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Año 2 – Nº 68 10 de Agosto del 2008

JOSÉ PASSINI
passinijose@yahoo.com.br
Juiz de Fora, Minas Gerais (Brasil)          
     

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org 

 

El Sudario, ¿hay posibilidad de que sea auténtico?


El Sudario de Turín o el Santo Sudario es una pieza de lino que mide 4,36 m por 1,10 m, que se encuentra bajo la custodia de la Iglesia Católica Romana, en Turín. Ha sido objeto de adoración por creyentes y de estudio por científicos, estos divididos entre unos pocos que lo consideran una falsificación, y muchos – inclusive agnósticos - que aprueban su autenticidad. La autenticidad asegurada por muchos no incluye la afirmación de que sea realmente la pieza de paño que estuvo en contacto con el cuerpo de Jesús. Apenas declaran estar convencidos de que no se trata de una falsificación, de un paño pintado en la Edad Media, como tantos otros lo fueron, adquiriendo la condición de reliquias religiosas y pasando a ser adorados por fieles.

El Sudario comenzó a ganar notoriedad a partir del siglo XIV, precisamente en el año 1357, cuando fue expuesto por Joanna de Vergy, esposa del dueño de la pieza. Más tarde, pasó a pertenecer a la familia Saboya, habiendo sido hace poco tiempo, donado a la Iglesia Católica.

Un test con el carbono-14 niega que el Sudario sea un tejido del primer siglo de la Era Cristiano. Algunos científicos presentan, contra la vanidad de ese test, dos argumentos fuertes: el hecho de haber sido la pieza de lino cocida en aceite, en la Edad Media, en un intento de probar que se trataba de una pintura reciente, y de haber estado expuesta a dos incendios en los lugares donde se hallaba depositada, habiéndose en uno de esos hechos derretido parte de la caja de plata donde ella se encontraba. El fuego, en dos ocasiones, dejó marcas que no llegaron a afectar seriamente la figura en ella impresa.

Aunque la tomemos por base, no nos proponemos aquí repetir todo lo que está afirmado en la obra editada en los Estados Unidos, traducida en portugués bajo el título “La Verdad sobre el Sudario!”, de Kenneth E. Stevenson y Gary R. Habermas, que contaron con la colaboración directa de profesionales de las áreas médica, física, biofísica, química y fotografía, además de sustentarse en conclusiones de otros investiadores, franceses e italianos.

Los citado autores no tienen la mínima duda de que se trata del paño sobre el cual el cuerpo de Jesús fue colocado, habiéndo sido doblado por sobre el cuerpo, razón de porqué presenta dos figuras, una de frente y otra de espalda. Atestiguan los autores que fueron hechos examenes de partículas de sangre y de plasma, de polen de flores de oriente, de fibra de algodon, además de haber comprobrado que el cuerpo había sido castigado con latigazos, que habría recibido una corona de espinas sobre la cabeza, que tuvo parte de la barba arrancada, que tuviera las muñecas y los pies traspasados por clavos, y que fuera lacerado en el lado izquierdo, después de muerto. Más allá de eso, presentaba señales de que dos monedas habían sido colocadas sobre sus ojos para mantenerlos cerrados, conforme la costumbre de la época. En nada, según los autores, la figura del Sudaria contraría los relatos contenidos en el “Nuevo Testamento”.

Mientras, ninguno de los investigadores consiguió explicar como la figura se fijo en aquella pieza de lino. Demuestran que no se trata de pintura,ni de tinte, ni de marca de fuego, ni de cualquier proceso conocido tanto en la Edad Media, como en la actualidad. Verificaron, todos los investigadores, que las fibras de los hilos están marcados apenas en la superficie, no habiendo ningún indicio del uso de tinta o colorante que, por más cuidadosa que fuese la operación, penetrarían en el interior de las fibras. Debe ser resaltado que la figura no presenta distorciones como serían naturales si el paño hubiese sido calcado sobre el cuerpo a fin de conocer las impresiones.

Varias hipótesis fueron llevadas para explicar la fijación de la figura en el lino: empleo de ácido, empleo de vapor, una quemadura producida por un calor rápido; irradiación de alta energía; radiación atómica. Además de eso, debe ser resaltado que la imagen fue fijada en el lino como en un proceso fotográfico y la figura se presenta como un negativo.

Delante de la dificultad de producir una pieza semejante, un científico afirmó: “Necesitaríamos más que un milagro para presentar el Sudario como una farse y no como un objeto auténtico”.

Y Yves Delage, miembro de la Academia Francesa, agnóstico confeso, al concluir que el Sudario es el lienzo fúnebre de Jesús, declaró: “Un problema religioso fue innecesariamente inyectado en un asunto que, en sí, es puramente científico... Si, en vez de Cristo, se tratatse de alguna otra persona, como un Sargan, un Aquiles o uno de los Faraones, nadie habrá pensando en hacer ninguna objeción... Reconozco a Cristo como un personaje histórico y no veo razón que justifique el hecho de que alguien se sienta escandalizado porque aun existen vestigios de su vida terrena...”  

