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Ano 4 - N° 189 - 19 de Diciembre del 2010


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

Kardec y las discordias entre hermanos


En el advenimiento de más una Navidad, recordemos uno de los más oportunos testimonios dejados por Jesús, que aseveró, cierta vez, que sus verdaderos discípulos serían conocidos por mucho se amaren.

Esa frase parece tener pasado inadvertida a muchas personas que, que valiéndose de su propia condición de cristianos, llegaron a combatir o perseguir compañeros con cuyas ideas no concordaban. La persecución a los hugonotes (1) fue de eso un expresivo ejemplo, como también lo fuera toda la persecución hecha por la iglesia a los llamados herejes.

¿Estará el movimiento espirita exento de problemas de ese orden?

Antes de tratar de la cuestión, examinaremos la frase dicha por Jesús: “Mis discípulos verdaderos serán conocidos por mucho se amaren”.

La interpretación del texto llévanos a las consideraciones abajo.

Si los que se dicen discípulos del Cristo no se aman, no son ellos, en verdad, discípulos. Si insisten en decirse discípulos, no lo son verdaderos, o sea, se trata de falsos discípulos.

En una conocida clasificación de los espiritas, publicada en El Libro de los Médium, Kardec se valió de la denominación “espiritas cristianos” para designar los verdaderos espiritas, es decir, los que conocen, estudian, aceptan y, más de que eso, practican las enseñanzas espiritas, movidos siempre por el deseo del bien y teniendo por faro de sus acciones la caridad.

Juntando los dos pensamientos – la afirmativa de Jesús y el análisis hecho por Kardec – podremos concluir que, si no existir el sentimiento de amor, de respeto, de fraternidad entre dos espiritas, no pueden, tanto uno cuanto el otro,  merecer el título de “discípulo del Señor” ni el cualitativo de “verdadero espirita” y, por lo tanto, de  “espirita cristiano”.

Como el movimiento espirita es formado por personas situadas en los más diferentes niveles evolutivos, es evidente que no se encuentra él exento de los desentendimientos y de las riñas que deparamos, a veces, en las instituciones espiritas más conceptuadas, algo que no ocurre sólo en nuestra ciudad o en nuestro País, pero en diferentes lugares.

Kardec se refirió, cierta vez, a esos conflictos en discurso pronunciado en las reuniones generales de los espiritas de Lión y Burdeos. (Cf.“Viaje Espirita en 1862”, Editora El Clarín, pp. 76 a 105.)

Dice, entonces, el Codificador del Espiritismo: “Si, entre vosotros, hay disidencias, causas de antagonismos, si los grupos que deben todos marchar para un objetivo común, estuvieran divididos, yo lo lamento, sin preocuparme con las causas, sin examinar quien cometió los primeros errores y me coloco, sin hesitar, del lado de aquel que tuviera más caridad, o sea, más abnegación y verdadera humildad, pues aquel a quien le falta la caridad está siempre errado, asistido así por cualquier especie de razón, pues Dios maldice quien dice a su hermano: racca” ( Obra mencionada, pág. 101).  

El consejo del Codificador en casos tales es muy claro y viene a propósito en esta hora difícil en que desacuerdos diversos se tienen averiguados en nuestro medio.  “Sofocad las discordias”, nos propone él. “Seáis vosotros posible fundiros en una única y misma familia y daros mutuamente, del fondo del corazón y sin pensamiento premeditado, el nombre de hermanos”. (Ídem íbidem.)  

Un óptimo regalo de Navidad, para nosotros y para nuestros hermanos, sería la difusión de los pensamientos aquí examinados, que tiene por base la exacta dimensión de lo que representan en nuestra vida las enseñanzas morales de Jesús contenidos en el Evangelio, que constituyen, en una feliz frase de Kardec, el camino infalible de la felicidad esperada.     

 

(1) Designación despectiva que los católicos franceses dieron a los protestantes, especialmente a los calvinistas, y que estos adoptaron. P.ext, protestante.
 



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita