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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Português   Inglês
Programa IV: Aspecto Filosófico

Año 2 - N° 83 - 23 de Noviembre del 2008

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 


Justificaciones del olvido
del pasado


Presentamos en esta edición el tema
nº 83 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate 

1. Si el hombre vivió antes, ¿por qué no se acuerda de sus existencias anteriores?

2. Si no se acuerda de las existencias pasadas, ¿cómo puede aprovechar la experiencia adquirida en ellas?

3. Si no recuerda lo que hizo o lo que aprendió en el pasado, ¿cada existencia no sería para él como si fuese la primera? ¿No estaría él, de ese modo, siempre recomenzando?

4. ¿La reminiscencia de las existencias anteriores perturbaría o mejoraría las relaciones sociales?

5. ¿Existen razones de orden científico para que el Espíritu, al reencarnarse, olvide su pasado?

Texto para la lectura 

Nuestras tendencias instintivas son una reminiscencia del pasado

1. El olvido del pasado, que es considerado la más seria objeción opuesta a la ley de la reencarnación, dan ocasión a sus antagonistas de proponer indagaciones como estas: 

·                 Si el hombre vivió antes, ¿por qué no se acuerda de sus existencias anteriores?

·                 Si no se acuerda de las existencias pasadas, ¿cómo puede aprovechar la experiencia adquirida en ellas?

·                 Si no recuerda lo que hizo o lo que aprendió en el pasado, ¿cada existencia no sería para él como si fuese la primera? ¿No estaría él, de ese modo siempre recomenzando? 

2. Allan Kardec nos da en “El Libro de los Espíritus”, en un lenguaje claro y concluyente, una explicación lógica y una respuesta convincente a las referidas indagaciones.

3. No tenemos durante la existencia corpórea, reconoce Kardec, recuerdo exacto de lo que fuimos y de lo que hicimos en las anteriores existencias, pero poseemos de eso intuición, siendo nuestras tendencias instintivas un recuerdo del pasado. Si no fuese por nuestra conciencia y la voluntad que experimentamos de no reincidir en las faltas ya cometidas, sería difícil resistir a tales inclinaciones.

4. La actitud para esa o aquella profesión, la mayor o menor facilidad en esa o en aquella disciplina, las inclinaciones interiores – he ahí elementos que no tendrían justificación si no existiese la reencarnación. En efecto, si el alma fuese realmente creada junto con el cuerpo del niño, las personas deberían revelar igual talento e idénticas predilecciones, pero no es eso lo que vemos. Los que tienen hijos saben muy bien cuan diferentes son ellos, siendo criados en el mismo ambiente y recibiendo los mismos estímulos.

El olvido del pasado prueba la bondad del Creador

5. En el olvido de las existencias anteriores, sobre todo cuando fueron amargas, hay efectivamente algo de providencial y que demuestra la bondad y la sabiduría del Creador. Tal como se da con los sentenciados a largas penas, todos nosotros deseamos apagar de la memoria los delitos cometidos y felices quedamos cuando la sociedad no los conoce o los relega al olvido.

6. La razón de ese deseo es fácil de explicar. Frecuentemente – enseña el Espiritismo – renacemos en el mismo medio en que ya vivimos y establecemos de nuevo relaciones con las mismas personas, a fin de reparar el mal que le hayamos hecho. Si reconociésemos en ellas criaturas a quien odiamos, tal vez el odio despertarse otra vez en nuestro interior, y aunque eso no ocurriese, nos sentiríamos humillados en la presencia de aquellos a quien hubiésemos perjudicado u ofendido.

7. Es preciso tener en cuenta aun otro aspecto: el olvido del pasado ocurre sólo durante la existencia corpórea. Volviendo a la vida espiritual, incluso que no recobremos de inmediato el recuerdo de las existencias pasadas, readquirimos informaciones suficientes que nos sitúen delante de las personas de nuestro círculo. No existe, por tanto, olvido, sino tan solamente una interrupción temporal de nuestros recuerdos. Libres de la reminiscencia de un pasado ciertamente importuno, podemos vivir con más libertad, como si diésemos inicio a una nueva historia.

8. Supongamos aun que, en nuestras relaciones, en nuestra familia incluso, se encuentre un individuo que nos dio, en el pasado, motivos reales de queja, que tal vez nos haya arruinado o deshonrado, y que, arrepentido, se reencarnó en nuestro medio, a fin de reparar sus faltas. Si nosotros y él recordásemos las peripecias del pasado, quedaríamos en la más embarazosa posición, que en nada contribuiría para la renovación de las actitudes.

9. Basta ese orden de razonamientos para que entendamos que la reminiscencia de las existencias anteriores perturbaría las relaciones sociales y constituiría un tropiezo real a la marcha del progreso.

Hay razones de orden científico que explican el olvido del pasado

10. León Denis y Gabriel Delanne nos dan las razones de orden científico por las cuales los recuerdos del pasado no pueden ocurrir al darse la nueva encarnación del Espíritu.

11. Según Denis, en consecuencia de la disminución de su estado vibratorio, el Espíritu cada vez que toma posesión de un cuerpo nuevo, de un cerebro virgen, se halla en la imposibilidad de expresar los recuerdos acumulados en sus vidas precedentes.

12. Delanne esclarece que el periespíritu toma, al encarnar, un movimiento vibratorio bastante débil para que el mínimo de intensidad necesario a la renovación de sus recuerdos pueda ser alcanzado.

13. Podemos pues, concluir en pocas líneas: 

·                 El olvidó del pasado y, por consiguiente, de las faltas cometidas no les atenúa las consecuencias.

·                 El conocimiento de ellos, sería sin embargo, un fardo insoportable y una causa de desánimo para muchas personas.

·                 Si el recuerdo del pasado fuese general, eso concurriría para la perpetuación de los resentimientos y de los odios.

·                 La existencia terrestre es, algunas veces, difícil de soportar, y lo sería aun más si, al cortejo de nuestros males actuales, añadiésemos la memoria de los sufrimientos y de los errores pasados.

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. Si el hombre vivió antes, ¿por qué no se acuerda de sus existencias anteriores?

R.: El olvido del pasado se da gracias a la bondad y a la sabiduría del Creador. Tal como ocurre con los sentenciados a largas penas, todos nosotros deseamos apagar de la memoria los delitos cometidos y felices quedamos cuando la sociedad no los conoce o los relega al olvido. Como frecuentemente renacemos en el mismo medio en que ya vivimos y establecemos de nuevo relaciones con las mismas personas, apagar momentáneamente el recuerdo de nuestros actos concurre de manera extraordinaria para el establecimiento de nuevas relaciones con las referidas personas, hecho que sería muy difícil en base del recuerdo vivo de hechos desagradables habidos en el pasado.

2. Si no se acuerda de las existencias pasadas, ¿cómo puede aprovechar la experiencia adquirida en ellas?

R.: Si no tenemos durante la existencia corpórea recuerdo de lo que fuimos y de lo que hicimos en las anteriores existencias, poseemos de eso la intuición, siendo nuestras tendencias instintivas un recuerdo del pasado. La aptitud para esa o aquella profesión, la mayor o menor facilidad en esa o en aquella disciplina, las inclinaciones interiores – he ahí los elementos que no tendrían justificación si no existiese la reencarnación.

3. Si no recuerda lo que hizo o lo que aprendió en el pasado, ¿cada existencia no sería para él como si fuese la primera? ¿No estaría él, de ese modo, siempre recomenzando?

R.: Aparentemente sí, pero el conocimiento acumulado, las experiencias vividas, el aprendizaje realizado en el pasado nos dan una base a partir de la cual las aptitudes y el talento se manifiestan. Los padres saben muy bien cuan diferentes son sus hijos, mientras son criados en el mismo ambiente y recibiendo los mismos estímulos. En cuanto unos avanzan en el estudio y muchas veces superan a los propios profesores, están los que presentan dificultades enormes en el aprendizaje, lo que demuestra que traen bagajes diferentes, tanto en el campo intelectual como en el campo moral.

4. ¿El recuerdo de las existencias anteriores perturbaría o mejoraría las relaciones sociales?

R.: Si en nuestras relaciones, e incluso en nuestra familia, hubiera un individuo que nos dio, en el pasado motivos reales de queja, que tal vez nos haya arruinado o deshonrado, y que, arrepentido, se reencarnó en nuestro medio, a fin de reparar sus faltas, es evidente que el recuerdo del pasado en nada contribuiría para la renovación de nuestras actitudes. Igual razonamiento se aplica en la situación opuesta, cuando nosotros, por hipótesis, hayamos sido el verdugo de nuestros propios familiares. Basta esa orden de razonamientos para entender que el recuerdo de las existencias anteriores perturbaría las relaciones sociales y constituiría un tropiezo real a la marcha del progreso.

5. ¿Existen razones de orden científico para que el Espíritu, al reencarnarse, olvide su pasado?

R.: Sí. León Denis y Gabriel Delanne hablan de eso en sus obras. Según Denis, en consecuencia de la disminución de su estado vibratorio, el Espíritu, cada vez que toma posesión de un cuerpo nuevo, de un cerebro virgen, se encuentra en la imposibilidad de expresar los recuerdos acumulados en sus vidas precedentes. Delanne esclarece que el periespíritu toma, al encarnar, un movimiento vibratorio bastante débil para que al mínimo de intensidad necesaria a la renovación de sus recuerdos pueda ser alcanzado. He ahí factores que constituyen un impedimento real a que el recuerdo de las existencias pasadas se haga posible.
 

Bibliografia: 

O Livro dos Espíritos, de Allan Kardec, questões 392 a 394.

O Evangelho segundo o Espiritismo, de Allan Kardec, capítulo V, item 11.

O que é o Espiritismo, de Allan Kardec, pp. 114, 116 e 117.

A Reencarnação, de Gabriel Delanne, págs. 305 e 306.

A Evolução Anímica, de Gabriel Delanne, pág. 175.

Depois da Morte, de Léon Denis, págs. 145 e 146. 

O Problema do Ser, do Destino e da Dor, de Léon Denis, pág. 182.

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita