WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
Especial Português Inglês    

Año 3 137 13 de Diciembre del 2009

ROGÉRIO COELHO
rcoelho47@yahoo.com.br
Muriaé, Minas Gerais (Brasil)

Traducción
Isabel Porras Gonzáles - isy@divulgacion.org


Materialistas e incredulos: ¿cómo abordarlos?

La mayor felicidad en el amor pertenece a quien ama
“Por encima de las nubes brilla el Sol.” -
Joanna de Ângelis


Cuando vislumbramos la Luz, tras milenios sumergidos en las más densas tinieblas de la ignorancia; en el momento en que la Doctrina Espírita comienza a brillar por la noche de nuestra milenaria existencia, nace un deseo muy natural de hacer llegar esa luz a nuestros
afectos del corazón. Y, aún deslumbrados con los primeros rayos de la claridad nueva, invertimos, un tanto atropelladamente, en el menester de llevar el esclarecimiento espírita a todos.   Nuestro caso no fue una excepción. Pero, cuando cogemos de vuelta la taza vinagrosa de la indiferencia, del escarnio, del desinterés e incluso de la ironía cortante del apodo, nos desanimamos...  Un Benefactor Espiritual, midiendo nuestra frustración y angustia, nos habló en tono ameno y cariñoso, pero con gran sabiduría: “Mi hijo, el Padre tiene soluciones inimaginables para todo. Si sus afectos del corazón no le están comprendiendo ahora, mañana estarán recorriendo las mismas sendas que hoy usted, merced a la Bondad de Dios, encontró. No se aflija, pues... Aguarde el tiempo y, por ahora, siga solo así; más tarde, ¿¡quien sabe!?...” Hay tiempo para todo, como dice el Eclesiastés.

Afirma el ínclito Maestro Lionés: “Muy natural y loable es, en todos los adeptos, el deseo, que nunca será demasiado animar, de hacer prosélitos. Buscando facilitarles esa tarea, aquí nos proponemos examinar el camino que nos parece más seguro para alcanzar ese objetivo, a fin de ahorrarles inútiles esfuerzos.

El Espiritismo es toda una ciencia, toda una filosofía. Quién, pues, seriamente quiera conocerlo debe, como primera condición, disponerse a un estudio serio y persuadirse de que él no puede, como ninguna otra ciencia, ser aprendido jugueteando.  

La Doctrina Espírita entiende con todas las cuestiones que interesan a la Humanidad. Tiene inmenso campo, y lo que principalmente conviene es encararlo por sus consecuencias.    Le forma a buen seguro la base la creencia en los Espíritus, pero esa creencia no basta para hacer de alguien un espírita esclarecido, como la creencia en Dios no es suficiente para hacer de quienquiera que sea un teólogo. Veamos, entonces, de que manera será mejor se suministre la enseñanza de la Doctrina Espírita, para llevar con más seguridad a la convicción. Pero que no se espanten los adeptos con esta palabra— enseñanza. No constituye enseñanza únicamente lo que es dado del púlpito o de la tribuna. Hay también  la simple conversación. Enseña a todo aquel que busca persuadir al prójimo, sea por el proceso de las explicaciones, sea por el de las experiencias. Lo que deseamos es que su esfuerzo produzca frutos y es por esto que juzgamos  nuestro deber dar algunos consejos,  que podrán igualmente aprovechar los que quieran instruirse por sí mismos. Unos y otros, siguiéndolos, hallarán medio de llegar con más seguridad y presteza al fin buscado.

Es creencia general que, para convencer, basta presentar los hechos. Ese, con efecto, parece el camino más lógico. Sin embargo, muestra la experiencia que ni siempre es lo mejor, pues que a cada paso se encuentran personas que los más patentes hechos absolutamente no convencieron. ¿A qué se debe atribuir eso? Es lo que vamos a intentar demostrar”.

Toda enseñanza metódica tiene que partir de lo conocido para lo desconocido

 “En el Espiritismo, la cuestión de los Espíritus es secundaria y consecutiva; no constituye el punto de partida. Este precisamente es el error en que caen muchos adeptos y que, a menudo, los lleva al fracaso con ciertas personas. No siendo los Espíritus sino las almas de los hombres, el verdadero punto de partida es la existencia del alma. Ahora, ¿cómo puede el materialista admitir que, fuera del mundo material, vivan seres, estando convencido de que, en sí mismo, todo es materia?

Ahora, para el materialista, lo conocido es la materia: partid, pues, de la materia y tratad, antes de nada, haciendo que él la observe, de convencerlo de que hay en él alguna cosa que escapa a la leyes de la materia. En una palabra, antes que lo hagáis espírita, cuidad de hacerlo espiritualista. Pero, para tal, otro es el orden de hechos al que hay que recurrir, muy especialmente a una enseñanza asimilable y que, por eso mismo, necesita ser dada por otros procesos. Hablarle de los Espíritus, antes que esté convencido de tener un alma, es comenzar por donde se debe acabar, por cuanto no le será posible aceptar la conclusión, sin que admita las premisas...

Antes, pues, de intentar convencer a un incrédulo, aún por medio de los hechos, cumple nos aseguremos de su opinión relativamente al alma, es decir, cumple que verifiquemos si él cree en la existencia del alma, en su supervivencia al cuerpo, en su individualidad después de la muerte.   Si la respuesta es negativa, hablarle de los Espíritus sería perder tiempo. He ahí la regla. No decimos que no comporte excepciones.

Desde que se reconoce la posibilidad de un hecho, tres cuartos de la convicción están conseguidos

 (...) El puro materialista tiene para su engaño la excusa de la buena fe; posible será desengañarlo, probándole el error en que se encuentra. En el otro, hay una determinación asentada, contra la cual todos los argumentos irán a chocarse vanamente. El tiempo se encargará de abrirle los ojos y de mostrarle, quizá costa propia, donde estaban sus verdaderos intereses, por cuanto, no pudiendo impedir que la verdad se expanda, él será arrastrado por el torrente, así como los intereses que juzgaba salvaguardar.

 (...) Los medios de convencer varían extremadamente, conforme los individuos. Lo que persuade a unos nada produce en otros; este se convenció observando algunas manifestaciones materiales, aquel por efecto de comunicaciones inteligentes, el mayor número por el razonamiento. Podemos hasta decir que, para la mayoría de los que no se preparan por el razonamiento, los fenómenos materiales casi ningún peso tienen. Mientras más extraordinarios son esos fenómenos, mientras más se alejan de las leyes conocidas, mayor oposición encuentran y esto es por una razón muy simple: es que todos somos llevados naturalmente a dudar de una cosa que no tiene sanción racional. Cada uno la considera desde su punto de vista y la explica a su modo: el materialista la atribuye a una causa puramente física o al embuste; el ignorante y el supersticioso a una causa diabólica o sobrenatural, mientras que una explicación previa produce el efecto de destruir las ideas preconcebidas y de mostrar, sino la realidad, por lo menos la posibilidad de la cosa, que, así, es comprendida antes de ser vista. Ahora, desde que se reconoce la posibilidad de un hecho, tres cuartos de la convicción están conseguidas”.

Con relación al que no se convenció por el razonamiento, ni por los hechos, la conclusión a quitar es que aún le cumple sufrir la prueba de la incredulidad. Se debe, por lo tanto, en esos casos, dejar a la Providencia el encargo de le preparará circunstancias más favorables, una vez que no faltan los que anhelan por el recibimiento da Luz, para que se esté  perdiendo el tiempo con los que la repelen.

Sin el razonamiento, los fenómenos no bastan para determinar la convicción

El neófito debe comenzar por la teoría. Según explicación de Kardec1, “Es en la teoría que todos los fenómenos son apreciados, explicados, de modo que el estudiante viene a conocerlos, a comprenderles la posibilidad, a saber en qué condiciones pueden producirse y cuáles los obstáculos que pueden encontrar. Entonces, cualquiera que sea la orden en que se presenten, nada tendrán que sorprenda. Este camino aún ofrece otra ventaja: la de ahorrar una inmensidad de decepciones a aquel que quiera operar por sí mismo. Precavido contra las dificultades, él sabrá mantenerse en guardia y evitar la coyuntura de adquirir la experiencia a su propia costa. Hablamos, pues, por experiencia y, así, también, es por experiencia que decimos el mejor método de enseñanza espírita consiste en dirigirse, a aquel que enseña, antes a la razón que a los ojos. Ese es método que seguimos en nuestras lecciones y por el cual solamente tenemos que felicitarnos. El estudio previo de la teoría muestra inmediatamente la grandeza del objetivo y el alcance de la ciencia.

(...) Sin el razonamiento, los fenómenos no bastan para determinar la convicción. Una explicación previa, poniendo término a las prevenciones y mostrando que los hechos en nada son contrarios a la razón, dispone al individuo a aceptarlos. Tan cierto es esto que, en diez personas completamente novatas en el asunto, que asistan a una sesión de experimentación, aunque de las más satisfactorias en la opinión de los adeptos, nueve saldrán sin estar convencidas y algunas más incrédulas que antes, por no haber las experiencias correspondido a lo que esperaban. Lo inverso se dará con las que puedan comprender los hechos, mediante un anticipado conocimiento teórico. Para estas personas, la teoría constituye un medio de verificación, sin que cosa alguna las sorprenda, ni aún el fracaso, porque saben en que condiciones los fenómenos se producen y que no se les debe pedir lo que no porque saben en que condiciones los fenómenos se producen y que no se les debe pedir lo que no pueden dar. Así, pues, la inteligencia previa de los hechos no sólo las coloca en condiciones de percibir todas las anomalías, sino también de incautar un sin número de particularidades, de matices, a veces muy delicados, que escapan al observador ignorante”.

A quien esté sinceramente dispuesto a aprender el Espiritismo y posteriormente practicarlo, dinamizando así, en su propia intimidad las enseñanzas de Jesús, se aconseja de entrada la lectura de los siguientes libros en el respectivo orden:  “Que es el Espiritismo”, “El Libro de los Espíritus”, “El Libro de los Médiums”, “El Evangelio según el Espiritismo”, “El Cielo y el Infierno”, “La Génesis” y la “Revue Spirite”, todos de Allan Kardec; y enseguida las centenares de obras subsidiarias serias. 

La ética espírita-cristiana no incentiva ni admite proselitismo de arrastre

Sepamos dirigir nuestras atenciones para las criaturas que realmente se muestran receptivas.   No violentemos al incrédulo reticente ni al materialista que se complacen en su ignorancia. La ética espírita-cristiana no admite proselitismo de arrastre... Y si entre las personas refractarias se incluyen nuestros afectos más queridos, dejemos al Padre indicarles, en el debido tiempo, los caminos de la propia evolución, entregándonos incondicionalmente A aquel que garantizó que “no se perdería ninguna de las ovejas que el Padre Le confió”.

He ahí el lúcido consejo de Joanna de Ângelis2

“Olvida las sombras que tiñen de oscuridad tus esperanzas, y la luz que enciendas en el camino de los que te buscan será la lámpara clarificadora para iluminar la ruta de tus propios pies. 

Ama, esforzándote al principio, aunque se demoren en tu paladar afectivo los sabores de muchos desamores que te dilaceran, y constatarás, sonriendo, que la mayor felicidad en el amor pertenece a quien ama.

Como es verdad que hay mucha incomprensión en la Tierra, no menos seguro es que hay mucha aspiración de comprensión entre los Espíritus que avanzan en el trámite para los Rumbos Infinitos.

Déjate, por lo tanto, transformar en arpa de amor tocadas por manos espirituales, y las vibraciones de los acordes esparcidos en la comunidad sufrida en que te sitúas, formarán la bella sinfonía del bien, traductora de Bien Infinito en toda la Tierra.

Jesús, incomprendido en el reducto de los más cariñosos afectos, dilató las expresiones del propio sacrificio, sorbiendo sin protesta o quejas el contenido abundante de la hiel y del vinagre de la mala voluntad, alentando, amando a los compañeros tibios y cantando con ellos la música de la esperanza, para la fijación de la Buena Nueva en el país de los corazones, haciéndose, Él aún, de más augusta ofrenda de Amor a la Humanidad”.        

                                              

 


[1] - KARDEC, Allan. O Livro dos Médiuns. 71. ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 2003, 1ª parte, cap. III, itens 18 e seguintes.

[2] - FRANCO, Divaldo .Lampadário Espírita. 2. ed. Rio [de Janeiro]: FEB, 1971, cap. 60, p. 245.
 
   
 

Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita