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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 4 176 – 19 de Septiembre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Lucas

Tercer libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 6)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. En el episodio de la transfiguración, ocurrida en el monte Tabor, aparecieron Moisés y Elías, que conversaron con Jesús. ¿Cuál fue el asunto de esa conversación?  

2. Juan, uno de los discípulos de Jesús, le contó haber visto a un hombre que expulsaba los demonios en su nombre, añadiendo haberlo prohibido, porque él no era uno de ellos. ¿Qué recomendación le hizo Jesus?

3. Además de los doce discípulos que lo seguían, ¿cuántos designó el Señor para ir delante de él, de dos en dos, anunciando la llegada del reino de Dios y curando los enfermos que encontraran en su camino?

4. ¿A quién y en qué circunstancias Jesús narró la parábola del buen samaritano?

5. ¿Como describe Lucas la oración enseñada por Jesús a sus discípulos? ¿Hay diferencias entre la oración narrada por él y la registrada por Mateo?  

Texto para la lectura 

22. La cura de la mujer hemorrágica - Jairo, que era príncipe de la sinagoga, se postró a los pies de Jesús, rogándole que fuera a salvar a una hija de doce años, que estaba muriendo. Envuelto por gran multitud, Jesús se dirigió a la casa de Jairo, cuando en el trayecto una mujer, que tenía un flujo de sangre hacia doce años, llegando por detrás de él, tocó en la orilla de su vestido e inmediatamente paró la hemorragia. Jesús indagó: “¿Quién es que me tocó?” Pedro y sus compañeros le dijeron: “Maestro, la multitud te aprieta y te oprime, y dices: ¿Quién es que me tocó?” Jesús entonces esclareció que alguien lo había tocado porque sintió que salió de él una virtud. En ese momento, viendo a la mujer que no podía ocultarse, se aproximó y relató como había quedado curada al tocarlo. El Maestro entonces le dijo: “Ten buen ánimo, hija, tu fe te salvó; ve en paz”. (Lucas, 8:40 a 8:48.)

23. El pueblo pensaba que Elías o uno de los profetas había resucitado - Después de la cura de la hija de Jairo, Jesús convocó a los doce discípulos y les dio virtud y poder para alejar a los demonios y curar las enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: “Nada llevéis con vosotros para el camino, ni bastones, ni alforjas, ni pan, ni dinero, ni tengáis dos vestidos. Y en cualquier casa en que entréis, quedad allí, y de allá saldréis. Y si en cualquier ciudad no os reciban, saliendo vosotros de allí, sacudí el polvo de vuestros pies, en testimonio contra ellos”. Los discípulos así procedieron, recorriendo todas las aldeas, anunciando el evangelio y haciendo curas por todas partes. Al oír todo lo que  pasaba, Herodes, el tetrarca, quedó en duda, porque decían unos que Juan había resucitado de entre los muertos, otros que Elías había aparecido, y otros que un profeta de los antiguos había resucitado. Herodes decía entonces: “a Juan mandé yo degollar; ¿quién es pues este de quien oigo decir tales cosas?” Y ardía por verlo. En el regreso de su tarea, los apóstoles contaron al Maestro todo lo que habían hecho, y él, tomándolos consigo, se retiró para un lugar desierto de una ciudad llamada Betsaida. La multitud inmediatamente quedó sabiendo y los siguió. Jesús los recibió y les habló del reino de Dios, curando a los que necesitaban ser curados. (Lucas, 9:1 a 9:11.)

24. Quién quiera salvar su vida, la perderá - Cuando la multitud, después de haber sido alimentada, se alejó, estando Jesús sólo con sus discípulos, les indagó el Maestro: “¿Quién dice la multitud que soy yo?” Ellos respondieron: “Juan el Bautista; otros, Elías, y otros que uno de los antiguos profetas resucitó”. Él entonces preguntó: “Y vosotros, ¿quien decís que yo soy?” Adelantándose a los demás, Pedro dijo: “Cristo de Dios”. Jesús les pidió que a nadie refirieran eso, explicando que era necesario que el Hijo del hombre padeciera muchas cosas, siendo rechazado por los escribas y por los ancianos y llevado a la muerte, después de lo que, al tercer día, resucitaría. Dicho eso, el Maestro advirtió: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome cada día su cruz, y me siga. Porque, cualquiera que quiera salvar  su vida,  la perderá; pero cualquiera que, por amor a mí, perdiera su vida, la salvará. ¿Por qué, qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, perdiéndose o perjudicándose a sí mismo? Porque, cualquiera que de mí y de mis palabras se avergonzara, de él se avergonzará el Hijo del hombre, cuando venga en su gloria, y en la del Padre y de los santos ángeles”. (Lucas, 9:18 a 9:26.)

25. Moisés y Elías aparecen en el monte Tabor y son vistos nítidamente - Moisés y Elías aparecieron junto a Jesús en el monte Tabor. Pedro, Juan y Santiago, allí presentes, estaban cargados de sueño, pero, cuando despertaron, vieron nítidamente ambos varones. Cuando ellos salieron, Pedro dijo a Cristo: “Maestro, bueno es que nosotros estemos aquí, y hagamos tres tiendas: una para ti, una para Moisés, y una para Elías”. En ese momento, vino una nube que los cubrió. Los discípulos temieron, y salió de la nube una voz que les dijo: “Este es mi amado hijo; a él oíd”. Cuando la voz se hizo, Jesús estaba sólo, y ellos se callaron y no contaron a nadie, por aquellos días, lo que habían visto. Al día siguiente, al descender del monte, les salió al encuentro una gran multitud. Fue entonces que un hombre del pueblo pidió a Jesús que mirara a su hijo, explicando: “He ahí que un espíritu lo toma y de repente clama, y lo despedaza hasta que echa espuma; y sólo lo deja tras el haber quebrantado”. El afligido padre informó aunque había rogado a los discípulos que expulsaran aquel espíritu, pero ellos no pudieron. Jesús, respondiéndole, dijo “¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuando estaré aún con vosotros y os sufriré?” “Tráeme aquí a tu hijo.” Cuando el niño venía llegando, el demonio lo derribó y convulsionó pero Jesús reprendió al espíritu inmundo y curó al niño, entregándolo a su padre. (Lucas, 9:30 a 9:42.)

Respuestas a las preguntas propuestas

1. En el episodio de la transfiguración, ocurrida en el monte Tabor, aparecieron Moisés y Elías, que conversaron con Jesús. ¿Cuál fue el asunto de esa conversación?  

Moisés y Elias le aparecieron y hablaron sobre su muerte, que había de cumplirse en Jerusalén. Pedro y los que andaban con él dormían y, cuando despertaron, vieron a los dos visitantes. (Lucas, 9:28 a 9:32.)

2. Juan, uno de los discípulos de Jesús, le contó haber visto a un hombre que expulsaba los demonios en su nombre, añadiendo haberlo prohibido, porque él no era uno de ellos. ¿Qué recomendación le hizo Jesús?

Jesús le dijo: No lo prohibáis, porque quién no es contra nosotros es por nosotros. (Lucas, 9:49 y 9:50.)

3. Además de los doce discípulos que lo seguían, ¿a cuantos designó el Señor para ir delante de él, de dos en dos, anunciando la llegada del reino de Dios y curando los enfermos que encontraran en su camino?

El Señor designó setenta discípulos y los mandó ir, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares adónde él había de ir. Y en esa oportunidad él les dijo: Grande es, en verdad, la siembra, pero los obreros son pocos; rogad, pues, al Señor de la siembra que envíe obreros para su siembra. Id; he ahí que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y a nadie saludéis por el camino. Y, en cualquier casa donde entréis, decid primero: Paz sea en esta casa. Y, si allí hubiera algún hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz; y, si no, volverá para vosotros. Y quedad en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que ellos tengan, pues digno es el obrero de su salario. Y, en cualquier ciudad en que entréis, y os reciban, comed de lo que os sea ofrecido. Y curad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Es llegado a vosotros el reino de Dios. (Lucas, 10:1 a 10:9.)

4. ¿A quién y en qué circunstancias Jesús narró la parábola del buen samaritano?

Esa conocida parábola fue narrada a un doctor de la ley que, intentándolo, le había preguntado: Maestro, ¿que haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Que está escrito en la ley? ¿Como lees? Respondiendo, él dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de toda tu comprensión, y a tu próximo como a ti mismo. Jesús afirmó: Respondiste bien; haz eso, y vivirás. Él, sin embargo, queriendo justificarse a sí mismo, preguntó: ¿Y quién es mi prójimo? Fue entonces que el Maestro le narró la parábola. (Lucas, 10:25 a 10:37.)

5. ¿Cómo describe Lucas la oración enseñada por Jesús a sus discípulos? ¿Hay diferencias entre la oración narrada por él y la registrada por Mateo?

Sí; hay diferencias entre ellas. La oración, de acuerdo con Lucas, debe ser dicha así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu reino; sea hecha tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo. Nos da cada día nuestro pan cotidiano; y nos perdona nuestros pecados, pues también nosotros perdonamos a cualquiera que nos debe, y no nos conduzcas en tentación, más líbranos del mal. Según Mateo, la oración debe ser hecha así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu reino, sea hecha tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día nos da hoy; perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos induzcas a la tentación; más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, para siempre. Amén. (Lucas, 11:1 a 11:4. Ver Mateo, 6:9 a 6:13.)



 

 

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