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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Portuguese   Inglês
Programa IV: Aspecto Filosófico

Año 2 – Nº 77 12 de Octubre del 2008

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 


Las penas eternas en
la visión espírita
 

 
Presentamos en esta edición el tema
nº 77 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate 

1. ¿La Doctrina de las penas eternas, constante de la teología católica, es admitida por el Espiritismo?

2. ¿Cuál es la principal crítica que podemos hacer, con base en las lecciones de Jesús, a la doctrina de las penas eternas?

3. ¿De qué orden de ideas surgió la doctrina de la eternidad de las penas consustanciadas en la teología católica?

4. ¿Cuál es la causa de la infelicidad que acomete a gran parte de los seres humanos?

5. ¿Hay en el Universo lugares reservados para el infierno?

Texto para la lectura 

Las penas eternas desmentirían la bondad de Dios

1. Las tradiciones de los diferentes pueblos registran la creencia, muchas veces intuitiva, de castigos para los malos y recompensa para los buenos, en la vida más allá de la tumba. En efecto, delante de la inmortalidad del alma, la razón y el sentimiento de justicia nos llevan a comprender que debe ser dado un tratamiento diferenciado a los hombres por la Justicia Divina, de conformidad con la naturaleza de las obras que ejecutarán en el mundo.

2. La tesis de la eternidad de las penas reservadas a aquellos que infringen las leyes del bien y del amor, tanto como la existencia del infierno, no resisten, con todo, un análisis objetivo. El razonamiento lógico nos conduce a la siguiente proposición: Si el Espíritu sufre en función del mal que practicó, su felicidad debe ser proporcional a la falta cometida.

3. Cabe considerar también que la condenación perpetua no se concilian con la idea cristiana de la sublimidad de la justicia y de la misericordia divina. Jesús dio testimonio de la Bondad y del Amor de Dios, al afirmar que el Padre celeste no quiere que perezca uno sólo de sus hijos.

4. La razón nos lleva a la consideración de que Jesús es, como enseña el Espiritismo, un ser infinito en sus perfecciones, pues es filosóficamente imposible concebir al Creador de otra manera, ya que, si Él no presentase infinita perfección, podríamos concebir a otro ser que le fuese superior. Siendo, por tanto, infinitamente sabio, justo y misericordioso, no podemos creer que haya Él creado personas para ser eternamente desgraciadas en virtud de una falta o de un error pasajero, derivado evidentemente de la propia imperfección del hombre.

Jesús reveló que Dios es un Padre misericordioso

5. La doctrina de las penas eternas consustanciada en la teología católica surgió de las ideas primitivas que concibieron la existencia de un Creador irritable y malhumorado – un Dios enfurecido y vengativo, a quien el hombre atribuye características puramente humanas.

6. El fuego eterno es una figura que el hombre utiliza para materializar la idea del infierno, de modo a resaltar la crueldad de la pena, en el supuesto de que el fuego es el suplicio más atroz y que produce el tormento más efectivo. Esas ideas sirvieron, en cierto periodo de la historia de la Humanidad, para controlar las pasiones de criaturas aun imperfectas, pero  no sirven al hombre de la actualidad, que en ellas no consigue vislumbrar un sentido lógico.

7. Jesús se valió de las figuras del infierno y del fuego eterno para ponerse al alcance de la comprensión de los hombres de su época. Las imágenes fuertes que utilizó eran entonces, necesarias para impresionar la imaginación de individuos que poco entendían de las cosas del Espíritu y cuya realidad estaba más próxima de la materia y de los fenómenos que les impresionaban los sentidos físicos. Pero fue Jesús también quien, en otras oportunidades, enfatizó la idea de que Dios es Padre misericordioso y bueno y que, de las ovejas que el Padre le confió, ninguna se perdería.

8. La Justicia Divina enseña el Espiritismo, a manifestarse en la vida de los seres no para imponer castigos, si no con el objetivo mayor de redirigir a la persona para el bien. Dios creó a los Espíritus para que progresen continuamente en conocimiento y amor. Esa evolución se produce a través de numerosas experiencias en el plano físico y en el plano espiritual, y el dolor es el estímulo de que la Providencia se vale para despertar a los que sólo conocen tal lenguaje, con vistas a impulsar el progreso.

No hay en el Universo lugares reservados para el infierno

9. La infelicidad es, por tanto, la consecuencia natural de la imperfección del Espíritu y existen en virtud de sus necesidades evolutivas. El sufrimiento no es eterno, porque el mal tampoco  lo es. A la medida en que la criatura progrese en amor y sabiduría, el sufrimiento se atenúa, y un día vendrá en que la conciencia más denigrada experimentará, en su interior, la luz radiante de la alborada del amor de Jesús.

10. Felicidad e infelicidad son, de ese modo, proporcionales a las realizaciones y conquistas efectivas registradas por la criatura humana en sus experiencias evolutivas. La conciencia armonizada con la Voluntad Divina refleja el Amor Sublime y busca el bien; la paz interior y la felicidad en su plenitud son meras derivaciones de eso.

11. El hombre en desequilibrio interior, al volverse para el mal, incurre en los mecanismos de la Justicia Divina que, por medio del dolor o del sufrimiento, lo estimula al reajuste y a la reparación de sus errores. Del hombre depende pues, la duración de su sufrimiento. Cuanto más pronto utilice su libre albedrío para progresar, más pronto se liberará del yugo del dolor.

12. En el Universo no hay lugares reservados para el infierno, pues el dolor, independientemente del lugar en que se manifieste, opera la renovación del hombre. Hay, sin embargo, lugares de penitencia en el plano invisible, en que el sufrimiento se presenta bajo diversas formas e intensidad. Pero esos lugares no se asemejan al infierno en su tradicional acepción, ya que se constituyen en agrupaciones provisionales, que se extinguirán con la evolución de los seres que los frecuentan. 

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. La Doctrina de las penas eternas, constante de la teología, ¿es admitida por el Espiritismo?

R.: No. La tesis de la eternidad de las penas reservadas a aquellos que infringen las leyes del bien y del amor, tanto como la existencia del infierno, no residen a un análisis objetivo. La razón lógica nos conduce a la siguiente proposición: Si el Espíritu sufre en función del mal que practicó, su infelicidad deber ser proporcional a la falta cometida.

2. ¿Cuál es la principal crítica que podemos hacer, con base en las lecciones de Jesús, a la doctrina de las penas eternas?

R.: La principal objeción a la doctrina de las penas eternas se fundamenta en el hecho de que Jesús enfatizó la idea de que Dios es Padre misericordioso y bueno y que, de las ovejas que el Padre le confió, ninguna se perdería. Al dar su testimonio inequívoco de la Bondad y del Amor de Dios, Jesús decía que el Padre celeste no quiere que perezca uno sólo de sus hijos. La condenación perpetua no se concilia pues, con la idea cristiana de la sublimidad de la justicia y de la misericordia divina. 

3. ¿De que orden de ideas surgió la doctrina de la eternidad de las penas consustanciadas en la teología católica?

R.: La doctrina de las penas eternas surgió de las ideas primitivas que concibieron la existencia de un Creador irritable y malhumorado – un Dios enfurecido y vengativo, a quien el hombre atribuyó características puramente humanas.

4. ¿Cuál es la causa de la infelicidad que acomete gran parte de los seres humanos?

R.: La infelicidad es la consecuencia natural de la imperfección del Espíritu y existe en virtud de sus necesidades evolutivas. El sufrimiento no es eterno, porque el mal tampoco lo es. A la medida que la criatura progresa en amor y sabiduría, el sufrimiento se atenúa, y un día vendrá en que la conciencia más denigrada experimentará, en su interior, la luz radiante de la alborada del amor de Jesús.

5. ¿Hay en el Universo lugares reservados para el infierno?

R.: No. En el Universo no hay lugares reservados para el infierno pues, el dolor, independientemente del lugar en que se manifieste, opera la renovación del hombre. Hay, sí, lugares de penitencia en el plano invisible, en que el sufrimiento se presenta bajo diversas formas e intensidad. Pero esos lugares no se asemejan al infierno en su tradicional acepción, ya que se constituyen en agrupaciones transitorias, que se extinguirán con la evolución de los seres que los frecuentan. 

Bibliografia:

O Céu e o Inferno,  de Allan Kardec, Parte 1, itens 2, 7, 10, 21 e 33.

O Evangelho segundo Mateus, 5:44-48 e 18:14.  

O Evangelho segundo João, 6:39 e 10:16.

O Consolador, de Emmanuel, psicografado por Chico Xavier, questão 244.

 

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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita