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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 5 - N° 207 – 1º de Mayo de 2011

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

Actos de los Apóstoles

Quinto libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 13)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstoles. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. En presencia del rey Agripa, ¿qué palabras dijo Pablo en su defensa?

2. ¿Qué reacción tuvo el rey Agripa al oír las palabras dichas por Pablo?

3. ¿Cómo se llamaba el centurión incumbido de llevar a Pablo a Roma?

4. Cuando todos pensaban que iba a morir cogidos por la tempestad, ¿qué les dijo Pablo?

5. ¿Cuantas personas había en el navío? ¿Cuántas murieron? 

Texto para la lectura 

45. El rey Agripa resuelve conocer y oír Paulo - El rey Agripa, después de escuchar el interesante relato, dijo a Festo que él también le gustaría oír a Pablo. Festo respondió: “Mañana podrás oírlo”. Al día siguiente, estando Agripa y Berenice en la sala de audiencia, acompañados de altos oficiales y de las personas más importantes de la ciudad, Paulo fue llamado y presentado por Festo, que dije al visitante y a la demás personas las siguientes palabras: “¡Rey Agripa y vosotros todos, ciudadanos aquí presentes! Tenéis delante de los ojos ese hombre, a causa del cual todos los judíos apelaron a mí, en Jerusalén y en esta ciudad, gritando que él no más podría ser dejado con vida. Pero yo estoy convencido de que él no cometió cosa alguna que merezca la muerte. Y, teniendo él apelado para César, decidí enviarlo. Mas não tenho nada de concreto para escrever ao Soberano. Por eso es que yo lo presenté a vosotros, y especialmente a ti, rey Agripa, para, tras esa sesión, tener alguna cosa que pueda escribir, porque me parece absurdo enviar un prisionero sin indicar claramente cuáles son las acusaciones presentadas contra él”. (Actos, 25:22 a 25:27.)

46. Pablo sigue para Roma y Lucas va junto - Decidido el embarque de Pablo para Roma, entregaron al Apóstol de los gentiles y algunos más prisioneros a un oficial, llamado Julio, del regimiento imperial. Lucas siguió junto -- por lo menos es lo que se deduce del modo como él narra el hecho. He ahí su relato: “Embarcamos en un navío de Adramício, que iba a partir para los puertos de la provincia de Asia, y partimos. Nos acompañaba Aristarco, un macedonio de Tesalónica. El segundo día hicimos escala en Sidon. Julio se mostró muy humano para con Pablo, permitiendo que se quedara con los amigos y bajo sus cuidados. Después, partiendo de allá, navegamos al norte de Chipre, porque los vientos soplaban en sentido contrario al nuestro. A continuación, atravesando el mar de Cilícia y de Panfília, llegamos a Asesta, ciudad de Lícia. Allí el oficial encontró un navío de Alejandría, que estaba partiendo para Italia, y nos hizo embarcar en él”. (Actos, 27:1 a 27:6.)

47. El viaje se hace muy lento y extremadamente peligroso - Lucas dice que el viaje fue lento y muy difícil, porque el viento obligó al navío a dirigirse para el sur de la isla de Creta y fue a coste que llegaron a un lugar denominado Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasaia. Transcurrido bastante tiempo,  porque ya había pasado hasta el día del ayuno, y habiéndose la navegación hecho peligrosa, Pablo llamó la atención de los responsables por el navío, diciendo: “Señores, veo que la navegación está comenzando a ser de gran riesgo y de mucho daño no sólo para el navío, sino también para nuestras vidas”. El oficial, sin embargo, confiaba más en el piloto y en el dueño del navío que en Pablo. Además de eso, el puerto no servía para que el navío pasara allí el invierno, motivo de por qué la mayoría prefirió seguir viaje, en la esperanza de llegar a Fénix y pasar el invierno en esa localidad. El navío reinició, así, el viaje, costeando de muy cerca la isla de Creta.  Poco después, sin embargo, se desencadenó del lado de la isla el huracán llamado Nordeste y la embarcación fue arrastrada por el vendaval. La tripulación hizo de todo para amenizar el peligro, pero la tempestad fue terrible y obligó a que, ya al día siguiente, la carga fuera tirada al mar. Durante días no se vieron ni el Sol, ni las estrellas, y, con el barco a la deriva, no había más esperanza de salvación. (Actos, 27:7 a 27:20.)

