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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 4 170 8 de Agosto del 2010

 
                                                            
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org

 

El regalo de papá

 

Estaba llegando el Día de los Padres y Olavinho no conseguía decidirse

— ¿Qué podría dar de regalo a su padre?

Pensaba, pensaba, y no encontraba la solución.

Sabía que su madre compraría un regalo, pero él quería dar algo de él mismo. ¡Pero era difícil! ¡No tenía dinero! Además de eso, su padre ya tenía de todo.

Habló con la madre, pero ella también estaba sin ideas.

Apresurada para a la compra, la madre besó al hijo y dijo:

— Olavinho, voy a darte una tarea: Tú vas a hacer de detective y buscar descubrir lo que a tú padre le gustaría recibir. ¿Está bien? Después tú me cuentas, y salimos para comprar.

¡El chico estaba encantado! Comenzó la investigación aquel mismo día. Era sábado y su padre se quedaría en casa.

— Papá, yo vi una camisa bonita el otro día en la tienda y ella parecía hecha para ti.

— Ya tengo demasiadas camisas, hijo mío.

— ¡Ah!...

Una hora después, el niño comentó:

— Papá, mamá dijo que tu pantalón vaquero se rasgó. Creo que vas a necesitar de otro, ¿no es?

Cogiendo el periódico para leer, el padre respondió:

— Tengo otros, Olavinho. No te preocupes.

— ¡Ah!...

Más tarde lo intentó de nuevo:

— El padre de mi amigo compró una corbata bonita, roja. Me gustó mucho. ¿Qué piensas tú?

— ¡Horrible! Además de eso, no me gustan las corbatas.

— ¡A!...

Olavinho intentó de todo: libros, calcetines, zapatos, sin embargo nada resultó. Medio desanimado, quedó pensando, pensando.

Cuando la madre llegó, él informó que, infelizmente, no había conseguido descubrir las preferencias del padre. Respiró hondo y dijo:

— En cuanto a ti, no sé, mamá. Pero pensé bien y ya sé cual es el regalo que voy a dar para mi padre. Pero no lo cuento. Es secreto.

El Día de los Padres, Olavinho se despertó bien pronto y, cuando el padre se levantó y fue para la cocina, él ya estaba trabajando, todo feliz.

— ¿Qué pasó, hijo mío? ¡Despertaste tan pronto hoy!

Con una sonrisa en el rostro, el chico respondió:

— Quería mucho darte un regalo, papá. Quería, sin embargo, que fuera algo hecho por mí, que costara esfuerzo y mostrara lo mucho que tú me gustas. Entonces, siéntate. Voy a servir tu desayuno.

Emocionado, el padre notó que Olavinho había arreglado la mesa. Se sentó y se quedó esperando.

Muy serio, el chico trajo la leche (que él había calentado en el microondas), café soluble, zumo de naranja, frutas, galletas, pan y mantequilla.

Con gentileza, Olavinho sirvió al padre: puso leche y café en la taza, cortó el pan y

pasó mantequilla, y quedó todo orgulloso viendo al padre comer.

— Come también, hijo mío.

— ¡Después, papá! Ahora estoy sirviendo.

Encantado con la delicadeza del hijo, el padre tomó su desayuno. Cuando acabó, Olavinho aún preguntó:

— ¿Deseas alguna cosa más, papá? ¿Aceptas un poco más de café con leche?

— No, hijo mío, estoy satisfecho y muy feliz.

Olavinho descendió de la silla y corrió para los brazos del padre, diciendo:

— ¡FELIZ DÍA DE LOS PADRES!

El padre abrazó fuerte al pequeño Olavo, afirmando con lágrimas en los ojos:

— Disculpa, hijo mío, si yo te decepcioné el otro día. Percibí que usted estaba intentando saber lo que a mí me gustaría obtener de regalo, pero no quería que gastarás dinero conmigo, sólo para ser amable.

Miró para el niño, le acarició los cabellos y dijo con profundo amor:

— ¡Hijo mío, este fue el regalo más bonito que yo ya recibí de alguien! ¡Gracias!

                                                                  
 
                                                                   Tía Célia 


 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita