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Ano 4 - N° 187 - 5 de Diciembre del 2010


 

Traducción
Elza F. Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 

La vida futura en la perspectiva del Espiritismo


Jesús fue el gran precursor de las enseñanzas acerca de la vida futura, que constituyen el eje de su doctrina, pero cupo al Espiritismo desarrollar esos estudios y enseñar la íntima relación que existe entre el mundo espiritual y el mundo en que nosotros, encarnados, vivimos.  

Con el advenimiento del Espiritismo, el alma dejó de ser una abstracción. Los Espíritus poseen un cuerpo etéreo que les sirve de vehículo. La vida futura es la continuación de la vida terrena, pero en mejores condiciones, observado el precepto que manda dar a cada uno según su merecimiento. El mundo espiritual se encuentra alrededor de nosotros. Los que en él habitan – los seres desencarnados – influyen en nuestros pensamientos y actos   y, de cierta manera, nos dirigen en la senda de la vida con sus  sugerencias y sus consejos.

Delante de estas informaciones que nos fueron traídas por el Espiritismo, ¿cuál  el sentido de la existencia terrena?

Antes que nada, es necesario comprendamos  que la vida espiritual es exenta de la ilusiones y de las fantasías peculiares al plan en que nos encontramos. La vida corpórea, al contrario, nos presenta atractivos que constituyen, muchas veces, serios óbices al progreso espiritual.

Así es que la posesión de riqueza puede excitar en muchas personas las pasiones y el orgullo, y las altas posiciones sociales pueden llevar a los abusos de la autoridad, concurriendo para los desastres morales que sólo más tarde, en la vida espiritual, presentarán a las personas su verdadera dimensión.

Progreso constante en conocimiento y en moralidad, aquí está la meta de los Espíritus, para la cual la experiencia corpórea constituye factor decisivo.

Si comprendemos el mundo material como siendo una escuela y la existencia corpórea como  una beca de estudio,  todo se torna más claro. Finalizado el curso, el Espíritu retorna a su verdadero mundo, donde entreve las experiencias vividas y elabora los planes para el futuro.

Teniendo eso en mente, ¡se puede imaginar cuanto de vacío representan las existencias vueltas exclusivamente para los goces materiales!

Como sabemos, existen personas que hacen de sus días un permanente ajetreo social. Fiestas, cenas, juegos, placeres de todo orden constituyen su única preocupación. La existencia terrestre se les parece como un proceso de divertirse a que se apegan con todo el vigor, ignorando que somos Espíritus temporalmente revestidos  de un cuerpo físico para un objetivo relevante, que tiene todo a ver con el nuestro progreso espiritual y el mejoramiento del mundo en que vivimos. 

Los testimonios de aquellos que partieron para el más allá son un alerta para nosotros – y debemos eso, de manera exhaustiva, al Espiritismo, que nos muestran la posibilidad de contacto nuestros muertos queridos, mientras otros segmentos religiosos lo asfixian o lo prohíben.  

Siempre que oímos alguien hablar sobre la vida futura que nos aguarda más allá de la tumba, recordémonos de la conocida Parábola de los Talentos, narrada por Jesús, que nos enseña que Dios pedirá cuenta de la aplicación dada por nosotros a los recursos que nos fueron prodigados en el  ropaje terreno, cuando, entonces, muchos de los que ahora ríen llorarán y lamentarán amargamente las oportunidades perdidas.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita