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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Ano 4 - N° 184 - 14 de Noviembre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Juan

Cuarto libro del Nuevo Testamento

Juan (Apóstol de Jesús)

(Parte 1)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. El Evangelio de Juan comienza hablando en el Verbo que estaba con Dios y que también era Dios. ¿Quién, según Juan, es el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros?

2. ¿En qué lugar Juan Bautista comenzó su misión y anunció la venida de Jesús?

3. ¿Cómo, según Juan evangelista, los primeros apóstoles de Jesús conocieron al Maestro?

4. ¿Que enseñanza Jesús transmitió a Nicodemos?

5. ¿Qué respuesta dio Juan Bautista a los que le dijeron que Jesús estaba también bautizando y todos iban a estar con él? 

Texto para la lectura 

1. El Evangelio según Juan - El apóstol Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, era hermano de Santiago mayor. Cuando ejercía, con su padre, la ocupación de pescador, Jesús lo llamó al ministerio apostólico, donde se distinguió por el título de discípulo amado de Cristo. Tras el ascenso del Señor, Juan predicó el Evangelio en Asia Menor, por cuyo motivo fue desterrado por Domiciano para la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis. Para refutar el atrevimiento de herejes que negaban la divinidad de la misión de Cristo, diciendo que él fuera un simple hombre, y buscando también suplir algunas cosas que los otros tres evangelistas no registraron, Juan escribió, tras ellos, su Evangelio. Un escritor sacro contemporáneo dice, con mucha propiedad, que, hablándose en términos actuales, Lucas, Marcos y Mateo fueron “reporteros”, honestos y fieles reporteros, colocados alrededor de la augusta personalidad de Jesús. Juan fue el “editorialista”, aquel que recoge las lecciones de los acontecimientos. (La Biblia Sagrada, volumen I, Introducción, págs. XXIX y XXX, edición de Libros de Brasil S.A.)

2. Juan dice que el Verbo hizo todas las cosas - “En el principio – cuenta Juan – era el Verbo, y el Verbo andaba con Dios y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él nada de lo que fue hecho se hizo. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.” Después de referirse así a Jesús, el evangelista habla de Juan Bautista: “Hube un hombre enviado de Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino para testimonio, para que testificase de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, pero para que testificase de la luz”. (N.R.: En su libro A Camino de la Luz, A Camino de la Luz, escrito en 1938, Emmanuel atribuyó también a Jesús una misión excepcional en nuestro mundo. Emmanuel designa al Maestro como siendo la Luz del Principio y dice que su corazón es la fuente de la vida para toda la Humanidad de la Tierra. En la dirección de todos los fenómenos de nuestro sistema, según Emmanuel, existe una Comunidad de Espíritus Puros y Electos por el Señor Supremo del Universo. Esa Comunidad, de la cual Jesús es miembro, sólo se reunió en las proximidades de la Tierra dos veces: la 1a, cuando el orbe terrestre se desprendía de la nebulosa solar; la 2a, cuando se decidió la venida de Jesús a la Tierra. El Maestro, con sus legiones de trabajadores divinos, operó la escultura geológica del orbe, instituyó las normativas de los fenómenos físicos de la Tierra, organizó el escenario de la vida e hizo la presión atmosférica adecuada al hombre, estableciendo también, siempre bajo la vista de Dios, los grandes centros de fuerza de la ionosfera y de la estratosfera, además de edificar las fábricas de ozone a 40 y 60 Km. de altitud, para que filtrasen convenientemente los rayos solares. Es probable que el evangelista Juan, médium que era, teniendo la intuición de todo ese trabajo coordinado por Jesús, haya pensado que el Mesías también fuera Dios, un equívoco que no tiene ningún fundamento en las Escrituras y que, según León Denis, provocó discusiones durante tres siglos, siendo rechazado por tres concilios, hasta que en el 325 fue elevado a dogma por el Concilio de Nicea, en estos términos: “La Iglesia de Dios, católica y apostólica, anatematiza a los que dicen que hubo un tiempo en que el Hijo no existía, o que no existía antes de haber sido generado”.) (Juan, 1:1 a 1:8.)

3. El Verbo hizo el mundo y después habitó entre nosotros - Estaba allí, dice Juan evangelista, la luz verdadera, que ilumina a todo el hombre que viene al mundo: “Estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por él, y el mundo no lo conoció. Vino para lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron. Pero, a todos cuántos lo recibieron, les dio el poder de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del varón, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, como la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. Juan Bautista testificó de él y clamó, diciendo que el Maestro era aquel de quien él, Juan, decía: “Lo que viene tras mí es antes de mí, porque fue primero que yo”. Y todos nosotros recibimos también de su plenitud, gracia por gracia, porque la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por Jesús Cristo. Dios nunca fue visto por alguien. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, ese lo hizo conocer. (Juan, 1:9 a 1:18.)

4. Juan vio el Espíritu descender como una paloma y se posó sobre Jesús - Inquirido por los sacerdotes y levitas, Juan Bautista confesó no ser Cristo, ni Elías, ni profeta. ¿Quién eres, entonces? – preguntaron ellos. “Yo soy – les respondió Juan – la voz del que clama en el desierto: Enderezar el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.” Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía para él, y dijo: “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel del cual yo dije: Después de mí viene un varón que fue antes de mí, porque ya era primero que yo. Y yo no lo conocía; pero, para que él fuera manifestado a Israel, vine yo, por eso, bautizando con agua”. Y Juan testificó, diciendo: “Yo vi el Espíritu descender del cielo como una paloma y se posó sobre él. Y yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar con agua, ese me dijo: Sobre aquel que veas descender el Espíritu, y sobre él reposar, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo vi, y he testificado que este es el Hijo de Dios”. (Juan, 1:19 a 1:34.)

5. Jesús, en Canaán, transforma agua en vino bueno - La madre de Jesús fue a Canaán de  Galilea a participar de unas bodas, para lo que Jesús y sus discípulos habían sido también invitados. A cierta altura de la fiesta, el vino se acabó y su madre le dije: “No tienen vino”. “Mujer – le respondió Jesús –, ¿qué tengo yo contigo? Aún no es llegada mi hora.” Su madre, sin embargo, dijo a los sirvientes que hicieran todo cuánto él dijera. Jesús, apuntando para seis tallas de piedra que allí se encontraban, les pidió: “Llenad de agua esas tallas”. Una vez llenas, él pidió que las llevaran al maestro-sala. Luego que este probó el agua transformada en vino (no sabiendo de donde había venido, aunque los sirvientes lo supieran), llamó al esposo, a quien dijo: “Todo el hombre pone primero el vino bueno, y, cuando ya han bebido bien, entonces el inferior; pero tú guardaste hasta ahora el buen vino”. Fue así que Jesús empezó sus señales en Canaán de Galilea y manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. Tras esto, él descendió, con su madre, sus hermanos y sus discípulos, a Cafarnaún y, estando próxima la pascua de los judíos, subió a Jerusalén, hallando en el templo a los que vendían bueyes, ovejas, palomos y los comerciantes. El Maestro hizo un látigo de cuerdas y lanzó a todos fuera del templo, esparciendo el dinero de los cambistas y derribando las mesas. Los judíos le preguntaron: “¿Qué señal nos muestras para hacer esto?” Jesús les respondió: “Derribad este templo, y en tres días lo levantaré”. Los judíos replicaron: “¿En cuarenta y seis años fue edificado este templo, y tú lo levantarás en tres días?” Jesús les hablaba, sin embargo, del templo de su cuerpo. Por eso, cuando él resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que él hubo dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que el Maestro había dicho. (Juan, 2:1 a 2:22.).

6. Jesús no vino para condenar, sino para salvar el mundo - Tras responder a la pregunta de Nicodemos, Jesús quedó sorprendido con la ignorancia de él acerca de la lección contenida en esta frase: “Necesario os es nacer de nuevo”. Y añadió: “¿Si os hablé de cosas terrestres, y no creísteis, como creeréis, si hablaros de las celestiales? Ahora, nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Y, como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así importa que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en él cree no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios amó el mundo de tal manera que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no perezca, pero tenga la vida eterna. Porque Dios envió a su Hijo al mundo, no para que condenara el mundo, sino para que el mundo fuera salvo por él. Quién cree en él no es condenado; pero quién no cree ya está condenado, por cuanto no cree en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y la condena es esta: Que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace el mal aborrece la luz, y no viene para la luz, para que sus obras no sean reprobadas. Pero quien practica la verdad viene para la luz, a fin de que sus obras sean manifiestas, porque son hechas en Dios”. (Juan, 3:12 a 3:21.)

7. El Padre ama el Hijo y todo entregó en sus manos - Juan Bautista, respondiendo a sus discípulos, se refirió a Jesús, diciendo: “Es necesario que él crezca y que yo disminuya. Aquel que viene del cielo es sobre todos; aquel que viene de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. Aquel que viene del cielo es sobre todos”. Y añadió: “Aquel que aceptó su testimonio, ese confirmó que Dios es verdadero. Porque aquel que Dios envió habla las palabras de Dios; pues no le da Dios el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas entregó en sus manos. Aquel que cree en el Hijo tiene la vida eterna; pero aquel que no cree en el Hijo no verá la vida, sino la ira de Dios sobre él permanece”. (Juan, 3:30 a 3:36.) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. El Evangelio de Juan comienza hablando en el Verbo que andaba con Dios y que también era Dios. ¿Quién, según Juan, es el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros?

El Verbo se hizo carne es una alusión directa a Jesús de Nazaret. (Juan, 1:1 a 1:15.)

2. ¿En qué lugar Juan Bautista comenzó su misión y anunció la venida de Jesús?

En Betania, del otro lado del Jordán. (Juan, 1:19 a 1:28.)

3. ¿Cómo, según Juan evangelista, los primeros apóstoles de Jesús conocieron al Maestro?

Juan Bautista andaba con dos de sus discípulos cuando vio pasar a Jesús. Él, entonces, les dijo: He ahí aquí el Cordero de Dios. Los dos discípulos lo oyeron decir esto y siguieron a Jesús. Era Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que oyeron aquello de Juan y habían seguido a Jesús. Andrés dijo, entonces, a su hermano Simón: Hallamos al Mesías (que, traducido, es Cristo) y lo llevó a Jesús. Mirando para él, Jesús dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir Pedro). Al día siguiente, yendo a Galilea, Jesús halló a Felipe, y le dijo: Sígueme. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. (Juan, 1:35 a 1:51.)

4. ¿Qué enseñanza trasmitió Jesús a Nicodemo?

Nicodemos, que era príncipe entre los judíos, fuera a hablar de noche con Jesús, y le dijo: Rabí, bien sabemos que eres Maestro, viniendo de Dios; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si Dios no fuera con él. Jesús respondió, y le dijo: En verdad, en verdad te digo que aquel que no naciera de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Le dijo Nicodemos: ¿Cómo puede un hombre nacer, siendo viejo? ¿Puede, posiblemente, volver a entrar en el vientre de su madre, y nacer? Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo que aquel que no naciera del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne es carne, y lo que es nacido del Espíritu es espíritu. No te maravilles de lo que he dicho: Os es necesario nacer de nuevo. (Juan, 3:1 a 3:11.)

5. ¿Qué respuesta dio Juan Bautista a los que le dijeron que Jesús estaba también bautizando y todos iban a estar con él?

Juan aún no había sido lanzado en la prisión cuando le llegó la noticia de que Jesús estaba bautizando y todos iban a estar con él. Juan les respondió diciendo: El hombre no puede recibir cosa alguna, si no le fuera dada del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy Cristo, pero soy enviado delante de él. Aquel que tiene la esposa es el esposo; pero el amigo del esposo, que le asiste y lo oye, se alegra mucho con la voz del esposo. Así, pues, ya este mí gozo está cumplido. Es necesario que él crezca y que yo disminuya. (Juan, 3:22 a 3:30.)
 

 

 

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