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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Português   Inglês
Programa V: Aspecto Científico

Año 2 – 95 – 22 de Febrero del 2009

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 


Afecto que los Espíritus dedican a ciertas personas


Presentamos en esta edición el tema
nº 95 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate 

1. ¿Los Espíritus acostumbran a nutrir afecto por los encarnados?

2. ¿El afecto que un Espíritu siente por alguien puede tener alguna cosa de carnal?

3. ¿Los buenos Espíritus se preocupan con los males que nos alcanzan en la existencia corporal?

4. Delante de un mal que nos haya ocurrido, ¿cuál es la postura de los Benefactores espirituales?

5. De los males que nos puedan alcanzar, ¿cuáles son los que más preocupan a los buenos Espíritus? 

Texto para la lectura 

Los buenos Espíritus simpatizan con las personas de bien

1. Los Espíritus dedican afecto a los encarnados de acuerdo con las afinidades que entre ellos existan. Así, los buenos Espíritus simpatizan con las personas de bien o susceptibles de mejorarse. Los Espíritus inferiores se afinizan con las criaturas viciosas o que pueden volverse así. De ahí se derivan los afectos, que no son nada más que consecuencia de la conformidad de los sentimientos.

2. El ser humano tiene pues, en el Mundo Espiritual, amigos que pueden perfectamente interceder por su felicidad, a fin de asegurarle la estabilidad que necesita para luchar y servir, amar y vencer, a pesar del asedio de los desencarnados que le fueron compañeros en dramas del pasado.

3. Son ellos – esos amigos de lo Más Alto – que despiertan la esperanza y restauran el buen ánimo en los individuos que se ven de cara con las envestidas provenientes del plano espiritual.

4. Los Espíritus Superiores nutren sentimientos elevados para con encarnados y desencarnados. Esas uniones afectivas nada tienen que se asemeje a los afectos carnales. Eso, no obstante, no siempre se da con los Espíritus inferiores.

5. Aunque el verdadero afecto nada tenga de carnal, puede ocurrir que un Espíritu, cuando se apega a una persona, no siempre lo haga por afecto. La estima que esa persona  le inspira puede agregarse también, a una reminiscencia de las pasiones humanas.

Los Benefactores espirituales están felices con nuestra felicidad

6. Los buenos Espíritus se preocupan con nuestros males, del mismo modo que comparten nuestras alegrías. Procurando hacernos todo el bien que les sea posible, es natural que se sientan dichosos con nuestra felicidad y nuestros momentos de alegría.

7. En lo tocante a los males que nos puedan alcanzar, es preciso recordar que ellos se dividen en físicos y morales.

8. Sabiendo que es transitoria la existencia corporal y que las tribulaciones a ella inherentes constituyen medios de alcanzar una situación mejor, los buenos Espíritus se afligen más con los males que tengan origen en causas de orden moral que con nuestros sufrimientos físicos, todos pasajeros.

9. Así, ellos poco se incomodan con las desgracias que alcanzan a nuestras ideas y preocupaciones mundanas, del mismo modo como, además, obramos con relación a las amarguras pueriles de los niños.

10. Viendo en las amarguras de la vida un medio de adelantarnos, ellos las consideran como una crisis ocasional de la que resultará la salvación del enfermo. Compadeciéndose de nuestros sufrimientos, como nos compadecemos de los sufrimientos de un amigo. Mientras tanto, viendo las cosas de un punto de vista más justo, nos aprecian de un modo diverso del nuestro.

Nuestro egoísmo y la dureza de nuestro corazón preocupan a los buenos Espíritus

11. En casos así, los buenos Espíritus procuran levantarnos el ánimo en el interés de nuestro futuro, mientras los Espíritus inferiores, con el objetivo de comprometernos, nos impulsan a la desesperación.

12. A la vista de las enseñanzas espíritas, podemos deducir así las siguientes conclusiones en torno del asunto examinado: 

·       Los buenos Espíritus se afligen cuando nosotros, delante de un mal cualquiera, no sabemos soportarlo con resignación; los inferiores, no obstante, se regocijan con nuestra postura negativa.

·       Los males morales que más preocupan a los Benefactores Espirituales son nuestro egoísmo y la dureza de nuestros corazones, como enseña el Espiritismo, deriva todo lo demás. Nuestros adversarios desencarnados y los malos Espíritus, sin embargo, adoran tal comportamiento.

·       Los buenos Espíritus se ríen de todos los males imaginarios que nacen de nuestro orgullo y de nuestra ambición. Los inferiores, con todo, se valen de ellos para, si fuera posible, hundirse más aun en el foso de la amargura.

·       Los Benefactores Espirituales se regocijan con los males y los sufrimientos que redundan en la abreviación del tiempo de nuestras pruebas. Los infelices no gustan de eso y buscan, cuando la ocasión se presente, obtener exactamente el resultado contrario.

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. ¿Los Espíritus acostumbran a nutrir afecto por los encarnados?

R.: Sí. Los Espíritus dedican afecto por los encarnados de acuerdo con las afinidades que entre ellos existan. Los buenos Espíritus simpatizan con las personas de bien o susceptibles de mejorarse. Los Espíritus inferiores se afinizan con las criaturas viciosas o que pueden volverse así. De eso se derivan los afectos, que no son nada más que consecuencias de la conformidad de los sentimientos.

2. ¿El afecto que un Espíritu siente por alguien puede tener alguna cosa de carnal?

R.: Depende. Aunque el verdadero afecto nada tenga de carnal, puede ocurrir que un Espíritu, cuando se apega a una persona, no siempre lo haga sólo por afecto. La estima que esa persona le inspira puede agregarse, también, a una reminiscencia de las pasiones humanas.

3. ¿Los buenos Espíritus se preocupan con los males que nos alcanzan en la existencia corporal?

R.: Sí. Los buenos Espíritus se preocupan con nuestros males, del mismo modo que comparten nuestras alegrías.

4. Delante de un mal que nos haya ocurrido, ¿cuál es la postura de los Benefactores espirituales?

R.: Viendo en las amarguras de la vida un medio de adelantarnos, ellos las consideran como una crisis ocasional de lo que resultará la salvación del enfermo.  Se compadecen de nuestros sufrimientos, como nosotros nos compadecemos de los sufrimientos de un amigo, pero nos aprecian  de un modo diverso del nuestro. En casos así, procuran levantarnos el ánimo en el interés de nuestro futuro, en cuanto los Espíritus inferiores, con el objetivo de comprometernos, nos impulsan a la desesperación.

5. De los males que nos puedan alcanzar, ¿cuáles son los que más preocupan a los buenos Espíritus?

R.: Ellos se afligen más con los males que tengan origen en causas de orden moral que con nuestros sufrimientos físicos, que son, como sabemos, pasajeros.
 

Bibliografia:

O Livro dos Espíritos, de Allan Kardec, questões 484 a 487. 

O Pensamento de Emmanuel, de Martins Peralva, p. 150. ?
 

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita