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Año 2 – Nº 64 13 de Julio del 2008

AMÉRICO DOMINGOS NUNES FILHO           
americonunes@terra.com.br                     
Rio de Janeiro, RJ (Brasil) 
Traducción
MERCEDES CRUZ REYES -
MERCHITA926@telefonica.net


Expiaciones colectivas

 
Ante las leyes divinas todos los hombres son iguales.
La diversidad de los instintos y de las actitudes intelectuales y morales  innatas observadas resulta de las vivencias, de las experiencias y habilidades conquistadas a lo largo del tiempo a través de innumerables reencarnaciones. Cuando utilizamos mal el libre albedrío, suprimiendo la libertad de nuestros semejantes, imponiendo con violencia nuestras ideas, perjudicando sobremanera a nuestro prójimo, nos situamos contrarios  a las leyes naturales, siendo catalogados por las Leyes Divinas como declarados reos, trayendo inscritas las sentencias en nuestras conciencias, vivenciando intenso sufrimiento interior.

En los dominios espirituales, el remordimiento nos domina, el sufrimiento tiene la apariencia de tiempo indeterminado, como algo que jamás tendrá fin; sin paz, ansiamos por la esperanza, consustanciada en la misericordia divina, permitiendo la reparación de las faltas. Urge, entonces, empeñarnos en la tarea del rescate de nuestros debitos.

El apóstol de los gentiles, Paulo, dijo que el hombre, en la “carne” (existencia física), habiendo sembrado la corrupción, tendrá la oportunidad  de segarla, erradicándola de si (Gálatas  6:7-8). El amor inconmensurable de Dios nos permite la experiencia del retorno  al camino en el mismo punto en el que de el nos apartamos (“la siembra es  libre, la cosecha es obligatoria). El Salmo 28 de David igualmente contiene esa enseñanza, manifestado así: “Págales según sus obras, según la malicia de sus actos; dales conforme la obra de sus manos, retribúyeles lo que merecen”. Todo eso confirmado por el Maestro: “…a cada uno según sus obras” (Apocalipsis 22:12)

 Perpetrando  la trasgresión, somos conducidos al tribunal de nuestra propia conciencia, penetrando en el mundo espiritual como  verdugos. Con la oportunidad de la rectificación expiatoria en la carne, retornamos por el portal de la muerte, como victimas, sin la presencia más desagradable de la culpa  para consumirnos. El suplicio se torna temporal; conforme la enseñanza de Jesús: “En verdad te digo que no saldrás de la prisión mientras no hayas pagado el último centavo” (Mateo 5:26)

La acción del rescate puede acontecer, correlacionándola con el tipo de infracción. Si el mal fue practicado colectivamente, esto es, con maquinación lastimable  junto a un grupo de verdugos (“Hay de aquellos  por quien viene el escándalo”- Mateo 18:7), la liquidación de los debitos acontecerá con la presencia de todos los protagonistas envueltos, proceso conocido, en la Doctrina Espirita, como expiación colectiva.

Clelie Duplantier dice que las faltas colectivas
deben ser expiadas colectivamente por
los que las practicaron, juntos

Las desgracias sociales envolviendo  a muchas victimas  son relacionadas a factores casuales por los materialistas y espiritualistas menos avisados, lo que caracteriza una hipótesis por demás ingenua,  no mereciendo consideración, desde que la propia armonía y el orden del universo. Como igualmente la grandeza matemática y estructural de las galaxias, apuntan para una causa inteligente. Más allá, la frase perfecta de Teofilo Gautier es siempre recordada: “El acaso es tal vez el seudónimo de Dios cuándo  El no quiere  escribir  su propio nombre”.

El estudio profundo del espiritismo nos lleva al entendimiento de los factores causales de las calamidades, oponiéndose a los que ponen la causa  de lado, por falta de explicaciones suficientes y convincentes. En “Obras Postumas”, en el cap. Intitulado  “Cuestiones y Problemas”, hay un abordaje especial de Kardec y de los Espíritus al respecto  de las expiaciones colectivas, comprobando  a la entidad Clelie Duplantier que las faltas colectivas deben ser expiadas colectivamente por los que juntos, la practicaron. Dice que todas las faltas, sea del individuo, sea de familias y de naciones, sea cual sea el  carácter, son expiadas en cumplimiento de la misma ley. Así como existe la expiación individual, lo mismo sucede cuando se trata de crímenes cometidos  solidariamente por más de una persona. A propósito, el Codificador, en “La Génesis”, en el Cáp. 18, ítem 9, nos llama la atención de que la Humanidad es un ser colectivo en el cual acontecen las mismas revoluciones morales que en cada

Duplantier afirma también que, gracias al Espiritismo la justicia de las pruebas  es ahora comprendida y no  proviene  de los actos de la vida presente, porque corresponde  al rescate de las deudas del pasado. Después afirma que habrá de ser así  con relación a las pruebas colectivas, que son expiadas colectivamente por los individuos que en ellas concurrieron, los cuales se reencuentran para sufrir juntos la pena de Talion.

Solamente los acontecimientos importantes y
capaces de influir en nuestra evolución
moral son provistos por Dios

Las tragedias,  que ocasionan las desencarnaciones colectivas, no son fruto dela caso. ¿En la cuestión 258, de “OLE”, A.K. se pregunta, antes de  reencarnar, el espíritu tiene conciencia o provisión  de lo que le sucederá  en el curso  de la vida terrena? La respuesta: “El mismo escoge el genero de pruebas porque las que ha de pasar y en esto consiste su libre albedrío”. La desencarnación, el momento cierto de la muerte es realmente  predeterminado, así es como está predeterminado en “OLE”, Q. 853, diciendo que el instante de la muerte es fatal, en el sentido verdadero de la palabra, y, llegado ese momento, de una forma u de otra, de el no podemos huir.  La cuestión 853 (a) acentúa que, cuando es llegado el momento de nuestro retorno para la Dimensión espiritual, nada nos librará y también relata que ya sabemos el género de muerte  por el cual partiremos de aquí, pues eso nos fue revelado cuando hicimos la elección de esta o aquella existencia. Es importante, igualmente, el comentario de A.K., en la Q. 738, diciendo que “Aunque venga por un flagelo la muerte, o por una causa común, nadie deja por eso de morir, desde que haya sonado la hora de la partida”. En la Q. 859, los Espíritus  dicen a A.K. que la fatalidad, verdaderamente, solo existe cuando llega el momento en el que debemos aparecer o desaparecer de este mundo. En la Q. 872, A.K. enfatiza: “en lo que concierne a la muerte es que el hombre se halla sometido, en absoluto, a la  inexorable ley de la fatalidad, por eso es que no puede escapar a la sentencia que le marca el termino de la existencia, ni el genero de muerte que haya de cortar a esta el hilo”. 

Debemos destacar que solamente los acontecimientos importantes  y capaces de influir en nuestra evolución moral son previstos por Dios, porque son útiles para nuestra purificación y para nuestra instrucción (“O Le”, Q. 859ª). Entretanto, “el amor que cubre multitud de errores”, en sintonía con la Ley de Acción y Reacción y con el libre albedrío, puede evitar acontecimientos que deberían realizarse, como igualmente permitir otros que no estaban previstos (OLE”, Q.860).

Por tanto, el acaso no tiene participación en las determinaciones divinas. El padre nos ama incondicionalmente y nos proporciona la oportunidad de la redención espiritual, dándonos la oportunidad bendita de rescatarnos  de las infracciones del pasado contrarias a Sus Leyes, de varias formas, inclusive colectivamente. Las expiaciones colectivas, según “El libro de los espíritu”, cuestión 737, ofrecen la ocasión de progresar más deprisa en el rumbo evolutivo, realizándose en algunos años lo que se necesitaría muchos siglos.

Los Espíritus, dicen los inmortales, influyen
en nuestros pensamientos y en nuestros
actos mucho más de lo que imaginamos

¿Como se procesa la convocación de los encarnados para el evento de la desencarnación colectiva? ¿Cuál es la explicación espiritual para el hecho de muchas personas salir ilesas de las catástrofes algunas hasta aun mismo perdiendo el embarque del medio de transporte para ser accidentado? Las respuestas son basadas en las premisas de que el acaso no puede regir fenómenos inteligentes y en la certeza de la inhabilidad de la Ley Divina, actuando por cuenta de Espíritus propuestos, bajo la subordinación de las entidades superiores.

En la Q. 459 de “OLE”, A.K., preguntando si los espíritus influyen en nuestros pensamientos y en nuestros actos, obtuvo la siguiente respuesta: “Mucho más de lo que imagináis. Influyen hasta tal punto, que, de ordinario, son ellos  los que os dirigen”. Por tanto, hay destacada influencia, sin embargo oculta, de los espíritus en nuestros actos, sugiriendo pensamientos,  “dando la impresión de que alguien nos habla” (Q. 461). Recibimos una sugestión mental, funcionando  nuestra mente como un aparato emisor receptor, de acuerdo  con nuestra sintonía. Las cuestiones 526, 527 y 528 de “OLE” son importantísimas para ese entendimiento, desde que los Espíritus, en la ejecución de los designios divinos, actúan sobre la materia para el cumplimiento de las Leyes de la Providencia, nunca derogándolas.

En la producción de hechos voluntarios, las entidades se valen de las circunstancias naturales para generar los acontecimientos. Se sonara el momento de alguien desencarnar y “era destino de el perecer por cuenta de un accidente”, puede la espiritualidad inspirarle para subir en una escalera débil  que no resista su peso. La escalera no fue rota por los Espíritus.

En otro ejemplo, “un hombre tiene que morir electrocutado por un rayo”. Los Espíritus le inspiraran la idea de abrigarse debajo  de un árbol sobre el cual caerá la descarga eléctrica. Las entidades no provocaran la  producción de rayo, más sabían cual árbol la tendría.

En otra enseñanza bien practica, “si alguien no tiene que perecer” y una persona malintencionada dispara sobre el un proyectil de fuego, los espíritus no actúan desviando la trayectoria de la bala, ya que el proyectil tiene que seguir  su curso de acuerdo con las leyes de la materia; entre tanto, la espiritualidad le sugiere la idea de desviarse o perturbar  a quien está empuñando el arma. Es importante esa enseñanza, ya que muchas personas moran y circulan por lugares muy peligrosos, principalmente en las grandes ciudades brasileñas, y solamente perecieron por balas perdidas si estuvieron subordinadas a esa programación.

Es muy importante la enseñanza de que el mal no es programado, esto es, nadie nace para ser agente del cumplimiento de una prueba o expiación, como es descrito en la Q. 470 de “OLE”: “a ningún Espíritu es dada la misión de practicar el mal. Aquel que lo hace lo hace, por cuenta propia, sujetándose, por tanto, a las consecuencias”.

El naufragio del Titanic fue presentido por
algunas personas, como, de entre ellas, el
empresario inglés Middleton

Muchas personas que poseen habilidades en el campo de la presciencia o premonición consiguen prever tragedias futuras. Citamos al irlandés Zax Martin, describiendo un avión colisionando en un rascacielos  y explotando en llamas. Seis días después, dos aviones comerciales fueron lanzados contra las torres gemelas, en Nueva York. El terrible naufragio del Titanic fue presentido por algunas personas como el empresario Inglés Middleton  que  soñó

durante dos noches seguidas con un navío en quilla por el viento, cercado   de

personas y provisiones flotando. Decidió, entonces, cancelar su viaje y el de sus familiares. Un marinero recuso la función de subjefe de maquinas a causa  de una premonición de desastre. La sensitiva americana  Silvia  Browne, en octubre del 2004, dijo en pleno programa de TV  que  los  turistas  deberían  evitar viajar para la India.

Dos meses después parte de los países mencionados fue atacado por el tsunami.


En la literatura subsidiaria espirita tenemos algunas fuentes de consulta al respecto del asunto en tela: 1- En  el 17 de diciembre de 1961, en Niteroi (RJ), aconteció la trágica tragedia en un circo, relacionado, según el Espíritu Humberto de  Campos, con la expiación colectiva, envolviendo romanos  que asesinaron decenas de cristianos, en un circo armado en LIAO, en el año de 177 (“cartas y Crónicas, Cáp. 6, FEB); 2- El Incendio del edificio Joelma en San

Paulo (foto), con muchas victimas, fue explicado como deudas  reportadas al tiempo de las guerras Cruzadas (“Dialogo de los Vivos”, Cáp. 26); 3-  Emmanuel, a través de la psicografía de Chico Xavier, en la cuestión 250 del Libro “El Consolador”, nos esclarece: “en la prueba colectiva se verifica la convocación de los Espíritus

encarnados, participantes del mismo debito, con referencia al pasado delictuoso y oscuro. El mecanismo de justicia, en la ley de las compensaciones, funciona entonces espontáneamente, a través  de las propuestas de Cristo, que convocan a las comparsas en la deuda del pretérito para los rescates  en común, razón por la que, muchas veces, intituláis - doloroso acaso – a las circunstancias que reúnen a las criaturas más dispares en el mismo accidente, que les ocasiona la muerte del cuerpo físico o las más variadas mutilaciones, en el cuadro de sus compromisos individuales”  y André Luiz, en el capitulo 18, del libro “Acción y reacción”, psicografíado por Chico Xavier, describe las palabras del benefactor espiritual Druso, a respecto de un accidente ocurrido con una aeronave, en la cual perecieron 14 personas. Resaltamos la información de que “millares de delincuentes que practicaron crímenes hediondos en rebeldía contra la Ley Divina se encuentran aun, sin tener los debitos acertados”.

Tengamos la certeza de que el amor de Dios  es inconmensurable y existe una razón para las tragedias que dejan aterrorizadas a las criaturas terrenas. El Padre nos proporciona a todos nosotros, sus hijos, herederos  y viajeros del Cosmos, su eterna Misericordia.
 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita