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Año 4 154 – 18 de Abril del 2010

MARCUS DE MARIO                   
marcusdemario@gmail.com      
Rio de Janeiro, RJ (Brasil)    

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org

 

Crítica Literaria
 

Crepusculo de los Dioses

 
Autor: Ângelo Inácio (Espírito)
Médium: Robson Pinheiro
Editora: Casa dos Espíritos
Número de Páginas: 293
Lançamento: setembro de 2002

   

En la portada del libro está escrito: "Una ficción histórica sobre la venida de los habitantes de Capela para la Tierra". Entendamos la palabra ficción, que significa creación imaginaría, fantástica. Entonces, el libro "Crepúsculo de los Dioses" nada tiene de verídico, incluso porque la ficción es ramo de la literatura de creación artística basada en elementos imaginarios, o sea, el Espíritu Ángelo Inácio, autor de la obra, trató de una cosa imaginaria, hizo una creación a partir de su imaginación. No forzamos la interpretación, pues en el Prefacio, con el título "Literatura Mediúmnica", el autor dice textualmente: "Así es que, en posesión de los elementos que constituyen la historia de las comunidades de Capela y de la Tierra, creamos personajes que incorporaran sus verdades, sus dramas". Como una justificación, informa que los personajes son falsos, pero que "son verídicos los hechos", "es la historia de los dioses caídos".

Tenemos aquí una cuestión muy seria. Para el Espiritismo no existe la caída de los ángeles, retrogradación del Espíritu y ni dioses caídos. Todo evoluciona, porque esa es la ley divina, y cuando utilizamos tales términos provocamos confusión, aun más sobre aquellos que aun no tienen perfecto conocimiento de los principios espíritas y sus consecuencias.

En el capítulo "Así Nacen Dioses y Héroes", que abre el libro, el autor espiritual vuelve a hacer una afirmación que genera confusión: "dioses conjurados". Serían los Espíritus, habitantes de Capela, vinculados al mal, y que fueron, por la fuerza de la ley divina, llevados a reencarnar en la Tierra. Son Espíritus con nueva oportunidad reencarnatoria para descubrir el bien y rescatar el mal practicado en otras existencias; no son dioses conjurados para sufrir en un planeta hostil, aun más que el término "conjurado" parece significar algo eterno, lo que es incompatible con la enseñanza espírita.

Bien, continuemos nuestro análisis.

En la página 28 el autor habla de un cometa que iría a chocarse con el planeta Tierra, allá en la época primitiva, ya teniendo hombres habitando nuestro mundo, y dice: "Era atraído irresistiblemente por la gravedad de aquel mundo primitivo. Los dioses observaban de lejos, y él tenía que cumplir su jornada, para la cual fue creado. Ese era el sentido de su vida". No sabíamos de la nueva nomenclatura: en el lugar de Espíritus Superiores debemos escribir Dioses. Eso es una afrenta a la doctrina espírita, una aberración doctrinaria. Y así el autor espiritual en todo momento utiliza términos como "mensajero de los dioses", "hijos de los dioses", "visita de los dioses". ¿Pero por qué nuestra preocupación, si es un libro de ficción?

Las consecuencias morales de los principios filosóficos y científicos del Espiritismo son de fundamental importancia

En las páginas 32 y 33 tenemos perlas literarias en flagrante contradicción con las enseñanzas espíritas. Los dioses, disculpe, los Espíritus Capelinos formadores de la legión del mal visitan la Tierra y verifican la existencia de los hombres terráqueos aun primitivos, y discuten qué hacer, concluyendo que lo mejor es "modificaremos la estructura genética de ellos en conformidad con nuestros patrones". Realmente, son dioses, pues tienen el mismo poder de Dios, o, si el poder no es el mismo, poseen autorización divina para hacer solamente lo que Espíritus Superiores pueden hacer y con autorización de Dios.

En las páginas 52 y 53, el autor coloca en un personaje humano actual contundente crítica generalizada a los Centros Espíritas, diciendo que los Centros Espíritas pierden oportunidades de investigación y profundización filosófico-científica, apegándose al religiosismo, lo que él da a entender como desvío de las finalidades de la agrupación espírita. Eso no es verdadero. Toda generalización es peligrosa. Las consecuencias morales de los principios filosóficos y científicos del Espiritismo son de fundamental importancia, y, delante de todos los acontecimientos mundiales de la actualidad, concluimos que el hombre está necesitado del Evangelio, que hay falta de Cristo en los corazones.

En la página 64 el Espíritu Ángelo Inácio se contradice. El personaje creado por él critica una vez más a los Centros Espíritas, en particular médiuns y dirigentes, para después decir "en determinadas visitas que hice a algunas agrupaciones que afirman ser espíritas". Entonces no son espíritas. Hay mucho templo umbandista, y lo decimos con todo respeto, que se dice espírita, cuando no lo es. Hay mucho templo espiritualista utilizando la palabra espírita para clasificarse, y ni por eso encontraremos el Espiritismo allá dentro.

En la página 68 los actuales capelinos están organizando una excursión, con nave espacial y todo lo demás, a la Tierra, y la conversación entre los personajes da a entender que va quién quiera, basta ser amigo del responsable. No parece existir organización, autoridad, reglas. Una simple curiosidad periodística es suficiente para conseguir el pasaporte y asegurar el lugar en el viaje.

Peor es lo que está en la página 69. Los actuales capelinos, según la ficción literaria que estamos analizando, son mucho más evolucionados que nosotros, pero van a utilizar una nave espacial porque tendrían dificultad de volar en regiones diferentes a la que estaban acostumbrados, así economizando energía mental. Y tenemos otra cosa increíble: el viaje fue hecho sin que supieran en que lengua se comunicarían con nosotros. Ahora, teniendo en cuenta que la narración sitúa a los capelinos actuales como muy evolucionados, muy espiritualizados, suenan bien extrañas esas afirmaciones.

En este libro, en toda la narración el hombre primitivo es un simple juguete en la mano de extraterrestres

En la página 70 nos revela el autor espiritual que "era como si la fuerza gravitacional ejerciera influencia sobre nuestros cuerpos espirituales". Ahora, los Espíritus están en otra dimensión energética, la dimensión espiritual, poseyendo un cuerpo semi material, más eterizado, que es el periespíritu, por lo tanto, la fuerza gravitacional que sentimos cuando estamos encarnados no es la misma cuando estamos desencarnados, ella es casi nula.

En la página 72 encontramos una defensa, velada es verdad, de la transcomunicación instrumental sin la necesidad del médium, lo que las investigaciones prueban justamente lo contrario, y nuevamente tenemos un ataque gratuito a los Centros Espíritas y a los médiuns, diciendo que estos se comportan con exceso de celo y fanatismo religioso, terminando por decir que "los médiuns oficiales nos rechazaron en muchos momentos". No sabíamos de la existencia de médiuns oficiales, pues nunca vimos eso, y si celo doctrinario es fanatismo religioso, entonces el Espiritismo está equivocado desde Allan Kardec. ¿Será así?

En la página 74, más ataques a los Centros Espíritas y a los dirigentes de las reuniones mediúmnicas. Parece que, últimamente, los Espíritus, a través de una nueva literatura mediúmnica, están invirtiendo justamente contra el canal de comunicación, la mediumnidad, que les favorece el contacto con los encarnados. Es extraño, como mínimo.

La narración de las páginas 78 y 79 comporta una pregunta bien relevante: Si los capelinos, encarnados, son más evolucionados, conocen la realidad espiritual, la telepatía y ven normalmente a los Espíritus, ¿por qué la dificultad de la investigación en el mundo terreno, teniendo que valerse de Espíritus humanos?

En la página 91 una afirmación gratuita, sin base científica, la de que los cuerpos de los hombres primitivos ya habían sufrido experiencias genéticas de otros seres que en la Tierra estuvieron antes de los capelinos. En toda la narración el hombre primitivo es un simple juguete en la mano de extraterrestres, como si las leyes divinas no regularan la evolución.

El resto de la narración de ficción es mucha ficción para comportar un análisis doctrinario. Tendríamos que hacer tantos comentarios que esta crítica acabaría transformándose en un libro, lo que extrapola nuestros objetivos.

Lamentamos verificar que el médium Robson Abeto, que escribe por cuenta propia, pues tiene libros de su propia autoría, al tiempo que psicografía, haya caminado por una producción literaria bastante cuestionable, en contradicción con los principios espíritas. De hecho, médiuns de producción literaria exuberante, publicando sin parar, y trayendo "novedades" en sus escritos, merecen nuestra atención, pues es muy fácil desconectar el filtro del bueno sentido y de la razón. Y aquí, en términos espíritas, todo cuidado es poco.

 

Marcus De Mario es educador y escritor. Es director del Instituto Brasileño de Educación Moral y colaborador del Centro Espírita Humildad y Amor, en la ciudad de Río de Janeiro.


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita