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Año 3 135 – 29 de Noviembre del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

Las transformaciones de nuestro tiempo no son
fruto del acaso

 
 
Rápidas y radicales. He ahí los adjetivos con que podemos calificar las transformaciones que vienen ocurriendo en el mundo en los últimos años. En Europa y en varios lugares, los regímenes autoritarios dieron paso a la participación popular por medio del voto. Muy poca sangre fue derramada en base a los cambios tan grandes. Como en un pase de magia, desapareció el pánico que era consecutivo a la hostilidades de las superpotencias y a los riesgos de una hecatombe nuclear.

Evidentemente, muchos conflictos aún persisten y están lejos de acabar. El mundo no está excluido de grandes pruebas y la paz no es una cuestión resuelta en nuestro globo. Pero nadie contesta que el planeta presenta en este inicio de milenio un escenario bien diferente de aquel que, cien años atrás, fomentó a 1ª Guerra Mundial y los conflictos que se siguieron.

La obra Transcomunicación, de Clóvis S. Nunes, lanzada hace casi veinte años por Edicel, nos llevó a pensar que los cambios políticos y sociales ocurridos en la vieja Europa, deflagrados enseguida del derribo del muro de Berlín, coincidirían con un nuevo hervidero de manifestaciones espíritas semejante a la era de las hermanas Fox, cuya consecuencia fue el advenimiento de la Doctrina Espírita. Ney Prieto Peres ya se había referido al hecho en una conferencia realizada en la Universidad Estatal de Londrina el año anterior.

Miles de investigadores, sobre todo en Alemania, se inclinaron entonces sobre el intento de obtención, por medio de instrumentos electrónicos, de las pruebas de la supervivencia del alma y del establecimiento de un intercambio regular entre nosotros y los llamados muertos.

El tiempo pasó y poco se avanzó en las referidas investigaciones.

Debe haber, ciertamente, motivos para eso. Tal vez no haya sonado la hora para que una nueva eclosión de fenómenos espíritas se verifique en el Viejo Mundo, pero que tal hecho ocurrirá no tengamos duda.

Claro que los espíritas brasileños no necesitan de pruebas acerca de la inmortalidad del alma y de la posibilidad de intercambio entre nosotros y el plan espiritual. Es preciso, con todo, convenir que el éxito de la comunicación vía instrumento electrónico, por no poder ser negado por la ciencia materialista, ha de determinar un cambio de rumbos en los currículos escolares y en la visión de las diferentes disciplinas científicas. El alma o Espíritu pasará a ser, entonces, objeto de investigación y no simplemente el producto de una creencia particular y mística, en que se apoyan las religiones dogmáticas.

Obviamente, los cambios rápidos y radicales que ya se verifican en nuestro mundo no pueden ser atribuidos al mero acaso. Se trata de un proyecto más amplio, como algunos Espíritus ya dijeron en las diversas oportunidades en que pudieron ser oídos en las experiencias de transcomunicación instrumental. “Vosotros investigan ahí y nosotros investigamos aquí, siempre con el mismo objetivo”, he ahí como se pueden resumir las informaciones que los inmortales nos transmiten para decir que la vida continúa y no se resume al tímido escenario del globo en que vivimos.



 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita