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Año 5 - N° 207 – 1º de Mayo de 2011

PAULO NETO     
paulosnetos@gmail.com     
Belo Horizonte, MG (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Posesión: ¿existe la posesión física del encarnado?

 Parte 2 e final


Prosiguiendo en la cita de los textos de Kardec constantes del capítulo XIV del libro La Génesis, he ahí el complemento del ítem 48 del capítulo citado:

Son numerosos los hechos de este género, en diferentes grados de intensidad, y no derivan de otra causa muchos casos de locura. A menudo, hay también desordenes patológicos, que son meras consecuencias y contra las cuales nada adelantan los tratamientos médicos, mientras subsiste la causa originaria.

Dando a conocer esa fuente donde provienen una parte de las miserias humanas, el Espiritismo indica el remedio a ser aplicado: actuar sobre el autor del mal que, siendo un ser inteligente, debe ser tratado por medio de la inteligencia. (1)

49. – Son las más de las veces individuales la obsesión y la posesión; pero, no es raro que sean epidémicas. Cuando sobre una localidad se lanza una banda de malos Espíritus, es como si una tropa de enemigos la invadiese. Puede entonces ser muy considerable el número de los individuos atacados. (2)

Se ve, por lo tanto, que Allan Kardec no deja de registrar en una obra básica su nuevo posicionamiento delante del tema posesión. Infelizmente, así como la Revista Espírita, el libro La Génesis no es casi leído por los espíritas; pocos se aventuran a leerlo; con eso, la comprensión queda equivocada, cuando se afirma que no hay posesión física, con base en posición anterior de Kardec, posición esa que fue cambiada delante de los hechos que le fueron presentados.

Tomamos la libertad de sugerir a la FEB – Federación Espírita Brasileña, que, en las obras citadas - El Libro de los Espíritus, El Libro de los Médiums y La Génesis -, registré eso en notas al pie, buscando alertar al lector sobre el cambio de comprensión por Kardec.

Otro factor que no podemos dejar de llamar la atención es el hecho de que, para Kardec, posesión no significa necesariamente una obsesión, como muchos de nosotros creemos; para él es sólo un hecho en el cual, ciertos espíritus, literalmente, “toman posesión” del cuerpo del médium, pudiendo, tales espíritus ser buenos o malos, conforme el caso. Es eso lo que quedó claro, para nosotros, en cuanto a la lectura de los itenes 47 y 48, arriba trascritos.

5) Fev./ - Revista Espírita

En la narración de Kardec al respecto de un espíritu que no creía haber muerto, sólo soñando, podemos encontrar algunas cosas más sobre el asunto de que estamos tratando. Veamos:

En la sesión de la Sociedad de París, del 8 de enero, el mismo Espíritu vino a manifestarse de nuevo, no por la escritura, sino por la palabra, sirviéndose del cuerpo del Sr. Morin, en sonambulismo espontáneo. Él habló durante una hora, y eso fue una escena de las más curiosas, porque el médium tomó su posesión, sus gestos, su voz, su lenguaje al punto que aquellos que lo habían visto lo reconocieron sin dificultad. […]

En otra reunión, un Espíritu dio sobre este fenómeno la comunicación siguiente:

Hay aquí, una sustitución de persona, una simulación. El Espíritu encarnado recibe la libertad o cae en la inacción. Digo inercia, que quiere decir, la contemplación de aquello que  pasa. Él está en la posición de un hombre que presta momentáneamente su habitación, y que asiste a las diferentes escenas que se realizan con la ayuda de sus muebles. Si gusta más de gozar de su libertad, él puede, a menos que no haya para él utilidad en permanecer espectador.

No es raro que un Espíritu actúe y hable con el cuerpo de un otro; debéis comprender la posibilidad de este fenómeno, entonces que sabéis que el Espíritu puede retirarse con su periespíritu más o menos lejos de su envoltorio corpóreo. Cuando ese hecho ocurre sin que ningún Espíritu de esto se aproveche para ocupar el lugar, hay la catalepsia. Cuando un Espíritu desea para allí colocarse para actuar, toma un instante su parte en la encarnación, une su periespíritu al cuerpo adormecido, lo despierta por ese contacto y restituye el movimiento a la máquina; pero los movimientos, la voz no son más los mismos, porque los fluidos periespirituales no afectan más el sistema nervioso de igual manera que el verdadero ocupante. Esa ocupación jamás puede ser definitiva; sería preciso, para eso, la desagregación absoluta del primero periespíritu, lo que llevaría forzosamente a la muerte. Ella no puede aún ser de larga duración, por la razón de que el nuevo periespíritu, no habiendo sido unido a ese cuerpo desde su formación, no tiene en el raíces, no estando modelado sobre ese cuerpo, no está apropiado al desempeño de los órganos; el Espíritu intruso no está en una posición normal; él está impedido en sus movimientos y es porque deja esa vestidura prestada desde que de ella no tenga más necesidad. (KARDEC, 2001, p. 48-49)

Aquí, entonces, delante del asunto incluido en un de los libros de las obras básicas, no hay más como contestar no ser tema constitutivo de la Doctrina, aunque, como ya lo dijimos, ya lo aceptásemos por estar tan objetivamente en la Revista Espírita, y como respuesta a la experiencia personal que tuvimos, inicialmente relatada. La novedad es que Kardec afirma que hasta un Espíritu bueno podrá poseer el cuerpo de un encarnado, desde que las condiciones lo exijan, conforme es abordado en el tópico anterior.

Opiniones sobre el asunto

En el capítulo XIX – Transes e Incorporaciones del libro En lo Invisible, Léon Denis habla justamente de aquello que estamos presentemente estudiando. Vamos a ver, entonces, lo que dijo aquel que es considerado el sucesor de Kardec:

El estado de transe es ese grado de sueño magnético que permite al cuerpo fluídico exteriorizarse, desprenderse del cuerpo carnal, y al alma volver a vivir por un instante su vida libre e independiente. La separación, sin embargo, nunca es completa; la separación absoluta sería la muerte… En el trance, el médium habla, se mueve, escribe automáticamente; de esos actos, sin embargo, ningún recuerdo conserva al despertar.

El estado de trance puede ser provocado, sea por la acción de un magnetizador, sea por la de un Espíritu. Bajo el influjo magnético, los lazos que unen los dos cuerpos se aflojan. El alma, con su cuerpo sutil, se va emancipando poco a poco; recobra el uso de sus poderes ocultos, comprimidos por la materia. Cuanto más profundo es el sueño, más completo viene a ser el desprendimiento. […]

En el cuerpo del médium, momentáneamente abandonado, puede darse una sustitución de Espíritu. Es el fenómeno de las incorporaciones. El alma de un desencarnado, aún el alma de un vivo adormecido, puede tomar el lugar del médium y servirse de su organismo material, para comunicarse por la palabra y por el gesto con las personas presentes. (DENIS, 1987, p. 249).

En ese punto Léon Denis cita a Dr. Oliver Lodge y al profesor Myers como testigos de la realidad de esos hechos. Y continuando, leemos: Indagan ciertos experimentadores: ¿el Espíritu del manifestante se incorpora efectivamente en el organismo del médium? ¿U opera él antes, a la distancia, por la sugerencia mental y por la transmisión de pensamiento, como lo puede hacer el Espíritu exteriorizado del sensitivo?

Un examen atento de los hechos nos lleva a creer que esas dos explicaciones son igualmente admisibles, conforme los casos. Las citaciones que acabamos de hacer prueban que la incorporación puede ser real y completa. Es aún algunas veces inconsciente, cuando, por ejemplo, ciertos Espíritus poco adelantados son conducidos por una voluntad superior al cuerpo del médium y puestos en comunicación con nosotros, a fin de ser esclarecidos sobre su verdadera situación. Esos Espíritus, perturbados por la muerte, creen aún, mucho tiempo después, pertenecer a la vida terrestre. No permitiéndoles sus fluidos groseros que entren en relación con los Espíritus más adelantados, son llevados a los grupos de estudio, para ser instruidos acerca de su nueva condición. Es difícil a veces hacerles comprender que abandonaron la vida carnal, y su estupefacción alcanza lo cómico, cuando, invitados a comparar el organismo que momentáneamente animan con lo que poseían en la Tierra, son obligados a reconocer su engaño. No se podría dudar, en tal caso, en la incorporación completa del Espíritu.

En otras circunstancias, la teoría de la transmisión, a la distancia, parece mejor explicar los hechos. Las impresiones oriundas de fuera son más o menos fielmente percibidas y transmitidas por los órganos. Al lado de pruebas de identidad, que ninguna duda permiten sobre la autenticidad del fenómeno e intervención de los Espíritus, se verifican, en el lenguaje del sensitivo en trance, expresiones, construcciones de frases, un modo de pronunciar que le son habituales. El Espíritu parece proyectar el pensamiento en el cerebro del médium, donde adquiere, de paso, formas de lenguaje familiares a este. La transmisión se efectúa en tal caso en el límite de los conocimientos y aptitudes del sensitivo, en términos vulgares o escogidos, conforme su grado de instrucción.

De ahí también ciertas incoherencias que se deben atribuir a la imperfección del instrumento. Al despertar, el Espíritu del médium pierde toda conciencia de las impresiones recibidas en el sentido de libertad, de igual manera que no guardará el más pequeño conocimiento del papel que su cuerpo haya desempeñado durante el trance. Los sentidos psíquicos, de que por un momento habían readquirido la posesión, se extinguen de nuevo; la materia extiende su manto; la noche se produce; todo recuerdo se desvanece. El médium despierta en un estado de perturbación, que lentamente se disipa. (DENIS, 1987, p. 252-254).

Las colocaciones de Léon Denis vienen a corroborar lo que el propio Kardec dijo sobre la posesión. Ahora, más que nunca, quedamos convencidos de esa realidad, una vez que todas las colocaciones que citamos son coherentes entre sí, no habiendo, por lo tanto, algo que demuestre cualquier contradicción entre ellas.

Podremos aún añadir, sólo para reforzar esa idea, algunas cosas que encontramos en el libro En los Dominios de la Mediumnidad, Chico Xavier, dictado por André Luiz.

Veamos los tramos en los cuales, hablando acerca de determinado médium, está dicho:

Cuando presta el vehículo las entidades dementes o sufridores, nos reclama cautela, por cuanto casi siempre deja el cuerpo a merced de los comunicantes, cuando le compite el deber de ayudarnos en la contención de ellos, a fin de que nuestro intento de fraternidad no le traiga perjuicio a la organización física”. (XAVIER, 1987, p. 30).

Según pensamos, si el médium “presta el vehículo a entidades” es porque los espíritus toman posesión del cuerpo físico de él o, en el lenguaje popular, se incorpora en el médium.

[…] Sin embargo, adaptándose al organismo de la mujer amada que pasó a obsesar, en ella encontró nuevo instrumento de sensación, viendo por sus ojos, oyendo por sus oídos, muchas veces hablando por su boca y vitalizándose con los alimentos comunes por ella utilizados. En esa simbiosis viven ambos, hace casi cinco años sucesivos, con todo, ahora, la joven subnutrida y perturbada acusa desequilibrios orgánicos de importancia. […] XAVIER, 1987, p. 54).

Es prácticamente lo que dice Kardec al final del item 47, en el pasaje comentado en el item 4 arriba – La Gênese. La única divergencia es que el codificador habló de posesión momentánea, y aquí describe una con, probablemente, cinco años de duración.

Notamos que Eugênia-alma se alejó del cuerpo, manteniéndose junto a él, a distancia de algunos centímetros, mientras que, amparado por los amigos que lo asistían, el visitante se sentaba cerca, inclinándose sobre el equipamiento mediúnico al cual se yuxtaponía, a la […] en esos trabajos, el médium nunca se mantiene a larga distancia del cuerpo… (XAVIER, 1987, p. 56).

Impresionante como ese tramo se asemeja al habla del espíritu que explicaba como poseía el cuerpo físico de la Señora A..., en la posesión citada en la Revista Espírita. Y, para  quien asistió a la película Ghost, esa descripción nos hace recordar de lo que ocurría con el personaje vivido por Whoopi Goldberg, que antes jugaba a “recibir” espíritus, y después pasó a “recibirlos” de hecho.

Vean bien: todo eso se ajusta a lo que está dicho en La Gênese; pero, aunque en el libro del autor espiritual André Luiz hechos extremadamente idénticos sean relatados, leemos en esa obra - En los dominios de la mediumnidad -, lo siguiente: “Hallándose la mente en la base de todas las manifestaciones mediúmnicas, cualquiera que sean las características en que se expresen…” (XAVIER, 1987, p. 18).

Eso viene a contradecir justamente, salvo mejor juicio, lo que está descrito en ese mismo libro de André Luiz, cuando en los casos de incorporación y de los de obsesión, una vez que, por ellos queda caracterizada la posesión del cuerpo del médium o, conforme el caso, del obsesado. Así, creemos que podría estar habiendo cierta exageración en decir de forma absoluta que la mente está en la base de todas las manifestaciones mediúmnicas, como se afirma en el mencionado libro, a menos que estemos entendiendo de manera errada lo que quiere colocar el autor espiritual. Podría, quien sabe, estar aún queriendo decir que esa base es la mente del desencarnado, no como siendo la conexión mental entre los envueltos en el fenómeno mediúmnico.

Podemos aún citar al Dr. Hernani Guimarães Andrade que utilizó casi de los mismos pasajes que citamos de André Luiz, cuando estudió la cuestión de las incorporaciones mediúmnicas, obsesiones y posesiones. A cierta altura nos dice ese añorado maestro: La “incorporación mediúmnica” puede, también, distinguirse por diversas modalidades de comunicación: psicofonía, psicografia, posesión parcial o total de las manifestaciones de habilidades no aprendidas tales como en los casos de psicopictografia, psicocirugía, psicoescultura, psicomúsica, escritura automática incontrolable con xerografía, xenoglosia, múltiple personalidad, transfiguración (esta última perteneciendo también al capítulo de las ectoplasmias), etc.

El mecanismo de la “incorporación mediúmnica” es fácil de comprender. Ella puede empezar por la aproximación de la entidad que desea comunicarse. Esta podrá eventualmente influenciar al “médium”, facilitándole el “trance”. El médium pasa entonces a sufrir un desdoblamiento astral (OBE) y su cúpula juntamente con el cuerpo astral se desplazan parcial o totalmente de manera a permitir que la cúpula y el cuerpo astral del Espíritu comunicante ocupe parcial o totalmente el campo libre dejado por el “cuerpo astral” del médium. La incorporación es tanto más perfecta cuánto mayor el espacio es cedido por el astral del médium al alejarse de su cuerpo físico, dejando lugar para la cúpula con el cuerpo astral del comunicador. Este – el Espíritu comunicante – deberá sufrir un proceso semejante al desdoblamiento astral, para permitir que su cúpula y cuerpo astral puedan yuxtaponerse al espacio libre dejado por el médium. Hay casos en que la parte astral del médium se desplaza sólo parcialmente, permitiendo que sólo una fracción del astral del Espíritu comunicador entre en contacto con la zona anímico-periespirítica de aquel.

Aún en estas condiciones puede haber comunicación, la cual podrá ser en parte directa y en parte telepática. En semejante circunstancia hay siempre posibilidad de control de las comunicaciones, por parte del médium. Este podrá interferir en el proceso, aún incluso  totalmente alejado, pues la conexión con su zona anímico-perispirítica no cesa. Hay siempre la presencia del “cordón plateado” garantizando el dominio del propio equipamiento somático. (ANDRADE, 2002, p. 122-124).

Conclusión

Lo que aprendemos, como una oportuna lección, es que siempre debemos hacer nuestras investigaciones en todos los libros de Kardec; hasta que tengamos la opinión final, no podemos quedar con la primera opinión que, por ventura, vengamos a encontrar. Conforme quedó demostrado en este estudio, Kardec cambió de opinión sobre la posesión; de ahí podremos concluir que no colocó nada como verdad absoluta, pero, como siempre, plausible de nuevas comprensiones. Va más lejos al decir, en relación al progreso evolutivo del Espiritismo: “Si nuevos descubrimientos le demostrasen que está equivocado sobre un punto, se modificaría sobre ese punto; si una nueva verdad se revela, el la acepta” (KARDEC, 2007c, p. 40).

Debemos, pues, reformular nuestros conceptos sobre la posesión, con miras a que deberá prevalecer, según creemos, la última opinión de Kardec; y es ella que viene a decir de la posibilidad real de la posesión, por un espíritu, del cuerpo de un encarnado. Podremos decir que en la subyugación el encarnado no quiere hacer, pero es impulsado a hacer aquello que el espíritu obsesor desea que el subyugado haga. La actuación del espíritu es por implicación. En esa hipótesis el encarnado está consciente de la situación, pero nada puede hacer para evitarla. Ya en la posesión el encarnado no tiene la mínima idea de lo que está ocurriéndole; hace, sin tomar conciencia, la voluntad del espíritu, conforme percibimos, sino en todos, por lo menos en la mayoría de los casos de que tenemos conocimiento. En esa situación está completamente inconsciente, no ofreciendo la mínima resistencia a la voluntad del obsesor, que hace del obsesado una marioneta, si así podemos expresarnos.

Delante de lo expuesto, podemos aceptar, sin miedo de errar, que, en algunos casos, existe aún una real incorporación, en el sentido exacto de la palabra, aplicado a ese fenómeno mediúnico, conclusión a que llegamos por este nuestro estudio.

 

Referências bibliográficas: 

ANDRADE, H.G., Espírito, Perispírito e Alma, São Paulo: Pensamento-Cultrix, 2002.

DENIS, L., No Invisível, Rio de Janeiro: FEB, 1987.

KARDEC, A. A Gênese. Rio de Janeiro: FEB, 2007c.

_________ O Livro dos Espíritos. Rio de Janeiro: FEB, 2007a.

_________ O Livro dos Médiuns. Rio de Janeiro: FEB, 2007b.

_________ Revista Espírita, tomo VI, 1863, Araras – SP: IDE, 2000.

_________ Revista Espírita, tomo XII, 1869, Araras – SP: IDE, 2001.

XAVIER, F. C. Nos Domínios da Mediunidade, Rio de Janeiro: FEB, 1987.

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(1)
Casos de cura de obsessões e de possessões: Revue Spirite, dezembro de 1863, pág., 373; - janeiro de 1864, pág. 11; - junho de 1864, pág. 168; - janeiro de 1865, pág. 5; - junho de 1865, pág. 172; - fevereiro de 1868, pág. 38; - junho de 1867, pág. 174.

(2) Foi exatamente desse gênero a epidemia que, faz alguns anos, atacou a aldeia de Morzine na Saboia. Veja-se o relato completo dessa epidemia na Revue Spirite de dezembro de 1862, pág. 353; janeiro, fevereiro, abril e maio de 1863, págs. 1, 33, 101 e 133. (KARDEC, 2007c, p. 347-351). (Grifo nosso)



 


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