Respuestas a las preguntas propuestas

1. En la presencia del rey Agripa, ¿qué palabras dijo Pablo en su defensa?

He ahí las palabras de Pablo: Me tengo por feliz, oh rey Agripa, de que ante ti me haya hoy de defender de todas las cosas de que soy acusado por los judíos; normalmente sabiendo yo que tienes conocimiento de todas las costumbres y cuestiones que hay entre los judíos; por eso te ruego que me oigas con paciencia. En cuanto a mi vida, desde la juventud, como transcurrió desde el principio entre los de mi nación, en Jerusalén, todos los judíos la conocen, sabiendo de mí desde el principio (si lo quieren testificar), que, conforme de severa secta más de nuestra religión, viví fariseo. Y ahora por la esperanza de la promesa que por Dios fue hecha a nuestros padres estoy aquí y soy juzgado. A la cual nuestras doce tribus esperan llegar, sirviendo a Dios continuamente, noche y día. Por esta esperanza, oh rey Agripa, yo soy acusado por los judíos. ¿Pues de qué? ¿Se juzga cosa increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos? Bien había yo imaginado que contra el nombre de Jesús Nazareno debía yo practicar muchos actos; lo que también hice en Jerusalén. Y, habiendo recibido autorización de los principales sacerdotes, encontré muchos de los santos en las prisiones; y cuando los mataban yo daba mí voto contra ellos. Y, castigándolos muchas veces por todas las sinagogas, los obligué a blasfemar. Y, demasiado enfurecido contra ellos, hasta en las ciudades extrañas los perseguí. Sobre lo que, yendo entonces a Damasco, con poder y comisión de los principales sacerdotes, por el mediodía, oh rey, vi en el camino una luz del cielo, que excedía el esplendor del sol, cuya claridad me envolvió a mí y a los que iban conmigo. Y, cayendo nosotros todos por tierra, oí una voz que me hablaba, y en lengua hebraica decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es recalcitrar contra los aguijones. Y dije yo: ¿Quién eres, Señor? Y él respondió: Yo soy Jesús, a quién tú persigues; pero levántate y ponte sobre tus pies, porque te aparecí por esto, para ponerte por ministro y testigo tanto de las cosas que has visto como de aquellas por las cuales te apareceré aún; librándote de este pueblo, y de los gentiles, a quién ahora te envío, para abrirles los ojos, y de las tinieblas los conviertas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; a fin de que reciban la remisión de pecados, y herencia entre los que son santificados por la fe en mí. Por eso, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial. Antes anuncié de entrada a los que están en Damasco y en Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se enmendasen y se convirtieran a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento. A causa de esto los judíos echaron mano de mí en el templo, y buscaron matarme. Pero, alcanzando socorro de Dios, aún hasta el día de hoy permanezco dando testimonio tanto a pequeños como a grandes, no diciendo nada más que lo que los profetas y Moisés dijeron que debía ocurrir, es decir, que Cristo debía padecer, y siendo el primero de la resurrección de entre los muertos, debía anunciar la luz a este pueblo y a los gentiles. (Actos, 26:1 a 26:23.)

2. ¿Qué reacción tuvo el rey Agripa al oír las palabras dichas por Pablo?

El rey Agripa dijo a Pablo: ¡Por poco me quieres persuadir a que me haga cristiano! Pablo le respondió: Deleite a Dios que, o por poco o por mucho, no solamente tú, sino también a todos cuantos hoy me están oyendo, si se volvieran tales cual yo soy, excepto estas cadenas. Enseguida el rey se levantó y dijo a Festo: Bien podía soltarse a este hombre, si no hubiera apelado para César. (Actos, 26:24 a 26:32.)

3. ¿Cómo se llamaba el centurión incumbido de llevar a Pablo a Roma?

El centurión se llamaba Julio y pertenecía a la cohorte augusta. (Actos, 27:1 a 27:3.)

4. Cuando todos pensaban que iban a morir cogidos por la tempestad, ¿qué palabras les dijo Pablo?

Pablo les dijo: Fuera, en la verdad, razonable, oh señores, haberme oído a mí y no partir de Creta, y así evitarían este incomodo y esta pérdida. Pero ahora los amonesto a que tengáis buen ánimo, porque no se perderá la vida de ninguno de vosotros, sino solamente el navío. Porque esta misma noche el ángel de Dios, de quien yo soy, y a quien sirvo, estuvo conmigo, diciendo: Pablo, no temas; importa que seas presentado a César, y he ahí que Dios te dio todos cuantos navegan contigo. Por lo tanto, oh señores, tened buen ánimo; porque creo en Dios, que ha de ocurrir así como a mí me fue dicho. Y, con todo, necesario es irnos a dar en una isla. (Actos, 27:20 a 27:26.)

5. ¿Cuántas personas había en el navío? ¿Cuántas murieron?

Había en el navío doscientas setenta y seis personas. Todas llegaron a tierra a salvo. (Actos, 27:37 a 27:44.)


 

 

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