 “Jesús apareció vestido como un hombre de la
época y Magdalena, al verlo de espaldas,
imaginó que era un hortelano”
 

Otros investigadores, inclusive los autores que, por ser católicos, a partir del límite adonde la Ciencia llegara, apelan para lo “sobrenatural”, a la vez que fuera constatado el hecho de l cuerpo no haber sufrido ningún proceso de desconposición directa de Dios, que propoció a Jesús a levantarse de la sepultura con su cuerpo carnal.

No explican, mientras, cómo Jesús apareció vestido como un hombre de la época – al punto de Magdalena, al verlo de espalda, imaginase que fuese un hortelano -, si su cuerpo fuera dejado en un sobre el Sudario, conforme prueba la figura en el impresa. No explican porqué Jesús pasó a obrar de manera totalmente difrerente de como obraba antes del suplicio: aparecía y desaparecía súbitamente; atravesaba puertas cerradas; no se hospedó más en la casa de nadie; no más comidas habituales como hiciera hasta entonces.

¿Será que durante esos cuarenta días que median de la resurrección y la ascensión, Jesús no quiso mostrar que continuaba vivo, pero no estaba encarnado más? ¿Si el cuerpo era el mismo, por qué no obraba así antes? ¿Por qué volvería para el “cielo”, llevando un cuerpo que no tuviera antes? Y, razonandose de acuerdo con el dogma católico-protestante, de Jesús haber sido el propio Dios encarnado – o por lo menos un tercero de la Trinidad -, ¿cómo puede llevar un cuerpo físico generado en la Tierra y añadiéndolo a la Divinidad? En ese caso, Dios no estaría completo entonces, pues aquello que esta completo no acepta más añadido alguno... Ademas de eso, ese razonamiento sería aceptable durante la Edad media, cuando la Tierra gozaba del status de ser el centro del Universo, pero hoy, delante de lo que se conoce al respecto del Cosmo, es inaceptable tal teoría, incluso que el Universo fuese constituido sólo por nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Los autores llegan a la tesis de la resurrección en cuerpo espiritual, llamándola como tesis naturalista. La niegan. La niegan vehemente, llegando a citar la I Carta de Pablo a los Coríntios, en su capítulo 15, pero lo hacen de modo incompleto, pues dejan de lado los versículos 35, 36, 37, 40, 42, 44 y 50, en los cuales el Apóstol pregunta con qué cuerpo resucitaremos, respondiendo él mismo, que tenemos dos cuerpos: el espiritual y el animal, diciendo: “si se siembra un cuerpo animal, resucitará un cuerpo espiritual”. Y, para que no hayan dudas, aun dice: “... que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.

Al dejar la condición de investigadores y asumir la de teólogos, los autores dicen que la resurrección de Jesús se dio por intervención directa de Dios y que se trata de un fenómeno irrepetible. Delante de tal afirmación es lícito sea preguntado con qué cuerpo aparecieron Moisés y Elías a Jesús, en el Tabor, conforme es relatado en el Nuevo Testamento (Mt, 17: 1 a 13; Mc, 9: 1 a 13; Lc, 9: 28 a 36). ¿Cómo pudieron aparecer, tan materializados, al punto de que Pedro propone la construcción de tres cabañas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías, conforme el relato de los tres Evangelistas? ¿Qué cuerpo tenían ellos, si la resurrepcción de Jesús fue irrepetible?

No tenemos conocimiento de que existan en la Codificación, ni en obras subsidiarias, referencias al Sudario. Mientras, con base en experiencias mediúmnicas y revelaciones hechas por Espíritus, pueden ser levantadas algunas hipótesis:

André Luiz (Obreros de la Vida Eterna, caps. 15 y 16), en dos situaciones, revela que trabajadores del Bien disipan las energías sobrantes en el cadáver, antes de la sepultura, a fin de que no sea profanado por Espíritus vagabundos. Delante de eso, es de preguntarse: ¿quién tendría condiciones para disipar la energía restante en el cuerpo de Jesús, sino él mismo? Y al hacerlo, no lo tendría desmaterializado completamente? ¿Con qué objetivo Jesús dejaría en la sepultura el cuerpo físico que le serviría de instrumento, ya que, aunque ya no más pudiese ser explotado por Espíritus que quisiesen apoderarse de los fluidos restantes, se lo daría por cierto por los sacerdotes interesados en apagar cualquier indicio que recordase al Carpintero? Imaginemos lo que ocurriría si la tumba no estuviese efectivamente vacía: promoverían una exposición del cadáver, diciendo que las apariciones de Jesús eran falsas.

Jesús no buscó convencer a nadie de que el cuerpo que le servía de instrumento para sus apariciones después de la desencarnación no era ya carnal. Pretendió, por cierto, probar la victoria de la vida sobre la muerte. Eso, para la época, era suficiente. Mientras, al ser visto por Saulo, en la Entrada de Damasco, este comprendió perfectamente la inmaterialidad de aquel Cuerpo luminoso con que el maestro se presentaba. De ahí, sus declaraciones en la Carta a los Coríntios, ya citada.

“El Espiritismo puede demostrar que las
apariciones de Jesús no significan una
derogación de las leyes eternas”

Pero, si Jesús desmaterializó su cuerpo, ¿cómo podría dejar de probar que no había sido retirado aun con vida – como quieren algunos fantasiosos – y llevado para un lugar distante, donde habría continuado viviendo? Se puede suponer que haya dejado que las radiaciones producidas por la desmaterialización plasmasen en el tejido del Sudario la figura de su cuerpo, que había sido colocado sobre una parte del tejido y cubierto con la otra.

Las palabras de Jesús, cuando promete el Consolador, ayudan a entender porqué él decidió no hablar más sobre el asunto, dejando las explicaciones para más tarde, cuando la Ciencia hubiese avanzado y pudiese estudiar y explicar aquel fenómeno. Para cuando el entendimiento de los hombres se hubiese alargado de modo a entenderle la lección sin palabras al respecto de la inmortalidad, cuando tuviese condiciones de entender la condición accidental – y no esencial – del cuerpo físico. Analicemos sus palabras: “Aun tengo mucho que deciros, pero vosotros no lo podéis soportar ahora” (Ju, 16:12). Y dijo más: “Aquel Consolador , el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mí nombre, ese os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que os he enseñado” (Ju, 14:26).

El Espiritismo, en su condición de el Consolador prometido por Jesús, vino a recordar la sublime lección de inmortalidad dejada por el Maestro, limpiándola de todas las fantasías creadas por teólogos, clérigos y legos, retirando el carácter milagroso , mágico, irreal, y trayéndola al campo del razonamiento claro, lógico y coherente. Apoyado en la Ciencia, puede el Espiritismo, siglos más tarde, demostrar que las apariciones de Jesús no significaron una derogación de las leyes eternas. Numerosas experiencias de materialización fueron llevadas a efecto por científicos de renombre, que probaron hasta la saciedad que el Espíritu desencarnado puede materializarse, volviéndose visible, audible y tangible, conforme relata Arthur Conan Doyle, en su obra “Historia del Espiritismo”, en que cita el testimonio de investigadores de la estatura y respetabilidad de Sir William Crookes, César Lombroso, Sir Oliver Logde, Camile Flammarion, Charles Richet, entre otros.

Digna de destacar es la figura del Prof. Crookes, tanto por su contribución a la Ciencia, como en cuanto a sus títulos. Descubrió el talio, inventó el radiómetro, los tubos electrónicos de catódio para la producción de los rayos –X. Recibió la Gold Medal, la Davy Medal, a Sir Joseph Copley Medal, en Inglaterra. En Francia, fue premiado por la Academia de Ciencias, que le condedió la medalla de oro y un premio de 3.000 francos. Ese eminente hombre de Ciencia se destaca también en las investigaciones de fenómenos psíquicos. Durante casi cuatro años, promovió sesiones en las que se materializaba el Espíritu Katie King, que le proporcionó oportunidad de aplicar todo su rigor científico en investigaciones que lo convencieran, a él y a otros científicos, de la veracidad de los fenómenos. Más allá de eso, el Espíritu Katie King le proporcionó memorables ocasiones de convivencia, no sólo con él, sino con otros investigadores y hasta con familiares, inclusive con niños, conforme se constata en la obra “Hechos Espíritas”, de su autoría.

Alguno de esos científicos aceptaron investigar fenómenos de materialización, desmaterialización y rematerialización, con el objetivo declarado de probarle la irrealidad, pero acabaron por convencerse de los hechos, y se volvieron espíritas convencidos. Es el caso de William Crookes, que tuvo el coraje de declarar su convencimiento al respecto de la autenticidad de los fenómenos a la Sociedad Real de Londres, para escándalo de muchos de sus miembros ilustres. Ese eminente hombre de Ciencia, probando que todo testimonio de la Verdad es penoso para aquel que se propone darlo, amargo con la incomprensión de muchos colegas.

En los años que siguieron a la publicación de las obras básicas del Espiritismo, hubo una verdadera onda de investigaciones de esos fenómenos, cuyos resultados se encuentran registrados en una vasta bibliografía que puede ser consultada por aquellos, liberados del rango religioso, se propongan a hacerlo.

Concluyendo, se llega a la hipótesis más plausible al respecto del Sudario: si el es realmente la pieza de lino sobre la cual fue depositado el cuerpo de Jesús, la explicación más clara, más racional y lógica – libre de cualquier idea de derogación de las leyes de la Naturaleza y del milagro – es esa que el Espiritismo nos proporciona. Es un razonamiento, como lo hace la teoría de la resurrección.
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita