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Año 2 – Nº 78 19 de Octubre del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

Las religiones dogmáticas en base de los tiempos nuevos 

 
No hace mucho tiempo, impresionó a todos nosotros de Brasil el cuadro revelado por la revista Veja respecto a la decadencia del pensamiento y de la práctica religiosa en Europa. “Los europeos son ahora una de las poblaciones menos religiosas del mundo”, dice a la revista el reverendo anglicano Timothy Bradsshaw, profesor de teología en la Universidad de Oxford.

Los números contenidos en el reportaje son, de hecho, sorprendentes, porque muestran que las iglesias están vacías, tanto en el seno del catolicismo como en los templos protestantes, como se da con la Catedral de Canterbury, que quedan las moscas hasta en las mañanas de domingo, el día más movido en cualquier templo cristiano.

El cuadro preocupa a las autoridades religiosas, que no encuentran, por más que lo intenten, una explicación única para la falta de interés del europeo por las religiones tradiciones.

De entre los especialistas están los que entienden que parte de ese desinterés esté en la tradición racionalista del continente. Otros citan el consumismo exagerado y la estabilidad del Viejo Continente como los factores determinantes.

El patrón de vida elevado y menos susceptible a cuestiones que atormentan a otros continentes, como la violencia, la miseria o las tensiones raciales, concurrirían para que el europeo deje de ir a los cultos, y ese hábito acaba siendo incorporado por los hijos.

Es bien probable que las razones de la incapacidad de las religiones tradicionales en Europa sean la suma de todos los factores citados, pero la raíz principal del problema se localiza, sin ninguna duda, en la falta de sintonía que existe entre las religiones dogmáticas y los nuevos tiempos, que no admiten la fe ciega, como Kardec ya advirtió en el siglo 19 al proponer un nuevo tipo de fe capaz de encarar la razón cara a cara, sin miedo de la ciencia y de los avances tecnológicos, porque nada podrá inquietarla.

Sobre el asunto, escribió el Codificador del Espiritismo: “La resistencia del incrédulo, debemos convenir, muchas veces proviene menos de el que de la manera en que presentan las cosas. La fe necesita de una base, base que es la inteligencia perfecta de aquello en que se debe creer. Y, para creer, no basta ver; es preciso, sobre todo, comprender. La fe ciega ya no es de este siglo, tanto es así que precisamente el dogma de fe ciega es el que produce hoy el mayor número de los incrédulos, porque ella pretende imponerse, exigiendo la abdicación de una de las más preciosas prerrogativas del hombre: el razonamiento y el libre albedrío” (El Evangelio Según el Espiritismo, cap. XIX).

Fue entonces, enseguida a tales palabras, que Kardec acuñó la frase que dice bien sobre lo que nosotros, espíritas pensamos sobre el importante tema: “Fe inquebrantable sólo es la que puede encarar de frente la razón, en todas las épocas de la Humanidad”.
 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita