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Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento Português   Inglês

Año 3 150 – 21 de Marzo del 2010

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

 

El Evangelio según Mateo

 Primer libro del Nuevo Testamento

(3ª Parte)

Damos continuidad en esta edición al Estudio Sistematizado del Nuevo Testamento, que comprenderá el estudio de los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan y del libro Actos de los Apóstolos. El estudio está basado en la versión en portugués del Nuevo Testamento que el lector puede consultar a partir de este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.

Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran a finales del texto de abajo. 

Cuestiones para el debate 

1. ¿Jesús era contrario al divorcio?  ¿Qué enseñó él a ese respecto?

2. ¿Qué recomendaciones hizo Jesús acerca de la oración?

3. ¿Qué mandato, según Jesús, resume toda la ley y los profetas?

4. “No todos los que me dicen: ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos”, afirmó el Maestro. ¿Quién, según Jesús, habrá entrado entonces en el reino celestial?

5. ¿A quien considera Jesús un hombre insensato? ¿Y quién, para el Maestro, puede ser equiparado a un hombre prudente? 

Texto para la lectura 

13. Jesús quiere que seamos auténticos en el hablar - Modificando el mandamiento enseñado a los antiguos: No perjurarás, pero cumplirás tus juramentos al Señor, Jesús recomienda que no debemos jurar en hipótesis alguna, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por Jerusalén, ni por nuestra cabeza, añadiendo: “Sea, sin embargo, vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que pasa de esto es de procedencia maligna”. (Mateo, 5:33 a 5:37.)

14. En lugar de la venganza, Jesús los propone al amor - Un nuevo mandamiento nos dejó el Señor acerca de las relaciones con nuestros adversarios. Dice el Maestro: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Yo, sin embargo, os digo que no os resistáis al mal; mas, si cualquiera te golpea la mejilla derecha, ofrécele también la otra; y, al que quiera pleitear contigo, y quitarte el vestido, dale también la capa; y, si cualquiera te obligara a caminar una milla, ve con él dos. Da a quién te pidiera, y no te desvíes de aquel que quiera que le prestes. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Yo, sin embargo, os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian, y orad por los que os maltratan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque hace que su sol se levante sobre malos y buenos, y la lluvia descienda sobre justos e injustos. ¿Pues, si amarais a los que os aman, que mérito tendríais? ¿No hacen los publícanos también lo mismo? ¿Y, si saludarais únicamente a vuestros hermanos, que hacéis de más? ¿No hacen los publícanos también así? Sed vosotros pues perfectos, como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos”. (Mateo, 5:38 a 5:48.)

15. La mano izquierda no debe saber lo que hace la derecha -  El acto de ayudar a alguien, como, por ejemplo, dar una limosna, debe ser hecho de modo reservado, lejos de los ojos humanos; de lo contrario, no tendrá mérito. Es lo que dice Jesús, expresamente: “Cuando (...) des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres”. “En verdad os digo que ya recibieron su galardón.” Y el Maestro, para no dejar ahí cualquier confusión, propone: “Cuando tú des limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; para que tu limosna sea dada ocultamente; y tu Padre, que ve en secreto, te recompensará públicamente”. (Mateo, 6:1 a 6:4.)

16. No se puede servir a Dios y a las riquezas - Después de enseñar la oración dominical, Jesús disertó sobre diversos asuntos. El primero fue el modo de ayunar. Nadie debe mostrarse a los hombres afligidos, desfigurado, para probar que ayuna; en ese caso,  ya recibió en vida la recompensa. “Tú, sin embargo – aconseja Cristo –, cuando ayunes, unge tu cabeza, y lava tu rostro, para no parecer a los hombres que ayunan, sino a tu Padre, que está oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará en público.” La segunda enseñanza habla respecto al tesoro que debemos juntar. “No juntéis tesoros en la tierra,  asevera Jesús, donde a polilla y la herrumbre todo consumen, y donde los ladrones minan y roban; pero juntad tesoros en el cielo, donde ni a la polilla ni la herrumbre consumen, y donde los ladrones no minan ni roban. Porque donde esté vuestro tesoro, ahí estará también vuestro corazón.” En la secuencia, afirma Jesús: “La candela del cuerpo son los ojos; de suerte que, si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendrá luz; si, sin embargo, tus ojos son  malos, tu cuerpo será tenebroso. Si, por lo tanto, la luz que en ti hay son tinieblas, ¡cuan grandes serán tales tinieblas!” La tercera enseñanza habla de la dificultad de servir a Dios y al dinero: “Nadie puede servir a dos señores; porque o hay que odiar a uno y amar al otro, o se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (N.R.: En algunas traducciones, en lugar del vocablo riquezas, aparece el vocablo dinero o el vocablo Mamón o Mamón; pero el sentido es el mismo.) (Mateo, 6:16 a 6; 24.)

17. Debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia - La preocupación excesiva con las cosas materiales es censurada por Jesús en las lecciones siguientes: “No andéis cuidadosos en cuanto a vuestra vida, por lo que habéis de comer o por lo que habéis de beber; ni en cuanto a vuestro cuerpo, sino que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el mantenimiento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad para las aves del cielo, que ni siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No tenéis vosotros mucho más valor que ellas? ¿Y cuál de vosotros podrá, con todos sus cuidados, añadir una moneda a su estatura? ¿Y, en cuanto al vestido, porque andáis solícitos? Mirad para los lirios del campo, como ellos crecen: no trabajan ni fían; y yo os digo que ni incluso Salomón, en toda su gloria, se vistió como cualquiera de ellos. ¿Pues, si Dios así viste la hierba del campo, que hoy existe, y mañana es lanzada en el horno, no os vestirá mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No andéis pues inquietos, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos vestirá? (Porque todas estas cosas los gentíos buscan.) De cierto vuestro Padre celestial bien sabe que necesitáis de todas estas cosas; pero, buscad primero el reino de Dios, y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. No os inquietéis pues por el día de mañana, porque el día de mañana cuidará de sí misma. Basta cada día su mal”. (Mateo, 6:25 a 6:34.)

18. “Pedí, y se os dará” - Diversas advertencias hace Jesús en la parte tercera del Sermón de la Montaña. La primera habla respecto al juicio de nuestros semejantes: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que hayáis medido os han de medir a vosotros”. La segunda advertencia habla respecto a la indulgencia: “¿Por qué notas tú la paja que está en el ojo de tu hermano, y no ves la viga que está en tu ojo?” “Hipócrita, quita primero a viga de tu ojo, y entonces cuidarás de quitar la paja del ojo de tu hermano.”  (N.R.: Trabe: gran tronco o madera viga; pedazo de madera. Paja: polvo, grano, partícula leve separada de cualquier cuerpo.)  La tercera advertencia, bastante dura y que tal vez se refiera a los que no aceptan el Evangelio, dice: “No deis a los perros las cosas santas, ni echéis a los cerdos vuestras perlas, para que no ocurra que las pisen con los pies, y, volviéndose, os despedacen”. La cuarta advertencia es, a la vez, un llamamiento a la confianza en el Padre, a la fe en el Creador: “Pedí, y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá. Porque aquel que pide, recibe; y lo que busca, encuentra; y al que toca, se le abre. ¿Y cuál de entre vosotros es el hombre que, pidiéndole pan su hijo, le dará una piedra? ¿Y, pidiéndole pescado, le dará una serpiente? ¿Si vosotros pues, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, obviamente más vuestro Padre, que está en los cielos, dará bienes a los que le pidan? Por lo tanto, todo lo que vosotros queréis que los hombres os hagan, hacédselo también vosotros, porque esta es la ley y los profetas” (Mateo, 7:1 a 7; 12.)

19. Estrecha es la puerta que lleva a la vida -  En la secuencia del hermoso Sermón, Jesús nos da otras lecciones que continúan bastante actuales, como esta en que él alude a las dificultades del camino que lleva a la vida: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que conduce a la perdición, y muchos son los que entran por ella; y porque estrecha es la puerta, y estrecho el camino que lleva a la vida, y pocos hay que la encuentren. Protegeos, sin embargo, de los falsos profetas, que vienen hasta vosotros vestidos como ovejas, pero, interiormente, son lobos devoradores. Por sus frutos los conoceréis. ¿Es posible que se cojan uvas de los pinos, o higos de los abrojos?” Afirmando que el árbol bueno produce buenos frutos, y el árbol malo produce malos frutos, Jesús concluye su pensamiento: “No puede el árbol bueno dar malos frutos; ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo el árbol que no da buen fruto se corta y se lanza al fuego. Por lo tanto, por sus frutos los conoceréis”. (Mateo, 7:13 a 7:20.) 

Respuestas a las preguntas propuestas 

1. ¿Jesús era contrario al divorcio? ¿Qué enseñó él a ese respecto?

Sí, excepto en los casos de infidelidad. He ahí, en la traducción de la Sociedad Bíblica Británica, lo que el Maestro dijo sobre el asunto: “También fue dicho: Quién repudiara a su mujer, déle carta de divorcio. Yo, sin embargo, os digo que todo el que repudia a su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace ser adúltera; y cualquiera que se casara con la repudiada, comete adulterio”. (Mateo, 5:31 y 5:32.)

2. ¿Qué recomendaciones hizo Jesús acerca de la oración?

A propósito de la oración, Jesús nos recomendó lo siguiente: “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos les gusta orar en pie en las sinagogas y en los rincones de las calles, para ser vistos por los hombres; en verdad os digo que ya recibieron  su recompensa. Tú, sin embargo, cuando ores, entra en tu cuarto y, cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te retribuirá. Cuando oréis, no uséis de repeticiones innecesarias como los gentiles; porque piensan que por su mucho hablar serán oídos. No seáis, pues, como ellos; porque vuestro Padre sabe lo que os es necesario, antes que se lo pidáis. Por lo tanto orad vosotros de este modo: Padre nuestro que estás en los cielos; santificado sea tu nombre; venga tu reino; sea hecha tu voluntad, así en la tierra, como en el cielo. El pan nuestro de cada día nos des hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros también hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal. Pues si perdonáis a los hombres sus ofensas, también vuestro Padre celestial os perdonará; pero si no perdonarais a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas”. (Mateo, 6:5 a 6:15.)

3. ¿Qué mandamiento, según Jesús, resume toda la ley y los profetas?

Todo lo que queréis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros a ellos. Esta es la ley y los profetas.  (Mateo, 7:12.)

4. “No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos”, afirmó el Maestro. ¿Quién, según Jesús, habrá entonces, entrado en el reino celestial?

Entrará en el Reino de los cielos solamente aquel que hace la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. Muchos dirán ese día: Señor, Señor, ¿no predicamos nosotros en vuestro nombre, y no fue en vuestro nombre que expulsamos los demonios e hicimos muchos milagros? Él, sin embargo, les dirá: “Nunca os conocí. ¡Retiraos de mí, obreros malos!”

5. ¿A quién considera Jesús hombre insensato? ¿Y quién, para el Maestro, puede ser equiparado a un hombre prudente?  

El hombre prudente es aquel que oye las palabras de Jesús y las pone en práctica. El Maestro lo comparó a un hombre que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, vinieron las mareas, soplaron los vientos y envistieron contra aquella casa; ella, sin embargo, no cayó, porque estaba edificada en la roca. Pero aquel que oye las palabras de Cristo y no las pone en práctica es semejante a un hombre insensato, que construyó su casa en la arena. Cayó la lluvia, vinieron las mareas, soplaron los vientos e invistieron contra aquella casa; ella cayó y fue grande su ruina. (Mateo, 7:24 a 7:27.)
 

 

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