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Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita Portuguese   Inglês
Programa IV: Aspecto Filosófico

Año 2 - N° 74 - 21 de Septiembre de 2008

THIAGO BERNARDES
thiago_imortal@yahoo.com.br

Curitiba, Paraná (Brasil)  
Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 


Elección de las pruebas

 
Presentamos en esta edición el tema
nº 74 del Estudio Sistematizado de la Doctrina Espirita, que está siendo presentado aquí semanalmente, de acuerdo con el programa elaborado por la Federación Espirita Brasileña, estructurado en seis módulos  y 147 temas.

Si el lector utiliza este programa para el estudio en grupo, sugerimos que las cuestiones propuestas sean debatidas libremente antes de la lectura del texto que a ellas sigue.

Si es destinado solamente para uso por parte del lector, pedimos que el interesado intente inicialmente responder las cuestiones y solo después lea el texto referido. Las respuestas correspondientes a las cuestiones presentadas se encuentran al final del texto abajo.

Cuestiones para debate 

1. Pudiendo elegir una prueba más suave, ¿por qué muchos Espíritus optan por pruebas penosas y difíciles?

2. ¿El modo de apreciar la vida terrena se modifica con nuestra desencarnación?

3. ¿Qué lleva a un Espíritu a elegir una existencia terrena más ardua y difícil?

4. ¿Hay ejemplos de opciones semejantes hechas por los encarnados?

5. ¿Algún cuidado específico adoptan los Espíritus antes de hacer la elección de las pruebas? 

Texto para la lectura 

El Espíritu puede elegir una prueba muy ruda

1. Bajo la influencia de las ideas carnales, el hombre, en la Tierra, sólo ve de las pruebas el lado penoso. He ahí la razón de porqué le parece natural que sean elegidas las pruebas que, de su punto de vista, pueden coexistir con los gozos materiales.

2. En la vida espiritual, sin embargo, compara esos gozos fugaces y groseros con la inalterable felicidad que le es dada entrever, y desde luego ninguna impresión más le causan los sufrimientos pasajeros terrenos.

3. Así, pues, el Espíritu puede elegir una prueba mucho más ruda y, consiguientemente, una angustiada existencia, en la esperanza de alcanzar deprisa un estado mejor, como el enfermo decide muchas  veces el medicamento más desagradable para curarse de pronto.

4. Aquel que intenta unir su nombre al descubrimiento de un país desconocido no busca trillar un camino florido. Conoce los peligros a que se arriesga, pero también sabe que lo espera la gloria, si logra buen éxito.

5. La doctrina de la libertad que tenemos de elegir nuestras existencias y las pruebas que debemos sufrir deja de parecer singular, desde que se entienda que los Espíritus, una vez desprendido de la materia, aprecian las cosas de modo diverso de nuestra manera de apreciarlas. Divisan la meta, que es bien diferente para ellos de los gozos fugitivos del mundo.

La existencia terrena es mera copia de la vida espiritual

6. Después de cada existencia, viene el paso que dieron y comprenden lo que aun les falta en pureza para alcanzar la meta. De ahí se somete voluntariamente a todas las vicisitudes de la vida corpórea, solicitando las que puedan hacer que la alcancen más rápidamente.

7. No hay pues, motivo de espanto en el hecho de que el Espíritu no prefiera una existencia más suave. No le es posible, en el estado de imperfección en que se encuentra, gozar de una vida libre de amarguras. Él sabe de eso y, precisamente para llegar a disfrutarla, es que trata de mejorarse.

8. ¿No vemos, además, todos los días ejemplos de tales elecciones? ¿Qué hace al hombre que pasa una parte de su vida trabajando sin tregua ni descanso, para reunir haberes que le aseguren el bien estar en la vejez? El militar que se ofrece para una peligrosa misión, el navegante que afronta no menos peligros, por amor a la ciencia o en su propio interés, ¿qué es lo que hace, sino sujetarse a pruebas voluntarias de las que le vendrán honras y provecho, si en ellas no sucumbiera?

9. ¿A qué sacrificios no se somete o se expone el hombre movido por intereses diversos? ¿Y los concursos? ¿No son ellos también pruebas voluntarias a que las personas se sujetan con vista a avanzar en la carrera elegida? Nadie carga cualquier posición en las ciencias, en las artes, en la industria, sino pasando por la serie de posiciones inferiores, que constituyen igualmente otras tantas pruebas.

10. La existencia terrena es, pues, una copia de la vida espiritual. En ella se nos depara en un punto pequeño todas las peripecias de la otra. Ahora, si en la existencia terrena muchas veces escogemos duras pruebas, buscando una posición más elevada, ¿por qué no habría el Espíritu – que observa mucho más lejos – de elegir una existencia ardua y laboriosa, desde que eso lo conduzca a la felicidad eterna?

El encarnado es cual viajante en la falda de la montaña

11. Los que dicen preferir haber nacido príncipes o millonarios, se asemejan a los miopes, que apenas ven aquello que pueden tocar. Son como el viajante que atraviesa un profundo valle sombrío por espesa bruma. Él no logra abarcar con la vista la extensión del camino por donde va, ni sus puntos extremos. Llegando, no obstante, a la cumbre de la montaña, abarcando con la mirada cuanto recorrió del camino y cuanto aun le resta por recorrer. Divisa el término, ve los obstáculos que debe trasponer y combina entonces los medios más seguros de alcanzarlo.

12. El Espíritu encarnado es cual viajante en la base de la montaña. Desenredado de los hilos corpóreos, su visión todo domina, como aquel que subió a la cumbre de la montaña. Para el viajante, en el término de su jornada está el reposo después de la fatiga; para el Espíritu, está la felicidad suprema, después de las tribulaciones y las pruebas.

13. Dicen los Espíritus que, en la erraticidad, ellos se aplican a investigar, estudiar, observar, para hacer su elección. ¿No se ofrece, en la vida corpórea, un ejemplo de ese hecho? ¿No llevamos, frecuentemente, años procurando la carrera por la cual al final nos decidimos, seguros de ser la más apropiada para facilitar el camino de la vida?

14. Si en un intento nuestro se malogra, recurrimos a otra. Cada una de las que abrazamos representa una fase, un periodo de la vida. ¿No nos ocupamos cada día en meditar qué haremos al día siguiente? Ahora, ¿qué son para el Espíritu las diversas existencias corporales, si no fases, periodos, días de su vida de Espíritu? Y fases – entendamos bien – transitorias, pasajeras, por cuanto la vida espiritual es la que es la vida normal, porque a fin de cuentas, somos Espíritus y no un motón de huesos y músculos.

Respuestas a las cuestiones propuestas 

1. Pudiendo elegir una prueba más suave, ¿por qué muchos Espíritus optan por pruebas penosas y difíciles?

R.: Bajo la influencia de las ideas carnales, el hombre sólo ve de las pruebas el lado penoso. He ahí la razón de porqué le parece natural sean elegidas las pruebas que, de su punto de vista, pueden coexistir con los gozos materiales. En la vida espiritual, sin embargo, él compara esos gozos fugaces y groseros con la inalterable felicidad que le es dado entrever, y desde luego ninguna impresión ruda y, consecuentemente, una angustiada existencia, en la esperanza de alcanzar deprisa un estado mejor, como el enfermo elige muchas veces el medicamento más desagradable para curarse de pronto.

2. ¿El modo de apreciar la vida terrena se modifica con nuestra desencarnación?

R.: Sí. Los Espíritus, una vez desprendidos de la materia, aprecian las cosas de modo diverso de nuestra manera de apreciarlas, ya que divisan la meta a alcanzar, que bien diferente es para ellos de los gozos transitorios del mundo.

3. ¿Qué lleva a un Espíritu a elegir una existencia terrena más ardua y difícil?

R.: Como no le es posible, en el estado de imperfección en que se encuentra, disfrutar de una vida vacía de amarguras, él trata de mejorarse, con el propósito de poder un día disfrutar una condición más suave. He ahí el porqué acepta, entonces, las pruebas que le permitan alcanzar tal objetivo.

4. ¿Hay ejemplos de opciones semejantes hechas por los encarnados?

R.: Sí. El hombre que pasa una parte de su vida trabajando sin tregua ni descanso, para reunir haberes que le aseguren el bien estar en la vejez; el militar que se ofrece para una peligrosa misión; el navegante que afronta no menores peligros, por amor a la ciencia o en su propio interés – he ahí ejemplos de personas que se someten a sacrificios para poder progresar en el camino de la vida.

5. ¿Algún cuidado específico adoptan los Espíritus antes de hacer la elección de las pruebas?

R.: Sí. Dicen los Espíritus que, en la erraticidad, ellos se aplican a investigar, estudiar, observar, para hacer la elección de las pruebas que deban soportar en la existencia corpórea.
 

Bibliografia:

El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, itens 258, 259 e 266.

Los Mensajeros,  de André Luiz, obra psicografada por Chico Xavier, pp. 41 a 71. 

 

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Revista Semanal de Divulgación Espirita