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Año 4 200 – 13 de Marzo de 2011


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Lo que es necesario para ser un buen médium


Desde que el comandante Edgard Armond publicó su excelente obra “Puntos de la Escuela de Médium”, se multiplicaron en nuestro país los llamados cursos de mediunidad, cuyo apogeo se averiguó en la década de 1970 con el Centro de Orientación y Educación Mediúnica (COEM), organizado e implantado por un equipo de cofrades liderados por el dr. Alexandre Sech, del Centro Espirita Luz Eterna, de Curitiba-PR.

Poco, sin embargo, se ha dicho últimamente acerca de las reales necesidades del médium para que se torne un medianero seguro y confiable.

Evidentemente, los autores espiritas jamás dejaron esa cuestión sin respuesta, lo que se puede comprobar leyendo las obras de Kardec y Emmanuel. Somos nosotros, los trabajadores de la mies, que tenemos revelado la tendencia de reducir la mediunidad a una mera cuestión técnica, olvidados del factor moral, inherente a la buena práctica mediúnica.

Si, del punto de vista del mecanismo de la comunicación, la mediunidad, en sí misma, no depende del factor moral, del punto de vista de la asistencia espiritual el factor moral  constituye elemento esencial.

Médium moralizados cuentan con el amparo de Espíritus elevados.

Por médium moralizado nos referimos al medianero que sigue una existencia como un auténtico hombre de bien, buscando ser una persona humilde, sincera, paciente, perseverante, bondadosa, estudiosa, trabajadora y desinteresada.

La primera necesidad de un médium es, por lo tanto, evangelizarse a sí mismo, antes de entregarse a las grandes tareas doctrinarias, pues de otra manera podrá chocarse con el fantasma del personalismo y, de esa manera, perjudicar el cumplimiento de su misión.

El modelo de médium ideal es aquel trabajador que mejor se armoniza con la voluntad del Padre Celestial, cultivando las cualidades que atraen los Espíritus Buenos y destacándose por el cultivo sincero de la humildad y de la fe, de la devoción y de la confianza, de la buena voluntad y de la comprensión.

En El libro de los Médium, cap. XX, ítem 227, son relacionadas las cualidades que atraen los Espíritus Buenos.

Aquí están:

I. la bondad

II. la benevolencia

III. la simplicidad del corazón

IV. el amor al prójimo

V. el desprendimiento de las cosas materiales. 

Los defectos opuestos a esas cualidades apartan, evidentemente, los Espíritus elevados, lo que constituye un obstáculo que el médium consciente de la importancia de su facultad tiene de transponer. 

Sabemos que la mediunidad no representa en sí misma ningún mérito para quien la posee, una vez que su aparecimiento, como ya lo vimos, independe de la formación moral del individuo. Es por eso que personas de comportamiento moral dudoso pueden ser dotadas de facultades mediúnicas y encontrar entidades espirituales que les secunden la voluntad y el pensamiento, asociándose a ellas en la red de desequilibrio.

Ser buen médium es cosa distinta, como Kardec explica en el siguiente pasaje: “Nadie podrá tornarse buen médium si no lograr despojarse de los vicios que degradan la humanidad” (Revista Espirita de 1863, p. 213). “Todo hombre puede tornarse  médium; pero la cuestión no es ser médium; es ser buen médium, lo que depende de las cualidades morales.” (Id., ibidem.)
  



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita