WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual
Capa desta edição
Edições Anteriores
Adicionar
aos Favoritos
Defina como sua Página Inicial
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Divaldo Franco
Site oficial
Raul Teixeira
Site oficial
Conselho
Espírita
Internacional
Federação
Espírita
Brasileira
Federação
Espírita
do Paraná
Associação de
Magistrados
Espíritas
Associação
Médico-Espírita
do Brasil
Associação de
Psicólogos
Espíritas
Cruzada dos
Militares
Espíritas
Outros
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco
 
Editorial Português Inglês    
Año 3 116 – 19 de Julio del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

Un documento innecesario
e inoportuno
 

 
Años de esfuerzos y cooperación común en pro del movimiento ecuménico y del diálogo adulto que venía siendo desarrollado por las diferentes denominaciones religiosas sufrieron fuerte sacudida con el documento “Dominus Jesús”, en que el Vaticano niega la condición de iglesia de Cristo a la Iglesia Anglicana y a las demás religiones surgidas con la Reforma.

Aunque firmado por el papa Juan Paulo II, se sabe que su texto fue elaborado por el cardenal Joseph Ratzinger, entonces jefe de la Congregación Vaticana por la Doctrina de la Fe, posteriormente elegido papa en la sucesión de Juan Paulo II.

De acuerdo con el documento citado, existe para el Vaticano “una única iglesia de Cristo, que se perpetúa en la Iglesia Católica, gobernada por el sucesor de Pedro (el papa) y los obispos, en comunión con él”. En base de eso, las comunidades eclesiásticas que no conservaron el episcopado válido, o sea, obispos ordenados por otros obispos católicos, ni la sustancia del misterio eucarístico, no serían iglesias propiamente dichas.

Según estudiosos católicos, la preocupación principal de la “Dominus Jesús” fue alertar sobre las posiciones de algunos teólogos, sobre todo de Asia que, en su intento de establecer el diálogo entre Cristianismo y las diferentes religiones, parecen a veces, poner en duda algunos principios fundamentáis de la doctrina cristiana, como la realidad de Cristo, único salvador de la humanidad y el carácter definitivo de la revelación en Jesucristo. Simplificando el tema, tales teólogos llegaron a decir: "todas las religiones son iguales", hecho que perjudicaría la acción misionera de la Iglesia católica, que se presenta como la única realmente autorizada a anunciar a Cristo a todos los pueblos.

El documento papal afectó directamente a la cuestión del ecumenismo, por haberse enfrentado la Iglesia católica con las otras iglesias. Pero lo que más apenó a los evangélicos fue haber aplicado la palabra "Iglesia" sólo a la católica y a la ortodoxa. Las otras serían "comunidades eclesiásticas", una expresión usada por el concilio Vaticano II, que, sin embargo, no definió cuáles eran de hecho, tales "comunidades eclesiásticas".

Aunque admita que las diferentes religiones contienen elementos de religiosidad procedentes de Dios, el texto entiende que ellas no poseen la “eficacia salvadora” de los sacramentos cristianos y muchas de ellas propondrían incluso supersticiones o errores que acabarían haciéndose más un obstáculo para la salvación.

El episodio se suma a una serie de actos innecesarios e inoportunos procedentes de la misma fuente – ya que creó una presión que parecía estar superada entre las diferentes religiones occidentales – y es, además de eso, absolutamente inútil, porque las condiciones de la llamada salvación del ser humano ya fueron definidas con precisión por Jesús y nada tienen que ver con ritos y dogmas establecidos por los que dicen hablar en nombre de él.

Dos pasajes bien conocidos de El Evangelio de Mateo tratan de eso.

La primera, conocida como la Parábola del Juicio Final (cap. 25, versículos 31 y segs.) es absolutamente clara. Y, como si ella no bastara, Mateo registra aún en su Evangelio (cap. 7, versículos 21 y segs.) la célebre advertencia que Jesús hizo en el texto que sigue: “No todo aquel que me dice `Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, pero sí, aquel que practica la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán aquel día: ` ¿Señor, Señor no fue en tu nombre que profetizamos y en tu nombre que expulsamos demonios y  en tu nombre que hicimos muchos milagros?’ Entonces, sin rodeos, yo les diré: `Nunca os conocí. Apartaos de mí, vosotros que practicáis la iniquidad’.”


 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita