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Entrevista Português Inglês    
Año 4 - N° 191 - 9 de Enero del 2011
GUARACI LIMA SILVEIRA      
glimasil@hotmail.com      
Juiz de Fora, Minas Gerais (Brasil)
Traducción:
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org  

 
Entrevista: Maria Geny Barbosa

Su caminar lento y decidido Conforta su pasaje

Una breve historia de la médium minera cuyos consejos y palabras de confort son bálsamos que han minimizado los dolores de todos los que atendió y viene atendiendo a lo largo de la vida

 

Maria Geny Barbosa (foto), 81 años, natural de Ubá (MG), erradicada en Juiz de Fora, es nuestra entrevistada de la semana. Persona impar en su pureza y simplicidad, que nos emociona al toque de su mirar, su sonrisa, su abrazo apretado y su inconfundible “¿Mi hijo, como está? ¿Haciendo cosa buena para nosotros?, D. Geny es una de aquellas trabajadoras de Jesús que jamás será olvidada por aquellos que la conocieron. Encontrarse con ella es lo mismo que ser bendecido por manos de luces que sólo saben hacer el bien. Yo la conocí 14 años atrás y jamás me separé de ella. Imposible estar distante, dejar de oír sus palabras simples, directas y profundas y sus enseñanzas que

valen para toda la vida.

Ella nos recibió en una tarde lluviosa en su residencia, en la Calle Joana D’Arc, en el barrio Santa Cruz en Juiz de Fora. ¡Que historia fantástica de vida! Persona de descendencia pobre, luchó como pudo para criar a los doce hijos. Su mediumnidad afloró cuando perdió uno de los hijos que desencarnó ahogado, con un año y cinco meses de edad. Su historia mediúmnica se inició allí.

Atolondrada por la muerte del hijo, fue acogida por el Sr. Mateus Fernandes Fraga, que realizaba trabajos de cura en la Hacienda Vieja que quedaba cerca del Río Paraopeba, en Sobral Pinto, próximo a Astolfo Dutra, Minas Gerais. Mejor dejar que ella misma nos cuente: “Era noche y mi hijo no aparecía. En el cielo comenzaban a aparecer las primeras estrellas. Salí buscando a él, una voz me dijo: - Vuelva que su hijo está en el agua. Tuve mucho susto. Quedé alucinada. Encontraron a mi hijo y yo lo agarré. Una señora comenzó a quitarlo de mí para prepararlo. Estaba muerto. En el terreno había diez hombres, yo los tiré al suelo”.

¿Y cómo fue la secuencia de aquel momento triste?

En mi casa tenía un catre, una cama vieja que obtuve de mi madre. Me acosté en ella y estuve diez días fuera del cuerpo. Yo salí del cuerpo, pero nadie entendía de Espiritismo. Todas las mañanas tenía una hacendada que venía a hacer mi entierro. Cuando llegaba, veía que mis señales vitales respondían, que tenía pulso y volvía para casa. A finales de los diez días desperté y comencé a colocar las manos en la pared, miré para mi marido y no lo reconocí. Miré a mis hijos y no los reconocí. Me levanté y salí corriendo y gritando. Gritaba tan alto que asustaba a los vecinos.

¿Cuales fueron las medidas que su marido y vecinos tomaron?

Quedé completamente loca. Mi madre se fue. Un día aparecieron unas seis personas allá en casa y me dijeron: - Dña. Geny, vinimos a invitarla para un paseo. Yo cogí un palo de barrer y sólo no maté a uno de ellos porque mi marido cogió el palo. Entonces yo dije que no iría porque no peinaba el cabello ni usaba ropa. Ellos dijeron que no tenía importancia. Aquellas personas hacían una especie de Culto en el Hogar. Me dijeron que estaban allí para ayudarme, que yo era bonita.

¿Y qué hizo la señora?

Entonces decidí ir con ellos para la hacienda. A finales de la primera sesión el Sr. Mateus dije para mi marido que él tendría que llevarme de nuevo allá sino la obsesión iría a volver. Yo le dije a él: - El señor no sabe nada. Si supiera alguna cosa me habría curado. Señor Mateo miraba y sonreía.

¿Y la sonrisa del Sr. Mateo consiguió cautivarla?

Con el tiempo comencé a volver por mí misma. Yo no sabía leer ni escribir; entonces el Sr. Mateus me dije: - No tiene importancia. Todo lo que usted vea usted nos dice. Entonces yo dije que el tejado de aquel salón estaba lleno de Espíritus enfermos, personas sin brazos, amarradas, rostros torcidos, un dolor muy grande. Él me dije que todo aquello iría a mejorar, que el Padre Antonio Vieira iría a adoctrinarlos.

¿La señora se acuerda de su primera atención mediúmnica?

Un día llegó un señor vistiendo un traje de lino, cosa que yo no conocía en la época. Fue mi cuarto día de trabajo. En aquella época yo no sabía lo que era salir del cuerpo un Espíritu. Quedé caída en la silla por media hora más o menos. En espíritu fui a una ciudad muy grande. Había un paseo grande y subí en una burbuja. Después supe que era un ascensor. Tenía una placa azul y un número en rojo: 222. Entré en aquella casa y fui a un cuarto. Allá estaba una señora acostada y amarrada en la cama con colchas y sábados. Al lado de ella otras dos señoras tomaban cuidado y en los pies un Espíritu extraño vistiendo una túnica de terciopelo. Aquellas señoras estaban rezando. Había una casa encima de una casa. Después entendí que era un edificio de apartamentos.

Aquel hombre de traje comenzó a asustarse. Señor Mateus entonces conversó con él: - ¿Esto es suyo? ¿Este asunto tiene que ver con usted? - Sí. Yo vivo en Río de Janeiro y el número 222 es el de mi casa. Mi esposa está amarrada en la cama porque tuvo un hijo y la hemorragia no para. El médico aconsejó que la dejáramos inmovilizada para evitar mayores problemas. Ella está así hace 12 días. Ella no puede hacer mucho ejercicio. Las mujeres que están a su lado son mi madre y mi suegra. Cuidan de ella.

Cuatro días después recibimos un telegrama de aquel señor diciendo que la mujer ya estaba mucho mejor y ya se había levantado. Dieciocho días después ella misma fue a la hacienda. Estaba curada. Este fue mi primera atención. Andaba con veintitrés años de edad y no conocía nada de Espiritismo.

Háblenos sobre la visita del Sr. Mateus Fraga a Chico Xavier.

Un día el Sr. Mateus y la esposa de él fueron a Pedro Leopoldo a visitar a Chico Xavier, y Chico entonces dijo a ellos: - Usted tiene en su trabajo una médium muy buena.

El Sr. Mateus Fraga estudiaba. Yo no sabía estudiar. Sólo usaba mi mediumnidad para ayudar a las personas.

¿La señora visitó a Chico Xavier?

Sí. Tres veces en Uberaba. En la primera fui a aconsejarme con él sobre mi mediumnidad. En la segunda vez que fui ocurrió que yo fui llamada para participar de la mesa de trabajos y Chico colocó tres libros al frente de cada médium para que ellos los leyeran. Sólo que yo no sé leer ni escribir. Entonces hablé para él y él y él me dijo: - Tiene importancia no, mi hermana. Tiene muchos Espíritus a su lado para leer para usted. Y allá estaban: Scheila, André Luiz y Dr. Bezerra de Menezes, entre muchos otros Espíritus al lado de él. Entonces ellos leyeron para mí. En aquella oportunidad visité el Hospital del Fuego Salvaje y vi el trabajo enorme que era hecho allí. En la tercera vez, participé con él y Divaldo Franco de una tarde de estudios a la sombra del aguacate. Divaldo hizo una conferencia emocionante y Chico me miraba, sonría y movía las manos.

Y su vida personal, ¿cómo era en aquella época?

Vivía con mucha dificultad. Las camas de los niños eran hechos de cajones con colchón de paja. Yo vestía ropa de saco. No tenía dinero para comprar una de algodón y por eso no iba a las misas. Yo comenzaba a trabajar con el Sr. Mateus a la seis de la tarde e iba hasta las cinco de la mañana. Cuando llegaba a casa, mi marido estaba saliendo para trabajar y yo llegando para cuidar de la casa y de los hijos. En aquella época no conocía remedios para evitar hijos, de forma que yo tenía uno cada año y ocho meses aproximadamente. Vinieron doce. No conocía lo que era menstruación. Nunca había ido a un médico.

¿Y cómo la señora cuidaba a sus hijos? ¿Alguien la ayudaba?

Yo tenía a mis hijos en el pasto. Mi marido y yo hacíamos los partos. Nunca tuve una partera. Amamantaba durante un año a cada hijo y después comencé a hacer partos en toda aquella región, hice unos sesenta más o menos y nunca tuve problemas con ninguno de ellos.

Incluso cuidando a los hijos, ¿los trabajos mediúmnicos continuaban en la hacienda?

Sí. Nunca paré. Un día llegó un señor que vivía en la ciudad de Tocantins, cerca de Ubá. Él estaba pidiendo para un familiar muy enfermo. Entonces yo dije: - El señor puede irse, porque él ya murió. Ya está preparado él en la sala para el velatorio. En aquella época yo no sabía que no podía hablar así tan directo. Las personas tenían que volver y muchas veces conduciendo, podía ocurrir alguna cosa en la carretera a causa de la emoción. Un día llegó un señor de Ubá. Estaba atormentado. Su mujer lo había abandonado y sus tres hijos estaban lejos. Él los quería de vuelta, inclusive a la mujer. Entonces yo vi un lugar con luces rojas parpadeando. En la puerta tenía un detective y allá dentro muchas personas desnudas bailaban, bebían y reían. Preguntamos entonces a aquel hombre si él frecuentaba casas nocturnas. Él dijo que sí y que su boda estaba arruinada por causa de aquello. La mujer había contratado a un detective que confirmó todo. Aquellas videncias confirmadas por las personas me daban fuerzas para continuar. Llegaban personas con muchos problemas de salud. Me acuerdo de una que llegó con graves problemas en el estómago. La espiritualidad hizo el raspado y ella vomitó muchas cosas extrañas e inmediatamente mejoró.

¿Y los hijos? Eran muchos, ¿cómo cuidaba de todos ellos?

Un día pensé que tenía que hacer alguna cosa por ellos. Yo no quería que ellos pasaran las dificultades por las cuales yo estaba pasando. Era una vida muy pobre. Entonces decidí que daría a ellos condiciones de estudiar. Era la única cosa que podía hacer. Los coloqué en la escuela, hacía uniformes de saco y bolsas también de saco para que ellos llevaran los materiales. Estudiaban hasta medio día y después iban a trabajar en la cantera. Yo siempre pensaba: - Mi Dios, yo tengo todos estos hijos y no tengo nada para dejar para ellos. La única cosa que voy a dejar es el estudio.

¿Y su marido, pensaba la misma cosa?

Mi marido me preguntaba como sería posible esto si ellos no tenían ni uniforme. Entonces decía que iba a teñir las ropas de saco y él hallaba todo muy difícil. Decidí hacer carbón. Hice un agujero en el suelo, un tubo de lata, leña, tierra y a finales de la semana cogía hasta diez sacos que vendía y compraba las cosas. Compraba los macarrones y guardaba para que, cuando mi madre viniera a visitarme, yo tendría que ofrecerle a ella.

¿Cómo fue su venida para Juiz de Fora?

Un día mi hijo Walter vino para Juiz de Fora a trabajar de ascensorista. Después vinieron otros, hasta que yo también me cambié para esta ciudad. Fui al médico por primera vez a los treinta y nueve años de edad. Encontré aquí muchas personas buenas. Muchas veces yo tenía necesidad de comprar ropas, material escolar para los niños. Pero no hablaba con nadie. Atendía a muchas personas y tenía recelo que ellas me dieran el dinero. Esto no es bueno.

¿El sueño de educar a los hijos continuaba a pesar de las dificultades?

Sí. Comencé a vender todo lo que tenía para comprar cuadernos, lápiz y los materiales escolares necesarios. Puedo decir que Jesús abrió las puertas para mí en esta ciudad. Un día mi hijo Antonio me dijo que no podía ir al aula porque no tenía el libro necesario y la profesora había dicho que sin el libro él no entraba. Entonces yo dije: - Tú vas a entrar, sí. Yo tenía una barreño de cobre. En ella daba baños a mis hijos. En mi casa de aquí, en el Manoel Honório, tenía ducha; entonces yo no necesitaba más del barreño. Lo cogí y fui a un chatarrería y pregunté al dueño cuánto me daba él por el. Él me ofreció cuatro mil réis. Acepté inmediatamente. Yo no entendía bien el valor de las cosas materiales. Aquel dinero dio mucha abundancia. Compré el libro, más cuadernos y lápiz para los otros hijos y todos fueron a estudiar. Y yo decía para ellos: - La única cosa que vuestra madre tiene para ofreceros a vosotros es este estudio.

Al tiempo, con seguridad, las cosas se arreglarían, ¿no es así?

Mientras estudiaban trabajaban, ganaban descuentos de las escuelas y yo también trabajaba. Todos mis hijos estudiaron por la noche y trabajaron durante el día. Hoy son todos graduados y cada uno cuida de su familia. Célia andaba con seis años cuando comenzó a estudiar. Fue una inmensa alegría para mí. Hoy ella es la responsable por la guardería que cuida de más de noventa niños cuyos padres viven con muchas dificultades. Los niños quedan un tiempo integral y tienen cinco alimentaciones diarias y son felices estando en la guardería que construimos y mantenemos con la ayuda de muchos. También hacemos varias promociones durante el año y las personas participan y con esto nos ayudan mucho. Después yo me cambié para Santa Cruz y fui a vivir en una casa que es nuestra.

¿En Juiz de Fora los trabajos mediúmnicos continuarán sin interrupciones?

Sí. Conocí varias personas que pasaron a trabajar con nosotros. Después apareció el terreno para construir el Centro Espírita en el barrio Santa Cruz. No tenía todo el dinero para comprarlo. Algunos compañeros ayudaron y entonces construimos el Centro. Hoy tenemos reuniones públicas los martes y jueves y los lunes de quince en quince días y otras reuniones de estudios en lunes, miércoles y jueves. El estudio de la juventud funciona los sábados a las 17 horas y la evangelización de los niños los jueves, a las 18 horas. No conozco otro Centro Espírita, sólo el nuestro. No conozco otro trabajo, sólo lo que aquí realizamos aquí en nombre de Dios.

¿D. Geny, la señora está feliz? ¿Se siente realizada?

Yo tengo mucha alegría de trabajar. No importa la hora que voy a salir del Centro. Busco atender a todos los que me buscan. La guardería fue más la realización de un sueño. Tengo otro que es el de crear un asilo para ancianos. Creo que no voy a conseguirlo. Pero Jesús sabe que todo lo que puedo yo hago. Mi vida fue de mucha dificultad, pero estoy muy feliz. Realicé lo que debía ser realizado. Mi marido y tres hijos ya están en la espiritualidad, los otros están aquí conmigo. Tengo mis nietos que me llenan de alegría. Siempre que es posible nos reunimos y hacemos aquella fiesta bonita.

Sabemos que usted fue y continúa estando muy unida a Chico Xavier, Ruy Barbosa y el Padre Antonio Vieira. Háblenos sobre ellos.

Chico Xavier y Ruy Barbosa son Espíritus que amo y respeto. Ruy Barbosa es el abogado de los pobres y Chico Xavier el mensaje de luz que ilumina a todos. Mateus Fraga me dijo un día allá en la hacienda que, cuando yo construyera un Centro Espírita, colocara el nombre del Padre Antonio Vieira. Así, nuestra institución se llama: Asociación Espírita Padre Antonio Vieira. Aquel Espíritu adoctrinador está con nosotros ayudando a todos los necesitados que nos buscan. Nuestra institución fue inaugurada el día 29 de agosto de 1985, el día del aniversario del Dr. Bezerra de Menezes. Todos los años, el día 29 de agosto, hacemos una noche especial en homenaje a aquel Espíritu mayor que también nos ayuda mucho.

Que pena, mi querida hermana, que el espacio se acabó. Deje para nosotros un mensaje final.

Yo digo a todos que busquen sus espiritualidades. Hay mucho sufrimiento en la Tierra. Los Espíritus de luz necesitan de trabajadores que puedan ayudarlos a curar, a transformar tristezas en alegrías, dolores en curas, infelicidades en felicidades permanentes. Estudien, trabajen, practiquen las enseñanzas del Maestro Mayor, Jesus.



 
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita