritu en su origen, colocando obstáculos en su marcha evolutiva. Eso fue lo que se quiso representar con la figura de Satanás. Esa influencia le sigue en su vida de Espíritu, hasta que haya adquirido tal dominio sobre sí mismo, que los malos renuncien a obsesionarlo.  (L.E., 122-a y 122-b)

Respuestas a las preguntas propuestas

A. ¿Posee el Espíritu alguna envoltura que pueda ayudar en su identificación personal?

Sí. Lo envuelve una sustancia, vaporosa ante nuestros ojos, pero todavía muy grosera para él. Como es vaporosa, el Espíritu puede elevarse en la atmósfera y transportarse adonde quiera. A esa envoltura Kardec le dio el nombre de periespíritu. Éste está formado con el fluido universal de cada globo, razón por la cual no es idéntico en todos los mundos. Al pasar de un mundo a otro, el Espíritu cambia de envoltura, como cambiamos de ropa, y esa envoltura tendrá la forma que el Espíritu quiera. Es así como se aparece a los encarnados en algunas ocasiones, ya sea en sueños o en estado de vigilia, pudiendo tomar una forma visible e incluso palpable. (El Libro de los Espíritus, preguntas 93, 94 y 95.)

B. ¿Son todos los Espíritus iguales, o existe entre ellos alguna jerarquía?

Son de diferentes órdenes, conforme al grado de perfección que hayan alcanzado. Esos órdenes son ilimitados en número, porque entre ellos no hay líneas de demarcación trazadas como barreras, de manera que las divisiones pueden ser multiplicadas o restringidas libremente. Sin embargo, si se consideran los caracteres generales de los Espíritus, se puede reducir a tres órdenes principales. En el primero, se ubican los que alcanzaron la perfección máxima: Los Espíritus puros. Integran el segundo, los que llegaron a la mitad de la escala: el deseo del bien es lo que predomina en ellos. Pertenecen al tercer orden los que todavía se encuentran en la parte inferior de la escala: los Espíritus imperfectos. La ignorancia, el deseo del mal y todas las malas pasiones que retrasan su progreso, es lo que les caracteriza. (Obra citada, preguntas 96, 97, 98, 99 y 127.)

C. ¿Está el progreso espiritual al alcance de todos los Espíritus, o sólo de los escogidos del Señor?

El progreso está al alcance de todos, y según el Espiritismo, todos llegarán a ser perfectos. Sólo depende de los Espíritus progresar más o menos rápido hacia la perfección, y ellos la alcanzarán más o menos pronto según el deseo que tengan de alcanzarla y la sumisión a la voluntad de Dios que testimonien. No existe retroceso en el proceso evolutivo. A medida que los Espíritus avanzan, comprenden lo que les aleja de la perfección. Superando una prueba, el Espíritu se queda con el conocimiento que de allí le vino y no lo olvida. Puede, de tal manera, permanecer estacionario, pero no retrocede. (Obra citada, ítems 114, 115, 116, 117, 118 y 122.)

D. ¿Tienen los Espíritus, desde su origen, la libertad de escoger entre el bien y el mal?

Sí. El libre albedrío es una facultad que Dios concedió a los Espíritus y se desarrolla a medida que el Espíritu adquiere conciencia de sí mismo. (Obra citada, preguntas 121 y 122.)

E. ¿De dónde provienen las influencias que se ejercen sobre los Espíritus?

Las buenas influencias provienen de los Espíritus buenos. Las influencias malas proceden de la acción de los Espíritus imperfectos que tratan de apoderarse de ellos, dominarlos, y se regocijan al hacerlos sucumbir. Fue eso lo que se intentó simbolizar en la figura de Satanás. Esas influencias los acompañan durante su vida de Espíritu, hasta que hayan logrado tanto dominio sobre sí mismos, que los malos renuncien a obsesionarlos. (Obra citada, preguntas 122, 122-a y 122-b.)

 


 

 

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