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Año 2 – Nº 73 14 de Septiembre del 2008


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

La delincuencia, el crimen
y sus causas 

 

 
Hablando a una gran  publicación brasileña sobre un tema en que es especialista – la criminalidad -, el sociólogo americano John Laub, presidente de la Sociedad Americana de Criminología, afirma que son varias las teorías que intentan explicar porqué los criminales desisten del crimen.

Uno de los factores de cambio, explica Laub, es el casamiento con alguien al que el individuo se sienta fuertemente unido. Otros factores serían la identificación con el trabajo, la educación y la religión. Pero el factor más importante es el casamiento, del que, según él, resultan diversas consecuencias positivas, y no sólo para el crimen.

Asevera Laub que la delincuencia no se encuentra concentrada en las familias pobres. Ella es encontrada en todas las clases sociales. Adolescentes ricos y pobres se envuelven en crímenes, especialmente los menos graves, como el uso de drogas.

Tiene razón el especialista americano, que podría hasta haber dicho que los grandes asaltos contra los cofres públicos han sido practicados por personas que pasaron por la facultad y nada tienen que ver con la pobreza o con las privaciones económicas. Lo que senadores, diputados, gobernantes, prefectos y hasta magistrados han hecho en nuestro país, en ese tema titulado corrupción, supera en mucho lo que los secuestradores y los asaltantes de bancos almacenaron por aquí en toda nuestra historia.

La razón de porqué la delincuencia no es condición de los pobres es explicada con claridad por la Doctrina Espírita.

Los Espíritus reencarnan en los más diferentes lugares y situaciones, en el interés de su ascensión en la escala evolutiva. Pobreza y riqueza no constituyen castigo ni privilegio. Son pruebas, cuya finalidad es experimentar al individuo de maneras diferentes, de acuerdo con sus necesidades evolutivas.

La riqueza y el poder, tanto en cuanto a las dificultades y la penuria, son pruebas muy difíciles, porque en cuanto la penuria provoca las quejas contra la Providencia, la riqueza incita a todos los excesos, y es, por eso, en una perspectiva espiritual, prueba más peligrosa de lo que la propia miseria. (CF. El Libro de los Espíritus, pregunta 814, 815 y 925.)

Lo que pocos saben es que las pruebas que soportamos en la vida corpórea forman parte de la llamada programación reencarnatoria, tema que Kardec desmenuza con la claridad habitual en el ítem 872 de la misma obra.

La delincuencia, en uno u otro caso, deriva de las cualidades del individuo. Si fuera un Espíritu fuerte y consciente de su deber, sabrá resistir a todas las inclinaciones e influencias negativas que recibiera; en caso contrario, podrá sucumbir, lo que explica porque no todos los que viven en un medio violento y miserable buscan el camino de la criminalidad.
 
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita