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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 4 175 – 12 de Septiembre del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Lucas

Tercer libro del Nuevo Testamento

Lucas (Discípulo de Pablo)

(Parte 5)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate

1. Cuando Jesús contó la parábola del sembrador, algunas mujeres que habían sido curadas por él lo acompañaban. ¿Cuáles eran sus nombres, según el evangelista Lucas?

2. ¿Cuál es el sentido de la parábola del sembrador, conforme la explicó el propio Jesús?

3. ¿Cuáles eran las características de la posesión cuya cura acarreó para Jesús su expulsión de la tierra de los gadarenos?

4. Al atender a la hija de Jairo, que juzgaban estar muerta, ¿quién entró junto con Jesús en el recinto en que se encontraba la joven?

5. Después de alimentar casi cinco mil hombres con sólo cinco panes y dos peces, ¿cuántos cestos de panes aún sobraron? 

Texto para la lectura 

17. De los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan Bautista - Tras la resurrección del hijo de la viuda de Naim, la fama de Jesús aumentó aún más en toda  Judea y en las tierras vecinas. Juan, hijo de Zacarías que ya estaba encarcelado, llamando a dos de sus discípulos, los envió a Jesús, diciendo: “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperamos otro?” Respondiendo, Jesús les dijo: “Id, y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son purificados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se anuncia el evangelio. Y bienaventurado es aquel que en mí si no escandalizara”. Luego, al revelar a la multitud quien era, en verdad, Juan Bautista, Jesús añadió: “Y yo os digo que entre los nacidos de mujeres no hay mayor profeta que Juan Bautista; pero el menor en el reino de Dios es mayor que él. Y todo el pueblo que lo oyó e los publícanos, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan, justificaron a Dios. Pero los fariseos y los doctores de la ley rechazaron el consejo de Dios contra sí mismos, no habiendo sido bautizados por él”.

18. En casa de un fariseo, una mujer unge los pies de Jesús - Dijo el Señor, después de una breve referencia del Maestro a la misión de Juan Bautista: “¿A quién pues compararé a los hombres de esta generación, y a quién son semejantes? Son semejantes a los niños que, sentados en las plazas, claman unos a los otros, y dicen: Os tocamos la flauta, y no bailasteis; os cantamos lamentaciones, y no llorasteis. Porque vino Juan Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Tiene demonio. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He ahí a un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de los publícanos y de los pecadores. Pero la sabiduría es justificada por todos sus hijos”.

Dicho esto, invitado por un fariseo de nombre Simón, Jesús entró en la casa de este para comer. Una mujer de la ciudad, tenida como una pecadora, conocedora de que él estaba a la mesa con Simón, fue hasta allá llevando consigo un bote de alabastro con ungüento. Poniéndose por detrás, ella lloraba y le regaba los pies con lágrimas, enjugándolos con los cabellos de su cabeza, después se puso a besarlos y ungirlos con ungüento. El fariseo, viendo esa escena, habló en voz baja para sí mismo, sin emitir palabra: “Si este fuera profeta, bien sabría quién y cuál es la mujer que le tocó, pues es una pecadora”. Leyendo sus pensamientos, Jesús le dijo: “Simón, una cosa tengo que decirte. Un cierto acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientos dineros, y otro cincuenta. Y, no teniendo ellos con que pagar, les perdonó a ambos. Dice, pues, ¿cuál de ellos lo amará más?” Simón pensó y respondió: “Tengo para mí que es aquel a quién más perdonó”. Jesús le dijo: “Juzgaste bien”. Y, volviéndose para la mujer, añadió: “¿Ves tú esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para los pies; pero esta me regó los pies con lágrimas, y me los enjugó con sus cabellos. No me de diste un beso, pero esta, desde que entró, no ha cesado de besarme los pies. No me ungiste la cabeza con aceite, pero esta me ungió los pies con ungüento. Por eso te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque mucho amó; pero aquel a quien poco es perdonado poco ama. Enseguida, dirigiéndose a la pecadora, Jesús le habló: “Tus pecados te son perdonados”. “Tu fe te salvó; vete en paz.” (Lucas, 7:31 a 7:50.)

19. Nadie pone la candela bajo un vaso, sino en el velador - Jesús andaba de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y anunciando el evangelio del reino, y los doce discípulos iban con él. En una de esas ocasiones, él contó la parábola del sembrador y, enseguida, él mismo la explicó, advirtiendo entonces que nadie, encendiendo una candela, la cubre con algún vaso, o la pone bajo la cama, sino la pone en el velador, para que todos vean la luz. No hay cosa oculta que no haya de manifestarse, ni escondida que no haya de saberse y venir a la luz, justificó el Maestro. “Ved pues como oís -- aseveró Jesús --; porque a cualquiera que tenga le será dato, y a cualquiera que no tenga hasta lo que parece tener le será quitado.” (Lucas, 8:1 a 8:18.)

20. Jesús calma el viento y la furia del agua - Fueron a tener con Jesús su madre y sus hermanos, pero, a causa de la multitud que lo cercaba, ellos no podían aproximarse a él. Alguien entonces le dijo: “Están allá fuera tu madre y tus hermanos, que quieren verte”. Jesús, respondiendo, le dijo: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ejecutan”. Tras esto, ocurrió un hecho muy interesante. Estaban el Maestro y sus discípulos en un barco, cuando sobrevino una gran tempestad. Los discípulos quedaron asustados, porque el barco estaba en la inminencia de hundirse y Jesús dormía.  Ellos  llegaron entonces a él y lo despertaron, diciendo: “Maestro, Maestro, perecemos”. Jesús se levantó, reprendió al viento y la furia del agua, e inmediatamente se hizo la calma. Enseguida, dirigiéndose a los compañeros, indagó: “¿Dónde está vuestra fe?” Y ellos, temiendo, maravillándose, diciendo unos a los otros: ¿Quién es este, que hasta a los vientos y al agua manda, y le obedecen? (Lucas, 8:19 a 8: 25.)

21. Jesús no acoge el pedido del ex-endemoniado gadareno – Después de la cura del endemoniado, las personas vinieron a tener con Jesús para ver lo que había ocurrido. Hallaron entonces al hombre de quien habían salido los malos Espíritus, vestido y con el juicio en orden, sentado a los pies de Jesús. Los que habían visto lo que había ocurrido les contaron como el hombre fuera salvo. La multitud de la tierra de los gadarenos rogó, entonces, al Maestro que se retirara de sus tierras, porque todos allí estaban poseídos de gran temor. Jesús, entrando en el barco, volvió. Fue cuando el ex-endemoniado le rogó que lo dejara andar con él, pero Jesús lo despidió, diciendo: Vuelve para tu casa, y cuenta cuan grandes cosas te hizo Dios. Y él fue predicando por toda la ciudad cuan grandes cosas Jesús le había hecho. (Lucas, 8:33 a 8:39.)

Respuestas a las preguntas propuestas

1. Cuando Jesús contó la parábola del sembrador, algunas mujeres que habían sido curadas por él lo acompañaban. ¿Cuáles son sus nombres, según el evangelista Lucas?

Eran ellas María, llamada Magdalena, de la cual salieron siete demonios; Joana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, y Suzana, además de muchas otras que lo servían con sus bienes. (Lucas, 8:1 a 8:4.)

2. ¿Cuál es el sentido de la parábola del sembrador, conforme la explicó el mismo Jesús?

Conforme Jesús explicó, la semilla es la palabra de Dios. Los que están junto al camino, estos son los que la oyen, después viene el maligno y les quita del corazón la palabra, para que no se salven, creyendo; los que están sobre la piedra, estos son los que, oyendo la palabra, la reciben con alegría, pero, como no tienen raíz, sólo creen por algún tiempo y al tiempo de la tentación se desvían; la que cayó entre espinos, esos son los que la oyen y, yendo por delante, son sofocados con los cuidados y riquezas y deleites de la vida, y no dan fruto con perfección; y la que cayó en buena tierra, esos son los que, oyendo la palabra, la conservan en un corazón honesto y bueno y da fruto con perseverancia. (Lucas, 8: 10 a 8: 15.)

3. Cuáles eran las características de la posesión cuya cura acarreó para Jesús su expulsión de la tierra de los gadarenos?

En la región citada, luego que Jesús allí descendió, le salió al encuentro, viniendo de la ciudad, un hombre que desde mucho tiempo estaba poseso de demonios. Él no andaba vestido, ni habitaba en ninguna casa, sino en los sepulcros. Cuando vio a Jesús, se postró delante de él, exclamando y diciendo con gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te pido que no me atormentes. Tales palabras fueron dichas porque el Maestro había ordenado al Espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues ya hacía mucho tiempo que lo arrebataba y, por eso, lo guardaban prendido, con esposas y cadenas, pero, quebrando las prisiones, era impelido por el demonio para los desiertos. Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y él dijo: Legión; porque habían entrado en él muchos demonios. Se nota, por la descripción de Lucas, que aquel hombre, debido a la posesión, había perdido todo el mando sobre sus actos y se hubo hecho un juguete de los Espíritus que lo atormentaban, una característica de la posesión cuando es producida por Espíritus malévolos. (Lucas, 8:26 a 8:33.)

4. Al atender a la hija de Jairo, que juzgaban estar muerta, ¿quién entró junto con Jesús en el recinto en que se encontraba la joven?

Entraron en la casa, juntamente con Jesús, Pedro, Santiago y Juan, además del padre y de la madre de la niña. Todos lloraban y la velaban, pero él dijo: No lloréis; ella no está muerta, sino duerme. Oyendo esto, las personas se reían de él, porque pensaban que ella estaba muerta. Echándolos todos para fuera, y cogiéndole la mano, Jesús dijo a la enferma: Levántate, niña. Y su espíritu volvió, y ella inmediatamente se levantó, y Jesús mandó que le diesen de comer. (Lucas, 8:49 a 8: 56.)

5. Después de alimentar a casi cinco mil hombres con apenas cinco panes y dos peces, ¿cuántos cestos de panes aun sobraron?

Después que todos comieran y se saciaran, aun restaron doce cestos. (Lucas, 9:13 a 9: 17.)
 

 

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