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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Ano 4 - N° 183 - 7 de Noviembre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Lucas

Tercer libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 13)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. Conforme previsto por Jesús, Pedro efectivamente lo traicionó en aquella noche. ¿Cuántas veces y de qué modo Pedro lo traicionó?

2. Interrogado por sus inquisidores si él era el Cristo, ¿qué respuesta les dio Jesús?

3. ¿Quiénes eran y qué comportamiento tuvieron los malhechores crucificados al lado de Cristo?

4. ¿A qué hora y de qué manera se dio la muerte de Jesús?

5. ¿Cómo surgió entre los seguidores de Jesús la noticia de que él resucitaría? 

Texto para la lectura 

55. Judas se vale de un beso para traicionar a Jesus - Tras orar en el Monte de los Olivos, momentos antes de ser entregado por Judas, Jesus se levantó y vio que sus discípulos dormían de tristeza. Entonces él les dijo: “¿Por qué estáis durmiendo? Levantaos, y orad, para que no entréis en tentación”. Él aún hablaba, cuando surgió una multitud, y uno de los doce, llamado Judas, que iba delante de ella, se aproximó para besarlo. El Maestro lo miró y le dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?” En eso, uno de los apóstoles, para defenderlo, hirió por la espada al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesus les dijo: “Dejadlos; basta”. Y, tocando la oreja del muchacho, lo curó. Dirigiéndose enseguida a los príncipes de los sacerdotes, a los capitanes del templo y a los ancianos que habían ido contra él, el Maestro les habló: “¿Salisteis, como un salteador, con espadas y varapalos? Hube estado todos los días con vosotros en el templo, y no extendisteis las manos contra mí, pero esta es  vuestra hora y el poder de las tinieblas”. Jesús fue, entonces, preso y llevado a la casa del sumo sacerdote, mientras Pedro a todo acompañaba de lejos. (Lucas, 22:45 a 22:54.)

56. Pilatos atiende a la multitud y entrega a Jesús a la saña del pueblo - Tras encuestado por los ancianos del pueblo, los príncipes de los sacerdotes y los escribas, Jesús fue por ellos conducido a Pilatos, delante de quien comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos hallado este pervirtiendo nuestra nación, prohibiendo dar el tributo a César y diciendo que él aún es Cristo, el rey”. Pilatos le preguntó: “¿Tú eres el Rey de los Judíos?” Él, respondiendo, le dijo: “Tú lo dices”. Pilatos, entonces, dijo a los sacerdotes y a la multitud que no veía culpa alguna en él; pero ellos insistieron, diciendo que Jesús alborotaba al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta allí. Pilatos lo envió entonces a Herodes, ya que Jesús era galileo.  Restituido a la presencia del gobernador, Pilatos convocó a los principales sacerdotes, los magistrados y el pueblo, y les dijo: “Me habéis presentado a este hombre como pervertidor del pueblo; y he ahí que, examinándolo en vuestra presencia, ninguna culpa, de las que lo acusáis, hallo en este hombre. Ni incluso Herodes, porque a él os remití, y he ahí que no ha hecho cosa alguna digna de muerte. Lo castigaré, pues, y lo soltaré”. Pero la multitud clamó a una voz, diciendo: “Fuera de aquí con este, y nos suelta a Barrabás”, refiriéndose al hombre que fuera lanzado a la prisión a causa de una sedición hecha en la ciudad y de un homicidio. Pilatos les habló, entonces, otra vez, queriendo soltar a Jesús, pero ellos clamaron en contra, diciendo: “Crucifícalo, Crucifícalo”. Pilatos intentó por tercera vez convencer a la turba, diciendo: “¿Pero que mal hizo este? No hallo en él culpa alguna de muerte. Lo castigaré pues, y lo soltaré”. La multitud insistió, sin embargo, con grandes gritos, pidiendo que Jesús fuera crucificado, y sus gritos y los de los principales sacerdotes redoblaron. Entonces Pilatos juzgo que debía atenderlos, soltando a Barrabás y entregando a Jesús a la voluntad de ellos. (Lucas, 23:1 a 23:25.)

57. Simón, cireneo, lleva la cruz destinada a Cristo - En el camino rumbo a la crucificación, tomaron ellos a un cierto Simón, cireneo, que venía del campo, y le pusieron la cruz a la espalda, para que la llevara. Lo seguía gran multitud del pueblo y de mujeres, las cuales se golpeaban el pecho y lo lamentaban. Jesús, sin embargo, volviéndose para ellas, dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad antes por vosotras mismas, y por vuestros hijos. Porque he ahí que han de venir días en que dirán: ¡Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no generaron, y los pechos que no amamantaron! Entonces comenzarán a decir a los montes: Cae sobre nosotros, y a las colinas: Cubridnos. Porque, ¿si al madero verde hacen esto, que se hará al seco?” (Lucas, 23:26 a 23:31.)

58. José, de Arimatea, cuida de la sepultura de Cristo - La multitud del pueblo que asistió a la crucificación de Jesús, viendo lo que había ocurrido, volvió golpeando en el pecho. Los conocidos de Jesús y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea vieron de lejos todo lo que ocurrió. Fue entonces que un varón de nombre José, de Arimatea, que era senador, hombre de bien y justo, que no había consentido en los actos de los otros y también esperaba el reino de Dios, fue a Pilatos y pidió el cuerpo del Maestro. Pilatos concordó. José lo envolvió entonces en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una peña, donde nadie aún había sido puesto. El día de la preparación ya llegaba al fin, y amanecía el sábado. Las mujeres que siguieron a Cristo desde Galilea, viendo donde José puso el cuerpo y, volviendo, prepararon especias y ungüentos que serían aplicados en el cuerpo de Jesus. Antes de eso, sin embargo, reposaron el sábado, conforme el mandamiento, programando la tarea para el despertar del domingo. (Lucas, 23:48 a 23:56.)

59. Jesús aparece a los apóstoles y los bendice - Tras aparecer a dos de sus discípulos en el camino para Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios, Jesus se presentó en medio de los once apóstoles reunidos en Jerusalén, y les dijo: “La paz sea con vosotros”. Espantados y atemorizados, ellos pensaban que veían algún espíritu, pero él les dijo: “¿Por qué estáis perturbados, y por qué suben tales pensamientos a vuestros corazones?” “Ved mis manos y mis pies, que soy yo aún; palpadme y ved, pues un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies, preguntándoles si había allí algo para comer. Los discípulos le presentaron parte de un pez asado y un tarro de miel, que él tomó y comió delante de ellos. Enseguida, Jesus les dijo: “Son estas las palabras que os dije estando aún con vosotros: Que convenía que se cumpliera todo lo que de mí estaba escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. Entonces les abrió la comprensión para comprender las Escrituras, añadiendo: “Así está escrito, y así convenía que Cristo padeciera, y al tercer día resucitara de entre los muertos, y en su nombre se predicara el arrepentimiento y la remisión de los pecados, en todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Y de estas cosas sois vosotros testigos. Y he ahí que sobre vosotros envío la promesa de mi Padre; quedad, sin embargo, en la ciudad de Jerusalén, hasta que de lo alto seáis revestidos de poder”. Dicho esto, Jesus los llevó hasta Betania y, levantando sus manos, los bendijo. Ocurrió entonces que, bendiciéndolos, se apartó de ellos y fue elevado al cielo. Los apóstoles volvieron enseguida, con gran júbilo, para Jerusalén y estaban siempre en el templo, loando y bendiciendo a Dios. (Lucas, 24:33 a 24:53.) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. Conforme previsto por Jesus, Pedro efectivamente lo traicionó en aquella noche. ¿Cuántas veces y de que modo Pedro lo traicionó?  

Pedro le había dicho: Señor, estoy yendo pronto contigo hasta la prisión y a la muerte. Pero Jesús respondió: Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces niegues que me conoces. Ocurrió exactamente lo que Jesus previera. La primera negación ocurrió cuando el Maestro estaba en la casa del sumo sacerdote y un grupo de personas, inclusive Pedro, se encontraba en el patio. Una criada, viéndolo sentado al fuego, dijo: Este también andaba con él. Pero Pedro lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. Poco después, viéndolo, otro le dijo: Tú eres también de ellos. Pero Pedro respondió: Hombre, no soy. Pasada casi una hora, otro afirmó, diciendo: Este verdaderamente andaba con él, pues también es galileo. Pero Pedro nuevamente negó, diciendo: Hombre, no sé lo que dices. E inmediatamente, estando él aún para hablar, cantó el gallo. En ese momento, Jesus miró para Pedro, y Pedro se acordó de la palabra del Señor y, saliendo de allí, lloró amargamente. (Lucas, 22:54 a 22:62. Ver también Lucas, 22:34.)

2. Interrogado por sus inquisidores si él era el Cristo, ¿qué respuestas les dio Jesús?

Al amanecer, se juntaron los ancianos del pueblo y los principales de los sacerdotes y los escribas, y lo condujeron a su concilio, y le preguntaron: ¿Eres tú Cristo? Jesús replicó: Si os lo dijera, no lo creeríais; y también, si os preguntara, no me responderíais, ni me soltaréis. Desde ahora el Hijo del hombre se sentará a la derecha del poder de Dios. Ellos, entonces, insistieron en la pregunta: ¿Luego, eres tú el Hijo de Dios? Él les dijo: Vosotros decís que yo soy. Entonces dijeron: ¿De que más testimonio necesitamos? pues nosotros mismos lo oímos de su boca. (Lucas, 22:63 a 22:71.)

3. ¿Quién eran y que comportamiento tuvieron los malhechores crucificados al lado del Cristo?

Lucas dice sólo que eran dos malhechores que fueron allí conducidos y crucificados, uno a la derecha y otro a la izquierda de Jesús. En un momento dado Jesús dijo: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. El pueblo sólo miraba, pero los príncipes se mofaban, diciendo: A los otros salvó, sálvese a sí mismo, si este es Cristo, el escogido de Dios. Igual comportamiento tuvieron los soldados que de él se escarnecían y decían: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo. En ese momento, uno de los malhechores también blasfemó, diciendo: Si tú eres Cristo, sálvate a ti mismo, y a nosotros. El otro, sin embargo, lo reprendió, diciendo: ¿Tú ni aún temes a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, con justicia, porque recibimos lo que nuestros hechos merecían; pero este ningún mal hizo. Y dijo a Jesus: Señor, acuérdate de mí, cuando entres en tu reino. Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso. (Lucas, 23:32 a 23:43.)

4. ¿A qué hora y de qué manera se dio la muerte de Jesús?

Era ya casi la hora sexta, y hubo tinieblas en toda la tierra hasta la hora novena, cuando se oscureció el sol y se rasgó por la mitad el velo del templo. En ese instante, clamando con gran voz, Jesús dijo: Padre, en tus manos entrego mi espíritu. Y, habiendo dicho esto, expiró. (Lucas, 23:44 a 23:47.)

5. ¿Cómo surgió entre los seguidores de Jesús la noticia de que él resucitaría?

El primer día de la semana, de madrugada, María Magdalena, Juana y María, madre de Santiago, y las otras que con ellas estaban, fueron al sepulcro, llevando las especias que habían preparado, pero hallaron la piedra removida del sepulcro y, entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. He ahí que pararon junto a ellas dos hombres, con vestiduras resplandecientes, y ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis el viviente entre los muertos? Él no está aquí, más resucitó. Acordaos cómo os habló, estando aún en Galilea, diciendo: Conviene que el Hijo del hombre sea entregado en las manos de hombres pecadores, y sea crucificado, y al tercer día resucite. Ellas se acordaron de esas palabras y, volviendo del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los once y a todos los demás, pero ellos no creyeron en lo que ellas contaron. Después, más tarde, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Y ellos, espantados y atemorizados, pensaron que vieron a algún espíritu. (Lucas, 24:2 a 24:18. Ver también 24:28 a 24:38.)
 

 

 

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